LOS HIJOS DE LOS
HOMBRES.
Ec 9:3. En todo lo
que se hace debajo del sol está éste mal, porque a todos sucede lo mismo; aun el
corazón del hombre está lleno de mal; hay maligno error en su corazón y en su
vida, y su final será con los muertos.
Junto con el concepto de la salvación, el concepto de
pecado se manifiesta a través de toda la Biblia, y constituye la antítesis de
amor redentor de Dios, el cual las Escrituras proponen como tesis principal.
Pecado es aquel poder misterioso primordial que se opone
por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre así como también
todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo. Por consiguiente,
existe un amplio vocabulario relacionado con el pecado. Además, como la
naturaleza pecaminosa se manifiesta claramente en la historia, es elocuente el
valor y la actualidad constante de las porciones narrativas de la Biblia al
respecto (Ro 15:4; y 1Co 10:1-11).
NABUCODONOSOR.
Dn 4:33. En ese mismo momento se cumplió la palabra
acerca del rey Nabucodonosor: fue expulsado de entre los hombres, comió hierva
como un buey y se empapó con el rocío del cielo, hasta que su cabello le creció
como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.
Para hablar sobre el pecado, los hebreos emplearon
palabras tomadas de las relaciones humanas: Falta, iniquidad, rebelión,
injusticia, etc. El judaísmo intertestamentario agregó otro el cual el NT había
de hacer mucho uso “deudas”. Los principales aspectos destacados de acuerdo con
los diferentes vocablos de los idiomas bíblicos son los siguientes:
1)
La realidad objetiva del pacto sin miras
o con miras a sus consecuencias, motivaciones, etc. Inclusive se toma la
posibilidad de pecar sin saberlo (por yerro Lv 4:2; Nm 15:27).
2)
La rebelión como acto consecuente de la
voluntad. La manifestación más extrema de esta voluntad rebelde es el pecado
cometido “con soberbia” (con mano alzada Nm 15:30)
3)
Culpabilidad (INIQUIDAD, MALDAD).
4)
Errar, salir del camino. Aparece con
frecuencia como verbo: “errar”, “desviarse”, “andar perdido”, o “ciego” y “divagar”.
5)
El concepto que en el NT se traduce “deuda”
u “ofensa”.
EL HIJO PRODIGO.
Lc 15:17. Entonces, recapacitando, dijo: “¡Cuántos
trabajadores hay ahora en la casa de mi padre que tienen abundante alimento,
pero yo aquí estoy pereciendo de hambre!”
Como
la mentalidad hebrea antigua no distinguía rígidamente entre la acción y sus consecuencias
o motivaciones el mismo vocablo podía significar el acto de pecar, la culpabilidad
consecuente o el castigo merecido. Debido a este fenómeno, la expresión “visitar
la maldad” (Éx 20:5) significa “castigar por su maldad”.
NATURALEZA DEL PECADO.
El
pecado consiste en cualquier infracción de las normas que salvaguardan la vida
moral, o sea la comunión entre Dios y el hombre o entre el hombre. El pecado
como JUSTICIA se interpreta en términos de relaciones personales: pecar contra
alguien, sea Dios u otro ser humano. Y como es Dios quien ha establecido las
normas que se infringen, cada pecado es, al final de cuentas, rebelión entre Él
(2S 12:13; Sal 51:4). Esta actitud no solo es la característica más distintiva
del concepto Bíblico del pecado sino también la medida de su funesta
naturaleza. De ahí que para el pueblo hebreo cualquier infracción del sistema
jurídico o cultura también representaba pecado. Y tenía como consecuencia culpa
delante de Dios. Es evidente que cada acto pecaminoso de la voluntad es fruto
de la condición del alma pervertida de la humanidad (Pr 4:23; 23:7; Mr 7.20-23;
Ro 8:15-25). Esta condición se conoce como deprecación. Es la incapacidad de
estar en pecado y hacer el bien sin la ayuda de Dios. Esto culminaría, si no
fuera por la redención que ofrece Jesucristo en la muerte (Stg 1:15; Jn 3:14).
LOS JUDÍOS. Hch
7:54. Al escuchar ellos estas cosas, se enfurecieron y crujían sus dientes
contra él.
El discurso de Esteban es el más largo del libro de
Hechos (7:2-53) lo cual indica la importancia que tuvo para el autor Lucas. El sumario
de la historia judía contradice los cargos de los testigos falsos (6: 11-13)
puesto que revela la reverencia de Esteban hacia Dios y su respeto por Moisés,
el gran legislador de Israel. El propósito del discurso era probar que la
presencia y gracia de Dios no se limitaba a un país o santuario en particular. Demuestra
que desde el principio de su historia los judíos habían manifestado el mismo
espíritu ingrato y egoísta que les caracterizaba en esta ocasión.
La
presunción consecuente redundó en la extensión del evangelio fuera de Jerusalén
(Hch 8:1-4; 11:19). Posiblemente el martirio de Esteban fluyó en la conversión de
Pablo, quien colaboro en la ejecución (7:58; 8:1-2; 22:20). Es claro que
Esteban comprendió cabalmente el rompimiento completo y necesario del
cristianismo con las ceremonias judaicas. En esto preparó el camino para la
exposición de Pablo y del autor de HEBREOS sobre este asunto.
BALAAM 2P 2:16. “Pero siendo
reprendido por una asna muda debido a su transgresión, la cual le habló con voz
humana, refrenó la insensatez del profeta”.
Cuando
Balac, rey de Moab, le pidió maldecir a los israelitas, Balaam consulto
inmediatamente a Yahweh quien le prohibió hacerlo (Nm 22:8-13) al llegar otro
emisario de Balac con la misma petición Blalaam le reiteró la negación de Dios
(Nm 22:18). No obstante, volvió a consultar a Yahweh, esta vez Dios le dijo: “Vete con ellos; PERO HARÁS LO QUE YO TE DIGA”.
Camino
a Moab un ángel intento obstruirle el paso. Balaam no lo vio, pero su asna sí,
y Dios la hizo hablar para reprender al profeta. Su avaricia lo llevaba por un camino
peligroso. Balaam confesó que había pecado, pero siguió adelante según le
indicó el ángel (Nm 22:34). Balaam es ejemplo también de como un pecador puede
ser instrumento se Dios para declarar un mensaje contra su propia voluntad,
Balaam y Balac subieron a cuatro colinas (Nm 22:39; 23:14-28) desde las cuales
se dominaba el campamento israelita, procurando, en sentido figurado, franquear
los muros de salvación (Is 60:18) que Yahweh había puesto alrededor de su
pueblo. En cada una de las colinas balaam ofreció sacrificio, y, bajo la inspiración
de Dios, profetizo con respecto a Moab, Israel y el propio Mesías. (Nm 24:17;
Ap 22:16).
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