domingo, 27 de septiembre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) DANIEL.

Es un libro bíblico del Antiguo Testamento que forma parte de los libros proféticos. Fue escrito probablemente entre el 540 a.n.e y el 530 a.n.e Identifica al profeta Daniel como su autor en Daniel 9:2; 10:2. Jesús también menciona a Daniel como su autor en Mateo 24:15.

En el año 626 a.C., Nabopolasar fue rey de Babilonia y alteró el curso de la historia antigua. Rápidamente echó abajo el dominio de su antiguo rival Asiria y por la época de su muerte en 605 a.C. había eliminado el Imperio Asirio y lo había transformado en lo que se conoció como el Imperio Neo-Babilónico o Imperio Caldeo. Este curso de los acontecimientos tuvo significativas implicaciones para Judá, el remanente sobreviviente de la nación de Israel. Judá había estado bajo el dominio de Asiria desde alrededor del año 670 a.C., pero ahora se encontró sirviendo a un nuevo amo. En el mismo año de la muerte de Nabopolasar, el rey Joacím de Judá se transformó en vasallo de Nabucodonosor, el hijo de Nabopolasar (2 R 24:1). Nabucodonosor llevó el imperio de su padre a alturas aún más elevadas, deportando eventualmente a muchos judíos a Babilonia.

Daniel vivió en el centro de todos estos trascendentales acontecimientos. El impacto directo que él tuvo en la comunidad en el exilio no puede ser conocido, pero fue una influencia beneficiosa respecto a lo que concernía a los Babilonios. Daniel fue un consejero de confianza de Nabucodonosor durante su reinado Babilónico (605-562 a.C.). Más tarde, Daniel sirvió con igual distinción a Ciro, el ilustrado gobernador persa que conquistó Babilonia. Una de las primeras políticas implementadas por Ciro, después de sojuzgar a Babilonia, fue permitir a los judíos regresar a su patria y reconstruir su sistema de vida. Es más que probable que Daniel tuvo cierta influencia en la decisión de Ciro. El libro de Daniel es un testimonio de cómo Dios ejecuta sus propósitos a través de sus siervos aun en las cortes de reyes paganos (2.21; 4.18).

Daniel escribió este libro con dos propósitos en mente. Primero, necesitaba afirmar que el Dios de Israel era el Soberano, aun sobre las poderosas naciones que sometían a su pueblo. La nación elegida de Dios había sido conquistada y dispersada por un poderoso imperio que no tenía conocimiento del Señor. ¿Qué sucedería ahora? ¿Permanecería el yugo babilonio por siempre sobre los hombros de Israel? ¿El pueblo de Dios no volvería a ver su patria nunca más? ¿Había olvidado Dios sus promesas? La respuesta de Daniel fue que Babilonia caería bajo otro imperio, el cual a su vez caería bajo otro reino superior aun. La historia continuaría en este esquema hasta el juicio de Dios a todas las naciones gentiles, estableciendo su Reino eterno. El mensaje de Daniel estaba obviamente destinado a elevar y confortar los fatigados corazones de los exiliados judíos.

No obstante, Daniel también adelantó la visión del día en que Dios restauraría y protegería a Israel. Israel estaba siendo castigado por su desobediencia, pero ¿cuándo terminaría ese castigo? El mensaje de Daniel fue tan desalentador como estimulante. Predijo problemas futuros; Israel sufriría bajo el poder de los gentiles por muchos años. Pero las noticias alentadoras fueron que los tiempos de arrastrase también se alejarían. El momento en el que Dios reuniría a sus hijos otra vez junto a Él estaba llegando. Él establecería su reinado mesiánico, el cual permanecería para siempre. El Dios, que conduce las fuerzas de la historia, no ha desamparado a su pueblo. Ellos deben perseverar en confiar en Él. Sus promesas de protección y redención final son seguras.

Daniel reclama haber escrito el libro que ostenta su nombre (12:4) y usa la primera persona del singular desde 7:2 hasta el final del libro. El Talmud judío concuerda con el testimonio de Daniel. El Cristo mismo menciona a Daniel por su nombre en sus predicciones tocantes a los últimos días (Mt 24:15). No hay razón para dudar, que Daniel fue un personaje histórico o que él escribió el libro que lleva su nombre. Judío, bien educado, escogido para un entrenamiento especial en el palacio en Babilonia, Daniel poseía todo el conocimiento lingüístico, histórico y cultural necesario para escribir un libro de esta profundidad y complejidad.

Dado que Daniel se refiere al reinado de Ciro (6:28), es razonable una información de alrededor del año 530 a.C. para la composición del libro. La crítica erudita, sin embargo, niega esta posibilidad, principalmente porque el libro parece predecir acontecimientos que no van a ocurrir hasta el siglo tercero o segundo a.C. Estas predicciones son tan precisas y detalladas que algunos creen que ellas no han sido profetizadas en lo absoluto, sino que son un registro de eventos después que estos han acontecido. En estos términos, de acuerdo con algunos, Daniel debe datar del segundo siglo para poder explicar, al menos, aquellos pasajes que predicen tiempos posteriores.

Si se concede la habilidad de que Daniel fue inspirado para escribir proféticamente acerca de hechos de doscientos o trescientos años futuros, no hay razón para negar la autoría del libro en el siglo sexto a.C. La exactitud de esta información histórica, la forma y el estilo de sus pasajes en hebreo y arameo, y el unánime testimonio de la antigua tradición, todo confirma el testimonio del mismo libro en lo que concierne a su autor y data.

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