Hechos (27.1–28.31)
Aquel
viaje del ministerio juvenil a esquiar, se decía Frank, no estaba terminando
bien. Con ese temporal de nieve les había llevado doce horas cubrir la
distancia que por lo general hacían en cinco. Los tres autocares habían llegado
a Ratón Pass, en el sur de Colorado, hacia el mediodía del día de Nochebuena,
para encontrarse con el puerto cerrado indefinidamente. Frank indicó al primer
conductor que los llevara a un solitario restaurante que había cerca de la
barrera, y cuyo propietario accedió a dar de comer a aquellos noventa
jovencitos cocinando con el último propano que le quedaba en el tanque.
Luego
Frank fue hasta la barrera, desde donde el jefe del coche patrulla de tráfico
llamó a una escuela secundaria de la localidad cercana a Trinidad e hizo
arreglos para alojarlos temporalmente. Una vez que Frank tuvo a todo el mundo
instalado en dormitorios, fue a reconocer la escuela y la localidad. Mientras
los chicos hacían llamadas lacrimógenas a casa, el servicio de cocina del
centro preparaba algunos perritos calientes para la cena de Nochebuena y Frank
encontraba un cine en el que se proyectaba la película El manto sagrado, así
como una iglesia episcopal que tenía culto por la noche. Aquel pueblecito
enterrado en la nieve parecía sacado de una postal, mientras Frank caminaba
hacia la iglesia con un par de docenas de jovencitos para asistir a una hermosa
celebración del nacimiento del Cristo.
La
mañana de Navidad amaneció con los destellos de un sol radiante sobre la capa
de nieve. Frank dirigió la carga de los autocares y reunió a los esquiadores en
el gimnasio para esperar a que al autobús guía le diera por arrancar. Si no
salían pronto, tal vez no estarían en casa antes de que acabase el día de
Navidad. Frank miró a su alrededor y llamó a varios jóvenes que había cerca,
asegurándose de incluir a los recién convertidos cuyas vidas espirituales
quería fortalecer.
—Vamos a orar para que
Dios arranque ese autobús —les dijo a sus jóvenes amigos.
Aquello parecía la cosa
más normal en medio de todas aquellas anormales circunstancias. Las jóvenes
voces hicieron peticiones sencillas pero directas a su Padre celestial.
Luego Frank profirió.
—Voy a decirles a los
conductores que hemos orado y que Dios va a arrancar ese autobús —y así lo
hizo.
El
conductor gruño algo y repitió lo mismo que había estado haciendo una y otra
vez desde hacía una hora, pero con la excepción de que esta vez el autocar se
puso estrepitosamente en marcha.
Frank
hizo un guiño al conductor y se volvió para guiar a los vitoreantes chicos a
sus asientos. El último en subir fue el médico del viaje, padre taciturno de
uno de los jovencitos, que había sido invitado por si se presentaba alguna
emergencia. Frank no había hablado con él durante toda aquella prueba.
El doctor Hale se paró
un momento al lado de Frank y le miró detenidamente.
—¿Cómo has podido con
todo eso de buscar comida y cosas que hacer de improviso, sin enredarte —dijo
luego.
Frank se rió, porque
sabía que no lo había hecho él.
Cuando
el apóstol Pablo fue enviado por barco a Roma bajo vigilancia para comparecer
en juicio ante César, hacía más de dos años que sus viajes y ministerio se
habían visto restringidos. Algún observador hubiera podido inferir que el
apóstol no debería haber ido nunca a Jerusalén y acabar de ese modo
prematuramente su carrera. Nadie habría previsto la manera en que el poder del
Reino estaba a punto de prevalecer y de lanzar a Pablo a la gloriosa etapa
final de su testimonio al mundo gentil. El viaje en sí anunciaba la naturaleza
del ministerio que el apóstol habría de realizar en Roma.
Preservado
del viento huracanado
Después
de que Lucas se reuniera con Pablo en Filipos durante el tercer viaje
misionero, permaneció con él todo el camino hasta Roma. Nadie sabe lo que haría
el evangelista durante los más de dos años que Pablo estuvo encarcelado en
Cesarea. Tal vez comenzó la investigación necesaria para escribir su evangelio
y el libro de los Hechos. Sea como fuere, la segunda persona del plural
reaparece en Hechos 27.1,
al comienzo del decisivo viaje a Roma.
Observe en el mapa
siguiente el curso que siguió Pablo en su viaje hasta Roma.
¿Quién iba con Pablo en
el barco que zarpó de Cesarea en dirección a Roma y quién estaba al mando del
mismo? (Hch
27.1,
2)
¿Cuál era el plan para
la primera etapa del viaje a Roma, a qué dificultades se enfrentaron los
viajeros? (Hch 27.2–5)
¿Cuál era el plan para
la segunda etapa y qué problemas empezaron a hacerlo peligrar? (Hch
27.6–8)
El
ayuno (Hch
27.9)
es una referencia al día del sacrificio que se celebraba entre fines de
septiembre y principios de octubre. Este ya había pasado, lo cual era una
manera de decir que se acercaba el tiempo invernal, peligroso para la
navegación. El período riesgoso para navegar comenzaba a mediados de septiembre
y duraba hasta comienzos de noviembre. Después, todo tráfico por mar abierto
cesaba hasta el fin del invierno.
¿Quién aconsejó al
centurión en sentido contrario en cuanto al viaje y qué consejo fue ese? (Hch
27.9b–11)
Pablo
dijo percibir que aquel viaje terminaría con «perjuicio» (Hch
27.10),
traducción del término griego hubris, una palabra técnica predilecta de los
dramaturgos griegos clásicos. Éstos utilizaban hubris para indicar el trágico
defecto de carácter que llevaba inevitablemente a la ruina a aquella persona
que lo poseía.
Había
tan íntima conexión entre el hubris arrogante y los finales trágicos que hubris
empezó a utilizarse figurativamente con referencia a los desastres. Pablo puede
haberles estado sugiriendo al capitán del barco y al centurión que no debían
ser demasiado orgullosos para aceptar el consejo a fin de evitar la tragedia.
¿Qué decidió intentar
el centurión? (Hch 27.12)
¿Bajo qué
circunstancias quedó el viaje de Pablo a Roma fuera del control humano? (Hch
27.13–15)
Describa los esfuerzos
de la tripulación para capear el temporal (Hch
27.16–20)
¿Cómo iba cambiando el
estado anímico de los tripulantes con cada tanda de esfuerzos realizados? (Hch
27.16–20)
¿Cuál fue el mensaje de
Pablo, recibido por revelación divina, a la tripulación y los pasajeros del
barco? (Hch
27.21–26)
¿Qué efecto piensa
usted que produjeron en la tripulación y los pasajeros, tanto en los que le
creyeron como en los que se mostraron escépticos, las palabras de aliento de
Pablo?
¿Qué sucesos decisivos
ocurrieron mientras el desvalido barco era arrastrado por el viento hacia
tierra? (Hch 27.27–32)
¿Cómo logró el Señor
que Pablo uniera a la tripulación y los pasajeros para que cooperasen y se
salvaran? (Hch 27.33–38)
La
nave alejandrina (Hch 27.6)
probablemente un barco granero (v. 38),
tenía su registro en Alejandría, la capital romana de Egipto. Egipto era el
principal proveedor de grano para Roma, y la flota granera era la arteria vital
del imperio.
¿Cuál era el plan de
los marineros para varar la nave y qué sucedió cuando lo intentaron? (Hch
27.39–41)
¿Qué plan tenían los
soldados para con los prisioneros en caso de naufragio y qué sucedió en cambio?
(Hch
27.42–44)
Según usted, ¿qué estaba tratando de decirle
Dios a la gente que viajaba con Pablo?
¿Qué intenta decir el
Señor a aquellos que leen en la Biblia el relato de Lucas acerca de este viaje?
¿De qué manera ha
experimentado usted la misericordiosa protección del Señor durante sus viajes?
¿Y cómo ha podido
testificar de Él basándose en dicha protección?
Preservado
de la víbora
Entre
los pueblos antiguos era una idea corriente que las personas malvadas recibían
el pago divino durante los desastres, y que los buenos escapaban de ellos. El
Señor vindicó a Pablo repetidamente en sus viajes para comparecer ante el
tribunal de César. El apóstol llegaría a Roma como un héroe para muchos.
¿Qué suceso ocurrido en
la isla de Malta aumentó la reputación de Pablo para con los naturales de allí?
(Hch
28.1–6)
¿Qué profecía de Jesús
podía estar cumpliendo dicho suceso?
¿Cuál era la primera
opinión de los naturales de la isla acerca de Pablo y cuál resultó ser su
impresión final debido al milagro? (Hch
28.4,
6)
¿De qué manera llegó
Pablo a comprometerse en un ministerio de sanidad en la isla de Malta? (Hch
28.7–9)
El
ministerio de sanidad de Pablo en Malta. Aquí hay una referencia a sanidades
divinas a pesar del hecho que Lucas, un médico, acompañó a Pablo. Este hecho
incómoda tanto a los críticos de la sanidad moderna, que algunos han adelantado
la teoría de que las sanidades que se mencionan en el v. 9
fueron obra de Lucas, quien habría empleado remedios médicos, aunque no se
menciona aquí su nombre. La teoría se basa en el uso de therapeuo, la palabra
griega para «sanidad» (v. 8),
la cual algunos insisten que se refiere a la terapia médica.
Sin
embargo, de hecho esta palabra aparece 34 veces en el NT. En 32 casos, se
refiere claramente a sanidad divina; en los demás, tiene una significación
general. Ambas palabras (iaomai y therapeuo) designan el mismo tipo de sanidad
en Mateo
8.7,
8,
lo cual indica que se usan indistintamente en la Biblia.
Lo
anterior no se opone a los tratamientos médicos; no dice que la medicina o la
ayuda de los médicos sean perjudiciales, porque, en verdad, no lo son. Sin
embargo, queda claro que este pasaje no da pie para la sustitución de la
terapia médica por la oración. Dios sana por muchos medios. La oración de fe,
poderes naturales recuperativos, ayuda médica, o medicina y milagros.
¿Cómo fueron tratados
Pablo y sus compañeros al abandonar Malta? (Hch
28.10)
¿Cuándo ha visto usted
a Dios proporcionar sanidad divina en respuesta a la oración?
¿Qué efecto tuvo eso en
aquellos que presenciaron la sanidad?
Preservado
bajo vigilancia
Julio
el centurión y sus soldados mantuvieron bajo vigilancia a Pablo y a los otros
tres prisioneros en algún cuartel de Malta durante los tres meses restantes de
invierno. Parece que Pablo había gozado de bastante libertad y mantenido
contactos frecuentes con los habitantes de la isla. Una vez llegada la primavera
y con un tiempo lo bastante bueno para navegar, había llegado el momento para
Julio de trasladar a sus prisioneros a Roma.
Describa el viaje de
Pablo hasta Italia (Hch 28.11–15).
«El
Foro de Apio está a setenta kilómetros de Roma y las Tres Tabernas a unos
cincuenta y cinco. [Pablo y sus compañeros] se hallaban en la gran Vía Apia,
que unía a Roma con la costa, cuando una representación de creyentes romanos
fue a recibir al apóstol. La palabra griega que se utiliza aquí es la misma que
la empleada para las comisiones municipales que salían a recibir a los
generales, los reyes otros conquistadores. Iban para recibir a Pablo como uno
de los grandes de la tierra; y él dio gracias a Dios y cobró aliento con ello.
¿Qué fue lo que animó de un modo tan especial su corazón? Seguramente el hecho
de comprender de repente que no se encontraba solo en absoluto».
¿Qué les sucedió a
Pablo y a los otros prisioneros cuando por fin llegaron a Roma? (Hch
28.16)
¿Por qué supone usted
que Pablo llamó a los dirigentes judíos de Roma inmediatamente? (Hch
28.17)
¿Cómo explicó Pablo a
los judíos romanos su apuro legal con los hebreos de Palestina? (Hch
28.17–20)
La
esperanza de Israel (Hch 28.20)
era la expresión más breve de Pablo al referirse al cumplimiento de las
expectativas mesiánicas de los judíos en el Cristo. El apóstol había empezado a
vincular los conceptos de esperanza y resurrección hablando a los dirigentes
judíos (véase Hch 23.6).
Si podían aceptar la resurrección de Jesús, también serían capaces de recibirle
como su Mesías (Hch 26.6–8)
¿Cuál fue la respuesta
de los dirigentes judíos de Roma a la presentación que hizo Pablo de su causa?
(Hch
28.21,
22)
¿Qué pasó cuando un
buen número de judíos se reunieron donde residía Pablo para escuchar una
explicación completa de la doctrina del apóstol? (Hch
28.23,
24)
¿Qué sucedió cuando se
produjo una reacción dividida de la comunidad judía a la enseñanza de Pablo? (Hch
28.25–29)
Información
adicional
El
mensaje que cierra el libro de los Hechos es que los judíos de los días de
Pablo, desde Jerusalén a Roma, rechazaron a Jesús como su Mesías. Naturalmente,
algunos judíos creyeron, pero la antorcha del evangelio pasó de las manos de la
nación judía a los gentiles. No sólo el cristianismo se había difundido entre
Jerusalén y Roma, sino que también había dejado de ser una religión
exclusivamente judía para convertirse en esperanza para todas las naciones (v. 28).
El mismo Pablo explica brevemente esta transición en Romanos
9–11.
¿De qué manera predicó
Pablo el evangelio en la ciudad de Roma? (Hch
28.30,
31)
«Fue
allí, en la cárcel, donde [Pablo] escribió las cartas a los Filipenses, a los
Efesios, a los Colosenses y a Filemón. Tampoco estuvo nunca completamente solo.
Lucas y Aristarco habían ido con él, y hasta el final Lucas permaneció a su
lado (2
Ti 4.11).
Timoteo estaba a menudo con el apóstol (Flp
1.1;
Col
1.1;
Flm
1).
A veces le acompañó Tíquico (Ef 6.21),
y durante algún tiempo contó con la compañía de Epafrodito (Flp
4.18).
También Marcos estuvo con él (Col 4.10).
»No
supuso tampoco una pérdida de tiempo. Pablo dice a los filipenses que todo esto
ha redundado en el progreso del evangelio (Flp
1.12).
Y fue así, particularmente, porque sus prisiones eran conocidas de toda la
guardia pretoriana (Flp 1.13)…
En un período de dos años muchos de ellos debieron pasar largos días y noches
con Pablo, y algunos hasta terminarían su turno de guardia con el Cristo en el
corazón».
¿De qué maneras animó
el Señor a Pablo cuando éste llegó a Roma para enfrentarse a un juicio ante el
Emperador?
¿Cómo ha alentado Dios
a su iglesia en cuanto al ministerio en un mundo hostil?
¿De qué forma le ha
animado el Señor a usted para que sea su testigo allí donde Él le ha colocado
(aunque a veces pueda parecer una cárcel)?
El
final del libro de los Hechos queda abierto intencionalmente. La propagación
del evangelio, que Hechos traza desde Jerusalén hasta Roma, sigue adelante todavía.
¿De qué manera están contribuyendo a dicha propagación usted y su iglesia?
FIN…
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