CUESTIONES
FUNDAMENTALES ACERCA DE DIOS Y LA VIDA DE PODER EN SU REINO
Cuestiones
relacionadas con los tiempos postreros
11.
¿Quién es el anticristo? (2 Ts 2.2, 3)
En
el libro del Apocalipsis se nos dice que surgirá un dictador mundial, que será
investido con el poder del mismo Satanás y dirá que son suyas las prerrogativas
de Dios (Ap 13.1–18; 2 Ts 2.4). Le asistirá un Falso Profeta, quien hará
señales en nombre del dictador (Ap 13.13–15; 19.20).
Sabemos
que el libro del Apocalipsis fue escrito en un período cuando los cristianos
eran perseguidos por el Imperio Romano; también que los emperadores romanos se
consideraban a sí mismos dioses, mandaban a construirse estatuas y exigían ser
adorados por sus súbditos. Creo que esos dictadores antiguos eran típicos del
dictador mundial de los últimos días. Siempre existe la posibilidad que el
anticristo esté ya en el mundo. Este hombre aparecerá como un gran líder,
hablando con sabiduría, y haciendo que todos los pueblos que no son cristianos
le rindan culto. Para ellos representará la máxima sabiduría y ofrecerá
respuestas a todos sus problemas (Ap 13.18).
Para
que una figura como el anticristo aparezca en el mundo moderno, debe producirse
una quiebra en el orden mundial, tal como lo conocemos ahora. Debe haber una
crisis monetaria, un colapso de la ley y las instituciones internacionales, y
de las estructuras de poder de los estados nacionales.
Un
pánico financiero podría allanarle el camino. Lo mismo sucedería en el caso de
una guerra nuclear. Catástrofes como esas impulsarían a la gente a clamar por
un hombre de paz, el cual constituiría una imitación satánica de Jesucristo.
Este hombre se parecerá a Jesús hasta que muestre su verdadera faz. Entonces
será increíblemente cruel (Dn 7; 8). El anticristo será el ejemplo más
espantoso de poder dictatorial que jamás el mundo haya conocido.
Recuerda
que el espíritu del anticristo está en cualquiera que trata de separar a la
gente de Jesús, diciéndole «adórame». El espíritu del anticristo se hace
presente a menudo en nuestros días cuando le rendimos tributo y veneramos a
gobiernos, dictadores, líderes militares, y otras figuras humanas. Los sistemas
que se enseñan en nuestras escuelas, en los medios de comunicación o en los
medios intelectuales son muy similares a los que a la postre conducirán a la
gente al anticristo, porque este será la figura consumada del humanismo.
12.
¿Qué es la marca de la bestia? (Ap 13.18)
En
el libro de Apocalipsis se hace referencia al número del anticristo, el 666 (Ap
13.18). El seis representa al hombre en la numerología bíblica, al borde de lo
perfecto porque el siete simboliza la perfección. De manera que el número 666
quizás se refiera a la quintaesencia del humanismo. Apocalipsis nos dice que el
número 666, o la marca del anticristo, va a ser estampado en la mano y la
frente de toda persona durante el reinado del anticristo.
La
frente representa nuestros deseos, nuestra voluntad, en tanto la mano simboliza
nuestras actividades. De alguna manera, el anticristo dejará su huella sobre la
gente en todas partes, haciendo que le sirvan con su mente y sus acciones. No
sería raro que el anticristo impusiera el control global de la población (Ap
13.16, 17).
La
Biblia nos advierte que si tenemos la marca de la bestia, tendremos su terrible
suerte (Ap 14.11). Nadie debe temer llevar «por accidente» la marca de la bestia.
Aceptarla implica «adorar» a la Bestia (Ap 13.15), y la decisión sería tan
evidente que constituiría un caso de vida o muerte. Sin embargo, debemos
mantenernos alertas, porque si consideramos la frente como el centro de la
voluntad y la mano como símbolo de lo que hacemos, la marca es algo más que un
dispositivo tecnológico. De lo que en realidad hablamos es de a quién nos
aliamos. En términos reales, el espíritu del anticristo ya está activo (1 Jn
2.18). ¿Le entregaremos al espíritu del mundo nuestra mente y nuestro trabajo?
Si nuestra alianza es con Dios, no serviremos al anticristo, y su marca no
dejará su huella en nosotros.
13.
¿Qué es el Milenio? (Ap 20.2, 3)
Un
milenio son mil años. El Milenio bíblico será un período de paz, amor y
hermandad, cuando toda la naturaleza vivirá en la armonía que debió existir en
el huerto del Edén. El libro de Isaías (11.6–9) habla de una época cuando las
fieras y los animales domésticos vivirán juntos en paz, cuando las serpientes
no inocularán más su veneno. Un pequeño niño podrá jugar con una cobra o
apacentar animales salvajes sin sufrir daño. Las escuelas militares serán
cerradas, y no se producirán más armas de guerra. El dinero y los recursos que
ahora se invierten con fines bélicos se dedicarán a fines pacíficos. Cuando
este día llegue, cada persona poseerá su propia parcela de tierra y su propia
casa. Todos vivirán en paz con sus vecinos. Nadie temerá que alguien trate de robarle
sus pertenencias. Habrá paz universal, porque el conocimiento del Señor cubrirá
la tierra como las aguas cubren el fondo de los océanos.
Creo
que el Milenio será un período de transición, cuando Jesucristo regresará a la
tierra para mostrarle a la humanidad cómo sería el mundo si el pecado nunca
hubiese penetrado en él. Será un tiempo cuando el Cristo reinará y el Reino de
Dios será establecido sobre la tierra. Habrá un gobierno universal bajo la
dirección de Jesús con los estados nacionales sujetos a Él. La Biblia dice que
representantes de las distintas naciones de la tierra acudirán todos los años a
Jerusalén (Is 2.2–4; Zac 14.16).
14.
¿Estará mi familia en el cielo conmigo? (Ef 6.1)
No
hay razón para suponer que no habrá familias en el cielo. Sin embargo, todos
los cristianos son parte de la familia de Dios ahora, y los vínculos que unen a
las familias probablemente no existan en el cielo. Allí seremos parte de una
inmensa familia, y sentiremos un profundo amor por todos los demás. No habrá
eso de: «Aquí estoy con mi esposa y que nadie nos moleste». Todos seremos uno
en el Cristo (Ef 3.14, 15).
Aunque
probablemente tengamos familiares en el cielo, presta atención a dos cosas:
Primero, tu esposa o esposo, hijo o hija o pariente estarán junto a ti en el
cielo —si eres cristiano—, solamente si han nacido de nuevo en el Espíritu de
Dios (Jn 3.3, 5). Tu cercanía a Dios no salvará a los miembros de tu familia.
Cada cual debe establecer su propio vínculo con Jesucristo (Hch 16.31).
Segundo, Jesús dijo que no habría procreación humana en el cielo, y la
necesidad de concebir y criar niños cesará (Mc 12.25).
15.
¿Cómo es el infierno? (Lc 16.23)
Hay
dos descripciones del infierno en la Biblia. Una es la de un fuego ardiendo.
Jesús utilizó a menudo la palabra «Gehenna» para referirse al infierno.
«Gehenna» era el basurero que en las afueras de Jerusalén siempre estaba
ardiendo. Jesús dijo que el infierno era un lugar de tormento, lleno de
gusanos, donde el fuego nunca se apaga. De ahí surge el concepto de un lago de
fuego que siempre arde. Los impíos sufren allí eterno remordimiento y castigo
(Mc 9.43–48).
Jesús
también dijo que en el infierno «será el lloro y crujir de dientes» (Mt 8.12).
La imagen que se nos ofrece es la de un lugar donde se experimenta una terrible
soledad, sin relaciones con Dios u otros seres humanos. Aquellos que sean
enviados al infierno quedarán sumidos en un vacío eterno, sin nadie con quien
poder comunicarse; constantemente solos. Sufrirán el remordimiento de saber que
tuvieron la oportunidad de estar junto a Dios en el cielo, pero la rechazaron.
La
Biblia habla de un lago de fuego reservado para Satanás y sus ángeles (Mt
25.41). Nunca se pensó que los seres humanos irían al infierno. Pero aquellos
que deciden rechazar a Dios compartirán algún día con Satanás este eterno
tormento.
No
habrá salida alguna en el infierno, ninguna puerta de escape ni segunda
oportunidad. Por ello es tan importante en esta vida recibir el perdón de Dios,
que se extiende a todos los seres humanos por medio de la cruz de Jesucristo
(Ap 20.11–15).
Cuestiones
de ética y moral
16.
¿Qué dice la Biblia acerca de la homosexualidad? (Ro 1.27)
La
Biblia dice que es abominación que un hombre se acueste con otro hombre como si
fuera una mujer, o que una mujer haga lo mismo con otra como si fuera un hombre
(Lv 18.22; 20.13). La Biblia dice que a causa de abominaciones como la
homosexualidad, la tierra vomitará a sus moradores (Lv 18.25). El apóstol Pablo
la llamó «inmundicia», consecuencia de haber sido entregados por Dios a
«pasiones vergonzosas» (Ro 1.24–27). En el Antiguo Testamento, los responsables
de estas prácticas eran expulsados de la congregación de Israel y ejecutados.
En el Nuevo Testamento se nos dice que quienes practican la homosexualidad no
entrarán al Reino de Dios (1 Co 6.9, 10). El apóstol Pablo se refiere a ella
como la última expresión de la rebelión contra Dios. Cuando las personas
cambian la verdad de Dios por una mentira, y comienzan a adorar a la criatura
en lugar de al Creador, son entregados al mal. Cuando todos los valores se
invierten, y aparece la anarquía moral, los hombres se encienden «en su
lascivia unos con otros», al igual que las mujeres unas con las otras, pero en
sus propios cuerpos recibirán el castigo de sus acciones (Ro 1.22–27). Desde un
punto de vista bíblico, el ascenso de la homosexualidad constituye una señal de
que la sociedad se encuentra en las últimas etapas de su decadencia.
17.
¿Y del aborto qué? (Sal 139.13)
El
aborto constituye definitivamente un mal. Es suprimir una vida humana, ya que
la Biblia muestra que la vida comienza con la concepción. Dios nos da forma
cuando aún estamos en el vientre de nuestra madre (Sal 139.13). El profeta
Jeremías y el apóstol Pablo fueron llamados desde antes de su nacimiento (Jer
1.5; Gl 1.15). Juan el Bautista saltó en el vientre de su madre cuando se
escuchó la voz de María, la madre del Señor (Lc 1.44). Obviamente, los niños ya
poseen identidad espiritual desde que están en el vientre de sus madres.
Desde
el momento en que ocurre la concepción comienza un proceso de desarrollo que
continúa hasta la edad adulta. Dios condenó a los israelitas que sacrificaban
sus hijos al dios pagano Moloc. Esas criaturas se consumían en el fuego del
sacrificio (Lv 20.2), ofrecidos a un dios de la sensualidad y las conveniencias
humanas. Lo mismo ocurre en nuestros días, y al actuar de esa manera confesamos
que los seres humanos no valen nada para nosotros. Esta es una terrible mancha
en nuestra sociedad.
La
Biblia no es más específica en el caso del aborto porque tal práctica era algo
impensable para el pueblo de Dios. Por ejemplo, cuando Israel estaba en Egipto,
un faraón cruel forzó a los israelitas a matar a sus niños recién nacidos. En
la Biblia se considera este incidente como el más alto exponente de la crueldad
y la opresión (Éx 1.15–22). La idea de matar a sus propios hijos era anatema
entre los hebreos. A todo lo largo del Antiguo Testamento, las mujeres soñaban
con los hijos. Los hijos se consideraban un don de Dios. Las mujeres imploraban
no estar estériles. ¿Cómo puede una mujer creyente destruir a su propio hijo?
El aborto no solo es inconcebible, sino el máximo exponente de la barbarie
pagana.
18. ¿Cuál es la diferencia entre
adulterio y fornicación? (Mt 5.27)
Las
relaciones sexuales entre una persona casada y alguien que no es su compañero constituyen
adulterio.
Los
Diez Mandamientos contienen la prohibición del adulterio: «No cometerás
adulterio» (Éx 20.14). La razón es simple: el matrimonio constituye el
fundamento de la sociedad y viene acompañado de la responsabilidad de criar a
los hijos. Las relaciones extramatrimoniales fortuitas no sólo ponen en peligro
el matrimonio, sino destruyen los sentimientos paternales y maternales por los
hijos, y opacan los vínculos familiares.
La
fornicación es sexo entre dos personas que no están casadas. El apóstol Pablo
dijo que ello constituye un pecado contra el cuerpo. Recomienda a los
cristianos huir de la fornicación como un pecado contra Dios y nosotros mismos,
porque el cuerpo de los creyentes es el templo del Espíritu Santo (1 Co 6.18,
19). Pablo dice que si un creyente une su cuerpo al de una ramera (o alguien
inmoral) está uniendo a Jesucristo con esa persona (1 Co 6.15, 16).
Es
muy importante saber que ni los fornicarios ni los adúlteros entrarán en el
Reino de los cielos (1 Co 6.9, 10). En el mundo de hoy, el término fornicación
se usa raramente y las inmoralidades entre personas no casadas son comúnmente
aceptadas como parte del estilo moderno de vida. Pero la inmoralidad, aunque
algo corriente, es un pecado que privará a millones de la salvación, a menos
que se arrepientan.
19. ¿Debe un cristiano inscribirse
en el servicio militar o en la policía? (Ro 13.3, 4)
Hay
algunos que no creen que los cristianos pueden actuar como soldados o policías,
pero el apóstol Pablo muestra que tales «autoridades», si cumplen
justicieramente con sus atribuciones, son «servidores de Dios» (Ro 13.2–7),
porque contienen el mal. El policía, como «servidor de Dios», provee un bien
esencial a la sociedad. Mientras haya pecadores harán falta policías. En tanto
los hombres y mujeres no se sometan a la justicia de Dios, será necesario
utilizar la fuerza para impedir los asesinatos, violaciones, secuestros y robos
que sufren víctimas inocentes. No es algo inapropiado, pues, que un cristiano
forme parte de los cuerpos armados, la policía o el ejército. Hay que mantener
la ley y el orden, porque nadie está a salvo en medio de la anarquía.
Hay
quienes, a causa de creencias religiosas sinceras, sienten que nunca podrían matar
a otro ser humano, aun en la guerra. La sociedad debe respetar los puntos de
vista de estas personas, pero la Biblia no obliga a los cristianos a
convertirse en objetores de conciencia.
20. ¿Cuándo debe un cristiano
desobedecer al gobierno civil? (Ro 13.7; Hch 5.27–29)
Cuando
un gobierno civil priva a la gente de su derecho a adorar y obedecer a Dios
libremente, pierde el mandato o la autoridad recibida de Dios. Entonces la
desobediencia del cristiano está justificada.
Thomas
Jefferson creía que cuando un gobierno comenzaba a transformarse en una
tiranía, los ciudadanos tenían no sólo el derecho, sino también el deber de
rebelarse contra él. Sin embargo, el cristiano está llamado a sufrir su
gobierno todo lo posible. Jesús no llamó a la revolución contra Roma, aunque
era un cruel conquistador que oprimía a Israel. Por otro lado, los apóstoles
rehusaron cumplir una orden de no predicar ni enseñar en el nombre de Jesús
(Hch 5.27–29). Siempre que el gobierno civil nos prohíba poner en práctica
aquello que Dios nos ha mandado a hacer, o nos inste a hacer cosas que Dios nos
ha prohibido, está justificada nuestra desobediencia. La obediencia ciega a un
gobierno nunca es correcta. No obstante lo difícil o costoso que pueda ser,
debemos reservarnos el derecho de decir no a las cosas que consideramos
opresivas o inmorales.
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