La palabra “Trinidad”
no aparece en la Biblia; Sin embargo, es una palabra teológica que expresa la
clara enseñanza de las Sagradas Escrituras, especialmente del Nuevo Testamento.
El primer teólogo de la Iglesia que usó la expresión fue Teófilo que habló de
Dios como trías. El gran padre de la iglesia latina, Tertuliano, desarrolló el
concepto de trinitas, un Dios en tres personas. A pesar de que los padres de la
Iglesia en el segundo y tercer siglo hablaron de las tres personas de la
divinidad aunque reconocían la existencia de un sólo Dios, los concilios de
Nicea (325 d.C.) y Constantinopla (381 d.C.) dieron la expresión más completa a
la doctrina bíblica.
La
Biblia enseña explícitamente que hay un Dios único.
Enseñanza del Antiguo
Testamento La creencia en un sólo Dios en el antiguo mundo del Mediterráneo era
exclusiva de la nación de Israel. La fe de Israel se da en la famosa Shema. «Oye, Israel, Yahweh nuestro Dios, Yahweh uno es» (Dt 6.4).
Reiteradamente la enseñanza de la Ley y las declaraciones de los profetas de
Dios confirman esta verdad absoluta.
Enseñanza
del Nuevo Testamento.
La Iglesia continuó la enseñanza de las
Escrituras hebreas, al igual que la enseñanza del Señor Jesucristo, de que hay
un sólo Dios (1 Co 8.6; Ef 4.6; 1 Ti 2.5). Hizo esto en contraste con el
politeísmo desenfrenado que penetraba todo el mundo greco-romano con su
multitud de dioses, incluido el culto al emperador como dios en la segunda
parte del primer siglo. Cuando los apóstoles y más tarde la Iglesia comenzaron
a articular este monoteísmo en contra de la religión pagana, fue necesario
explicar cómo podía ser coherente esta creencia en un sólo Dios con la creencia
de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo cada uno es Dios y, sin embargo,
todavía son un sólo Dios.
Las
Escrituras enseñan que tres personas son un Dios único.
Destellos de la
Trinidad en el Antiguo Testamento Uso de la palabra Elohim con verbos en
singular. La palabra más común para Dios en hebreo es Elohim. Este sustantivo
está en plural, mientras en diversos lugares el término para Dios está en
singular como El o Eloah. A pesar de la palabra en plural para Dios, la
verdadera fe judía era fuertemente monoteísta. Cuando se usa Elohim acerca del
Dios de Israel, se usa con verbos en singular, para indicar que el Dios de
Israel es un ser único. El plural permite la expresión de pluralidad para Dios
como se revela después en el Nuevo Testamento, pero la gramática hebrea puede
también simplemente usar el plural de plenitud.
ENSEÑANZA
BÍBLICA SOBRE LA TRINIDAD, LA BIBLIA ENSEÑA QUE HAY UN SÓLO DIOS.
Antiguo
Testamento.
El credo de Israel, la Sheme (Dt 6.4), enfatiza la unicidad de
Dios; «Oye, Israel, Jehová nuestro Dios,
uno es» (Éx 20.2, 3; 3.13-15)
Nuevo
Testamento.
Los primeros apóstoles
del Señor creían en un sólo Dios (1 Co 8.4-6; 1 Ti 1.17; 2.5, 6; Stg 2.19).
LA
BIBLIA HABLA DE DIOS COMO DE TRES PERSONAS DISTINTAS.
Antiguo
Testamento.
Dios el Padre se
distingue del Hijo en el Salmo 2.7 (Sal 68.18; Is 9.6; 61.1-3; He 1.1-13), y el
Espíritu Santo se presenta como distinto de ellos, dos. Se ve que el Padre es
Dios en Is 63.16, el Hijo en 9.6 y el Espíritu en Gn 1.1, 2 (Éx 31.3; Jue
15.14; Is 11.2).
Nuevo
Testamento.
El Nuevo Testamento
expresa en palabras claras que el padre de nuestro Señor Jesucristo es Dios (Jn
1.18; 1 Co 8.6; Fil 2.11; 1 P 1.2). Nadie discute esta verdad. Los autores del
Nuevo Testamento en numerosos lugares presentan a Jesucristo como Dios Además,
Pedro llama Dios al Espíritu Santo (Hch 5.4). Sin embargo, se presenta en el
bautismo de Jesús como distinto de Jesús, y como distinto del Padre y del Hijo
en la bendición apostólica.
LA
BIBLIA ENSEÑA QUE TRES PERSONAS DISTINTAS TIENEN LOS ATRIBUTOS DE DIOS.
Antiguo
Testamento.
El Padre posee los
atributos divinos (Sal 90.2; Jer 17.10; 23.24). El Hijo tiene los atributos de
la divinidad (Is 9.6, 7; Dn 7.13, 14). El Espíritu Santo posee los atributos
divinos (Gn 1.2; Sal 139.7; Neh 9.20).
Nuevo
Testamento.
El Padre posee
características divinas (Jn 7.28; Ro 2.4; 1 P 1.5; Ap 15.4). El Hijo se
presenta como poseedor de la naturaleza de Dios (Mt 18.20; Jn 1.2; 2 Co 12.9;
Ap 3.7), y el Espíritu de Dios se presenta en forma similar (Hch 1.8; Ro 15.19;
1 Co 2.11; 1 Jn 5.6).
LA
BIBLIA ENSEÑA QUE TRES PERSONAS DISTINTAS REALIZAN LAS OBRAS DE DIOS.
Antiguo
Testamento.
El Padre se presenta en
el Antiguo Testamento como el Creador (Sal 102.25), y también los otros
miembros de la divinidad. Génesis 2.7 usa el plural para identificar más de una
persona en el ser de Dios. Si entendemos a Jesús, el Logos, como la Sabiduría
de Dios, por la cual hizo el mundo, el Hijo también se insinúa como Creador en
el Antiguo Testamento. El Espíritu de Dios es la fuerza creadora que se cierne
sobre las aguas en Gn 1.2 (cf. con Job 26.13).
Nuevo
Testamento.
Mientras el Padre y el
Espíritu se identifican más claramente en el Antiguo Testamento, el Nuevo
Testamento presenta enfáticamente a Jesús como el Creador (Jn 1.1-3; Col 1.16).
El uso de pronombres
personales en plural. En tres ocasiones el Antiguo Testamento usa pronombres
personales en plural al hablar de Dios. La primera se refiere a la creación de
la humanidad: «Hagamos al hombre a nuestra imagen» (Gn 1.26). La segunda
pertenece a Dios cuando decide confundir las lenguas humanas en la torre de
Babel: «Descendamos» (Gn 11.6-9). La tercera referencia es en el
llamado a una misión: «¿Quién irá por nosotros?» (Is 6.1-8).
El Ángel de Jehová.
Varias veces en las Escrituras hebreas se hace referencia al «Ángel de Jehová». Del contexto resulta
evidente que estas referencias no hablan simplemente de un mensajero creado por
Dios, sino de Dios mismo. En ciertos contextos el Ángel de Jehová se identifica
como Dios mismo (Gn 16.7-13; 18.1-22), pero en otros se distingue de Dios (Gn
19.1-28, especialmente el v. 24; Zac 1.12, 13; Mal 3.1). Es muy probable que
tales apariciones sean del Cristo preencarnado, quien es la revelación del
Padre (Jn 1.18; He 1.1-3). Las apariciones del Ángel de Jehová terminan después
de la encarnación, porque ahora la revelación de Dios está presente como un
hombre en la persona de Jesucristo (cf. Éx 14.19 con Éx 23.20; 1 Co 10.4).
Enseñanza
explícita del Nuevo Testamento.
La enseñanza de
Jesucristo sobre su relación con el Padre y con el Espíritu Santo. Jesús es el
Hijo del Padre. Jesús se llama a sí mismo el Hijo de Dios, y también llama a
Dios su Padre de un modo que da a entender una asociación profundamente única.
Además, Jesús dice tener una relación con el Padre como la de una asociación
que se remonta a toda la eternidad. En otras ocasiones Jesús hace declaraciones
y obras que hacen que otros reconozcan su afirmación de igualdad con Dios. La
acusación específica de blasfemia contra el Cristo fue su reconocimiento de ser
el Hijo de Dios (Lc 22.70). Estos textos identifican a la persona de Jesús,
preexistente al mundo, como Dios, sin embargo, distinto de Dios el Padre.
Como Jesús el Hijo, el
Espíritu Santo también es una persona divina. Antes que dejara la tierra para
estar con el Padre, el Cristo prometió un Consolador similar, pero distinto de
Él mismo. Él y el Padre vienen al creyente por medio de esta persona, el
Espíritu Santo.
En un sentido cada
cristiano se identifica con el Dios trino. Jesús en su oración intercesora en
Juan 17, indica que Dios iba a morar en los creyentes en Cristo: «Yo en ellos y tú en mí» (Jn 17.23).
Enseñanza de los
apóstoles sobre la Trinidad. A Dios se le llama Padre del Señor Jesucristo y de
los cristianos (Ef 1.2; Fil 1.2; 2 Jn 3). El apóstol Juan llama a Jesús
específicamente Dios (Jn 1.1, 18; 8.58). En diversos lugares Pablo identifica a
Jesús como Dios (Ro 9.5; Fil 2.6; Tit 2.13), al igual que Pedro (2 P 1.1).
Pedro declara que el Espíritu Santo es Dios (Hch 5.4) y lo pone en lista con el
Padre y el Hijo (Mt 28.19; 2 Co 13.14).
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