Hechos (21.1–23.30)
Una
de las características interesantes del libro de los Hechos es la forma en que
Lucas describe la protección de la iglesia cristiana en ciernes por parte de
las autoridades romanas. No había razón alguna para idealizar a los romanos.
Pilato no era ningún héroe en los evangelios. El emperador Calígula había sido
un sádico degenerado; Claudio había expulsado a los judíos de Roma; y Nerón iba
a revelarse como peor que cualquiera de ellos.
El
hecho sorprendente del asunto es que Lucas había descubierto que mientras los
judíos acosaban continuamente a Pablo y sus compañeros de ciudad en ciudad, el
sistema legal romano proveía cierta medida de protección de las persecuciones
de aquéllos. Lucas entretejió relatos acerca de esto mismo en los Hechos de los
Apóstoles, para demostrar que al tiempo que las autoridades judías rechazaban
el evangelio de Jesucristo, las gentiles comenzaban a reconocer al
cristianismo.
Por
último, en Jerusalén se llegó a un clímax espectacular. Las autoridades del
templo echaron a Pablo del mismo y cerraron las puertas de golpe detrás de él.
La guarnición romana acudió de inmediato a salvarle la vida. Los dirigentes
judíos despreciaron a Pablo, pero el jefe de la guarnición romana le mostró
respeto. Los judíos conspiraron para matarlo, pero los romanos lo pusieron a
salvo.
Lucas
parece interpretar estos acontecimientos como que la nación judía estaba
apagando la obra del Espíritu Santo entre ellos al rechazar a Pablo, un
mensajero del evangelio. Mientras tanto, los romanos, por muy gentiles y
paganos que fuesen, escuchaban al mensajero. Lucas sabía que Pablo y el
evangelio estaban destinados por Dios a ir a Roma.
Peligro
por causa del evangelio
Los
expositores debaten la cuestión de si Pablo ignoró unas advertencias cuyo
cometido era impedirle el viaje a Jerusalén, o si las trató correctamente como
preparación para el sufrimiento inminente. A la luz de Hechos
19.21,
parece que las intenciones de Pablo de ir a Jerusalén, y luego a Roma, eran
propósitos dirigidos por el Espíritu Santo y que las advertencias tenían por
objeto prepararle.
Marque en el mapa
de la lección 10 la progresión de los viajes de Pablo desde Éfeso hasta Tiro (Hch
21.1–3).
¿Qué aconteció en esta última ciudad con la iglesia mediante el Espíritu? (Hch
21.4–6)
¿En casa de quién se
hospedaron Pablo y sus compañeros en Cesarea? (Hch
21.8,
9;
véase 8.40)
Esta
referencia a las hijas de Felipe, cada una de ellas ejerciendo los dones de
profecía, deja bien claro que las mujeres trajeron la palabra de Dios por el
poder del Espíritu Santo, y que tal ministerio fue plenamente aceptado en la
iglesia primitiva. Ello lo confirma las instrucciones dadas por Pablo en 1
Corintios 11: 5. 1) que una mujer
puede «profetizar», pero 2) que debe estar apropiadamente «cubierta», esto es,
correctamente relacionada con su esposo u otra autoridad espiritual, una
regulación que les incumbe a todos los líderes espirituales, sean hombres o
mujeres (véase 1 Ti 3.1–13).
La
aceptación de mujeres en un lugar público donde se desarrolla el ministerio de
la iglesia no representa una concesión al espíritu del movimiento feminista.
Pero su rechazo pudiera ser una concesión a un orden de chauvinismo machista,
que no cuenta con respaldo ni apoyo alguno en las Escrituras. Como es lógico,
las mujeres sí hablaron —esto es, predicaron y profetizaron— en la iglesia
primitiva (véase 1 Ti 2.8–15)
¿Qué sucedió con la
iglesia en Cesarea por medio del Espíritu? (Hch
21.10–12)
¿Cuáles fueron las
reacciones de Pablo y de la congregación a aquellas advertencias? (Hch
21.13,
14)
La
Biblia claramente reserva un lugar para la profecía personal. «Profecía
personal» se refiere a una profecía («palabra»), de carácter personal, que el
Espíritu Santo encomienda que se le dé a otro. Primero, la «palabra» no será
algo nuevo para la persona a quien va dirigida, sino confirmará el mensaje que
Dios ya le ha estado haciendo llegar. Deducimos de Hechos
20.22–24,
que a Pablo ya le preocupaba el asunto que Agabo trajo a colación.
Segundo,
el carácter de la persona que comunica la «palabra» debe ser equilibrado. La
credibilidad de Agabo se acredita, no a su reclamo de poseer una «palabra»,
sino a su fama de fiel siervo de Dios, usado por el Señor para el ejercicio de
este don (11.28;
21.10).
Tercero, la «profecía», o «palabra», no se la
debe considerar «manipuladora». Pablo no cambió sus planes a causa de la
profecía de Agabo o debido a las insinuaciones de otros (vv. 12–14),
sino recibió la «palabra» con ponderación, pero, de todos modos, continuó con
sus planes.
Cuarto,
toda profecía es «parcial» (1 Co 13.9),
lo cual significa que no importa lo veraz que esa «palabra» sea, ella no nos da
el cuadro completo. La «palabra» de Agabo era cierta, y Pablo fue atado en
Jerusalén. Pero esto también ofreció una oportunidad para ministrar en Roma (Hch
23.11).
Por último, confrontados por una «palabra», debemos considerarla en oración,
tal como María hizo con la información de los pastores (Lc
2.19):
una respuesta precipitada no es lo que se requiere. Simplemente hay que esperar
en Dios.
La
profecía personal ocasional no constituye un riesgo si se la mantiene dentro de
las normas bíblicas, pero tampoco debe convertirse en un recurso para planear o
dirigir nuestras vidas.
¿Cuáles fueron los
arreglos de Pablo para permanecer en Jerusalén? (Hch
21.15,
16)
¿A quiénes buscó el
apóstol allí, qué les dijo y cuál fue la respuesta de ellos? (Hch
21.17–20a)
¿Qué problema le
presentaron inmediatamente a Pablo los dirigentes de la iglesia de Jerusalén? (Hch
21.20b,
21)
¿Qué le pidieron esos
dirigentes al apóstol que hiciera en respuesta a dicho problema, y cómo habría
ello de resolver el mismo, según usted? (Hch
21.22–25)
Los
cuatro creyentes judíos de Jerusalén estaban cumpliendo votos nazareos (véase Nm
6.1–21).
Durante cierto período de tiempo se habían apartado para el Señor mediante
algunas restricciones alimentarías y dejándose crecer el pelo. El fin del voto
estaba marcado por la presentación en el templo de una ofrenda y del cabello
que le había crecido durante el tiempo de su dedicación a Dios. Estaba
considerado como un acto muy piadoso el pagar los gastos de un voto de
nazareato por alguien que no tenía medios para hacerlo.
Puesto
que Pablo había estado en contacto estrecho con los gentiles, se hallaba
ceremonialmente inmundo y no podía participar en las ceremonias del voto hasta
haber cumplido siete días de purificación.
¿Cómo piensa usted que
debían sentirse Lucas y los otros compañeros de Pablo a medida que se acercaban
a Jerusalén y tantas personas en cada iglesia le rogaban al apóstol que no
continuase su camino?
¿De qué manera pueden
los creyentes preocupados por los planes de sus dirigentes expresar dicha
preocupación sin minar la autoridad de aquéllos?
Cuando
un creyente discrepa de los planes de los demás miembros de la iglesia, y los
líderes de la congregación van adelante con dichos planes, ¿cómo cree que puede
un creyente humilde distinguir entre (1) su posible renuencia a escuchar a los
otros y (2) el probablemente mayor discernimiento de parte de los dirigentes?
Violencia
contra el evangelio
Los
dirigentes de la iglesia de Jerusalén esperaban poder disipar los rumores
infundados que habían circulado por aquella ciudad acerca del ministerio que
Pablo estaba teniendo entre los gentiles. No sabemos si los creyentes judíos
quedaron o no satisfechos con la demostración que hizo Pablo de sujeción a la
ley, pero sí que a los hebreos incrédulos no les impresionó demasiado tal
demostración.
¿En qué grado se cumplió
el proceso de purificación de Pablo antes de que estallaran los problemas en el
templo? (Hch 21.26,
27a)
¿Qué fue lo que terminó
el contacto de Pablo con el templo? (Hch
21.27–30)
Describa los disturbios
creados por los judíos y el arresto de Pablo por la guarnición romana (Hch
21.31–36).
Los
soldados romanos que rescataron a Pablo pertenecían a la guarnición de la
Fortaleza Antonia, construida por Herodes el Grande en la esquina noroeste del
complejo arquitectónico del templo. Dicha Fortaleza tenía una salida que daba
al Atrio de los Gentiles, para así poder acceder directamente al recinto
sagrado en caso de disturbios.
¿De qué manera ayudaron
a Pablo sus habilidades lingüísticas, su nacimiento y su ciudadanía para tratar
con el jefe romano y con la chusma judía? (Hch
21.37–22.2)
Celoso,
zelotes; Ardiendo en celo, ser ardiente y albergar un sentimiento a favor o en
contra, una devoción profunda por algo o alguien, un entusiasta, un partidario
incondicional, admirador, emulador, imitador, seguidor de alguien, de
cualquiera. Pablo rechazó su celo anterior, que le hizo un perseguidor de la
iglesia, pero se regocijó en su zelotes por el Señor Jesús.
Identifique
los elementos del testimonio de Pablo que ponen de relieve su fidelidad a los
valores judíos. Haga una estimación de cómo reaccionarían los oyentes del
apóstol a las revelaciones que éste había tenido (Hch
22.3–20).
¿De qué manera
respondió la chusma judía a la mención que hizo Pablo de su comisión para
alcanzar a los gentiles? (Hch 22.21–23)
¿Cuál fue la reacción
de los funcionarios de Roma a la ciudadanía romana del apóstol? (Hch
22.24–29)
Contraste la reacción
de los judíos y aquella otra de los soldados gentiles para con Pablo (Hch
22.22–29).
Dé un ejemplo, si lo
tiene, de algún incidente en el que la comunidad religiosa se haya opuesto a
los valores espirituales mientras que los inconversos los aprobaron.
¿De qué manera pueden
los logros personales y el ser miembro de diversos grupos abrirle a uno las
puertas para llevar el evangelio a distintas clases de gente?
Conspiración
contra el evangelio
Cuando
Pablo creyó por primera vez en el Señor Jesús como Salvador, hubo
conspiraciones contra su vida en Damasco (Hch.
9.23–25)
y en Jerusalén (vv. 29,
30).
En aquellos tiempos él era un discutidor que intentaba demostrar por las
Escrituras que Jesús era el Mesías. Varios años después volvía a Jerusalén con
talante pacificador, pero los dirigentes judíos no reconocieron sus propuestas
de paz. Pronto habría una nueva conspiración para asesinarlo.
¿Quién inició la
audiencia en la que participaron Pablo y el Sanedrín, y por qué lo hizo? (Hch
22.30)
¿Cómo mantuvo Pablo
unas reacciones judías adecuadas en medio de todo el alboroto que marcó el
principio de la audiencia? (Hch 23.1–5)
Cuando el apóstol se
dio cuenta de que no había esperanza de tener una discusión racional acerca de
su ministerio, ¿de qué manera empleó su conocimiento del Sanedrín para impedir
que le condenaran? (Hch 23.6–10)
¿Cómo alentó el Señor a
Pablo en medio del rechazo, y por qué cree usted que escogió hacerlo en esa
oportunidad? (Hch 23.11;
véase 18.9,
10)
¿Qué quería decir el
Señor cuando expresó. «Como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario
que testifiques también en Roma»? (Hch
23.11)
¿Quién estuvo implicado
en la conspiración de asesinato contra Pablo y de qué manera se hallaba
estructurada la conjura? (Hch 23.12–15)
Un
juramento (Hch 23.12,
14)
no era una promesa hecha en nombre de Dios, sino algo que se prometía bajo
amenaza de maldición. El sustantivo griego anathema y el verbo anathematizo
aparecen en estos versículos. El juramento de los conspiradores violaba la ley
bíblica contra el asesinato, pero el Sanedrín estaba dispuesto a hacerse ciego
con tal de lograr el fin deseado (véase Jn
11.49,
50).
¿Cómo llegó la
conspiración a oídos de Pablo y de las autoridades romanas? (Hch
23.16–21)
¿Qué preparativos hizo
el jefe romano para preservar la vida de Pablo de los zelotes judíos? (Hch
23.22–30)
Pablo era eficaz
tratando con los dirigentes judíos porque había sido uno de ellos. ¿A qué
clases de personas comprende usted bien y con quiénes puede comunicarse con
eficacia?
¿De qué manera le ha
asegurado Dios en el pasado que Él le está guiando y tiene un trabajo que desea
que usted haga para El?
¿Cómo ha utilizado el
Señor a los miembros de su familia para ayudarle en momentos críticos de su
vida?
Continuará…
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