lunes, 25 de noviembre de 2019

CONOZCAMOS LA BIBLIA “EL CAUTIVERIO”



                A lo largo de la historia antigua tanto los israelitas individualmente como la nación entera de Israel sufrieron la servidumbre como castigo de Dios. Seis veces fueron subyugados por pueblos extranjeros durante la época de los jueces.

            El A.T. registra que tanto el reino del norte (Israel) Como del sur (Judá) terminaron en cautiverio. El primero en manos de los asirios  y el segundo bajo los babilonios.

I EL CAUTIVERIO DE ISRAEL.
           
            Mientras Israel en su apogeo político y económico (2R 14:23-29), Asiria inicia su conquista de occidente, Más tarde Dios usaría a esta nación pagana para castigar la iniquidad y apostasía del reino de Israel, de acuerdo con las profecías de Amós y Oseas.

            El cautiverio empezó cuando Tiglat-pileser invadió a Israel, siendo rey Peka, y llevo cautivos a muchos habitantes de la parte del norte del reino (2R 15:29). La nación fue obligada a pagar tributo por varios años, aunque el fin se reveló (2R 17:4) en un esfuerzo por recuperar su independencia. Salmanasar, emperador de Asia, sitió a Samaria, la capital del reino del norte (2R 17:18). Muchos israelitas (27.290 según inscripciones de Sargón) fueron llevados a Asia y colocados en varias ciudades (2R 17:6; 18:11). Al mismo tiempo, gente de las ciudades del Imperio Asirio fueron traídas para poblar las ciudades de Israel (2R 17:24; Esd 4:10).

            Aunque esto puso fin a la historia política del reino del norte, la suerte de sus habitantes variaba. Sin duda mucho de los cautivos fue asimilado por los pueblos de donde fueron llevados. Algunos de los que quedaron en Israel se mezclaron con las gentes traídas del este, y de ellos surgió la raza conocida más tarde como samaritanos. Además, hay indicios de que algunos de los israelitas del norte inmigraron a Judá (especialmente levitas) o por lo menos participaron en su religión, pues las reformas de Ezequías y Josías alcanzaron a los que quedaron en el norte (2R 23:15-20; 2Cr 30:1-5,11,18; 35:18). También es posible que algunos de los cautivos en Asia menor regresaran a Judá con los que volvieron a Babilonia después del edicto de Ciro.



El último cautiverio del pueblo hebreo aconteció en el año 71 d.C. cuando Tito destruyó la ciudad de Jerusalén en una campaña iniciada por su padre, el emperador Vespasiano. Según el historiador judío Josefo, un tanto propenso a exagerar, perecieron más de un millón de almas en el sitio de Jerusalén. Miles de cautivos fueron diseminados entre las provincias, engrosando la “diáspora” de los judíos. Este grabado representa la medalla de Vespasiano en memoria de la captura de Jerusalén.  

II EL CAUTIVERIO DE JUDA.


                        Los profetas Amós y Oseas anunciaron que el cautiverio de Israel se debió a una rebelión contra Dios, y los profetas Isaías, Miqueas, Sofonías, Jeremías, Habacuc y Ezequiel proclamaron que la misma suerte esperaba a Judá. Judá se aprovechó de la caída de Asiria u gozó de un breve avivamiento nacional, pero después de la muerte del rey Josías cayó bajo el dominio de Egipto. En la lucha por la supremacía en el Medio Oriente, los babilonios enviaron sus ejércitos para conquistar a Egipto. En camino hacia el sur conquistaron a casi toda Palestina y sitiaron a Jerusalén donde reinaba Joacim, ya vasallos de Egipto. Joacim murió durante el sitio, y tres meses más tarde (597 a.C.) su hijo Joaquin entregó la ciudad a los babilonios. (2R24:12-17) describe como el joven rey, su madre, los tesoros del palacio y del templo y 10.000 cautivos fueron llevados a Babilonia. Entre ellos probablemente se encontraban Daniel, muchos de la nobleza, y la mayoría de los artesanos de la capital; “no quedo nadie excepto los pobres”, dice el relato.

            Los babilonios pusieron a Sedequías, otro hijo de Josías, en el trono de Judá y este reino once años. Los que habían quedado ocuparon las casas y las posiciones de los primeros cautivos y la vida nacional continuó. En 587, engañados por la promesa de ayuda de Egipto y confiando en su propia capacidad para luchar, el rey se reveló contra Babilonia. La venganza de Nabucodonosor fue inminente y terrible; después de un sitio mucho más severo, la capital cayó aniquilada por el hombre. El templo, el palacio y muchas cosas fueron quemados, los muros de la ciudad fueron derribados. Los escasos tesoros y la poca gente influyente que quedaron fueron llevados a Babilonia 2R 25:8-21 y Jer 39:8-10; 40:7; 52:12-34 describe esta segunda deportación.

            El general babilónico puso a Gedalías, el administrador del palacio, como gobernador de Judá. Este gobernó desde el pueblo de Mizpa puesto que Jerusalén estaba en ruinas. Unos meses más tarde fue asesinado por un grupo de nacionalista y muchos judíos huyeron a Egipto para evitar una suerte semejante; el profeta Jeremías fue obligado a acompañarlos. Los babilonios llevaron un tercer grupo de cautivos como represalia por la muerte del gobernador.

            La situación de los cautivos en babilonia variaba mucho según las circunstancias. Algunos sufrían y añoraban sus casas y sus tierras (Sal 137:1-6; Is 14:3; 42:22; 47:6; 51:7,21-23). El rey Joaquin fue sacado de la cárcel, pero vivía como un rey cautivo (2R 25:27-30). Muchos judíos vivían en colonias cerca de la ciudad de Nipur (Ez 1:1; 3:15); construyeron sus casas (Jer 29:5; Ez 8:1) se casaron (Jer 29:6; Ez 24:18) y prosperaban en el comercio (Is 55:1.2; Zac 6:9-11). Ciertos documentos de Babilonia indican que por lo menos un banco tenía muchos clientes judíos. Como consecuencia, algunos judíos abandonaron la fe de sus padres para adorar a los dioses benefactores de Babilonia (Is 46:1-12; 50:11; Jer 44).

            El cautiverio termino con el edicto de Ciro de Persia que liberó a los judíos y les permitió regresar a Palestina bajo la dirección del príncipe de Zorobabel de la línea de David y Josué el sumo sacerdote. Con la culminación del templo bajo el estímulo de la predicación de Hageo y Zacarías, en 516 a.C., finaliza el periodo del cautiverio.

            Por encima de la crisis que el cautiverio representó para Israel, las consecuencias positivas fueron notables. El pueblo examinó su fe y comprendió mejor la providencia divina. Aceptó la prueba como un juicio de Dios en el que faltaron el amor y la fidelidad del pacto divino (Is 54: 9-13; Jer 31: 2-3). Surgió un nuevo pacto y una nueva responsabilidad del pueblo de Dios (Is 43:10-12; Jer 31:31-34; Ez 36:26).

            Fue una época de mucha actividad literaria. Los libros proféticos fueron copiados y estudiados; la historia de los reinos de Israel recibió su forma final. El pueblo aprende a adorar a Dios sin los sacrificios del templo, y posiblemente en esta época se inició la costumbre de reunirse en sinagogas. El cautiverio afecto mucho el concepto bíblico del juicio divino y la revelación. Fue la prueba de fuego para la fe de Israel.  

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