viernes, 17 de enero de 2020

Estudio 13—El poder del Reino prevalece (fin)



Hechos (27.1–28.31)

Aquel viaje del ministerio juvenil a esquiar, se decía Frank, no estaba terminando bien. Con ese temporal de nieve les había llevado doce horas cubrir la distancia que por lo general hacían en cinco. Los tres autocares habían llegado a Ratón Pass, en el sur de Colorado, hacia el mediodía del día de Nochebuena, para encontrarse con el puerto cerrado indefinidamente. Frank indicó al primer conductor que los llevara a un solitario restaurante que había cerca de la barrera, y cuyo propietario accedió a dar de comer a aquellos noventa jovencitos cocinando con el último propano que le quedaba en el tanque.

Luego Frank fue hasta la barrera, desde donde el jefe del coche patrulla de tráfico llamó a una escuela secundaria de la localidad cercana a Trinidad e hizo arreglos para alojarlos temporalmente. Una vez que Frank tuvo a todo el mundo instalado en dormitorios, fue a reconocer la escuela y la localidad. Mientras los chicos hacían llamadas lacrimógenas a casa, el servicio de cocina del centro preparaba algunos perritos calientes para la cena de Nochebuena y Frank encontraba un cine en el que se proyectaba la película El manto sagrado, así como una iglesia episcopal que tenía culto por la noche. Aquel pueblecito enterrado en la nieve parecía sacado de una postal, mientras Frank caminaba hacia la iglesia con un par de docenas de jovencitos para asistir a una hermosa celebración del nacimiento del Cristo.

La mañana de Navidad amaneció con los destellos de un sol radiante sobre la capa de nieve. Frank dirigió la carga de los autocares y reunió a los esquiadores en el gimnasio para esperar a que al autobús guía le diera por arrancar. Si no salían pronto, tal vez no estarían en casa antes de que acabase el día de Navidad. Frank miró a su alrededor y llamó a varios jóvenes que había cerca, asegurándose de incluir a los recién convertidos cuyas vidas espirituales quería fortalecer.

—Vamos a orar para que Dios arranque ese autobús —les dijo a sus jóvenes amigos.

Aquello parecía la cosa más normal en medio de todas aquellas anormales circunstancias. Las jóvenes voces hicieron peticiones sencillas pero directas a su Padre celestial.

Luego Frank profirió.
—Voy a decirles a los conductores que hemos orado y que Dios va a arrancar ese autobús —y así lo hizo.

El conductor gruño algo y repitió lo mismo que había estado haciendo una y otra vez desde hacía una hora, pero con la excepción de que esta vez el autocar se puso estrepitosamente en marcha.

Frank hizo un guiño al conductor y se volvió para guiar a los vitoreantes chicos a sus asientos. El último en subir fue el médico del viaje, padre taciturno de uno de los jovencitos, que había sido invitado por si se presentaba alguna emergencia. Frank no había hablado con él durante toda aquella prueba.

El doctor Hale se paró un momento al lado de Frank y le miró detenidamente.

—¿Cómo has podido con todo eso de buscar comida y cosas que hacer de improviso, sin enredarte —dijo luego.

Frank se rió, porque sabía que no lo había hecho él.

Cuando el apóstol Pablo fue enviado por barco a Roma bajo vigilancia para comparecer en juicio ante César, hacía más de dos años que sus viajes y ministerio se habían visto restringidos. Algún observador hubiera podido inferir que el apóstol no debería haber ido nunca a Jerusalén y acabar de ese modo prematuramente su carrera. Nadie habría previsto la manera en que el poder del Reino estaba a punto de prevalecer y de lanzar a Pablo a la gloriosa etapa final de su testimonio al mundo gentil. El viaje en sí anunciaba la naturaleza del ministerio que el apóstol habría de realizar en Roma.

Preservado del viento huracanado

Después de que Lucas se reuniera con Pablo en Filipos durante el tercer viaje misionero, permaneció con él todo el camino hasta Roma. Nadie sabe lo que haría el evangelista durante los más de dos años que Pablo estuvo encarcelado en Cesarea. Tal vez comenzó la investigación necesaria para escribir su evangelio y el libro de los Hechos. Sea como fuere, la segunda persona del plural reaparece en Hechos 27.1, al comienzo del decisivo viaje a Roma.

Observe en el mapa siguiente el curso que siguió Pablo en su viaje hasta Roma.

¿Quién iba con Pablo en el barco que zarpó de Cesarea en dirección a Roma y quién estaba al mando del mismo? (Hch 27.1, 2)

¿Cuál era el plan para la primera etapa del viaje a Roma, a qué dificultades se enfrentaron los viajeros? (Hch 27.2–5)

¿Cuál era el plan para la segunda etapa y qué problemas empezaron a hacerlo peligrar? (Hch 27.6–8)

El ayuno (Hch 27.9) es una referencia al día del sacrificio que se celebraba entre fines de septiembre y principios de octubre. Este ya había pasado, lo cual era una manera de decir que se acercaba el tiempo invernal, peligroso para la navegación. El período riesgoso para navegar comenzaba a mediados de septiembre y duraba hasta comienzos de noviembre. Después, todo tráfico por mar abierto cesaba hasta el fin del invierno.

¿Quién aconsejó al centurión en sentido contrario en cuanto al viaje y qué consejo fue ese? (Hch 27.9b–11)

Pablo dijo percibir que aquel viaje terminaría con «perjuicio» (Hch 27.10), traducción del término griego hubris, una palabra técnica predilecta de los dramaturgos griegos clásicos. Éstos utilizaban hubris para indicar el trágico defecto de carácter que llevaba inevitablemente a la ruina a aquella persona que lo poseía.

Había tan íntima conexión entre el hubris arrogante y los finales trágicos que hubris empezó a utilizarse figurativamente con referencia a los desastres. Pablo puede haberles estado sugiriendo al capitán del barco y al centurión que no debían ser demasiado orgullosos para aceptar el consejo a fin de evitar la tragedia.

¿Qué decidió intentar el centurión? (Hch 27.12)

¿Bajo qué circunstancias quedó el viaje de Pablo a Roma fuera del control humano? (Hch 27.13–15)

Describa los esfuerzos de la tripulación para capear el temporal (Hch 27.16–20)

¿Cómo iba cambiando el estado anímico de los tripulantes con cada tanda de esfuerzos realizados? (Hch 27.16–20)

¿Cuál fue el mensaje de Pablo, recibido por revelación divina, a la tripulación y los pasajeros del barco? (Hch 27.21–26)

¿Qué efecto piensa usted que produjeron en la tripulación y los pasajeros, tanto en los que le creyeron como en los que se mostraron escépticos, las palabras de aliento de Pablo?

¿Qué sucesos decisivos ocurrieron mientras el desvalido barco era arrastrado por el viento hacia tierra? (Hch 27.27–32)

¿Cómo logró el Señor que Pablo uniera a la tripulación y los pasajeros para que cooperasen y se salvaran? (Hch 27.33–38)

La nave alejandrina (Hch 27.6) probablemente un barco granero (v. 38), tenía su registro en Alejandría, la capital romana de Egipto. Egipto era el principal proveedor de grano para Roma, y la flota granera era la arteria vital del imperio.

¿Cuál era el plan de los marineros para varar la nave y qué sucedió cuando lo intentaron? (Hch 27.39–41)

¿Qué plan tenían los soldados para con los prisioneros en caso de naufragio y qué sucedió en cambio? (Hch 27.42–44)

 Según usted, ¿qué estaba tratando de decirle Dios a la gente que viajaba con Pablo?

¿Qué intenta decir el Señor a aquellos que leen en la Biblia el relato de Lucas acerca de este viaje?

¿De qué manera ha experimentado usted la misericordiosa protección del Señor durante sus viajes?

¿Y cómo ha podido testificar de Él basándose en dicha protección?

Preservado de la víbora

Entre los pueblos antiguos era una idea corriente que las personas malvadas recibían el pago divino durante los desastres, y que los buenos escapaban de ellos. El Señor vindicó a Pablo repetidamente en sus viajes para comparecer ante el tribunal de César. El apóstol llegaría a Roma como un héroe para muchos.

¿Qué suceso ocurrido en la isla de Malta aumentó la reputación de Pablo para con los naturales de allí? (Hch 28.1–6)

¿Qué profecía de Jesús podía estar cumpliendo dicho suceso?

¿Cuál era la primera opinión de los naturales de la isla acerca de Pablo y cuál resultó ser su impresión final debido al milagro? (Hch 28.4, 6)

¿De qué manera llegó Pablo a comprometerse en un ministerio de sanidad en la isla de Malta? (Hch 28.7–9)

El ministerio de sanidad de Pablo en Malta. Aquí hay una referencia a sanidades divinas a pesar del hecho que Lucas, un médico, acompañó a Pablo. Este hecho incómoda tanto a los críticos de la sanidad moderna, que algunos han adelantado la teoría de que las sanidades que se mencionan en el v. 9 fueron obra de Lucas, quien habría empleado remedios médicos, aunque no se menciona aquí su nombre. La teoría se basa en el uso de therapeuo, la palabra griega para «sanidad» (v. 8), la cual algunos insisten que se refiere a la terapia médica.

Sin embargo, de hecho esta palabra aparece 34 veces en el NT. En 32 casos, se refiere claramente a sanidad divina; en los demás, tiene una significación general. Ambas palabras (iaomai y therapeuo) designan el mismo tipo de sanidad en Mateo 8.7, 8, lo cual indica que se usan indistintamente en la Biblia.

Lo anterior no se opone a los tratamientos médicos; no dice que la medicina o la ayuda de los médicos sean perjudiciales, porque, en verdad, no lo son. Sin embargo, queda claro que este pasaje no da pie para la sustitución de la terapia médica por la oración. Dios sana por muchos medios. La oración de fe, poderes naturales recuperativos, ayuda médica, o medicina y milagros.

¿Cómo fueron tratados Pablo y sus compañeros al abandonar Malta? (Hch 28.10)

¿Cuándo ha visto usted a Dios proporcionar sanidad divina en respuesta a la oración?

¿Qué efecto tuvo eso en aquellos que presenciaron la sanidad?

Preservado bajo vigilancia

Julio el centurión y sus soldados mantuvieron bajo vigilancia a Pablo y a los otros tres prisioneros en algún cuartel de Malta durante los tres meses restantes de invierno. Parece que Pablo había gozado de bastante libertad y mantenido contactos frecuentes con los habitantes de la isla. Una vez llegada la primavera y con un tiempo lo bastante bueno para navegar, había llegado el momento para Julio de trasladar a sus prisioneros a Roma.

Describa el viaje de Pablo hasta Italia (Hch 28.11–15).

«El Foro de Apio está a setenta kilómetros de Roma y las Tres Tabernas a unos cincuenta y cinco. [Pablo y sus compañeros] se hallaban en la gran Vía Apia, que unía a Roma con la costa, cuando una representación de creyentes romanos fue a recibir al apóstol. La palabra griega que se utiliza aquí es la misma que la empleada para las comisiones municipales que salían a recibir a los generales, los reyes otros conquistadores. Iban para recibir a Pablo como uno de los grandes de la tierra; y él dio gracias a Dios y cobró aliento con ello. ¿Qué fue lo que animó de un modo tan especial su corazón? Seguramente el hecho de comprender de repente que no se encontraba solo en absoluto».
¿Qué les sucedió a Pablo y a los otros prisioneros cuando por fin llegaron a Roma? (Hch 28.16)

¿Por qué supone usted que Pablo llamó a los dirigentes judíos de Roma inmediatamente? (Hch 28.17)

¿Cómo explicó Pablo a los judíos romanos su apuro legal con los hebreos de Palestina? (Hch 28.17–20)

            La esperanza de Israel (Hch 28.20) era la expresión más breve de Pablo al referirse al cumplimiento de las expectativas mesiánicas de los judíos en el Cristo. El apóstol había empezado a vincular los conceptos de esperanza y resurrección hablando a los dirigentes judíos (véase Hch 23.6). Si podían aceptar la resurrección de Jesús, también serían capaces de recibirle como su Mesías (Hch 26.6–8)

¿Cuál fue la respuesta de los dirigentes judíos de Roma a la presentación que hizo Pablo de su causa? (Hch 28.21, 22)

¿Qué pasó cuando un buen número de judíos se reunieron donde residía Pablo para escuchar una explicación completa de la doctrina del apóstol? (Hch 28.23, 24)

¿Qué sucedió cuando se produjo una reacción dividida de la comunidad judía a la enseñanza de Pablo? (Hch 28.25–29)

 Información adicional

El mensaje que cierra el libro de los Hechos es que los judíos de los días de Pablo, desde Jerusalén a Roma, rechazaron a Jesús como su Mesías. Naturalmente, algunos judíos creyeron, pero la antorcha del evangelio pasó de las manos de la nación judía a los gentiles. No sólo el cristianismo se había difundido entre Jerusalén y Roma, sino que también había dejado de ser una religión exclusivamente judía para convertirse en esperanza para todas las naciones (v. 28). El mismo Pablo explica brevemente esta transición en Romanos 9–11.

¿De qué manera predicó Pablo el evangelio en la ciudad de Roma? (Hch 28.30, 31)

«Fue allí, en la cárcel, donde [Pablo] escribió las cartas a los Filipenses, a los Efesios, a los Colosenses y a Filemón. Tampoco estuvo nunca completamente solo. Lucas y Aristarco habían ido con él, y hasta el final Lucas permaneció a su lado (2 Ti 4.11). Timoteo estaba a menudo con el apóstol (Flp 1.1; Col 1.1; Flm 1). A veces le acompañó Tíquico (Ef 6.21), y durante algún tiempo contó con la compañía de Epafrodito (Flp 4.18). También Marcos estuvo con él (Col 4.10).

»No supuso tampoco una pérdida de tiempo. Pablo dice a los filipenses que todo esto ha redundado en el progreso del evangelio (Flp 1.12). Y fue así, particularmente, porque sus prisiones eran conocidas de toda la guardia pretoriana (Flp 1.13)… En un período de dos años muchos de ellos debieron pasar largos días y noches con Pablo, y algunos hasta terminarían su turno de guardia con el Cristo en el corazón».

¿De qué maneras animó el Señor a Pablo cuando éste llegó a Roma para enfrentarse a un juicio ante el Emperador?

¿Cómo ha alentado Dios a su iglesia en cuanto al ministerio en un mundo hostil?

¿De qué forma le ha animado el Señor a usted para que sea su testigo allí donde Él le ha colocado (aunque a veces pueda parecer una cárcel)?

El final del libro de los Hechos queda abierto intencionalmente. La propagación del evangelio, que Hechos traza desde Jerusalén hasta Roma, sigue adelante todavía. ¿De qué manera están contribuyendo a dicha propagación usted y su iglesia?


FIN…

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