NOTA IMPORTANTE DE LA HISTORIA:
Primer
«emperador cristiano» del Imperio Romano:
gobernó del 306 al 337
Pocas
personas han cambiado tanto el curso de la historia como Constantino. El
Imperio Romano habia empleado centurias tratando de apagar la llama del
Cristianismo, arrestando y ejecutando a muchos creyentes. Hasta que apareció
este hombre que llegaría a ser emperador, se hizo cristiano y el Imperio dio un
giro completo.
Los
padres de Constantino fueron Constantino Cloro, emperador Occidental del
Imperio Romano, y Elena, una concubina. Cuando su padre murió en Inglaterra en
306, Constantino fue proclamado emperador por sus tropas, lo que fue aceptado a
regañadientes por Galerio, el emperador Oriental. El gobierno del imperio se
trastornó de tal manera que dentro de dos años cinco hombres pretendieron ser
emperadores.
Poco
antes de su muerte en 311, Galerio, el coemperador mayor promulgó un edicto de
tolerancia que puso fin a la persecución de los cristianos. Con Galerio ya
muerto, Constantino y Licinio (quien se había transformado en coemperador) se
aliaron contra Maxentio y Maximino Daia. En 312 Constantino derrotó y dio
muerte a Maxentio en una batalla en el Puente Milvio cerca de Roma. Al año
siguiente Maximino Daia cayó ante Licinio. Hasta 323, cuando Constantino entró
a territorio de Licinio persiguiendo a godos invasores se mantuvo una paz muy
precaria entre Constantino y Licinio. Al año siguiente, las batallas en
Adrianapolis y Crisopolis decidieron el asunto y dejaron a Constantino como el
único emperador.
Una
de las movidas políticas más importantes de Constantino fue fundar la ciudad de
Constantinopla, inaugurada en 330 en Bizancio. Su ubicación en el Estrecho del
Bósforo era ideal desde el punto de vista militar porque daba acceso tanto al
Rhin-Danubio como a los frentes pérsicos. Constantino continuó una
reorganización del gobierno que había iniciado Diocleciano (quien reinó del 284
al 305) y reformó la moneda. También permitió a los bárbaros establecerse
dentro del imperio para poder usarlos en el ejército.
Constantino
es recordado por sus políticas religiosas. La naturaleza de sus propias
creencias ha sido objeto de disputa. Desde el principio y en su reino fue
tolerante con los cristianos. Su preferencia por el Cristianismo quedó
demostrada justo antes de la batalla en el Puente Milvio. Según un relato, en
un sueño que tuvo antes de la batalla, vio en visión un monograma en griego
compuesto por las dos primeras letras del nombre de Cristo. Al día siguiente
mandó que todos los soldados inscribieran en sus escudos estas dos letras. Otra
historia dice que un día mientras marchaban él y su ejército vio la imagen de
una cruz aparecer frente al sol con estas palabras: «Con esta señal vencerás». Durante el invierno de 312 y 313 escribió
a un oficial en el Norte de África ordenándole que diera dinero al obispo de
Cartago para que pagara gastos del clero. Cuando él y Licinio se reunieron en
Milán en 313, publicaron un edicto concediendo a todas las personas la libertad
para practicar la religión que quisieran. Su actitud hacia el Cristianismo
también se manifestó en leyes permitiendo a los obispos decidir en litigios
civiles, prohibiendo cualquiera marca en el rostro (porque dañaba la imagen de
Dios), cerrando las cortes y las tiendas los domingos y prohibiendo las luchas
de los gladiadores. Aunque favoreció el Cristianismo, también fue tolerante con
el paganismo y, por el 324, se grabaron temas paganos en sus monedas. Con los
cristianos como una minoría en el imperio, no quiso correr riesgos ofendiendo a
la mayoría pagana.
Constantino
tuvo una participación activa en las controversias de la iglesia. Cuando
Ceciliano fue desafiado como obispo de Cartago (313) por los donatistas
(separatistas en la iglesia africana) dio instrucciones a los obispos de Roma
para que formaran una comisión que estudiara el caso. Debido a que los
donatistas no quedaron satisfechos con los resultados de esa comisión,
Constantino mismo terminó oyendo el caso y en 316 declaró que Ceciliano era el
obispo legítimo. También convocó al Concilio de Nicea en 325, el que se
pronunció contra el arrianismo (una
herejía que negaba que Cristo como el Hijo de Dios fuera coeterno con el Padre).
Fue el edicto del emperador el que dio fuerza legal a la decisión niceana.
Un
serio escándalo afectó el reinado de Constantino. En 326 su hijo Crispo y su
propia esposa, Fausto, fueron ejecutados por cargos de adulterio. Constantino
fue sucedido por sus tres otros hijos (Constante, Constancio y Constantino II)
después de ser bautizado en su lecho de muerte (según la leyenda).
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