martes, 14 de enero de 2020

Escuela 2. Aparece el poder del Reino.



(Hechos 1.1–2.47)

Se apagaron las luces y el proyector empezó a zumbar. Las imágenes en blanco y negro de la pantalla representaban un atraco. Todas las miradas estaban clavadas en la trémula y silenciosa escena, se trataba del viejo filme de entrenamiento del FBI que Howard Hendricks utilizaba para demostrar a los estudiantes del primer año de seminario lo poco observadores que eran.

Aquella clase de estudio bíblico, como las anteriores, estaba decidida a probarle a su profesor que se equivocaba. Todos vieron a una mujer y un hombre esperando en una parada de autobús. La mujer miró dentro de su bolso y el hombre sacó una pistola… Un segundo hombre, también armado, apareció de repente, atracó a la pareja, corrió hasta un automóvil que le estaba esperando, y escapó por una calle lateral.

Todo sucedió en cuestión de segundos. Las miradas atentas dentro del aula vieron lo que había pasado, pero nadie reparó en los detalles. Ni siquiera como grupo pudieron dar la información necesaria. ¿Llevaba la mujer dinero o una pistola dentro del bolso? ¿Qué clase de arma había esgrimido cada uno de los hombres? ¿Cómo iba vestido el segundo de ellos?

Ser testigo de un suceso no es nada fácil. Requiere mucho tiempo adiestrar a un buen agente de la ley para que se concentre en la información pertinente y pase por alto aquello que carece de importancia en la escena de un crimen. Se necesitan clases para adquirir aptitudes de observación y sesiones de prácticas dedicadas a observar.

Preparar a los testigos originales de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús llevó mucho tiempo. Cristo invirtió tres años de su vida en los apóstoles. Los llevó a todas partes consigo y les explicó pacientemente la dinámica espiritual de su reino. Los envió a practicar la predicación de las buenas nuevas del reino; y se aseguró de que contemplaran su muerte y su resurrección.

Una vez que los agentes de la ley están totalmente preparados, se les da el poder para que actúen en nombre de la dudad, del estado o de la nación; del mismo modo, cuando los apóstoles hubieron sido adiestrados como testigos, lo único que faltó de su preparación fue que recibieran el poder.

La preparación final de los testigos

El puente que une el Evangelio de Lucas con los Hechos de los Apóstoles es el material que ambos tienen en común acerca de los contactos finales de Jesús con sus discípulos antes de ascender al cielo. Lea Lucas 24.44–49 y Hechos 1.4–8, y conteste a las siguientes preguntas comparativas.
¿Qué quería Jesús que entendiesen cabalmente sus apóstoles? (Lc. 24.44, 45)

¿Qué preferían ellos entender bien? (Hch. 1.6)

Los discípulos todavía piensan en el reino mesiánico en términos de un poder político. En su respuesta (Hch 1.7, 8), Jesús corrige la falsa concepción de los discípulos y ajusta su perspectiva sobre el reino de Dios. Les dice que el reino es espiritual en su carácter, internacional en su membresía y gradual en su expansión.

¿Qué instrucciones dio Jesús a los apóstoles? (Lc 24.49; Hch 1.4, 5)

¿Qué misión les encomendó? (Lc 24.46–48; Hch 1.7, 8)

¿Por qué necesitaban los apóstoles obedecer las instrucciones de Jesús antes de poder realizar su misión? (Lc 24.49; Hch 1.8)

Cuando Jesús presentó su enseñanza de posresurrección, «concerniente al reino de Dios» (v. 3), sus discípulos le preguntaron si vendría ahora —ya siendo la cruz cosa del pasado— el final reino mesiánico. Jesús les respondió. «No les toca a ustedes saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad». Y agregó. «Pero recibirán poder, cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo…»

Con estas palabras, Jesús destaca tres puntos de suma importancia. 1) El Espíritu Santo es la Persona y el Poder a través de quien se recibe ayuda y habilidad para compartir la vida y el poder del Reino de Dios con otros. 2) El poder del Espíritu Santo hay que «recibirlo»; no se trata aquí de una experiencia automática. De la misma manera que el Espíritu Santo mora interiormente en cada creyente (Ro 8.9), llenará y sobreabundará (Jn 7.37–39) en todos los que lo reciben con una fe inocente. 3) Uno sabe cuándo el Espíritu Santo lo llena. Así lo dijo Jesús, y los discípulos lograron descubrir que así era (Hch 1.5; 2.1–4).

¿Ha recibido el Espíritu Santo? (19.1–6). Ello es posible, por cuanto la promesa te pertenece tan plenamente ahora como en cualquier tiempo pasado (2.38, 39).2
Compare Lucas 24.50–53 con Hechos 1.9–11. Haga una lista de los detalles de la Ascensión que se dan en estos dos pasajes.

En la ascensión de Jesús, los ángeles dijeron a los apóstoles que el Señor volvería «como le habéis visto ir al cielo» (Hch 1.11). ¿Qué podemos dar por sentado en cuanto al regreso de Jesús vista la forma en que ascendió al cielo?

¿Cómo debió motivar a los apóstoles, en su ministerio de dar testimonio, la promesa del regreso del Cristo?

¿Qué otros acontecimientos habían tenido ya lugar en la vida de los apóstoles en el aposento alto cuando se reunieron para orar y esperar? (Hch 1.12–14)

Lucas 22.7–20
Lucas 22.21, 22
Lucas 22.24–30; Juan 13.3–17
Lucas 22.31–34
Juan 20.19–23
Juan 20.26–29

¿Cuál fue la razón que dio Pedro para reemplazar a Judas Iscariote en el grupo de los apóstoles? (Hch 1.16, 17, 20)

¿Qué cualidades enunció en cuanto al apóstol sustituto? (Hch 1.21, 22; cf. Mc 3.13–15; Lc 24.46–48)
¿Por qué parece lógico que el Señor guiase a la elección de Matías para sustituir a Judas? (Hch 1.24–26)

Echar suertes era una práctica bíblica corriente para la toma de decisiones. El chivo expiatorio se elegía por suertes en el Día de la Expiación (Lv 16.7–10, 21, 22). Josué dividió la Tierra Prometida entre las tribus de Israel del mismo modo (Jos 14.2; 18.6). Las naciones circundantes echaban suertes por comodidad o superstición, pero Israel creía que «la suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella» (Pr 16.33).

La práctica consistía al parecer en descubrir la voluntad de Dios lanzando objetos marcados de formas diversas. Dicha práctica no vuelve a mencionarse en el Nuevo Testamento, lo que parece sugerir que el Espíritu Santo dentro del creyente y la Palabra de Dios inspirada son ahora las guías que el Señor quiere que los cristianos utilicen para determinar su voluntad.

Usted no vio la crucifixión, la resurrección ni la ascensión de Jesús, ¿de qué puede testificar cuando habla de Él?

Cada cristiano es morada del Espíritu Santo, pero todos ellos necesitan ser llenos del Espíritu para poder testificar de Cristo con poder. ¿Qué puede aprender de la experiencia de los apóstoles que le ayude a buscar la plenitud del Espíritu Santo?

¿Cómo está usted ministrando, personalmente y a través de su iglesia u otras organizaciones cristianas, en todas las áreas que figuran en Hechos 1.8?

Su comunidad (Jerusalén)
Su país (Judea)
A través de barreras sociales (Samaria)
Otras naciones (hasta lo último de la tierra)
Poder para los testigos

¿Qué estaban haciendo los discípulos cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos? (Hch 2.1)
¿Qué es lo que oyó y vio la gente al venir el Espíritu Santo sobre los discípulos con poder? (Hch 2.2–4)

Muchos cristianos de todos los trasfondos denominacionales creen que el fenómeno de «hablar en lenguas» puede acompañar a la ocasión en la cual una persona se rinde por primera vez a la plenitud del Espíritu Santo. En la tradición pentecostal clásica, esta experiencia se expresa con las siguientes palabras. «La evidencia física inicial del bautismo con el Espíritu Santo es hablar en otras lenguas». Otros cristianos prefieren no utilizar esta terminología doctrinal, sin embargo, aplican el sentido fundamental de la misma a su propia práctica.

Esta comprensión modificada hace menos hincapié en la importancia de las lenguas como evidencia del bautismo con el Espíritu Santo, ya sea en términos de la experiencia inicial de la persona o de su vida continuada en la plenitud del Espíritu. Aun así, se mantiene el valor del lenguaje espiritual. Tal habilidad es una ayuda para la oración y la alabanza, y la participación más profunda en la adoración se considera un indicio fundamental de haber sido bautizado en el Espíritu, con el ejercicio continuo de hablar en lenguas como parte de la expresión devocional privada del creyente.

¿Qué hizo que la muchedumbre congregada en torno a los discípulos se maravillase? (Hch 2.6–8)
De acuerdo con el siguiente mapa, ¿de qué partes del mundo mediterráneo procedían los grupos étnicos de Hechos 2.9–11?


Las naciones del Pentecostés. En el primer siglo de la era cristiana, las comunidades judías estaban localizadas principalmente en la parte oriental del Imperio Romano, donde el griego era la lengua comúnmente usada, pero también las había tan al oeste como en Italia, y tan al este como en Babilonia. Además de gente de las naciones que aquí se muestran, el grupo presente el día de Pentecostés incluía visitantes de Mesopotamia, y de regiones situadas aún más al este, como Partia, Media y Elam (el actual Irán).

¿Cuál fue el mensaje que inspiró el Espíritu Santo en diversas lenguas extranjeras? (Hch 2.11)

¿Qué reacciones hubo, entre los espectadores, al fenómeno de que todos aquellos galileos hablaran en idiomas extranjeros? (Hch 2.12, 13)

¿Cuál podemos concluir que es la opinión de nuestro Padre Dios acerca del hablar en lenguas, dado que Él «organizó» el nacimiento de la iglesia incluyendo ese hecho como parte de la experiencia de cada creyente en aquella ocasión?

¿Qué enseña su propia iglesia en cuanto al hablar en lenguas cuando uno es lleno del Espíritu?

¿Cuál ha sido su experiencia con el hablar en lenguas y en cuanto al poder del Espíritu Santo?

¿Por qué se quedan las personas «atónitas y perplejas» con las expresiones del poder del Espíritu?

¿Por qué hay siempre algunos que se burlan de los creyentes que manifiestan el poder del Espíritu Santo?

Persuasión por medio de los testigos

¿Cómo respondió Pedro, juntamente con los once, a la acusación burlona de que los discípulos estaban borrachos? (Hch 2.15)

¿Cómo logró Pedro que su auditorio judío (v. 14) llegara a pensar que estaban contemplando una actuación de Dios? (Hch 2.16)

En Hechos 2.17–21 Pedro se refiere a Joel 2.28–32. ¿Qué señales de los últimos tiempos había predicho ese profeta?

¿Cuál de ellas se había cumplido?

Pedro sólo tenía que citar la profecía de Joel para incluir el llamamiento espiritual de Hechos 2.21. ¿Por qué es posible que el apóstol estuviera esperando que ocurriesen «prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra» en cualquier momento? (cf Hch 1.11; Lc 17.22–37)

¿Cuáles fueron los hechos acerca de Jesús que Pedro afirmó con confianza, hechos que aquella gente de Jerusalén conocía, aunque los debatieran? (Hch 2.22–24)

¿Cómo utilizó Pedro las palabras de David en el Salmo 16.8–11, a modo de autoridad bíblica, para respaldar la resurrección del Cristo? (Hch 2.25–31)

¿De qué manera relacionó Pedro la resurrección y la ascensión de Jesús con el derramamiento del Espíritu Santo? (Hch 2.32–35)

¿Qué conclusión sacó Pedro para sus oyentes basándose en la enseñanza bíblica acerca de la venida del Espíritu y la resurrección de Jesús? (Hch 2.36)

¿Por qué quedaron tan turbados los oyentes de Pedro por el mensaje según el cual Jesús era Señor y Cristo? (Hch 2.37)

¿Cuál es la razón, según usted, de que aquellos judíos de Jerusalén sintieran que tenían que hacer algo respecto a su participación en la muerte de Jesús? (Hch 2.37, 40)

¿Cómo puedo recibir el bautismo del Espíritu Santo? (Hch 2.38, 39). Debes hacer una serie de cosas para recibir esta bendición. Primero, necesitas nacer de nuevo. La persona que va a recibir la plenitud del Espíritu debe primero permitirle morar en su vida y pertenecer a Jesús (Ro 8.9).

La segunda cosa que debes hacer es pedirlo. La Biblia dice que si invocamos el Espíritu Santo, esa oración será contestada (Lc 11.8).

Lo tercero es rendirte a Él. El apóstol Pablo lo explica claramente en el libro de Romanos. «Que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo» (Ro 12.1).

En cuarto lugar, debes disponerte a obedecer al Espíritu. Dios no le entrega este poder a nadie para decirle entonces. «Puedes tomar lo que te convenga y dejar lo demás». Si quieres ser sumergido en el Espíritu debes estar preparado a obedecerle (Hch 5.32).

En quinto lugar, necesitas creer. El apóstol Pablo dice. «¿Recibirán el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?» (Gl 3.2). La respuesta, obviamente, es la fe. Debes creer que si lo pides, lo recibirás.

Finalmente, debes poner por obra lo que Dios te ha dado. Habiendo implorado, habiendo recibido, habiéndote dispuesto a obedecer, y habiendo creído, debes responder a la manera bíblica.

¿Cuántos discípulos hubo antes de Pentecostés? (Hch 1.15) (A)

¿Cuántos hubo después de Pentecostés? (Hch 1.15; 2.41) (B)

¿Qué porcentaje de aumento fue ese? (B dividido por A, multiplicado por 100)

El día de Pentecostés tres mil oyentes judíos creyeron en Jesús a causa de la profecía y de un testimonio de la resurrección. ¿Qué medios utilizó Dios para inducirlo a usted a la fe en Cristo?

¿Qué pasajes de la Escritura desempeñaron un papel en su conversión y cuál fue dicho papel?

Aquellos convertidos estuvieron conscientes de la plenitud del Espíritu Santo desde el momento en que fueron salvos. ¿Cuándo y cómo llegó usted a sensibilizarse acerca del papel del Espíritu en cuanto a infundir poder a su vida?

El producto de los testigos

¿En qué prácticas perseveraba la iglesia naciente de Jesucristo? (Hch 2.42). Explique brevemente lo que piensa que significa cada una de ellas.

1.
2.
3.
4.

¿Cuál fue la reacción de la gente ante la iglesia naciente y qué provocó dicha reacción? (Hch 2.43)
Conteste las siguientes preguntas basándose en Hechos 2.44–47.

1. ¿Cómo se preocupaban unos por otros los miembros de la iglesia naciente?
2. ¿Cómo tenían comunión unos con otros?
3. ¿Cómo adoraban a Dios?
4. ¿Cómo seguía creciendo aquella iglesia naciente a pesar de los temores que experimentaba el pueblo en general?




Continuará…

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