El
libro de Esdras es un testimonio interesante de la lealtad de Dios hacia su
pueblo. Junto con Nehemías, Esdras describe los sucesos que condujeron al
retorno de los judíos desde el cautiverio en Babilonia y la experiencia
desalentadora de esa pequeña comunidad en el riguroso mundo de la Tierra
Prometida. Pero a través de cada experiencia Dios demuestra que es fiel a sí
mismo. Por medio del liderazgo de Esdras y Zorobabel, Dios da cumplimiento a
las promesas anunciadas por sus profetas de rescatar a su pueblo desde
Babilonia, de reconstruir el Templo de Jerusalén y de renovar sus esperanzas de
que se restaurara el reino de David.
En
el año 539 a.C., Ciro de Persia derrotó al Imperio Babilónico. A diferencia de
los reyes de Babilonia antes que él, Ciro permitió regresar a su patria a los
pueblos cautivos, vivir según sus tradiciones y restablecer el culto a sus
respectivos dioses. Al mismo tiempo, todos estos pueblos continuaron como parte
integrante del Imperio Persa, sujetos al emperador.
El
pueblo judío fue desterrado a Babilonia en tres etapas y ellos retornaron, con
el permiso de los persas en tres jornadas. Zorobabel condujo el primer grupo de
israelitas que retornaron (538 a.C.) y comenzó a reconstruir el Templo
(capítulos 1-6). El sacerdote Esdras lideró el segundo grupo (458 a.C.) y
desarrolló una serie de reformas (capítulos 7-10). Finalmente, Nehemías condujo
al tercer grupo (444 a.C.) y reconstruyó el muro alrededor de Jerusalén.
Los
trabajos para la restauración del Templo comenzaron bajo el reinado de Ciro
(536 a.C.), se extendieron por el período de Cambises y se completaron en el
año sexto de Darío (515 a.C.). El curso de las reformas de Esdras y Nehemías se
extendió por los reinados de Artajerjes Longimano (464-424 a.C.) y Darío II
(423-405 a.C.).
Los
libros de Esdras y Nehemías constituyen un sólo trabajo en la Biblia hebrea y
se deben estudiar juntos para una mejor comprensión del regreso de los cautivos
de Babilonia a Jerusalén. La narración combinada presenta la historia del
regreso de los cautivos en dos períodos de tiempo, cada uno marcado por dos
prominentes líderes: La reconstrucción del Templo bajo Zorobabel y Josué, el
sacerdote (538-515 a.C.) y la reanudación del culto a Dios y la reconstrucción
de los muros de Jerusalén bajo Esdras y Nehemías (458-420 a.C.).
No
obstante, el libro de Esdras no es, simplemente, una cadena de hechos
históricos acerca del regreso del cautiverio, sino que la narración muestra
cómo Dios cumple sus promesas anunciadas por los profetas. Él condujo a su
pueblo de regreso de Babilonia, reconstruyó el templo de Jerusalén, restauró el
modelo del verdadero culto y aun protegió a la comunidad que se congregó
nuevamente de nuevas recaídas en costumbres paganas y cultos idólatras. Por
medio de los profetas y los líderes que llamó, el Señor conservó y cultivó a un
pequeño grupo que retornó del cautiverio, el remanente de Israel.
La
extraordinaria realidad de la prometida restauración de su pueblo, por parte de
Dios (Jer 27:22), se recuerda en detalle en el libro de Esdras. El remanente no
solamente regresó a las devastadas ruinas de Jerusalén; ellos regresan con una
esperanza puesta por Dios en su corazón, para reconstruir la nación. Con
piadosa decisión, reconstruyen el Templo. Luego el Señor envía a Esdras y
Nehemías para exhortarlos a obedecer su ley con integridad de corazón. Mientras
el pueblo reconstruía los muros de Jerusalén, Dios reconstruía su corazón de
tal modo que ellos verdaderamente le obedecieran y le adoraran. La restauración
del remanente era una restauración completa. El mensaje para los días de Esdras
(al igual que para nuestros días) es
que el Dios de Israel es fiel a sus promesas. Restaurará completamente a su
pueblo cuando ellos regresen a Él.
El
libro de Esdras no menciona a su autor, pero la tradición judía atribuye el
libro a Esdras, lo mismo que los libros de Crónicas y Nehemías. Los eruditos
modernos generalmente concuerdan con esta tradición. No obstante algunas
disparidades, Crónicas, Esdras y Nehemías configuran un trabajo coherente. Los
temas del Templo y los levitas y el enfoque en listas aparecen en los tres
libros. En la Biblia hebrea Esdras y Nehemías son un sólo libro. De este modo
parece que un autor compuso los tres libros.
El
hecho de que Esdras es el personaje principal en la sección más importante del
libro de Esdras, presta cierta credibilidad a su paternidad literaria en este
libro. Esdras participa en los eventos que se describen en la segunda mitad de
Esdras (capítulos 7-10) tanto como en los eventos descritos en una parte del
libro de Nehemías (capítulos 8-10). Ambos pasajes se escribieron en primera
persona y proporcionan detalladas descripciones. Tan vívidas descripciones
indican que el autor es un testigo ocular. Se concuerda en forma general que
estos capítulos al menos fueron obtenidos directamente de la memoria de Esdras.
Por
otro lado, la primera mitad de Esdras, registra sucesos que acontecieron cerca
de sesenta años antes que Esdras regresara a Judea. Si Esdras compuso el libro,
tuvo que consultar otras fuentes para aquellos pasajes. Ciertamente, la mayor
parte del libro de Esdras consiste en información que se obtuvo de otras
fuentes oficiales: (1) el decreto de Ciro (1:2-4); (2) la lista de los
utensilios del Templo (1:9-11); (3) la lista de los que regresaron a Jerusalén
(2:2-58); (4) la carta a Artajerjes (4:11-16); (5) la respuesta de Artajerjes
(4:17-22); (6) el informe de Tatnai (5:7-17); (7) el decreto de Ciro (6:2-5);
(8) la respuesta de Darío (6:6-8); (9) la genealogía de Esdras (7:1-5); (10) la
autorización de Artajerjes (7:12-26); (11) la lista de los jefes de las
familias (8:1-14) y (12) la lista de aquellos comprometidos en matrimonios
mixtos. Más de la mitad del libro de Esdras lo constituyen documentos oficiales
y nóminas de personas.
Por
otra parte, el libro está escrito en dos idiomas. La mayor parte de la
correspondencia real, en el libro, está escrita en arameo, el lenguaje
internacional del mundo persa, mientras que las secciones narrativas están en
hebreo. Como conclusión, el libro de Esdras es el trabajo de un compilador y
ese compilador, ciertamente pudo haber sido el escriba Esdras.
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