Con el nombre de Jueces (hebreo, shofetim) se digna en el Antiguo Testamento a una serie de personajes que se esforzaron por dirigir al pueblo y mantenerlo a salvo de la hostilidad y el dominio de sus vecinos.
JUECES
El
libro de los Jueces es una narración histórica que contrasta la fidelidad de
Dios con la apostasía de Israel. A pesar de las repetidas caídas de su pueblo,
una y otra vez Dios les dio libertadores; los jueces. Esto no lo hizo sin
pensar ni en forma mecánica, tampoco fue manipulado por los llamados de Israel
al pedir ayuda (3:9, 15; 4:3; 6:6; 10:10).
No
libró a Israel de las consecuencias de sus acciones, como lo indican sus
constantes problemas con los opresores extranjeros. Más bien, Dios liberó a
Israel de la opresión debido a sus promesas a Abraham y sus descendientes. Él
recordó su voto de entregar a Israel la tierra de Canaán. De este modo, la
preservación del pueblo de Dios no se debió a su mérito o bondad, ni siquiera a
su voluntad de arrepentirse. Más bien, Dios demostró su compasión y piedad a un
pueblo díscolo que lo agraviaba continuamente (2:16-18) proporcionándole
líderes audaces que los rescataran. Ciertamente, el verdadero héroe de Jueces
es el propio Dios, que se mantiene fiel solo, a pesar de las caídas de su
pueblo, y hasta de los jueces.
El
libro se escribió para mostrar las consecuencias de la desobediencia a Dios y
la necesidad de convocar a un rey justo que condujera al pueblo a Dios. En
contraste al modo sereno en que finaliza el libro de Josué, con Israel en
armonía con los mandamientos de Dios, Jueces revela que Israel comenzó a
desobedecer a Dios aún en la época de Josué, y que esta desobediencia se hizo
más seria, y más degradante, con el tiempo. Jueces 2:16-23 establece el patrón
cíclico de pecado, esclavitud y salvación que habría de dominar la época de los
jueces. Sin embargo, el libro deja en claro que el ciclo tenía una espiral
descendente. Cada nuevo estallido de desobediencia e idolatría alejaba más a
Israel de Dios y lo hundía más en el pecado y el sufrimiento. Hacia el final
del libro queda claro que Israel violó su pacto con Dios en casi todas las
formas imaginables.
El
objetivo de este mensaje está apoyado por la estructura del libro mismo. Un
detenido examen de los capítulos 17-21 lleva a la conclusión de que están fuera
de secuencia respecto a los acontecimientos de los capítulos anteriores.
Algunas pistas dentro del texto apoyan la teoría de que los hechos descritos en
estos últimos capítulos realmente ocurrieron a principios del período de los
jueces. Por ejemplo, vemos la casi unánime acción de la convocatoria tribal de
Israel, que los unifica con éxito para tomar medidas punitivas contra Benjamín,
en el capítulo 20. Esta liga de tribus estaba claramente activa durante la
época de Finees y de Josué (Jos 22:9-34).
En
estos capítulos, no se menciona a los filisteos como amenaza militar, por lo
que no es probable que las campañas militares descritas en los capítulos 20 y
21 ocurrieran en una época posterior, cuando los filisteos dominaban gran parte
del territorio de Israel. Además, se menciona a Bet-el y Mizpa como
emplazamientos de grandes santuarios religiosos (20:1, 18, 31; 21:1) en vez de
Silo, que era un centro religioso más prominente en el período filisteo (1 S
1:3, 9; 3:21; 4:4).
Esta
disposición de la narración, al no ser estrictamente cronológica, refuerza el
tema de que el período de los jueces fue de marcada declinación. Los sórdidos
eventos de estos últimos capítulos, que pudieron ocurrir a principios del
período, están ubicados a propósito al final del libro como el apropiado epitafio
de una época degenerada.
Nunca
se identificó al autor de esta colección de escritos históricos sobre los
jueces, que gobernaron a Israel durante una etapa que abarcó varios siglos.
Tampoco hay ninguna clave al respecto en otra parte de las Escrituras. La
tradición judía tardía adjudicó su autoría a Samuel. Por cierto que esto es
posible, pero no hay manera de estar seguros.
Con
certeza, el libro fue escrito después de los últimos acontecimientos
registrados en él (alrededor del 1050 a.C.). La referencia en 18:30 al «día de la captura de la tierra» se
refiere probablemente al cautiverio babilonio (siglo sexto a.C.). Esto sugiere
que una versión posterior del libro pudo ser compilada durante o después del
cautiverio. Sin embargo, la referencia a los jebuseos que vivían en Jerusalén «hasta el día de hoy» (1:21) sugiere que
una parte del libro puede haber sido escrita antes de la captura de Jerusalén
por David, alrededor del año 1000 a.C. Podría ser que los jebuseos que
sobrevivieron a la batalla se fueran por voluntad propia o que hayan sido
expulsados. Pero algunas referencias de las Escrituras sugieren que algunos
jebuseos permanecieron en Jerusalén después de la conquista de David (2 S 24:16),
pero no es un argumento concluyente. Si uno piensa que Jueces fue escrito en
algún momento a fines del siglo once a.C., se hace más plausible sugerir que
Samuel escribió la mayor parte del libro. Pero, como la cuestión de la autoría,
la fecha aproximada de la composición de Jueces permanece envuelta en la
incertidumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario