Abraham,
Isaac y Jacob.
Traducción de la voz griega
Parádosis, que significa “cosa entregada”. Se refiere a la enseñanza que el maestro
trasmite oralmente al discípulo. En el NT tiene un sentido bueno (1Co11:2; 2Ts
2:15; 3:6) y un sentido malo (Mt 15:6; Mr 7:8; Col 2:8).
I TRADICIÓN JUDÍA.
Es muy común en el AT la transmisión de un patrimonio
religioso a través de una serie de intermediarios. Gran parte del canon tomó
forma escrita solo tras una larga historia oral, y aun cuando un escrito
alcanzó su forma definitiva la tradición sigue afectando al menos en la comprensión
popular. Los sacerdotes y escribas trasmitían a los fieles, como un deposito
sagrado, la Torá (doctrina y práctica; 1S 15:1-3; Jue 17:7-13; Dt 17:18;
compare el caso de Esdras en Neh 8:7) con los años siguieron las tradiciones
rabínicas (Misná TALMUD) repetidas con exactitud casi mecánicas, que a veces
reflejaban la intención divina, pero muchas veces no.
Ya en el siglo1 d.C. estos comentarios humanos gozaban,
en los círculos de enseñanza, de igual respeto que las escrituras, aberración
criticada por Jesús aunque él mismo no desecho toda tradición judía (Mr 1:44;
11:16). Muchos religiosos, aferrándose a
la “tradición de los ancianos”, quebrantaban e invalidaban el mandamiento de
Dios (Mt15:1-14; Mr 7:1-13). A tal tradición por contradecir las más
elementales exigencias morales (CORBÁN), Jesús la llamo “sus tradiciones que
transmitieron” (citando Is 29:13). En el sermón del monte, la frase “oíste que
fue dicho a los antiguos” (Mt 5:21-23 compare 27, 31, 38, 43) para referirse al
mezcla popular de enseñanzas veterotestamentaria y tradición rabínica a la cual
Jesús opone su “pero yo les dije”
II TRADICIÓN CRISTIANA.
Todos los evangelios (EVANGELIOS SINÓPTICOS, EVANGELIOS
DE JUAN, CRITICA BÍBLICA) dependen de la transmisión oral, es decir, de la tradición
predicada. Muchas comunidades continuaron la predica judía de conservar preciosos
dichos, relatos e instrucciones, puestos al día y aplicados a sus necesidades
locales; pero, para los cristianos, la persona de Jesucristo era el enfoque
nuevo y último de la revelación divina. Pablo quien conocía los métodos judíos de
enseñanza (Hch 22:1; 26:3) entregó a la usanza rabínica, exactamente lo que
otros le transmitieron cuando él se convirtió (1Co 11:23; 15:3). La expresión “recibí
al Señor” se refiere, no a una versión particular, sino a una tradición cuyo
origen se remonta directamente a Jesucristo 1Co 15:1-12 recalca que la tradición
cristiana es el evangelio, generalmente predicado, cuya historicidad es
garantizada por testigos oculares. Todo este capítulo ilustra, sin embargo, que
la tradición no consta solo de datos históricos sino también de la interpretación
teológica de estos datos. Los verbos empleados para hablar de la recepción de
la tradición “retener firmemente” (verbigracia 2Ts 2.15; compare 1Ti 6:20; 2Ti
1:14). Filipenses 4:9 añade al principio de la imitación personal del Maestro,
pues la tradición siempre comprende al receptor a una nueva cualidad de vida (1Co
11:2; 2Ts 3:6; Ro 6:17). Otros escritos del NT se refieren similarmente a la tradición
(Lc 1:2; Hch 7:38; 16:4 Jud 5 etc).
En la época apostólica la combinación del testimonio
fundado en las observaciones oculares (Lc 24:48; Hch 1:8, 21, 26) y la interpretación
que daba el Espíritu Santo, a través de hombres comisionados (Jn 15:26; 16:13;
Ef 4:20) produjo una traición verdadera que continuaba la revelación del AT (1Ti
5:18; 2P 3:16). Sin embargo, el surgimiento paralelo de traducciones falsas (Col
2:8) hizo necesario junto con otros factores, definir la tradición autoritativa
y ponerla por escrito. Por consiguiente, cualquier tradición supuestamente apostólica,
pero extra canónica, tiene que medirse e interpretarse por el NT.
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