viernes, 17 de enero de 2020

Escuela 11. El poder del Reino apagado



Hechos (21.1–23.30)

Una de las características interesantes del libro de los Hechos es la forma en que Lucas describe la protección de la iglesia cristiana en ciernes por parte de las autoridades romanas. No había razón alguna para idealizar a los romanos. Pilato no era ningún héroe en los evangelios. El emperador Calígula había sido un sádico degenerado; Claudio había expulsado a los judíos de Roma; y Nerón iba a revelarse como peor que cualquiera de ellos.

El hecho sorprendente del asunto es que Lucas había descubierto que mientras los judíos acosaban continuamente a Pablo y sus compañeros de ciudad en ciudad, el sistema legal romano proveía cierta medida de protección de las persecuciones de aquéllos. Lucas entretejió relatos acerca de esto mismo en los Hechos de los Apóstoles, para demostrar que al tiempo que las autoridades judías rechazaban el evangelio de Jesucristo, las gentiles comenzaban a reconocer al cristianismo.

Por último, en Jerusalén se llegó a un clímax espectacular. Las autoridades del templo echaron a Pablo del mismo y cerraron las puertas de golpe detrás de él. La guarnición romana acudió de inmediato a salvarle la vida. Los dirigentes judíos despreciaron a Pablo, pero el jefe de la guarnición romana le mostró respeto. Los judíos conspiraron para matarlo, pero los romanos lo pusieron a salvo.

Lucas parece interpretar estos acontecimientos como que la nación judía estaba apagando la obra del Espíritu Santo entre ellos al rechazar a Pablo, un mensajero del evangelio. Mientras tanto, los romanos, por muy gentiles y paganos que fuesen, escuchaban al mensajero. Lucas sabía que Pablo y el evangelio estaban destinados por Dios a ir a Roma.

Peligro por causa del evangelio

Los expositores debaten la cuestión de si Pablo ignoró unas advertencias cuyo cometido era impedirle el viaje a Jerusalén, o si las trató correctamente como preparación para el sufrimiento inminente. A la luz de Hechos 19.21, parece que las intenciones de Pablo de ir a Jerusalén, y luego a Roma, eran propósitos dirigidos por el Espíritu Santo y que las advertencias tenían por objeto prepararle.

Marque en el mapa de la lección 10 la progresión de los viajes de Pablo desde Éfeso hasta Tiro (Hch 21.1–3). ¿Qué aconteció en esta última ciudad con la iglesia mediante el Espíritu? (Hch 21.4–6)

¿En casa de quién se hospedaron Pablo y sus compañeros en Cesarea? (Hch 21.8, 9; véase 8.40)

            Esta referencia a las hijas de Felipe, cada una de ellas ejerciendo los dones de profecía, deja bien claro que las mujeres trajeron la palabra de Dios por el poder del Espíritu Santo, y que tal ministerio fue plenamente aceptado en la iglesia primitiva. Ello lo confirma las instrucciones dadas por Pablo en 1 Corintios 11: 5. 1) que una mujer puede «profetizar», pero 2) que debe estar apropiadamente «cubierta», esto es, correctamente relacionada con su esposo u otra autoridad espiritual, una regulación que les incumbe a todos los líderes espirituales, sean hombres o mujeres (véase 1 Ti 3.1–13).

La aceptación de mujeres en un lugar público donde se desarrolla el ministerio de la iglesia no representa una concesión al espíritu del movimiento feminista. Pero su rechazo pudiera ser una concesión a un orden de chauvinismo machista, que no cuenta con respaldo ni apoyo alguno en las Escrituras. Como es lógico, las mujeres sí hablaron —esto es, predicaron y profetizaron— en la iglesia primitiva (véase 1 Ti 2.8–15)

¿Qué sucedió con la iglesia en Cesarea por medio del Espíritu? (Hch 21.10–12)

¿Cuáles fueron las reacciones de Pablo y de la congregación a aquellas advertencias? (Hch 21.13, 14)
La Biblia claramente reserva un lugar para la profecía personal. «Profecía personal» se refiere a una profecía («palabra»), de carácter personal, que el Espíritu Santo encomienda que se le dé a otro. Primero, la «palabra» no será algo nuevo para la persona a quien va dirigida, sino confirmará el mensaje que Dios ya le ha estado haciendo llegar. Deducimos de Hechos 20.22–24, que a Pablo ya le preocupaba el asunto que Agabo trajo a colación.

Segundo, el carácter de la persona que comunica la «palabra» debe ser equilibrado. La credibilidad de Agabo se acredita, no a su reclamo de poseer una «palabra», sino a su fama de fiel siervo de Dios, usado por el Señor para el ejercicio de este don (11.28; 21.10).

 Tercero, la «profecía», o «palabra», no se la debe considerar «manipuladora». Pablo no cambió sus planes a causa de la profecía de Agabo o debido a las insinuaciones de otros (vv. 12–14), sino recibió la «palabra» con ponderación, pero, de todos modos, continuó con sus planes.

Cuarto, toda profecía es «parcial» (1 Co 13.9), lo cual significa que no importa lo veraz que esa «palabra» sea, ella no nos da el cuadro completo. La «palabra» de Agabo era cierta, y Pablo fue atado en Jerusalén. Pero esto también ofreció una oportunidad para ministrar en Roma (Hch 23.11). Por último, confrontados por una «palabra», debemos considerarla en oración, tal como María hizo con la información de los pastores (Lc 2.19): una respuesta precipitada no es lo que se requiere. Simplemente hay que esperar en Dios.

La profecía personal ocasional no constituye un riesgo si se la mantiene dentro de las normas bíblicas, pero tampoco debe convertirse en un recurso para planear o dirigir nuestras vidas.

¿Cuáles fueron los arreglos de Pablo para permanecer en Jerusalén? (Hch 21.15, 16)

¿A quiénes buscó el apóstol allí, qué les dijo y cuál fue la respuesta de ellos? (Hch 21.17–20a)

¿Qué problema le presentaron inmediatamente a Pablo los dirigentes de la iglesia de Jerusalén? (Hch 21.20b, 21)

¿Qué le pidieron esos dirigentes al apóstol que hiciera en respuesta a dicho problema, y cómo habría ello de resolver el mismo, según usted? (Hch 21.22–25)

Los cuatro creyentes judíos de Jerusalén estaban cumpliendo votos nazareos (véase Nm 6.1–21). Durante cierto período de tiempo se habían apartado para el Señor mediante algunas restricciones alimentarías y dejándose crecer el pelo. El fin del voto estaba marcado por la presentación en el templo de una ofrenda y del cabello que le había crecido durante el tiempo de su dedicación a Dios. Estaba considerado como un acto muy piadoso el pagar los gastos de un voto de nazareato por alguien que no tenía medios para hacerlo.

Puesto que Pablo había estado en contacto estrecho con los gentiles, se hallaba ceremonialmente inmundo y no podía participar en las ceremonias del voto hasta haber cumplido siete días de purificación.

¿Cómo piensa usted que debían sentirse Lucas y los otros compañeros de Pablo a medida que se acercaban a Jerusalén y tantas personas en cada iglesia le rogaban al apóstol que no continuase su camino?

¿De qué manera pueden los creyentes preocupados por los planes de sus dirigentes expresar dicha preocupación sin minar la autoridad de aquéllos?

Cuando un creyente discrepa de los planes de los demás miembros de la iglesia, y los líderes de la congregación van adelante con dichos planes, ¿cómo cree que puede un creyente humilde distinguir entre (1) su posible renuencia a escuchar a los otros y (2) el probablemente mayor discernimiento de parte de los dirigentes?

Violencia contra el evangelio

Los dirigentes de la iglesia de Jerusalén esperaban poder disipar los rumores infundados que habían circulado por aquella ciudad acerca del ministerio que Pablo estaba teniendo entre los gentiles. No sabemos si los creyentes judíos quedaron o no satisfechos con la demostración que hizo Pablo de sujeción a la ley, pero sí que a los hebreos incrédulos no les impresionó demasiado tal demostración.
¿En qué grado se cumplió el proceso de purificación de Pablo antes de que estallaran los problemas en el templo? (Hch 21.26, 27a)

¿Qué fue lo que terminó el contacto de Pablo con el templo? (Hch 21.27–30)

Describa los disturbios creados por los judíos y el arresto de Pablo por la guarnición romana (Hch 21.31–36).

Los soldados romanos que rescataron a Pablo pertenecían a la guarnición de la Fortaleza Antonia, construida por Herodes el Grande en la esquina noroeste del complejo arquitectónico del templo. Dicha Fortaleza tenía una salida que daba al Atrio de los Gentiles, para así poder acceder directamente al recinto sagrado en caso de disturbios.

¿De qué manera ayudaron a Pablo sus habilidades lingüísticas, su nacimiento y su ciudadanía para tratar con el jefe romano y con la chusma judía? (Hch 21.37–22.2)

Celoso, zelotes; Ardiendo en celo, ser ardiente y albergar un sentimiento a favor o en contra, una devoción profunda por algo o alguien, un entusiasta, un partidario incondicional, admirador, emulador, imitador, seguidor de alguien, de cualquiera. Pablo rechazó su celo anterior, que le hizo un perseguidor de la iglesia, pero se regocijó en su zelotes por el Señor Jesús.

Identifique los elementos del testimonio de Pablo que ponen de relieve su fidelidad a los valores judíos. Haga una estimación de cómo reaccionarían los oyentes del apóstol a las revelaciones que éste había tenido (Hch 22.3–20).

¿De qué manera respondió la chusma judía a la mención que hizo Pablo de su comisión para alcanzar a los gentiles? (Hch 22.21–23)

¿Cuál fue la reacción de los funcionarios de Roma a la ciudadanía romana del apóstol? (Hch 22.24–29)

Contraste la reacción de los judíos y aquella otra de los soldados gentiles para con Pablo (Hch 22.22–29).

Dé un ejemplo, si lo tiene, de algún incidente en el que la comunidad religiosa se haya opuesto a los valores espirituales mientras que los inconversos los aprobaron.

¿De qué manera pueden los logros personales y el ser miembro de diversos grupos abrirle a uno las puertas para llevar el evangelio a distintas clases de gente?

Conspiración contra el evangelio

Cuando Pablo creyó por primera vez en el Señor Jesús como Salvador, hubo conspiraciones contra su vida en Damasco (Hch. 9.23–25) y en Jerusalén (vv. 29, 30). En aquellos tiempos él era un discutidor que intentaba demostrar por las Escrituras que Jesús era el Mesías. Varios años después volvía a Jerusalén con talante pacificador, pero los dirigentes judíos no reconocieron sus propuestas de paz. Pronto habría una nueva conspiración para asesinarlo.

¿Quién inició la audiencia en la que participaron Pablo y el Sanedrín, y por qué lo hizo? (Hch 22.30)
¿Cómo mantuvo Pablo unas reacciones judías adecuadas en medio de todo el alboroto que marcó el principio de la audiencia? (Hch 23.1–5)

Cuando el apóstol se dio cuenta de que no había esperanza de tener una discusión racional acerca de su ministerio, ¿de qué manera empleó su conocimiento del Sanedrín para impedir que le condenaran? (Hch 23.6–10)

¿Cómo alentó el Señor a Pablo en medio del rechazo, y por qué cree usted que escogió hacerlo en esa oportunidad? (Hch 23.11; véase 18.9, 10)

¿Qué quería decir el Señor cuando expresó. «Como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma»? (Hch 23.11)

¿Quién estuvo implicado en la conspiración de asesinato contra Pablo y de qué manera se hallaba estructurada la conjura? (Hch 23.12–15)

Un juramento (Hch 23.12, 14) no era una promesa hecha en nombre de Dios, sino algo que se prometía bajo amenaza de maldición. El sustantivo griego anathema y el verbo anathematizo aparecen en estos versículos. El juramento de los conspiradores violaba la ley bíblica contra el asesinato, pero el Sanedrín estaba dispuesto a hacerse ciego con tal de lograr el fin deseado (véase Jn 11.49, 50).

¿Cómo llegó la conspiración a oídos de Pablo y de las autoridades romanas? (Hch 23.16–21)

¿Qué preparativos hizo el jefe romano para preservar la vida de Pablo de los zelotes judíos? (Hch 23.22–30)

Pablo era eficaz tratando con los dirigentes judíos porque había sido uno de ellos. ¿A qué clases de personas comprende usted bien y con quiénes puede comunicarse con eficacia?

¿De qué manera le ha asegurado Dios en el pasado que Él le está guiando y tiene un trabajo que desea que usted haga para El?

¿Cómo ha utilizado el Señor a los miembros de su familia para ayudarle en momentos críticos de su vida?


Continuará…

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