lunes, 13 de enero de 2020

RESPUESTAS ESPIRITUALES A PREGUNTAS DIFÍCILES (2 Parte)




CUESTIONES FUNDAMENTALES ACERCA DE DIOS Y LA VIDA DE PODER EN SU REINO

Cuestiones relacionadas con los tiempos postreros

11. ¿Quién es el anticristo? (2 Ts 2.2, 3)

En el libro del Apocalipsis se nos dice que surgirá un dictador mundial, que será investido con el poder del mismo Satanás y dirá que son suyas las prerrogativas de Dios (Ap 13.1–18; 2 Ts 2.4). Le asistirá un Falso Profeta, quien hará señales en nombre del dictador (Ap 13.13–15; 19.20).

Sabemos que el libro del Apocalipsis fue escrito en un período cuando los cristianos eran perseguidos por el Imperio Romano; también que los emperadores romanos se consideraban a sí mismos dioses, mandaban a construirse estatuas y exigían ser adorados por sus súbditos. Creo que esos dictadores antiguos eran típicos del dictador mundial de los últimos días. Siempre existe la posibilidad que el anticristo esté ya en el mundo. Este hombre aparecerá como un gran líder, hablando con sabiduría, y haciendo que todos los pueblos que no son cristianos le rindan culto. Para ellos representará la máxima sabiduría y ofrecerá respuestas a todos sus problemas (Ap 13.18).

Para que una figura como el anticristo aparezca en el mundo moderno, debe producirse una quiebra en el orden mundial, tal como lo conocemos ahora. Debe haber una crisis monetaria, un colapso de la ley y las instituciones internacionales, y de las estructuras de poder de los estados nacionales.

Un pánico financiero podría allanarle el camino. Lo mismo sucedería en el caso de una guerra nuclear. Catástrofes como esas impulsarían a la gente a clamar por un hombre de paz, el cual constituiría una imitación satánica de Jesucristo. Este hombre se parecerá a Jesús hasta que muestre su verdadera faz. Entonces será increíblemente cruel (Dn 7; 8). El anticristo será el ejemplo más espantoso de poder dictatorial que jamás el mundo haya conocido.

Recuerda que el espíritu del anticristo está en cualquiera que trata de separar a la gente de Jesús, diciéndole «adórame». El espíritu del anticristo se hace presente a menudo en nuestros días cuando le rendimos tributo y veneramos a gobiernos, dictadores, líderes militares, y otras figuras humanas. Los sistemas que se enseñan en nuestras escuelas, en los medios de comunicación o en los medios intelectuales son muy similares a los que a la postre conducirán a la gente al anticristo, porque este será la figura consumada del humanismo.

12. ¿Qué es la marca de la bestia? (Ap 13.18)

En el libro de Apocalipsis se hace referencia al número del anticristo, el 666 (Ap 13.18). El seis representa al hombre en la numerología bíblica, al borde de lo perfecto porque el siete simboliza la perfección. De manera que el número 666 quizás se refiera a la quintaesencia del humanismo. Apocalipsis nos dice que el número 666, o la marca del anticristo, va a ser estampado en la mano y la frente de toda persona durante el reinado del anticristo.

La frente representa nuestros deseos, nuestra voluntad, en tanto la mano simboliza nuestras actividades. De alguna manera, el anticristo dejará su huella sobre la gente en todas partes, haciendo que le sirvan con su mente y sus acciones. No sería raro que el anticristo impusiera el control global de la población (Ap 13.16, 17).

La Biblia nos advierte que si tenemos la marca de la bestia, tendremos su terrible suerte (Ap 14.11). Nadie debe temer llevar «por accidente» la marca de la bestia. Aceptarla implica «adorar» a la Bestia (Ap 13.15), y la decisión sería tan evidente que constituiría un caso de vida o muerte. Sin embargo, debemos mantenernos alertas, porque si consideramos la frente como el centro de la voluntad y la mano como símbolo de lo que hacemos, la marca es algo más que un dispositivo tecnológico. De lo que en realidad hablamos es de a quién nos aliamos. En términos reales, el espíritu del anticristo ya está activo (1 Jn 2.18). ¿Le entregaremos al espíritu del mundo nuestra mente y nuestro trabajo? Si nuestra alianza es con Dios, no serviremos al anticristo, y su marca no dejará su huella en nosotros.

13. ¿Qué es el Milenio? (Ap 20.2, 3)

Un milenio son mil años. El Milenio bíblico será un período de paz, amor y hermandad, cuando toda la naturaleza vivirá en la armonía que debió existir en el huerto del Edén. El libro de Isaías (11.6–9) habla de una época cuando las fieras y los animales domésticos vivirán juntos en paz, cuando las serpientes no inocularán más su veneno. Un pequeño niño podrá jugar con una cobra o apacentar animales salvajes sin sufrir daño. Las escuelas militares serán cerradas, y no se producirán más armas de guerra. El dinero y los recursos que ahora se invierten con fines bélicos se dedicarán a fines pacíficos. Cuando este día llegue, cada persona poseerá su propia parcela de tierra y su propia casa. Todos vivirán en paz con sus vecinos. Nadie temerá que alguien trate de robarle sus pertenencias. Habrá paz universal, porque el conocimiento del Señor cubrirá la tierra como las aguas cubren el fondo de los océanos.

Creo que el Milenio será un período de transición, cuando Jesucristo regresará a la tierra para mostrarle a la humanidad cómo sería el mundo si el pecado nunca hubiese penetrado en él. Será un tiempo cuando el Cristo reinará y el Reino de Dios será establecido sobre la tierra. Habrá un gobierno universal bajo la dirección de Jesús con los estados nacionales sujetos a Él. La Biblia dice que representantes de las distintas naciones de la tierra acudirán todos los años a Jerusalén (Is 2.2–4; Zac 14.16).

14. ¿Estará mi familia en el cielo conmigo? (Ef 6.1)

No hay razón para suponer que no habrá familias en el cielo. Sin embargo, todos los cristianos son parte de la familia de Dios ahora, y los vínculos que unen a las familias probablemente no existan en el cielo. Allí seremos parte de una inmensa familia, y sentiremos un profundo amor por todos los demás. No habrá eso de: «Aquí estoy con mi esposa y que nadie nos moleste». Todos seremos uno en el Cristo (Ef 3.14, 15).

Aunque probablemente tengamos familiares en el cielo, presta atención a dos cosas: Primero, tu esposa o esposo, hijo o hija o pariente estarán junto a ti en el cielo —si eres cristiano—, solamente si han nacido de nuevo en el Espíritu de Dios (Jn 3.3, 5). Tu cercanía a Dios no salvará a los miembros de tu familia. Cada cual debe establecer su propio vínculo con Jesucristo (Hch 16.31). Segundo, Jesús dijo que no habría procreación humana en el cielo, y la necesidad de concebir y criar niños cesará (Mc 12.25).

15. ¿Cómo es el infierno? (Lc 16.23)

Hay dos descripciones del infierno en la Biblia. Una es la de un fuego ardiendo. Jesús utilizó a menudo la palabra «Gehenna» para referirse al infierno. «Gehenna» era el basurero que en las afueras de Jerusalén siempre estaba ardiendo. Jesús dijo que el infierno era un lugar de tormento, lleno de gusanos, donde el fuego nunca se apaga. De ahí surge el concepto de un lago de fuego que siempre arde. Los impíos sufren allí eterno remordimiento y castigo (Mc 9.43–48).

Jesús también dijo que en el infierno «será el lloro y crujir de dientes» (Mt 8.12). La imagen que se nos ofrece es la de un lugar donde se experimenta una terrible soledad, sin relaciones con Dios u otros seres humanos. Aquellos que sean enviados al infierno quedarán sumidos en un vacío eterno, sin nadie con quien poder comunicarse; constantemente solos. Sufrirán el remordimiento de saber que tuvieron la oportunidad de estar junto a Dios en el cielo, pero la rechazaron.

La Biblia habla de un lago de fuego reservado para Satanás y sus ángeles (Mt 25.41). Nunca se pensó que los seres humanos irían al infierno. Pero aquellos que deciden rechazar a Dios compartirán algún día con Satanás este eterno tormento.

No habrá salida alguna en el infierno, ninguna puerta de escape ni segunda oportunidad. Por ello es tan importante en esta vida recibir el perdón de Dios, que se extiende a todos los seres humanos por medio de la cruz de Jesucristo (Ap 20.11–15).

Cuestiones de ética y moral

16. ¿Qué dice la Biblia acerca de la homosexualidad? (Ro 1.27)

La Biblia dice que es abominación que un hombre se acueste con otro hombre como si fuera una mujer, o que una mujer haga lo mismo con otra como si fuera un hombre (Lv 18.22; 20.13). La Biblia dice que a causa de abominaciones como la homosexualidad, la tierra vomitará a sus moradores (Lv 18.25). El apóstol Pablo la llamó «inmundicia», consecuencia de haber sido entregados por Dios a «pasiones vergonzosas» (Ro 1.24–27). En el Antiguo Testamento, los responsables de estas prácticas eran expulsados de la congregación de Israel y ejecutados. En el Nuevo Testamento se nos dice que quienes practican la homosexualidad no entrarán al Reino de Dios (1 Co 6.9, 10). El apóstol Pablo se refiere a ella como la última expresión de la rebelión contra Dios. Cuando las personas cambian la verdad de Dios por una mentira, y comienzan a adorar a la criatura en lugar de al Creador, son entregados al mal. Cuando todos los valores se invierten, y aparece la anarquía moral, los hombres se encienden «en su lascivia unos con otros», al igual que las mujeres unas con las otras, pero en sus propios cuerpos recibirán el castigo de sus acciones (Ro 1.22–27). Desde un punto de vista bíblico, el ascenso de la homosexualidad constituye una señal de que la sociedad se encuentra en las últimas etapas de su decadencia.

17. ¿Y del aborto qué? (Sal 139.13)

El aborto constituye definitivamente un mal. Es suprimir una vida humana, ya que la Biblia muestra que la vida comienza con la concepción. Dios nos da forma cuando aún estamos en el vientre de nuestra madre (Sal 139.13). El profeta Jeremías y el apóstol Pablo fueron llamados desde antes de su nacimiento (Jer 1.5; Gl 1.15). Juan el Bautista saltó en el vientre de su madre cuando se escuchó la voz de María, la madre del Señor (Lc 1.44). Obviamente, los niños ya poseen identidad espiritual desde que están en el vientre de sus madres.

Desde el momento en que ocurre la concepción comienza un proceso de desarrollo que continúa hasta la edad adulta. Dios condenó a los israelitas que sacrificaban sus hijos al dios pagano Moloc. Esas criaturas se consumían en el fuego del sacrificio (Lv 20.2), ofrecidos a un dios de la sensualidad y las conveniencias humanas. Lo mismo ocurre en nuestros días, y al actuar de esa manera confesamos que los seres humanos no valen nada para nosotros. Esta es una terrible mancha en nuestra sociedad.

La Biblia no es más específica en el caso del aborto porque tal práctica era algo impensable para el pueblo de Dios. Por ejemplo, cuando Israel estaba en Egipto, un faraón cruel forzó a los israelitas a matar a sus niños recién nacidos. En la Biblia se considera este incidente como el más alto exponente de la crueldad y la opresión (Éx 1.15–22). La idea de matar a sus propios hijos era anatema entre los hebreos. A todo lo largo del Antiguo Testamento, las mujeres soñaban con los hijos. Los hijos se consideraban un don de Dios. Las mujeres imploraban no estar estériles. ¿Cómo puede una mujer creyente destruir a su propio hijo? El aborto no solo es inconcebible, sino el máximo exponente de la barbarie pagana.

18. ¿Cuál es la diferencia entre adulterio y fornicación? (Mt 5.27)

Las relaciones sexuales entre una persona casada y alguien que no es su compañero constituyen adulterio.

Los Diez Mandamientos contienen la prohibición del adulterio: «No cometerás adulterio» (Éx 20.14). La razón es simple: el matrimonio constituye el fundamento de la sociedad y viene acompañado de la responsabilidad de criar a los hijos. Las relaciones extramatrimoniales fortuitas no sólo ponen en peligro el matrimonio, sino destruyen los sentimientos paternales y maternales por los hijos, y opacan los vínculos familiares.

La fornicación es sexo entre dos personas que no están casadas. El apóstol Pablo dijo que ello constituye un pecado contra el cuerpo. Recomienda a los cristianos huir de la fornicación como un pecado contra Dios y nosotros mismos, porque el cuerpo de los creyentes es el templo del Espíritu Santo (1 Co 6.18, 19). Pablo dice que si un creyente une su cuerpo al de una ramera (o alguien inmoral) está uniendo a Jesucristo con esa persona (1 Co 6.15, 16).

Es muy importante saber que ni los fornicarios ni los adúlteros entrarán en el Reino de los cielos (1 Co 6.9, 10). En el mundo de hoy, el término fornicación se usa raramente y las inmoralidades entre personas no casadas son comúnmente aceptadas como parte del estilo moderno de vida. Pero la inmoralidad, aunque algo corriente, es un pecado que privará a millones de la salvación, a menos que se arrepientan.

19. ¿Debe un cristiano inscribirse en el servicio militar o en la policía? (Ro 13.3, 4)

Hay algunos que no creen que los cristianos pueden actuar como soldados o policías, pero el apóstol Pablo muestra que tales «autoridades», si cumplen justicieramente con sus atribuciones, son «servidores de Dios» (Ro 13.2–7), porque contienen el mal. El policía, como «servidor de Dios», provee un bien esencial a la sociedad. Mientras haya pecadores harán falta policías. En tanto los hombres y mujeres no se sometan a la justicia de Dios, será necesario utilizar la fuerza para impedir los asesinatos, violaciones, secuestros y robos que sufren víctimas inocentes. No es algo inapropiado, pues, que un cristiano forme parte de los cuerpos armados, la policía o el ejército. Hay que mantener la ley y el orden, porque nadie está a salvo en medio de la anarquía.

Hay quienes, a causa de creencias religiosas sinceras, sienten que nunca podrían matar a otro ser humano, aun en la guerra. La sociedad debe respetar los puntos de vista de estas personas, pero la Biblia no obliga a los cristianos a convertirse en objetores de conciencia.

20. ¿Cuándo debe un cristiano desobedecer al gobierno civil? (Ro 13.7; Hch 5.27–29)

Cuando un gobierno civil priva a la gente de su derecho a adorar y obedecer a Dios libremente, pierde el mandato o la autoridad recibida de Dios. Entonces la desobediencia del cristiano está justificada.

Thomas Jefferson creía que cuando un gobierno comenzaba a transformarse en una tiranía, los ciudadanos tenían no sólo el derecho, sino también el deber de rebelarse contra él. Sin embargo, el cristiano está llamado a sufrir su gobierno todo lo posible. Jesús no llamó a la revolución contra Roma, aunque era un cruel conquistador que oprimía a Israel. Por otro lado, los apóstoles rehusaron cumplir una orden de no predicar ni enseñar en el nombre de Jesús (Hch 5.27–29). Siempre que el gobierno civil nos prohíba poner en práctica aquello que Dios nos ha mandado a hacer, o nos inste a hacer cosas que Dios nos ha prohibido, está justificada nuestra desobediencia. La obediencia ciega a un gobierno nunca es correcta. No obstante lo difícil o costoso que pueda ser, debemos reservarnos el derecho de decir no a las cosas que consideramos opresivas o inmorales.

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