El
segundo libro de Samuel cuenta los triunfos y derrotas del rey David. Desde su
subida al trono hasta sus famosas últimas palabras, esta biografía describe a un
líder extraordinario e inspirado divinamente. Como rey, David tomó a un Israel
dividido y derrotado de manos de su predecesor, el rey Saúl, y construyó una
nación prominente. Como la mayoría de las biografías políticas, 2 Samuel
destaca los rasgos característicos que le dieron el éxito a David: su confianza
en la guía de Dios (2 S 2:1), su sinceridad (2 S 5:1-5) y su valor (2 S 5:6,
7). Pero el libro también describe las trágicas consecuencias de la lujuria de
David (2 S 12:1-23) y su orgullo (2 S 24:1-17). Al presentar las fortalezas y
debilidades de David, el libro da un cuadro completo de una persona real, de la
cual podemos aprender.
Este
libro recibe el nombre del profeta Samuel, aunque él no aparece en las
narraciones del libro. Esto es porque 1 y 2 de Samuel eran originalmente un
sólo volumen. Cuando se tradujeron las Escrituras hebreas al idioma griego
(alrededor de 150 a.C.), los libros de Samuel y Reyes se unieron como una
historia completa de la monarquía hebrea. Esta colección fue dividida en cuatro
secciones: Primer, Segundo, Tercer y Cuarto Reinos. Samuel y Reyes se separaron
otra vez más tarde, pero las divisiones de la traducción griega persistieron.
El resultado fue 1 y 2 de Samuel y 1 y 2 de Reyes, que corresponden a las
cuatro secciones de los reinos de la Septuaginta.
El
segundo libro de Samuel abarca el período desde la muerte de Saúl (1010 a.C.)
hasta el final de la carrera de David (970 a.C.). Durante los cuarenta años de
su reinado, David unificó las doce tribus hasta convertirlas en una monarquía
firme y transformó la joven nación en un poder militar capaz de dominar las
naciones vecinas. Después de capturar la fortaleza de los jebuseos, Jerusalén,
David la convirtió en su capital. Esta nueva ubicación llegó a ser la poderosa base
geográfica para el establecimiento del imperio de David. Después de eso comenzó
a liberar el territorio israelita de la dominación cananea y filistea. Al hacer
esto, David extendió su reino hacia el norte, el sur, el este y el oeste (cap.
8).
Además
de sus conquistas militares, David fue el primero de los reyes de Israel en
usar las alianzas matrimoniales como una dimensión importante de la política
extranjera de la nación. Las alianzas de matrimonio entre casas reales como
medios de tratados finales y para cimentar relaciones entre los estados eran
sucesos comunes en el antiguo Medio Oriente. La primera alianza matrimonial de
ese tipo aparece en 2 S 3:3, donde Absalón, el tercer hijo de David es llamado
«el hijo de Maaca, la hija de Talmai rey
de Gesur».
Las
conquistas y alianzas de David le dieron control del territorio desde el límite
de Egipto hasta el Éufrates. Esto se debió en gran parte a la fuerte presencia
militar de David en comparación con la debilidad general que caracterizaba a
Egipto y Mesopotamia en ese tiempo. Por un breve período, Israel fue tan fuerte
como cualquier nación del mundo antiguo.
El
tema unificador de 2 Samuel es el establecimiento del reino de Israel, que
progresó de un diverso grupo de tribus guerreras y divididas a un reino sólido
bajo David. Sin embargo, el propósito de documentar estos sucesos no era
solamente tener un registro «oficial» del reinado de David. Por toda la
narración hay un interés continuo en la gobernación de Dios sobre su pueblo. El
libro destaca que fue Dios quien rechazó a Saúl por su desobediencia, eligió a
David para el trono, y lo disciplinó por su orgullo. Dios era el verdadero rey
de Israel.
La
clave para el exitoso reinado de David fue su relación con Yahweh. Dios lo
describió como un hombre que buscaba su propio corazón (1 S 13:14). En su
juventud, David había demostrado su fe firme en Dios al desafiar a un gigante
con unas pocas piedras y su fe en la fuerza de Dios (1 S 17:45-51). En su edad
adulta, continuó confiando en Dios por guía y fortaleza (2:1; 5:19). Temprano
en su reinado, demostró la importancia de sus convicciones religiosas a todo
Israel al llevar el arca del pacto a Jerusalén en medio de una lujosa
celebración ante Jehová (6:1-23). Después de eso, todos conocieron su afán por
construir un Templo para la gloria de Yahweh (7:1-3). Con tales acciones y los
numerosos cantos que escribió en alabanza a Dios, David condujo a los
israelitas de vuelta a la adoración verdadera. Aun cuando pecó, demostró al
pueblo su arrepentimiento de corazón ante el Dios vivo (12:13-23; 24:17-25). En
un análisis final, el liderazgo religioso de David fue la parte más significativa
de su reinado.
A
través de los triunfos y tragedias del reinado de David, Dios actuó en los
sucesos nacionales y personales de su pueblo para cumplir su voluntad. Jehová
dio a David una vislumbre de su voluntad fundamental en su promesa, llamada comúnmente
el pacto davídico (7:12-16). En este pacto incondicional, Dios prometió a David
una dinastía eterna, un trono eterno y un reino eterno. Por último, iba a venir
un rey justo más grande que David que sería un hijo suyo y gobernaría desde su
trono para siempre (Is 9:7). Este rey prometido es Jesús (Lc 1:31-33; Jn 1:49).
La
tradición judía sostiene que el profeta Samuel escribió 1 S 1–24, y que los
profetas Natán y Gad compusieron el resto de este y todo 2 Samuel. Es evidente
que ciertas partes de 1 Samuel y, 2 Samuel se escribieron después de la muerte
del profeta (1 S 25:1; 28:3). Ciertamente, parece que algunas notas se
añadieron incluso después de la división de la monarquía en el 930 a.C. (1 S
27.6). Producto de la ausencia de cualquier referencia a la caída de Samaria,
la capital del reino norteño, es razonable asumir que los libros se completaron
por el 722 a.C. La mayoría de la composición de los libros de Samuel pudo
haberse hecho durante los reinados de David y Salomón (1010-930 a.C.), con sólo
un pequeño número de anotaciones de períodos posteriores.
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