Charles
Hutchinson Gabriel (1856–1932
Carlos
H. Gabriel era el rey de la música cristiana durante la primera parte del siglo
veinte. Escribió la letra y la música de muchos himnos que eran usados por los
evangelistas populares de su tiempo como Billy Sunday y su director de alabanza
Homer Rodeheaver.
Los
himnos de Gabriel reflejaban un cambio en el estilo de la música religiosa.
Durante el siglo diecinueve los himnos eran altamente significativos y con
frecuencia meditativos. Pero en las campañas de Sunday y Moody, los cristianos
aprendieron a amar canciones que era divertido cantarlas, muy energéticas y
fáciles de recordar. Quisás el himno más popular de Gabriel sea «Gloria sin
fin» con su final espectacular. También escribió «Da la luz», un llamamiento
misionero que remonta a los cantantes a través del océano.
Las
canciones como «¡Cuán grande amor!» se enfocan en una simple emoción y la
celebra. En este caso, es asombro crudo ante la magnitud del sacrificio de
Cristo. Amamos este himno porque nos identificamos con el. ¿Cómo podemos evitar
estar maravillados ante su presencia? ¡Qué maravilloso, qué asombroso!
¡CUÁN
GRANDE AMOR!
Que Cristo me hay salvado
Tan malo yo fui,
Me deja maravillado,
Pues Él se entregó por mí.
Coro
¡Cuán grande amor! ¡Oh, grande amor!
El de Cristo para mí.
¡Cuán grande amor! ¡Oh, grande amor!
Pues por Él salvado fui.
Oro por mí en el Huerto:
Ò No se haga mi voluntad. Ó
Y todo aquel sufrimiento
Causado fue por mi mal.
Por mí se hizo pecado,
Mis culpas su amor llevó.
Murió en la cruz olvidado
Mas mi alma Él rescató.
Cuando al final con los santos
Su gloria contemplaré,
Con gratitud y con cantos
Por siempre le alabaré.
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