viernes, 25 de septiembre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) JOB.

Job es el primero de los libros poéticos de la Biblia hebrea. Algunos creen que este es el primer libro de la Biblia que se escribió. El libro nos da indicios de la obra de Satanás.

En un momento u otro casi todos nos hemos sentido como Job. Cuando pasamos por pruebas o momentos de sufrimiento sentimos que la auto-compasión nos agobia. Nos preguntamos por qué Dios permite que vivamos experiencias difíciles. El libro de Job registra interrogantes inquietantes, dudas terribles y la agonía real de alguien que sufre. Este libro nos ayuda cuando los problemas nos rodean y nos permite echar un vistazo a la perspectiva de Dios ante nuestro sufrimiento. Numerosos detalles del libro indican el marco patriarcal de los hechos: (1) la riqueza de Job se mide en ganado (1:3; 42:12) de la misma manera en que se mide la riqueza de Abraham y Jacob (Gn 12:16; 13:2; 30:43; 32:5); (2) se consideraba a los sabeos y caldeos merodeadores nómadas (1:17, 19) lo que indica una época antigua; (3) la palabra hebrea para pieza de dinero (42:11) sólo se asocia al patriarca Jacob (Gn 33:19; Jos 24:32); (4) al no contar con un santuario o sacerdocio, Job le ofrece sacrificios a Dios al estilo patriarcal (1:5); (5) la longevidad de Job corresponde a la de los patriarcas; (6) la preferencia por el nombre divino de Shaddai en vez de Jehová en la parte poética del libro podría indicar un período de tiempo anterior al éxodo (Éx 3:14, 15).

El texto indica que los hechos de Job ocurrieron en la tierra de Uz (1:1), pero no se conoce la ubicación de este lugar. El hecho de que Job fuera el más grande entre el pueblo del oriente (1:3) apunta a que vivió al este del río Jordán. Algunos concluyen que Uz estaba en Siria o al noroeste de Mesopotamia. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos creen que se encontraba cerca de Edom debido a que muchos nombres propios en el libro de Job pertenecen a la genealogía de Esaú, el padre de los edomitas (Gn 36).

La estructura básica del libro de Job consiste mayormente en un estilo poético (3:1-42:6), y el prólogo (caps 1; 2) y el epílogo (42:7-17) escritos en prosa. Existen diferencias significativas entre el cuerpo poético, el prólogo y el epílogo. Los dos últimos presentan a Job como a un «santo» que soporta estoicamente sus sufrimientos. Por otra parte, el cuerpo poético alude a un Job desesperado por recibir un trato justo de parte de Dios (9:1-3; 13-21). De acuerdo con algunos críticos, estas diferencias indican que las dos secciones son trabajos separados de autores diferentes. De acuerdo con este punto de vista, el compilador de Job sencillamente no logró reconciliar los «dos Jobs». Las aparentes contradicciones del libro no deben considerarse como indicio de una pobre edición, sino como el trabajo premeditado de un autor consumado. La tensión entre el Job «paciente» y el «impaciente» contribuye al mensaje global del libro. Nos muestra a Job como una persona real. No era el «santo de yeso» que sufría estoicamente. Más bien, lucha con sus emociones y sentimientos como lo hacemos hoy día. El libro de Job enseña que no está mal que una persona pregunte por qué, como Job lo hacía repetidamente (capítulo 3). Sin embargo, esas preguntas no deben transformarse en acusaciones contra el Señor.

El libro de Job explora todas las explicaciones tradicionales que el Oriente Medio le daba al problema de la «víctima justa». Estas incluyen: (1) la naturaleza pecaminosa de la raza humana (5:6, 7; 15:14, 16); (2) la acusación de que Dios es injusto (9:22-24) y (3) las limitaciones del entendimiento humano (11:7-9). Pero la gran diferencia de este libro con otros textos antiguos que plantean el mismo problema está en la intervención directa de Dios en la vida de Job. De esta manera, la exclusividad de este libro no radica en la discusión del problema del sufrimiento sino más bien en la revelación de la soberanía de Dios, con quien debemos relacionarnos debidamente. Tanto los que sufren como los que no sufren, deben confiar humildemente en la gracia y soberanía de Dios. Debido a que Job y sus amigos ignoraban el reto de Satanás hacia Dios, el libro de Job contiene mucha teología errada y verdades mal usadas. Es importante leerlo a la luz del mensaje y el propósito que encierra todo el libro. La única respuesta apropiada a la omnipotencia de Dios es la fe y la sumisión.

Este libro enfatiza reiteradamente la omnipotencia y la soberanía de Dios. Por ejemplo, todos los personajes del libro emplean el nombre hebreo divino Shaddai que se traduce por lo general como: «Todopoderoso». Elifaz describe al Todopoderoso como el que controla el destino del mundo (5:17-20) e independiente de la humanidad (22:2, 3). Bildad sostiene que el Todopoderoso es justo (8:3, 4) y soberano en gobernar a todo el universo (25:2, 3). Por último, Zofar describe las formas en que el Todopoderoso está más allá de la comprensión humana (11:7-10). Por lo tanto, los amigos de Job usan el nombre Shaddai para referirse a la trascendencia de Dios así como a su poder soberano.

Este énfasis en la soberanía de Dios refuta el entendimiento simplista de la retribución divina, que supone que hay una conexión automática entre la espiritualidad de la persona y la prosperidad en la tierra. Esa era la base de la acusación de Satanás en el prólogo donde dice que Job sirve a Dios sólo para su beneficio personal (1:9-11). Además, es el fundamento para el consejo que Elifaz y Bildad le dan a Job. Ambos afirmaban que el sufrimiento de Job se debía a un pecado escondido en su vida, pues Dios ciertamente no castigaría a una persona recta (4:7-11; 8:11-22; 18:5-21). Pero la respuesta de Dios a Job niega esta falsa creencia (38:1-39:30). El Señor se declara completamente soberano. Él no está obligado a bendecir a quienes lo obedecen. Todas sus acciones se basan en la naturaleza de su gracia y voluntad. De esta manera, el libro de Job es una impugnación extendida al desafío de Satanás de que la prosperidad está relacionada con la bondad de las personas y en consecuencia, que el sufrimiento se relaciona con su pecado.

En este sentido el libro de Job muestra que el Señor no se limita por la teología preconcebida de alguien. El discurso de Eliú sobre la grandeza de Dios y su soberanía majestuosa sobre la naturaleza (36:1-37:24) sirve como un preludio al clímax del libro: la respuesta del Señor a Job (38:1-42:6). En su discurso, Dios se pone al nivel de Job para responder sus preguntas. En el proceso, le revela al mundo que Él es completamente libre y bueno en verdad. Él es el Creador supremo y benévolo que determina el curso del universo de acuerdo a sus planes. Al igual que Job, debemos aprender a someternos al Dios Todopoderoso y aceptar por fe que Él tiene un buen plan para nosotros.

No hay consenso sobre quien es el autor del libro de Job ni cuando se escribió. Entre los autores sugeridos se encuentran: Job, Eliú, Salomón e incluso Moisés.

Sobre cuando se escribió, existe amplia evidencia literaria que señala que el libro se escribió y compiló en tiempos de Salomón, cuando floreció la literatura sabia. La mención de herramientas y armas de hierro (19:24; 20:24; 40:18), e incluso la minería (28:2), da a entender que fue durante la Edad de Hierro (después del 1200 a.C.). Más aún, al menos dos pasajes en el libro de Job podrían aludir a pasajes bíblicos de la era salomónica (cf. 7:17, 18 con Sal 8:4 y cf. 28:28 con Pr 3:7; 9:10). Estas pruebas pueden indicar que Job se escribió durante el reinado de Salomón.

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