Como su título indica da continuidad a los temas que recoge el Primer Libro de Reyes y es la antesala para los “Libros de las Crónicas”, que le suceden. Fue escrito a mediados del Siglo V antes de Jesucristo y según el Talmud fue escrito por el profeta Jeremías.
Desde
la ascensión del profeta Elías al Cielo, además de la eventual caída de Israel
y Judá, el segundo libro de los Reyes continúa la historia comenzada en 1
Reyes, de un pueblo y dos reinos. La narración no celebra simplemente a los
israelitas. En lugar de eso, muestra los puntos altos y bajos en la historia de
Israel y Judá. Aunque es verdad que de pocos de los reyes del reino del norte
de Israel se ha hablado muy bien, los reyes del reino del sur de Judá no lo han
pasado mucho mejor. Primera y Segunda de Reyes son más que un recuento de
nombres y hechos. Los libros describen un pueblo sin dirección, líderes que
fracasaron en gobernar, y un Dios que estaba forzado a disciplinar la rebelión
de su pueblo.
El
segundo libro de los Reyes continúa la historia del reino dividido desde el
punto donde el libro primero de los Reyes finaliza, con el reinado de Ocozías
en el reino del norte (853-852 a.C.) y Josafat en el reino del sur (872-847
a.C.). Esto traza los eventos en el resto de la tercera dinastía, junto con los
correspondientes detalles de Judá durante el reinado de Joram y Ocozías. Este
libro describe detalles especialmente relevantes de los ministerios proféticos
de Elías y Eliseo (1:1-9:37). Durante este período, el reino del norte enfrentó
continua presión de Aram (Siria) bajo sus reyes Benadad II y Hazael, así como
también nuevas amenazas de la renaciente Asiria con su poderoso rey Salmanasar
III (858-824 a.C.).
La
cuarta dinastía en Israel comienza con una purga de la floreciente adoración de
Baal que plagó las primeras tres dinastías (10:1-15:12). Desafortunadamente, el
fundador de esta dinastía, Jehú, fue un oportunista que usó el ataque sobre la
adoración de Baal para favorecer sus propias causas. En vez de mantener
completamente la Ley, él perpetuó el estado religioso de apostasía iniciado a
través de Jeroboam I; la adoración de terneros en Bet-el y Dan. Sus sucesores
en la cuarta dinastía probaron ser un poco mejor. Los gobernantes
correspondientes al reino del sur ordenados desde el malvado Atalía a Josías y
Amasías, permitieron una suave recomendación divina. Externamente, la amenaza
Aramea finalizaba por la campaña militar de Adad Nirari III de Asiria. Sin
embargo, Asiria misma pasó un período de declinación que se extendió desde la
primera mitad del siglo octavo a.C.
Con
la muerte de Zacarías en el 752 a.C., el reino del norte entró en un período de
rápida declinación que reflejó su condición espiritual. Los efectos combinados
de apostasía espiritual y corrupción moral, junto con una política insensata
con Asiria, llevaron al reino del norte a su final en el 722 a.C. Entretanto,
Jotám y su corrupto hijo Acaz fueron dominando el reino del sur de Judá. Acaz
era tan perverso que aun el devoto Isaías tuvo poco efecto sobre la condición
espiritual del rey. Las Escrituras atribuyen la defunción final de Judá a la
idolatría de este rey (2 Cr 28:23).
El
resto de 2 Reyes trata de la cambiante fortuna y peregrinaje espiritual del
reino del sur, traza la historia de Judá desde el recto Ezequías (caps. 18–20)
a los perversos hijos de Josías, bajo los cuales Jerusalén pasó tres invasiones
y deportaciones, la última en el año 586 a.C. Judá creció y alcanzó los
complejos eventos internacionales que tomaron lugar desde finales del octavo
siglo hasta los comienzos del sexto siglo antes del Cristo.
Las
habilidades de Judá para mantener su identidad en medio de sus poderosos
vecinos vinieron de la mano de Dios, quien era fiel a su pacto con la casa de
David, y por otro lado de las ganancias espirituales hechas durante los
reinados de sus dos reyes fieles, Ezequías (729-699 a.C.) y Josías (640-609
a.C.). Las fuerzas de apostasía que llevaron al colapso del reino del norte
también jugaron su papel en el reino del sur. Judá fue conducida lejos en
cautiverio, y su destierro duraría setenta años. Segunda de Reyes finaliza en
esta trágica nota. Sólo la palabra final dada por Joaquín provee un rayo de
esperanza en la oscuridad del cautiverio (25:27-30). El simbólico mensaje es
claro: Dios aún cumpliría su promesa de restaurar su pueblo (1 R 8:46-53).
Como
1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes fueron originalmente un libro en hebreo. El libro se
dividió en dos partes cuando el AT se tradujo al griego en el 150 a.C.
Por
ello, se debate sobre el autor de 1 Reyes y 2 Reyes. Muchos eruditos bíblicos
evangélicos afirman la visión tradicional de que Jeremías escribió los libros
de los Reyes. Ellos apuntan al origen sacerdotal de Jeremías, su actividad
profética, su acceso a las autoridades gubernamentales en el nivel más elevado,
y su cercanía personal a los acontecimientos religiosos, sociales y políticos
que ocurrieron durante el colapso y caída de Judá a principios del siglo sexto
a.C. Jeremías estaba ciertamente en una posición que conocía la situación
espiritual del momento. Y tenía acceso a los registros de estado, información
histórica, y otros materiales necesarios para escribir tal libro. Jeremías
podría bien haber escrito y compilado el libro durante el período de reforma
religiosa conducido por el rey Josías (22:8).
No hay comentarios:
Publicar un comentario