miércoles, 30 de septiembre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) LUCAS.

Lucas fue un gentil que puso su fe en Jesucristo. Su propósito al escribir una historia de la vida, muerte, y resurrección de Jesucristo era que las personas fuera de la fe y cultura judía pudieran entender el mensaje de salvación.

A veces necesitamos dar un paso atrás para tener una  mejor  perspectiva. Una cosa es que tres de los doce discípulos de Jesús escriban sobre la vida del Cristo; otra completamente diferente que alguien que no le conoció escriba sobre Él. Lucas nunca lo vio, pero decidió seguirle. Hombre obviamente educado, que según Colosenses 4:14 era médico, aprendió todo lo que pudo acerca de Jesús y nos transmite el producto de sus indagatorias. Su Evangelio nos proporciona «un paso atrás», una perspectiva única del nacimiento, ministerio, muerte y resurrección de Jesús.

El Evangelio de Lucas es único en varias formas. Es el único Evangelio que tiene una segunda parte, Hechos. Lucas y Hechos incluyen un relato de la ascensión, acontecimiento que sólo Lucas describe detalladamente. Segundo, Lucas es el más largo de los cuatro Evangelios. Tercero, Lucas narra una amplia variedad de milagros, enseñanzas y parábolas, con lo que pasa a ser la descripción más completa del ministerio de Jesús. Gran parte del material cubierto en los capítulos 9-19 aparece solamente en Lucas; en total, un tercio del Evangelio de Lucas es único. Cuarto, Lucas es el único Evangelio dirigido a una persona. Lucas lo escribe para Teófilo, que probablemente era un creyente gentil.

Para Lucas, Jesús es el Mesías prometido (1:31-35), el Hijo de Dios (9:35), el Siervo por medio de quien Dios obra (4:16-18), y el Señor llamado a sentarse a la diestra de Dios para ejercer su autoridad y dar el Espíritu a los que creen (cf. 22:69 con Hch 2:30-36). Aunque hay aspectos del plan de Dios que se cumplen en la primera venida de Jesús, otras partes están por cumplirse cuando Jesús venga otra vez (21:5-36; Hch 3:14-26).

Lucas escribió su Evangelio para asegurar a Teófilo que Dios aún obra en la comunidad cristiana fundada por Jesús. Lucas presenta la gracia de Dios según se revela en el ministerio de Jesús en la tierra. Destaca que esta gracia está al alcance de los gentiles, aun cuando las promesas relacionadas con el ministerio de Jesús se remontan a la historia de Israel (1:1-4). Por esta razón, Lucas enfoca la relación de Jesús con la nación y con los líderes de Israel. El rechazo de Israel no significa el fracaso del plan de Dios. Por el contrario, aunque no lo sabían, el rechazo era parte del plan de Dios desde el principio (Hch 2:22-39). En efecto, la persecución de la comunidad cristiana iba a ser el medio por el cual la iglesia difundiría las Buenas Nuevas por el mundo. Jesús mismo había anunciado que esto ocurriría (24:45-48).

Los primeros dos capítulos de Lucas enfatizan el AT y la promesa de un Mesías, mientras 3:1-4:13 demuestra que Jesús es el Mesías que puede resistir al malo. Luego 4:14-9:50 presenta el poder y las enseñanzas de Jesús. En estos capítulos Lucas registra las afirmaciones de Jesús sobre su autoridad y los numerosos milagros que las avalan. Aun con estos milagros como evidencia, el pueblo rechazó a Jesús mientras crecía con firmeza la fe de los discípulos. La creciente grieta entre Jesús y los líderes judíos se ve en 9:51-19:44.

Esta brecha se enfatiza en los capítulos 9-13, pero en los capítulos 14-19 la atención se dirige a las instrucciones que Jesús da a los discípulos. La última sección (19:45-24:53) presenta las controversias finales, el juicio, la muerte de Jesús, su Resurrección y Ascensión. El libro termina con la orden de Jesús a sus discípulos de esperar la venida del Espíritu. A estas alturas, ellos tenían que haber comprendido que todo lo ocurrido en la vida de Jesús había sido prometido en la Ley, los Profetas y los Salmos (24:43-49). Jesús es el Mesías prometido. El perdón de los pecados se puede obtener solamente por medio de Él. Los discípulos eran testigos de este hecho. Su misión era dar a conocer las buenas nuevas a todas las naciones, no sólo a los judíos. Jesús les encargó esta tarea, pero también les proveyó el poder para llevarla a cabo (24:47). De esta forma queda claro que el Evangelio de Lucas se centra en el plan de Dios para proveer salvación al mundo. El libro termina anticipando la difusión del Evangelio que se registra en su segunda parte, el libro de los Hechos.

Ni Lucas ni Hechos llevan una firma, de modo que tenemos que deducir la identidad del autor. El autor escribe que no fue testigo ocular de los acontecimientos que rodearon a Jesús, pero que recogió de otros la información. Por otra parte, el autor estaba presente junto a Pablo en algunos de los acontecimientos descritos en Hechos que pertenecen a partes denominadas «secciones de nosotros» en Hechos (Hch 16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; 27:1-28:16). En consecuencia, el autor debe de haber sido un convertido relativamente reciente que conoció a Pablo y viajó con él.

Escritos cristianos antiguos, desde las obras de Justino Mártir hasta Tertuliano, identifican al autor como Lucas, identificación que estaba firmemente asentada en el siglo tercero d.C. Según las normas de su tiempo era un hombre educado. Estaba capacitado para escribir en un griego de estilo elevado, y Colosenses 4:10-14 parece indicar que Lucas no era «de la circuncisión», esto es, no era judío. Si es así, Lucas sería el único autor gentil de un libro del NT La tradición dice que, después de acompañar a Pablo por un tiempo en algunos de sus viajes misioneros, Lucas se estableció en Filipos, dedicando su vida al ministerio en la iglesia filipense.

Ni Lucas ni Hechos indican cuándo fueron escritos, de modo que esto también hay que deducirlo. El último hecho registrado en el libro de los Hechos es el primer encarcelamiento romano de Pablo; en consecuencia, lo más temprano que se pudo haber escrito es 62 d.C. La mayoría de los estudiosos eligen entre dos períodos para el Evangelio, desde principios hasta bien avanzada la sexta década o desde mediados de la década del setenta hasta fines de la década de los ochenta. Dos factores determinan la decisión: la fecha de los otros Evangelios y la descripción de la caída de Jerusalén en Lucas.

Casi todos consideran al libro de Lucas como el segundo o tercer Evangelio en ser escrito, aunque se debate si Mateo o Marcos fue primero. El primer Evangelio (sea Mateo o Marcos), se fecha generalmente en la década del sesenta. Los que ponen Mateo y Marcos en los sesenta suelen fechar Lucas después del año 70 d.C., a fin de permitir la circulación de Mateo y Marcos. Otra razón dada para fechar Lucas después del 70 d.C. es la afirmación en el sentido que Lucas presenta las predicciones de la caída de Jerusalén (19:41-44; 21:20-24) de tal modo que indicaría que la ciudad ya había caído.

Ninguno de estos argumentos es decisivo. Dado que los principales personajes de la iglesia primitiva tuvieron contacto entre sí, no hay razón para suponer que se necesitó una década para que otro Evangelio importante empezara a circular. La predicción de la caída de Jerusalén en Lucas es la única que enfoca la caída de la ciudad y no solamente del Templo. De modo que lo que Jesús describe es un juicio que viene como resultado de la infidelidad al pacto, semejante a la destrucción de Jerusalén el año 586 a.C. El hecho que Lucas incluye la predicción de Jesús de una segunda caída de la ciudad no significa que la ciudad ya había sido destruida cuando se escribió el libro. Dado que la continuación del Evangelio de Lucas no registra la muerte de Pedro ni la de Pablo, y ni siquiera la caída de Jerusalén (dada la clara predicción de Jesús al respecto), es muy probable que Lucas fuera escrito en los primeros cinco años de la década del 60. También es posible en la segunda mitad de la década.

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