sábado, 4 de enero de 2020

CENA DEL SEÑOR



Sencilla fiesta ritual ordenada en la Iglesia por Cristo («haced esto en memoria de mí», Lc 22:19), y denominada hoy a veces eucaristía (en griego, acción de gracias) o Santa Comunión. Conmemora la muerte expiatoria de Jesucristo y a la vez simboliza la unidad de los cristianos y su reiterada fe en la pronta venida de su Señor.

La última cena que Jesús comió con sus discípulos, durante la Fiesta de la Pascua en la víspera de su crucifixión, sirve de base para la actual Cena del Señor. Evidentemente fue para Él un momento de extraordinaria importancia (Lc 22:15). Dio instrucciones precisas en cuanto a los preparativos (Mt 26:17ss), y tomó precauciones para que Judas, y por ende los líderes judíos, no supieran de antemano dónde comerían (Aposento alto).

El Lavamiento de los pies que Jesús hizo a sus discípulos (Jn 13:4–17) dio inicio a la celebración de la cena pascual muy cargada en sí de simbolismo religioso. Luego Jesús tomó el pan, y lo partió y distribuyó entre sus discípulos diciendo: «Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí» (1 Co 11:24). Después los invitó a tomar de la copa de vino, y dijo: «Esta copa es el nuevo Pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiéreis, en memoria de mí» (v. 25). Esta versión paulina de las palabras de institución, parecida a la de Lucas (22:15–20), ha de compararse con la de Marcos (14:22ss), la cual Mateo ha seguido de cerca (26:26–30).

Frente a la dificultad de fijar la fecha precisa de la institución de la Cena del Señor (Jesucristo), algunos eruditos han tratado de separar por completo esta fiesta cristiana de la tradición pascual. Afirman que Jesús murió precisamente a la hora en que solía sacrificarse el Cordero pascual (Jn 19:14-31) y que, por tanto, no pudo haber celebrado la comida de la Pascua la noche anterior. Datos descubiertos recientemente en Qumrán, sin embargo, parecen indicar que hubo discrepancias en los calendarios judíos de aquel entonces que quizá permitieran armonizar los relatos sinópticos con el juanino.

Sea la fecha el 14 ó 15 de Nisán, indudablemente los pensamientos de Jesucristo, al sentarse a la mesa, giraban alrededor de la Pascua. Por sus palabras, y mediante un simbolismo profético, el Señor comunica a los suyos que el significado original de la Pascua adquiere una nueva dimensión y cumple la • Tipología del Antiguo Testamento.

Hace del pan y del vino nuevas parábolas de su sacrificio inminente y emblemas de su muerte que se verificaría por la Expiación del pecado humano y la Propiciación de la justicia de Dios. Por analogía, el Cristo hace así que los suyos se identifiquen con una nueva liberación del «Egipto» del pecado en cada celebración de la Cena del Señor.

Algunos cristianos, y en particular los catolicorromanos, han interpretado literalmente las palabras de la institución: «este pan es mi cuerpo... esta copa es mi sangre». Otros aseveran que el verbo «ser» tiene aquí el valor exegético de «significa», como en Gn 41:26; Dn 7:17; Lc 8:11; Gl 4.24; y Ap 1:20, además de que en el arameo hablado por Jesús el «es» faltaría del todo. De ahí se cree que el Señor hablaba metafóricamente.

En la iglesia primitiva, se acostumbraba antes de la Cena del Señor una comida común que conmemoraba las ocasiones alegres en que Jesucristo partía el pan con sus discípulos (por ejemplo, Lc 24:30; Jn 21.9ss; cf. Jn 6:11 y el «partimiento del pan» de Hch 2:42, 46; 20:7; etc.). Parece que en Corinto estas fiestas o Ágapes se convirtieron en ocasiones egoístas para embriaguez y glotonería que merecieron una severa reprensión de Pablo (1 Co 11:20ss). El apóstol advirtió del juicio que espera a los que participan de los elementos «indignamente... sin discernir el cuerpo» (vv. 27–34).

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