martes, 14 de enero de 2020

Escuela 3. El poder del Reino se confirma



Hechos (3.1–6.7)

Después de que la operación Tormenta del Desierto expulsara al ejército iraquí de Kuwait en los primeros días de 1991, el general Norman Schwarzkopf se convirtió en un auténtico héroe americano. Apareció en las portadas de las revistas y en los programas de televisión. Era un orador muy solicitado, tanto el partido republicano como el demócrata hubiesen estado encantados de poder presentarlo como candidato a un cargo público nacional. En California, incluso cierto oceanólogo le puso su nombre a un león marino de 270 kilos de peso varado en la playa.

Schwarzkopf  había luchado en Vietnam y experimentado toda la reacción negativa del público americano en contra de la guerra, el servicio militar y especialmente la estructura de mandos. También había sido uno de los principales protagonistas de la invasión de Granada, acción ésta que no disipó las dudas que había acerca de la preparación del ejército estadounidense. Schwarzkopf sabía lo que era el rechazo público.

Entonces, durante aquellos días en el desierto de Arabia barrido por el viento, el general aplicó con éxito el poder a un problema que nadie pensaba que podría resolverse tan rápidamente. Arregló aquello que nadie creía que pudiera arreglarse sin un terrible sufrimiento. Era un héroe que sabía lo frágil que puede ser la fama.

Tampoco los apóstoles que daban testimonio de la resurrección de Jesús, la salvación en su nombre y la investidura de poder por el Espíritu Santo perdieron la cabeza a causa del éxito. Se regocijaban de la gloriosa obra de Dios, pero también habían visto a aquellas mismas masas que los vitoreaban exigir la muerte de su Señor.

El poder del nombre de Jesús

¿Con cuánta frecuencia iban al templo los cristianos primitivos? (Hch 2.46)

¿Con qué propósito declarado asistían al mismo? (Hch 3.1)

El templo no era como el edificio de una iglesia. No tenía auditorio donde la gente se reuniera para adorar, ni tampoco aulas en las que se congregasen para recibir instrucción. Se trataba de un gran complejo arquitectónico en el cual se llevaban a cabo muchas actividades. Un muro atravesado por varias puertas rodeaba el pavimento rectangular de 450 metros de largo y 300 de ancho.

Cerca de la mitad de uno de los prolongados muros se alzaba el templo propiamente dicho, que constaba del Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Sólo los sacerdotes entraban en ese edificio. En frente del templo estaba el altar de bronce donde esos mismos sacerdotes ofrecían los sacrificios diarios y festivos, así como todas aquellas ofrendas personales traídas por los adoradores y penitentes. Un muro interior rodeaba dicho templo y el altar, mientras que una barrera como hasta la cintura de alta cercaba todo el conjunto. Únicamente los judíos podían traspasar dicha barrera y atravesar el muro que circundaba el templo.

Entre el muro exterior y la barrera que rodeaba la zona de culto, se realizaban toda clase de transacciones comerciales, actos políticos, reuniones sociales y negocios de índole personal. Había un tejado que se proyectaba hacia dentro desde el muro exterior que estaba soportado por columnas en dirección al atrio interno. Aquel pórtico sombrío bordeando el área del templo era uno de los sitios de reunión favoritos de toda clase de grupos. El porche oriental se llamaba Pórtico de Salomón, y allí se congregaba regularmente para orar la iglesia primitiva (Hch 3.1, 11; 5.12).

A los primeros creyentes en Jesús no los llamaban cristianos, ni se consideraban ellos mismos separados del judaísmo. Lo que hacían era invitar a sus compatriotas judíos a que completasen su fe reconociendo a Jesús como su Mesías. Tampoco las autoridades religiosas tuvieron a los apóstoles y creyentes por una religión distinta hasta que Pablo y otros como él comenzaron a proclamar con regularidad el evangelio de Jesús a los gentiles. Hasta ese momento, los desacuerdos, encarcelamientos y martirios quedaban «dentro de la familia» del judaísmo por lo que a los implicados concernía.

Describa al hombre con el que se encontraron Pedro y Juan en el templo y la forma de vida que llevaba. (Hch 3.2; 4.22)

Describa la sanidad de aquel hombre cojo realizada por Pedro y Juan. (Hch 3.3–10, 16)

¿Cómo utilizó Pedro el asombro del gentío reunido para presentar su mensaje acerca de Jesús? (Hch. 3.12)

¿Cuál había sido la reciente relación de aquella multitud con Jesús? (Hch 3.13–15)

¿Qué pruebas presentó Pedro para instar a la gente a que cambiase de parecer en cuanto al Señor? (Hch 3.15, 16)

¿Cómo suavizó Pedro su declaración acerca de la culpabilidad de esa multitud sin excusarla? (Hch 3.17, 18)

¿A qué exhortó Pedro a la multitud? (Hch 3.19)

Según el apóstol, ¿qué beneficios aguardaban a quienes fueran salvos? (Hch 3.19–21)

¿Cuáles beneficios especiales les pertenecían a ellos como judíos? (Hch 3.22–26)

¿Qué consecuencias tuvo el mensaje dado por Pedro a aquella multitud en el templo? (Hch 4.1–4)

Para Pedro y Juan
Para la gente

¿Por qué se molestaron las autoridades con Pedro y con Juan? (Hch 4.2)

En este incidente las autoridades eran los guardias del templo y el Sanedrín, el concilio judío permitido por los gobernadores romanos para resolver toda cuestión religiosa y social que no interfiriera con la ley de Roma. El jefe de la guardia del templo (Hch 4.1) sólo estaba por debajo del sumo sacerdote en cuanto a los asuntos del santuario; ambos, así como todos los principales sacerdotes y muchos de los miembros del Sanedrín, eran saduceos.

Los saduceos, teológicamente hablando, eran conservadores. Sólo aceptaban los cinco primeros libros del Antiguo Testamento como Escrituras. Sin embargo, eran política y éticamente pragmáticos. Cooperaban con los romanos y hacían lo que fuera necesario para conservar el control del Sanedrín. Anás y Caifás, los sumos sacerdotes que habían condenado ilegalmente a Jesús, representaban la crueldad misma de la política saducea.

El Sanedrín dejó a Pedro y a Juan en la cárcel durante la noche mientras sopesaba cuál sería su suerte antes de llevarlos a la augusta presencia de toda la familia de los sumos sacerdotes (Hch 4.5, 6). No se los acusó de nada. Su examen por parte de las autoridades consistió en una sola pregunta. ¿Qué era todo aquello? (Hch 4.7)

Lea el pasaje de Hechos 3.1–4.31 y subraye en su Biblia todas las veces que se utiliza la palabra nombre en relación con el ministerio de los apóstoles. ¿Por qué relacionaron los dirigentes judíos incrédulos el concepto de poder con el nombre de Jesús? (v. 7)

¿Qué parecido tuvo la respuesta de Pedro al Sanedrín con el mensaje que había dado a la multitud? (Hch 4.8–12; cf. 3.12–26)

¿Qué tuvo que admitir para sí el Sanedrín antes de advertir a Pedro y a Juan que no enseñasen más en el nombre de Jesús? (Hch 4.13–18)

Pedro y Juan eran hombres «sin letras y del vulgo» (Hch 4.13) en el sentido de que no habían recibido enseñanza de los rabinos para llevar a cabo esas detalladas y a menudo oscuras discusiones por las que se destacaban los saduceos, los fariseos y los escribas. Los apóstoles habrían sido enseñados en las Escrituras hebreas durante su infancia, y aprendido de memoria largos pasajes muchos de los cuales habían utilizado sin duda en rituales cúlticos a lo largo de los años.

Pero lo que es más importante, por la forma en que Pedro y Juan empleaban las Escrituras, el Sanedrín reconoció que habían estado con Jesús. Este era conocido por hablar con confianza y autoridad personal, a diferencia de los escribas, que apelaban a la autoridad de otros expertos reconocidos (Mc 1.22). Los miembros del concilio se sentían a la vez impresionados y molestos por la semejanza entre la enseñanza apostólica y aquella de Jesús.

¿Cómo lograron Pedro y Juan permanecer fieles a su misión apostólica concediendo al mismo tiempo al Sanedrín autoridad espiritual? (Hch 4.19, 20)

¿Cómo respondió la gente que citamos a continuación al milagro de sanidad y por qué?

El hombre cojo (Hch 3.8, 9, 11; 4.14)
La multitud en el templo (Hch 3.10, 11; 4.4, 21)
El Sanedrin (Hch 4.1–3, 15–18)

Pedro y Juan refirieron al resto de los discípulos su encarcelamiento y las advertencias pronunciadas por el Sanedrín (Hch 4.23). La respuesta de los creyentes fue orar. ¿Cómo lo hicieron?

En cuanto a Dios (Hch 4.24)
En cuanto a los dirigentes judíos (Hch 4.25–28)
En cuanto a sí mismos (Hch 4.29, 30)

¿Cuál fue el resultado de la oración de los discípulos? (Hch 4.31)

Denuedo (v. 31) es un concepto importante en relación al testimonio de los apóstoles y los primeros cristianos (véase Hechos 4.13, 29; 9.27, 29; 14.3; 18.26; 19.8). La misma palabra griega se traduce «libremente» en Hechos 2.29 y «abiertamente» en Hechos 28.31. La idea básica del término es franqueza y candor, pero rápidamente toma la connotación de valor necesario para ser franco cuando es más fácil callarse. Los apóstoles y los otros creyentes sabían sin duda que el denuedo era un resultado de la llenura del Espíritu Santo.

El nombre de Jesús: La autoridad completa de la fe. En este primer milagro que Hechos registra y que fue realizado por los discípulos, se nos da la clave para el ejercicio por parte de todos los creyentes de la autoridad de la fe. Al ordenar la sanidad en el hombre cojo de nacimiento, Pedro emplea el nombre completo y el título de nuestro Señor. «Jesucristo [Mesías] de Nazaret». «Jesús» («Josué» o «Yeshua») era un nombre común entre los judíos y continúa siéndolo en muchas culturas. Pero la declaración de su nombre y título completos, una práctica digna de notarse en Hechos, parece ser una lección buena y objetiva para nosotros (véase 2.22; 4.10).

Hagamos así cuando reclamemos autoridad sobre las enfermedades o sobre los demonios. En nuestra confesión de fe o proclamación de poder, confesemos su deidad y su señorío como el Cristo (Mesías), usemos su nombre precioso, como Jesús (Salvador). Clamemos a Él como Señor Jesús, o Jesucristo, o Jesús de Nazaret, sin que en este punto haya la intención de establecer un principio legal o ritual. Pero es sabio recordar que, al igual que oramos «en el nombre de Jesús» (Jn 16.24), también ejercemos toda autoridad en Él, mediante el privilegio de poder que nos ha dado en su nombre (Mt 28.18; Mc 16.17; Jn 14.13, 14).

El poder del Espíritu Santo

¿Qué cosas características se ven en los creyentes y los apóstoles después de que hubieron orado y sido llenos del Espíritu Santo? (Hch 4.32–35)

 Poder (dunamis) es una de las cuatro palabras bíblicas de poder. Las otras son exousia, autoridad delegada; ischuros, fuerza grande (especialmente física); y kratos, autoridad de dominio. Dunamis significa energía, poder, capacidad, gran fuerza, habilidad grande, fortaleza. Se le usa algunas veces para describir los poderes del mundo venidero que obrarán sobre la tierra, y el poder divino que vence a toda resistencia. (Compárese «dinámico», «dinamita» y «medidor de dinamo».) El dunamis en Jesús resultó en transformaciones dramáticas. Esta es la norma de la iglesia llena del Espíritu y guiada por el Espíritu.

¿Por qué habrán sentido aquellos primeros creyentes que vender sus posesiones era la mejor forma de satisfacer las necesidades que había en el grupo? (véanse Hch 1.11; 2.17–21; 3.19–21)

¿Qué semejanzas y diferencias hubo entre la donación de Bernabé y aquella de Ananías y Safirá? (Hch 4.36–5.2)

¿Cuál fue el pecado de Ananías y Safira? (Hch 5.3, 4)
¿Cómo mintieron? (Hch 5.8)
¿Cuál fue su castigo? (Hch 5.5, 6, 10)
¿Cuál fue la reacción popular al castigo de Ananías y Safira? (Hch 5.11)

¿En qué manera fue diferente esta reacción de aquella otra que hubo después de Pentecostés? (Hch 2.43)

Cuando Dios establece y empieza a bendecir al pueblo de su pacto, indica de una manera espectacular cuan esencial es la integridad y lo destructivo que es el engaño. Lo mismo sucedió cuando el Señor introdujo al pueblo de su antiguo pacto en la tierra prometida bajo el liderazgo de Josué. Un hombre llamado Acán desobedeció a los mandamientos divinos referentes a la destrucción de la ciudad de Jericó y escondió su pecado. Lea acerca de este incidente en Josué 6 y 7.

¿Cuáles son las lecciones que enseñan ambos actos de juicio al pueblo del pacto de Dios?

¿Cómo aumentan la unidad y el amor el poder del Espíritu Santo en una iglesia como la descrita antes del incidente de Ananías y Safira?

¿En qué manera se ve impedido el poder del Espíritu por el egoísmo y la falta de honradez dentro de una iglesia?

El poder de la Iglesia

El juicio de Dios sobre Ananías y Safira intensificó la reacción pública ya existente hacia los creyentes (Hch 2.43; 5.11). ¿Cuál había llegado a ser el comportamiento corriente de la gente que mencionamos a continuación? (Hch 5.12–16)

Los apóstoles
Los creyentes
Los residentes en Jerusalén
El pueblo alrededor de Jerusalén

Anteriormente, el Sanedrín había advertido a Pedro y a Juan que no siguieran enseñando en el nombre de Jesús (Hch 4.16–18). ¿Qué sucedió cuando el concilio decidió actuar contra todos los apóstoles por violar aquella advertencia? (Hch 5.17–21)

¿Qué pasos tuvieron que dar la guardia del templo y el Sanedrín antes de poder interrogar a los apóstoles? (Hch 5.22–28)

¿Cuál fue la respuesta de Pedro a la acusación del sumo sacerdote? (Hch 5.29–32)

¿Qué comparación hay entre esa contestación y la que Pedro había dado al concilio anteriormente? (Hch 4.8–12, 19, 20)

¿Qué aconsejó hacer el respetado rabino Gamaliel al Sanedrín en respuesta a los molestos y poco cooperativos apóstoles? (Hch 5.34–39)

Gamaliel era un famoso miembro del Sanedrín y un maestro en gran manera respetado de la Ley. Fariseo, a diferencia de los sacerdotes saduceos, fue quien enseñó a Saulo de Tarso, más conocido como el apóstol Pablo (Hch 22.3).

¿Qué quería hacer con los apóstoles el concilio, y qué fue lo que terminaron haciendo debido a la intervención de Gamaliel? (Hch 5.33, 40)

¿Qué piensa usted que esperaba el Sanedrín de los apóstoles después de haberlos castigado? ¿Y cuál fue el resultado real? (Hch 5.41, 42)

Los hebreos y los helenistas eran todos judíos, pero sus culturas familiares diferían considerablemente. Los hebreos procedían de familias que preservaban con esmero su herencia y evitaban los valores y las prácticas de la cultura griega o helenista que los rodeaba.

Los helenistas, por su parte, eran judíos que habían aceptado la cultura general y perdido mucho, si no la mayor parte, de su forma de vida característicamente judía. Muchos de los helenistas tal vez hubieran nacido fuera de Palestina y se habían trasladado luego a Jerusalén (véase Hch 6.9). Todos aquellos que se mencionan en Hechos tienen nombres griegos. Los judíos hebreos consideraban a los helenistas en cierto modo como comprometidos y contaminados, una triste evidencia de lo proclive que es la naturaleza humana a sucumbir al prejuicio, el separatismo y/o a la mezquindad.

La gloriosa actividad del Espíritu de Dios por medio de los apóstoles y del resto de los discípulos no excluía la presencia de problemas ordinarios dentro del grupo. Cuando los judíos helenistas se quejaron de que las viudas de su subgrupo dentro de la iglesia no estaban recibiendo la misma atención que aquellas del subgrupo autóctono, ¿de qué otra manera hubieran podido -reaccionar los apóstoles a como lo hicieron? (Hch 6.2–4)

¿Cuáles son algunos de los aspectos positivos del enfoque que dieron los apóstoles al problema? (Hch 6.2–4)

¿Qué papeles desempeñaron en la selección de los primeros diáconos el Espíritu Santo, la gente afectada por el problema inmediato y el liderazgo de la iglesia? (Hch 6.3–6)

Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, son considerados generalmente como los primeros diáconos de la iglesia. Jamás se los llamó así, pero su tarea de servidores que liberaban a otros líderes para una dedicación a labores más inmediatamente espirituales parece indicar que el cargo de diácono tomó como modelo su ministerio.

Estos siete hombres tenían todos nombres griegos, lo que sugiere que pertenecían sin excepción al grupo helenista de judíos creyentes cuyas viudas necesitaban atención. Fue un paso sabio el elegir líderes cuya tendencia natural sería la de atajar el problema con sensibilidad.

¿Qué resultados espirituales hubo cuando la iglesia resolvió aquel problema divisivo en lugar de pasarlo por alto? (Hch 6.7)

¿Por qué podrían haberse sentido los sacerdotes especialmente tocados por la importancia espiritual de aquella forma de solucionar la tensión entre hebreos y helenistas? (v. 7)

¿Por qué cree usted que la oposición y la persecución une y fortalece a las iglesias?

Cuando Satanás no pudo derrotar a la iglesia primitiva desde fuera, trató de dividirla desde dentro. Pero volvió a fracasar y la iglesia se fortaleció todavía más. ¿Piensa usted que el diablo tiene más éxito hoy en día contra las iglesias desde fuera o desde dentro? Dé un ejemplo si puede.

¿Qué podrían hacer los dirigentes de su iglesia para promover el poder espiritual de ésta?

¿Y los miembros que se sientan en los bancos?






Continuará…

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