El
primer libro de Crónicas es una historia inspiradora. Al escribir después del
cautiverio, el autor buscó inspirar al remanente con su extraordinaria herencia
espiritual. Convenientemente, el libro se centra en David. No sólo fue el gran
rey de Israel, sino uno de los líderes espirituales más grandes de esa nación.
Cuando se transformó en rey, una de sus primeras prioridades fue establecer la
adoración de Dios como el centro de la vida nacional de Israel. En medio de una
gran celebración, David trajo el arca del pacto a Jerusalén y designó a los
sacerdotes para que ministrasen de continuo delante del arca (caps. 15; 16).
Sus acciones demostraron su intención de que todo Israel «diera a Jehová la
honra debida a su nombre» (16:29). Este era el extraordinario legado espiritual
de Israel: la verdadera adoración del Dios vivo.
Es
evidente que las Crónicas son el resultado de un proceso de compilación. El
cronista utilizó los libros de Samuel y de los Reyes prácticamente para la
mitad de la narración. Además, las genealogías al comienzo del libro se derivan
en gran parte del Pentateuco. El compilador incluso cita algunas de las fuentes,
entre las cuales se encuentran los registros genealógicos de las diversas
tribus (7:9, 40), el libro de los Reyes de Israel (9:1) y los libros de Samuel,
Natán y Gad (29:29).
Una
serie de relatos en el libro de Crónicas hace un paralelo entre los libros de
Samuel y de los Reyes. El hecho de que estos relatos no coincidan palabra por
palabra llevó a algunos eruditos a asumir que el cronista no se preocupó de la
exactitud de las citas, o que los autores de todos los libros se inspiraron en
otra fuente común. En cualquier caso, la inspiración y autoridad del primer
libro de Crónicas no está en discusión. Al escribir acerca de los mismos
eventos, el compilador del primer libro de Crónicas simplemente enfatizó una
perspectiva diferente a la de los autores de los libros de Samuel y de los
Reyes. La sinóptica de los Evangelios trabaja de la misma forma. Cada Evangelio
presenta algunas de las mismas historias de Jesús en diferentes formas. Cada
una nos proporciona nuevos detalles y una nueva perspectiva del evento.
Los
diferentes énfasis explican muchas de las diferencias entre las narraciones de
Crónicas y Samuel. Algunas de las otras aparentes contradicciones,
especialmente en materia de ortografía y números, se pueden explicar como un
descuido al copiar y transmitir el texto. Los números al parecer se escribieron
en anotaciones que podrían confundirse fácilmente y la mayoría de las
divergencias entre Crónicas y Samuel se pueden justificar de esta manera. En
muchos casos, las divergencias son sólo aparentes y se sugieren formas
apropiadas para armonizarlas. En cualquier caso, ninguna de ellas amenaza la
inspiración e infalibilidad del texto original.
Al
escribir aproximadamente cuando los israelitas retornaron del cautiverio, el
cronista quiso enfatizar la continuidad de los israelitas con su pasado.
Los
israelitas que quedaron volvían a Jerusalén para reconstruir el Templo, debido
a las promesas que Dios hizo a David hace muchos años (Esd 7:10-23). Las
promesas de Dios aún estaban en pie, incluso cuando la gente estaba en el
cautiverio.
La
extensa sección genealógica en el primer libro de Crónicas enfatiza la
continuidad con el pasado (caps. 1-9). Las genealogías indican que las promesas
hechas a David se basaron en las antiguas promesas de Dios a los patriarcas.
Dios prometió a Abraham que lo haría el padre de una gran nación, a través de
la cual bendeciría toda la tierra (Gn 12.1-3). Dios también prometió que un rey
gobernaría esta nación especial (Gn 17:6). Se reveló a Jacob que el rey
descendería específicamente del hijo de Jacob, Judá (Gn 49:10). Finalmente, la
genealogía en el libro de Rut explica la relación entre la promesa y su
cumplimiento, al trazar la descendencia de Judá a través de su hijo Fares hasta
el Rey David (Rt 4:18-22). Dios cumplió fielmente su promesa.
El
primer libro de Crónicas se refiere a la descendencia del pueblo de la promesa
de Dios y enfatiza la conexión entre Fares y el Rey David (2:5-15). Dios
establecería su reino en la tierra a través de la familia real de David (17:7-15;
Gn 17:7, 8; 2 S 7). El Dios de los reyes prometió a Abraham que comenzaría con
David y culminaría con aquel que reinaría para siempre, Jesús (17:14; Mt 9:27;
12:23; Mr 10:47, 48; Lc 18.:38). Dios le hizo una promesa a David y los fieles
que quedaron heredaron esa misma promesa.
Como
el cronista quiso incentivar a los israelitas que retornaban, se centró en las
glorias del reino de David: su conquista de Jerusalén (11:4-9), sus valientes
soldados (11:10-47), sus victorias sobre los filisteos (18:1-12) y su celebración
cuando trajo el arca a Jerusalén (15:25-29). Por otra parte, el autor del libro
de Samuel contó la historia de David como una biografía objetiva y realista que
no pasa por alto las fallas y pecados de David. Si bien no describe a David
como perfecto espiritual y moralmente (13:9-14; 21:1, 8), Crónicas
sorpresivamente omite las historias que revelan la debilidad de David: su
aventura con Betsabé, el asesinato de Urías (2 S 11) y el distanciamiento de su
hijo Absalón (2 S 15). Estas no se omitieron para dar una falsa impresión del
carácter de David, sino porque los libros de Samuel se refieren a estos
incidentes en detalle. En lugar de eso, los libros de Crónicas se escribieron
para inspirar al remanente a seguir los pasos espirituales de David.
En
una época cuando los israelitas reconstruían la nación y el Templo (Esd 3:7-13),
el cronista describió el reino de David como un reino fundado en la verdadera
adoración de Dios. El tabernáculo y el Templo eran el centro del reino de
David, no el trono. Los libros de Crónicas describen extensamente cómo David
llevó el arca de la alianza a un lugar adecuado de adoración (13:1-16:3),
designó al personal religioso apropiado (16:4-6, 37-43; 23:1-26:32) e hizo
planes para construir un Templo permanente (caps. 22; 28; 29). El tema de los
libros de Crónicas es que Dios mismo estableció el reino de David (29:10, 11)
en cumplimiento de sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. A través de la
alianza con David, el reino de este último encarna la promesa del futuro reino,
cuyo soberano es el gran Hijo de David, Jesús Cristo.
Originalmente,
tanto el libro primero como el segundo de Crónicas eran un solo libro. La
coherencia general de estilo en el libro indica que si bien varias personas
pudieron trabajar en ellos en diversas etapas, un solo editor le dio forma al
producto final.
La
tradición judía identifica al editor como Esdras. Esta visión encuentra
respaldo en los temas comunes y en los énfasis de los libros de Crónicas y del
libro de Esdras. Ambos libros se centran en la construcción y dedicación al
Templo. Sin embargo, algunos sostienen que las genealogías en 3:17-24 excluyen
la autoría de Esdras, ya que incluyen hasta once generaciones después de
Zorobabel. Para incluir dicha información, el libro tendría que haberse escrito
a mediados del tercer siglo a.C.
Por
otra parte, es posible que 3:17-24 abarque sólo tres generaciones. Si es así,
425 a.C. como fecha aproximada para la conclusión de Crónicas es bastante
razonable. Esdras estuvo activo entre los años 460 y 430 a.C. y, por lo tanto,
podría incorporar esta genealogía particular en el libro. En resumen, la
opinión tradicional judía de que Esdras escribió los libros de Crónicas se
puede aceptar si se recuerda que Esdras era un compilador. Utilizó fuentes y
documentos que explican las diferencias estilísticas entre el libro de Esdras y
los libros de Crónicas.
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