Este evangelio fue escrito teniendo en mente a una audiencia judía, por lo cual contiene muchas referencias a las profecías del Antiguo Testamento que Jesús cumplió. Contiene al menos 129 citas o alusiones al Antiguo Testamento. El objetivo de Mateo era demostrarles a los judíos que Jesús era efectivamente el Mesías que tanto habían esperado.
La
sucesión a un trono es con frecuencia un tiempo de conflicto e incertidumbre.
Absalón, el hijo de David, trató de usurpar el trono (2 S 15:1-18:18). La
elección del sucesor de Salomón significó la pérdida de más de la mitad del
reino en manos de un traidor (1 R 12:20). Manahem asesinó a su antecesor en
Israel (2 R 15:14). La realeza es un asunto peligroso.
Esto
no es menos cierto cuando el heredero es el Rey de reyes. Si alguna vez hubo
una sucesión de alto riesgo, fue esta. Un Hombre afirma ser el Mesías de
Israel; por supuesto todo Israel se sorprende y toma nota. Como es natural, Él
debe probar sus credenciales porque, ¿quién quiere un impostor? El libro de
Mateo presenta las credenciales de Jesús. Presenta a Jesús como el Rey, pero
Rey de un reino completamente diferente: el Reino de los cielos.
El
Evangelio de Mateo tiene muchos matices judíos. Por ejemplo, la expresión reino
de los cielos aparece treinta y tres veces y el término Reino de Dios cinco
veces. Ningún otro Evangelio pone tal énfasis en el Reino; la restauración de
las glorias del reinado de David era la esperanza ardiente de muchos judíos de
la época. Mateo identifica claramente a Jesús con esa esperanza al usar el
título real: «Hijo de David» nueve
veces en su Evangelio. Además, llama a Jerusalén: «Ciudad Santa» (4:5; 27:53) y «Ciudad
del gran Rey» (5:35), formas exclusivamente judías de referirse a ella. Los
judíos del primer siglo enfatizaban la justicia y Mateo usa las palabras justo
y justicia con más frecuencia que los Evangelios de Marcos, Lucas y Juan
combinados.
Además,
Mateo discute temas como la Ley, la purificación ceremonial, el reposo, el
Templo, David, el Mesías, el cumplimiento de las profecías del AT y Moisés
desde un punto de vista judío. Contiene cincuenta y tres citas del AT y más de
setenta alusiones a las Escrituras hebreas. En trece ocasiones el libro resalta
que las acciones de Jesús eran un cumplimiento directo de profecías del AT. La
genealogía del primer capítulo es reconociblemente judía, y remonta el linaje
de Jesús a través de David hasta Abraham, el padre del pueblo judío. Además, el
Evangelio menciona a los reyes judíos (2:1, 22; 14:1) y costumbres tales como
el lavamiento ceremonial (15:2) sin ninguna explicación, lo que indica que
Mateo esperaba que su audiencia predominantemente judía estuviera familiarizada
con tales prácticas.
El
Evangelio de Mateo cumple varios objetivos más allá de la presentación de una
biografía de Jesús. Uno de los propósitos es probar a los lectores judíos que
Jesús es su Mesías y Rey prometido. La genealogía del capítulo 1 señala al
Cristo como el heredero de las promesas divinas hechas a David de una dinastía
eterna. El uso de un conocido salmo mesiánico en Mateo 22:41-44 por parte de
Jesús daba a entender claramente a cualquier judío que Él era el heredero del
trono de David. Aun cuando muchos judíos del tiempo de Jesús estaban ciegos
respecto a la identidad de Jesús, los gentiles (como los magos) lo
identificaron como el rey prometido de Israel cuando era un bebé. Finalmente,
el título que colgaron en la cruz sobre la cabeza de Jesús destaca con claridad
su realeza: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS (27:37). Pero lo más
importante, el libro de Mateo prueba la autoridad legítima de Jesús al destacar
sus sabias enseñanzas y su vida justa (7:28, 29).
Otro
propósito del libro es bosquejar las características del Reino de Dios, tanto
para Israel como para la Iglesia. Los judíos ortodoxos normalmente se burlarían
ante cualquier afirmación de que Jesús era su Mesías. Su respuesta sería: «Si Jesús
es el Rey, ¿dónde está la restauración prometida del reino de Israel?» Muchos
judíos del tiempo de Jesús lo rechazaron como Mesías, aun cuando Él y Juan el
Bautista predicaron sin cesar que «el reino de los cielos se ha acercado» (3:2;
4:17; 10:7). Este rechazo a Jesús por parte de los judíos es un tema predominante
en Mateo (11:12-24; 12:28-45; 21:33-22:14). Debido a este rechazo, Dios pospuso
el cumplimiento de sus promesas a Israel y extendió sus bendiciones tanto a los
judíos como a los gentiles en la iglesia.
Mateo
es el único evangelista que habla directamente de la iglesia (16:18; 18:17).
Señala la composición gentil de esta iglesia al incluir varias historias de la
fe de los gentiles en Jesús: los magos, el centurión y la mujer cananea. Mateo
registra la predicción de Jesús de que este evangelio será predicado a todas
las naciones (24:14) y la comisión a sus seguidores de «hacer discípulos en
todas las naciones» (28:19). Las enseñanzas de Jesús apuntaban a las
bendiciones del Reino extendidas a los gentiles. Pero un día, Israel será
restaurado a su lugar de bendición (Ro 11:25-27; 15:8, 9).
Un
último propósito de Mateo es instruir a la Iglesia. Un indicio obvio de esto se
encuentra en la Gran Comisión: «enseñándoles que guarden todas las cosas que
les he mandado» (28:20). El proceso de hacer discípulos incluye aprender de las
palabras del Cristo, y el Evangelio de Mateo gira en torno a cinco discursos de
Jesús (5:1-7:28; 10:5-11:1; 13:3-53; 18:2-19:1; 24:4-26:1). En lugar de
enfatizar una narración de la vida de Jesús como hace Marcos, Mateo usa el
elemento narrativo en su Evangelio como escenario para los sermones de Jesús.
Este
Evangelio no nombra a su autor pero sí contiene algunas claves. El autor conocía
la geografía de Palestina (2:1; 8:5; 20:29; 26:6). Estaba familiarizado con la
historia judía, las costumbres, ideas y clases de personas. (1:18, 19; 2:1;
14:1; 26:3; 27:2). Conocía bien el AT (1:2-16, 22, 23; 2:6; 4:14-16; 12:17-21;
13:35; 21:4; 27:9). Y la terminología del libro sugiere que el autor era un
judío de Palestina (2:20; 4:5; 5:35; 10:6; 15:24; 17:24-27; 18:17; 27:53).
Otros
detalles apuntan específicamente a Mateo, el discípulo de Jesús, como el autor
del Evangelio. Como publicano, Mateo sabía leer y escribir y estaba
familiarizado con el método de llevar los registros de dinero. En conformidad
con esto, este Evangelio contiene más referencias a dinero que cualquiera de
los otros. Además, la ciudad de Mateo era Capernaum, una aldea a la que se
presta especial atención en este Evangelio. Es común que las veces que se
menciona a Capernaum se agregue alguna descripción especial (4:13; 11:23).
Mateo
escribió su Evangelio antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
Describe a Jerusalén como la «Ciudad Santa»
por lo tanto, todavía estaba en pie (4:5; 27:53), y habla de las costumbres de
los judíos como que siguen «hasta el día de hoy» (27:8; 28:15). Además, cuando
Mateo escribe las palabras de Jesús que anuncian la destrucción de Jerusalén
(narradas en 24:2) no incluye ningún indicio que ya hubiera ocurrido. A la luz
de todo esto, es razonable concluir que el libro fue escrito en algún momento
entre los años 50 y 60 d.C.
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