miércoles, 23 de septiembre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) 2 DE CRÓNICAS.


Libro del Antiguo Testamento, el cual junto a 1 Crónicas, eran un solo libro en el Canon Hebreo, llamado Dibre Jayyamín (Hechos de los días).

Cuando se escribió por primera vez, el segundo libro de Crónicas trajo una luz de esperanza a la gente que necesitaba desesperadamente un poco de aliento. La comunidad israelita, reducida a una pequeña minoría en el cautiverio entre los babilonios, luchaba para comprender cuál era su lugar. ¿Se revocaron las promesas que Dios les hizo a Abraham y a David debido a los pecados de la nación? ¿Había una posibilidad de revivir la dinastía de David? ¿Podría el judaísmo sobrevivir sin el Templo? El segundo libro de Crónicas aborda preguntas como estas. Las respuestas se encuentran en una revisión histórica de la lealtad de Dios hacia los israelitas.

Si bien es cierto que la nación disminuyó constantemente con el correr de los siglos, Dios siempre fue leal a aquellos que se mantuvieron fieles a Él. El bien que Dios hizo en el pasado sería el modelo para sus actos futuros. Dios mantendría sus promesas gloriosas a los israelitas.

Los detalles de la historia de Israel y Judá en el segundo libro de Crónicas comunican el gran mensaje de la redención, especialmente de la bendición de Dios a David y sus sucesores. El primer libro de Crónicas se centra en el pacto davídico durante el tiempo de David; el segundo libro de Crónicas sigue con ese tema en el período posterior a la muerte de David. Aun cuando el segundo libro de Crónicas relata las experiencias de Salomón y sus sucesores, aún recalca la promesa de Dios de una dinastía eterna para David.

Los sucesores de David iban y venían. Algunos eran fieles a los requerimientos del pacto, «anduvieron en los primeros caminos de David su padre» (17:3), otros no. Pero el compromiso de Dios con la familia de David se mantuvo, aún después del cautiverio a Babilonia.

Debido a este énfasis en el pacto, el segundo libro de Crónicas menciona con frecuencia a los sacerdotes, levitas, el Templo y otros elementos de la vida religiosa de Israel. Cuenta cómo se construyó y adornó el templo de Salomón (2:1-8:16) e incluye una detallada descripción del Templo y su ministerio (20:5-13, 24-30; 23:12-21; 24:4-14; 29:2-31:21; 34:2-35:19).

La posición central del pacto davídico también explica por qué el segundo libro de Crónicas presta mayor atención a Judá que a Israel. Desde la división en los reinos del norte y del sur (10:16-19; 1 R 11:9-13), Judá se transformó en heredera de las promesas de Dios. Si bien los sucesores de David gobernaron sólo el pequeño reino de Judá, Dios permaneció leal a su pacto incondicional con David. Judá era el núcleo a través del cual Dios llevaría a cabo su obra de redención.

Primero y Segundo de Crónicas en un principio eran un sólo libro (ver la introducción a 1 Crónicas). El libro en sí no establece quién lo escribió, pero la coherencia general de punto de vista y estilo indica que probablemente era el trabajo de una sola persona. La mayoría de los comentaristas se refieren a esta persona como el «cronista». Una tradición judía lo identifica como Esdras (460-430 a.C.), debido a que Crónicas y Esdras comparten temas comunes como extensas listas, los levitas y el Templo.

El cronista tenía acceso a muchos documentos oficiales, los que generalmente menciona por su nombre. Estos incluyen (1) el Libro de los reyes de Israel y Judá (27:7; 35:27; 36:8); (2) el Libro de los reyes de Judá e Israel (16:11; 25:26; 28:26; 32:32); (3) el Libro de los reyes de Israel (20:34; 33:18); (4) la historia (comentario) del Libro de los reyes (24:27); (5) el Libro de Natán, la profecía de Ahías y las visiones de Iddo (9:29); (6) la historia de Semaías (12:15); (7) la historia de Iddo (13:22); (8) los escritos del profeta Isaías (26:22); (9) las palabras de los videntes (33:19); y (10) el libro de los Lamentos (35:25). El cronista también cita los libros canónicos de 1 y 2 Reyes.

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