domingo, 5 de enero de 2020

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD




La palabra “Trinidad” no aparece en la Biblia; Sin embargo, es una palabra teológica que expresa la clara enseñanza de las Sagradas Escrituras, especialmente del Nuevo Testamento. El primer teólogo de la Iglesia que usó la expresión fue Teófilo que habló de Dios como trías. El gran padre de la iglesia latina, Tertuliano, desarrolló el concepto de trinitas, un Dios en tres personas. A pesar de que los padres de la Iglesia en el segundo y tercer siglo hablaron de las tres personas de la divinidad aunque reconocían la existencia de un sólo Dios, los concilios de Nicea (325 d.C.) y Constantinopla (381 d.C.) dieron la expresión más completa a la doctrina bíblica.

La Biblia enseña explícitamente que hay un Dios único.

Enseñanza del Antiguo Testamento La creencia en un sólo Dios en el antiguo mundo del Mediterráneo era exclusiva de la nación de Israel. La fe de Israel se da en la famosa Shema. «Oye, Israel, Yahweh nuestro Dios, Yahweh uno es» (Dt 6.4). Reiteradamente la enseñanza de la Ley y las declaraciones de los profetas de Dios confirman esta verdad absoluta.

Enseñanza del Nuevo Testamento.

 La Iglesia continuó la enseñanza de las Escrituras hebreas, al igual que la enseñanza del Señor Jesucristo, de que hay un sólo Dios (1 Co 8.6; Ef 4.6; 1 Ti 2.5). Hizo esto en contraste con el politeísmo desenfrenado que penetraba todo el mundo greco-romano con su multitud de dioses, incluido el culto al emperador como dios en la segunda parte del primer siglo. Cuando los apóstoles y más tarde la Iglesia comenzaron a articular este monoteísmo en contra de la religión pagana, fue necesario explicar cómo podía ser coherente esta creencia en un sólo Dios con la creencia de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo cada uno es Dios y, sin embargo, todavía son un sólo Dios.

Las Escrituras enseñan que tres personas son un Dios único.

Destellos de la Trinidad en el Antiguo Testamento Uso de la palabra Elohim con verbos en singular. La palabra más común para Dios en hebreo es Elohim. Este sustantivo está en plural, mientras en diversos lugares el término para Dios está en singular como El o Eloah. A pesar de la palabra en plural para Dios, la verdadera fe judía era fuertemente monoteísta. Cuando se usa Elohim acerca del Dios de Israel, se usa con verbos en singular, para indicar que el Dios de Israel es un ser único. El plural permite la expresión de pluralidad para Dios como se revela después en el Nuevo Testamento, pero la gramática hebrea puede también simplemente usar el plural de plenitud.

ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE LA TRINIDAD, LA BIBLIA ENSEÑA QUE HAY UN SÓLO DIOS.

Antiguo Testamento.

El credo de Israel, la Sheme (Dt 6.4), enfatiza la unicidad de Dios; «Oye, Israel, Jehová nuestro Dios, uno es» (Éx 20.2, 3; 3.13-15)
Nuevo Testamento.
Los primeros apóstoles del Señor creían en un sólo Dios (1 Co 8.4-6; 1 Ti 1.17; 2.5, 6; Stg 2.19).

LA BIBLIA HABLA DE DIOS COMO DE TRES PERSONAS DISTINTAS.

Antiguo Testamento.

Dios el Padre se distingue del Hijo en el Salmo 2.7 (Sal 68.18; Is 9.6; 61.1-3; He 1.1-13), y el Espíritu Santo se presenta como distinto de ellos, dos. Se ve que el Padre es Dios en Is 63.16, el Hijo en 9.6 y el Espíritu en Gn 1.1, 2 (Éx 31.3; Jue 15.14; Is 11.2).

Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento expresa en palabras claras que el padre de nuestro Señor Jesucristo es Dios (Jn 1.18; 1 Co 8.6; Fil 2.11; 1 P 1.2). Nadie discute esta verdad. Los autores del Nuevo Testamento en numerosos lugares presentan a Jesucristo como Dios Además, Pedro llama Dios al Espíritu Santo (Hch 5.4). Sin embargo, se presenta en el bautismo de Jesús como distinto de Jesús, y como distinto del Padre y del Hijo en la bendición apostólica.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE TRES PERSONAS DISTINTAS TIENEN LOS ATRIBUTOS DE DIOS.

Antiguo Testamento.

El Padre posee los atributos divinos (Sal 90.2; Jer 17.10; 23.24). El Hijo tiene los atributos de la divinidad (Is 9.6, 7; Dn 7.13, 14). El Espíritu Santo posee los atributos divinos (Gn 1.2; Sal 139.7; Neh 9.20).

Nuevo Testamento.

El Padre posee características divinas (Jn 7.28; Ro 2.4; 1 P 1.5; Ap 15.4). El Hijo se presenta como poseedor de la naturaleza de Dios (Mt 18.20; Jn 1.2; 2 Co 12.9; Ap 3.7), y el Espíritu de Dios se presenta en forma similar (Hch 1.8; Ro 15.19; 1 Co 2.11; 1 Jn 5.6).

LA BIBLIA ENSEÑA QUE TRES PERSONAS DISTINTAS REALIZAN LAS OBRAS DE DIOS.

Antiguo Testamento.

El Padre se presenta en el Antiguo Testamento como el Creador (Sal 102.25), y también los otros miembros de la divinidad. Génesis 2.7 usa el plural para identificar más de una persona en el ser de Dios. Si entendemos a Jesús, el Logos, como la Sabiduría de Dios, por la cual hizo el mundo, el Hijo también se insinúa como Creador en el Antiguo Testamento. El Espíritu de Dios es la fuerza creadora que se cierne sobre las aguas en Gn 1.2 (cf. con Job 26.13).

Nuevo Testamento.

Mientras el Padre y el Espíritu se identifican más claramente en el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento presenta enfáticamente a Jesús como el Creador (Jn 1.1-3; Col 1.16).

El uso de pronombres personales en plural. En tres ocasiones el Antiguo Testamento usa pronombres personales en plural al hablar de Dios. La primera se refiere a la creación de la humanidad: «Hagamos al hombre a nuestra imagen» (Gn 1.26). La segunda pertenece a Dios cuando decide confundir las lenguas humanas en la torre de Babel: «Descendamos» (Gn 11.6-9). La tercera referencia es en el llamado a una misión: «¿Quién irá por nosotros?» (Is 6.1-8).

El Ángel de Jehová. Varias veces en las Escrituras hebreas se hace referencia al «Ángel de Jehová». Del contexto resulta evidente que estas referencias no hablan simplemente de un mensajero creado por Dios, sino de Dios mismo. En ciertos contextos el Ángel de Jehová se identifica como Dios mismo (Gn 16.7-13; 18.1-22), pero en otros se distingue de Dios (Gn 19.1-28, especialmente el v. 24; Zac 1.12, 13; Mal 3.1). Es muy probable que tales apariciones sean del Cristo preencarnado, quien es la revelación del Padre (Jn 1.18; He 1.1-3). Las apariciones del Ángel de Jehová terminan después de la encarnación, porque ahora la revelación de Dios está presente como un hombre en la persona de Jesucristo (cf. Éx 14.19 con Éx 23.20; 1 Co 10.4).

Enseñanza explícita del Nuevo Testamento.

La enseñanza de Jesucristo sobre su relación con el Padre y con el Espíritu Santo. Jesús es el Hijo del Padre. Jesús se llama a sí mismo el Hijo de Dios, y también llama a Dios su Padre de un modo que da a entender una asociación profundamente única. Además, Jesús dice tener una relación con el Padre como la de una asociación que se remonta a toda la eternidad. En otras ocasiones Jesús hace declaraciones y obras que hacen que otros reconozcan su afirmación de igualdad con Dios. La acusación específica de blasfemia contra el Cristo fue su reconocimiento de ser el Hijo de Dios (Lc 22.70). Estos textos identifican a la persona de Jesús, preexistente al mundo, como Dios, sin embargo, distinto de Dios el Padre.

Como Jesús el Hijo, el Espíritu Santo también es una persona divina. Antes que dejara la tierra para estar con el Padre, el Cristo prometió un Consolador similar, pero distinto de Él mismo. Él y el Padre vienen al creyente por medio de esta persona, el Espíritu Santo.

En un sentido cada cristiano se identifica con el Dios trino. Jesús en su oración intercesora en Juan 17, indica que Dios iba a morar en los creyentes en Cristo: «Yo en ellos y tú en mí» (Jn 17.23).

Enseñanza de los apóstoles sobre la Trinidad. A Dios se le llama Padre del Señor Jesucristo y de los cristianos (Ef 1.2; Fil 1.2; 2 Jn 3). El apóstol Juan llama a Jesús específicamente Dios (Jn 1.1, 18; 8.58). En diversos lugares Pablo identifica a Jesús como Dios (Ro 9.5; Fil 2.6; Tit 2.13), al igual que Pedro (2 P 1.1). Pedro declara que el Espíritu Santo es Dios (Hch 5.4) y lo pone en lista con el Padre y el Hijo (Mt 28.19; 2 Co 13.14).



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