lunes, 25 de noviembre de 2019

CONOZCAMOS LA BIBLIA “FIESTAS”




         Dios estableció para Israel, su pueblo escogido, tiempos especiales de fiestas, en la que los israelitas debían regocijarse. Tanto por su origen como por su propósito y la manera en que debían celebrarse, eran llamadas “santas comuniones” y eran también “las fiestas de Yahweh”. Todos, inclusive los extranjeros que habitaban con el pueblo, se alegraban y reconocían con gratitud las provisiones beneficiosas de Yahweh Dios sobre ellos. En la etimología del término hebreo que se traduce por fiesta se encierra el pensamiento de “cumplir con una cita”. Dios hizo citas con su pueblo del pacto para encontrarse con ellos en ciertos tiempos. Les dio instrucciones precisas de cuando comparecer delante de Él, y de cómo observar las fiestas (Lv 23; Dt 16:1-17).

         La relación de esta fiesta con el número 7 es evidente y significativa. El día de reposo o séptimo día servía como una medida para todas las otras celebraciones festivas (Lv 23:1-3; Nm 28:9-10; Is 58:13). Una fiesta a cada séptimo día, cada séptimo mes, cada séptimo años, y al año que seguía el lapso de cada 49 años, o sea siete veces siete.

         Originalmente las fiestas anuales instituidas en Israel por Moisés fueron cinco, aparte del séptimo día que era el día de reposo semanal. Son estas: 1) La Pascua (Éx 12:1-14; Lv 23:4-5); 2) Los Panes sin Levadura (Éx 12:17-20; Lv 26:6-8); 3) Pentecostés o de las Semanas (Éx 34:22; Lv 23:15; Nm 28:26; Dt 16:10); 4) El día de Expiación (30:10-30; Lv 16; Nm 29:7-11); 5) Tabernáculo o Cabaña (Lv 23.34-42; Nm 29:12; Neh 8:18; Jn 7:2,37).

         Después el exilio en Babilonia, los judíos establecieron otras dos fiestas anuales, las cuales se celebran aun. Una es Purín, establecida en tiempos de la reina Ester (Est 9:24-32), para conmemorar la liberación de los judíos, que estaban condenados a morir según los planes del perverso Amón; la otra es Dedicación, que se estableció en la época de los macabeos para celebrar la restauración del Templo y del Altar, que habían sido profanados por Antíoco Epifanes (1Mac 4:52 “Libros apócrifos”).

         Estas fiestas aludían a acontecimientos importantes en la vida del pueblo, e inculcaban nobles sentimientos patrióticos, sociales y religiosos. La Pascua, ejemplo, les recordaba la liberación de la esclavitud en Egipto. Todos los varones, de 12 años arriba, estaban en la obligación de asistir al templo de Jerusalén durante la celebración de las tres grandes fiestas: La Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos (Éx 23:14-17; Dt 16:16-17). Nuestro Señor tuvo por costumbre asistir a esta fiesta.

         Además de estas fiestas anuales había otras como la Fiesta de las Trompetas (Nm 29:1), la de los Novilunios (Nm 10:10; 28:11) el año Sabático (Éx 23:10-11; Lv 25:27), y el año de Jubileo (Lv 25:8-16; 27:16-25).

         Los cristianos han de guardar las fiestas de la antigua dispensación solo en sentido figurado (1Co 5:7-8; Heb 13:10-12). Aparte de la Cena del Señor, que conmemoran su muerte, Jesús no estableció para su iglesia ninguna otra fiesta. No obstante, los cristianos hemos aceptado el domingo, que es el día del Señor (Ap 1:10) como nuestro día de descanso semanal y de culto a Dios, conmemorando con ello la resurrección de nuestro Salvador.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario