domingo, 29 de diciembre de 2019

CONOZCAMOS LA BIBLIA “CORINTO”



Dato importante.

Corinto, capital de la provincia romana de Acaya en el territorio de Grecia.se encontraba en el oriental del Istmo que separa el mar Jónico de Egeo. Tenía dos puertas, Lejaión a 2.5 kilómetros al oeste y Cencrea a 14 kilómetros al este, muy traficado debido al temor que tenían los marineros de las fuertes tempestades que continuamente azotaban la costa del Peloponeso al sur. El procónsul romano residía en Corinto, ya que esta era la ciudad más opulenta e impresionante de Grecia.

  Antiguamente esta localidad se llamaba Epira. Pero cuando los romanos conquistaron a Grecia en 146 a.C. destruyeron por completo la antigua ciudad, mataron a los hombres, y vendieron a las mujeres y a los niños como esclavos. Después de un siglo de abandono, Julio Cesar la reconstruyó como colonia (44 a.C.) y le dio el nombre de Corinto. Cuando Pablo llevó el evangelio allá en el año 51 d.C. encontró una ciudad relativamente joven y sin muchas de las arraigadas tradiciones socioculturales que poseían otras ciudades. Por tanto los corintios estaban más dispuestos a recibir nuevas ideas.

Siendo ciudad porteña, visitada continuamente por innumerables marineros que se encontraban lejos de sus hogares, Corinto llegó a ser un centro de inmoralidad a tal grado que la palabra “corintizar” era sinónimo de “fornicar”. La inmoralidad predominaba hasta en la religión; en el templo de Afrodita, la diosa del amor, se mantenía a mil sacerdotisas que practicaban la prostitución “sagrada”.
Los colones originales que llegaron a Corinto vinieron del sur de Italia, pero pronto muchos griegos y orientales, incluso judíos, se mezclaron con ellos. La comunidad judía construyó una sinagoga que más tarde habría de ser el puente que Dios usaría para la entrada del evangelio (Hch 18:4), el monoteísmo y la moral de los judíos constantemente tanto con la disolución corintia, que muchos no judíos fueron atraídos a la sinagoga.

Lucas llamaba “temerosos de Dios” a estos gentiles (Hch 18:7). Algunos llegaron a aceptar la circuncisión y los otros conceptos de la ley judaica, y alcanzaron la categoría de “prosélitos” (compare Hch 2:10; 13:43). Esta sinagoga, compuesta de judíos, prosélitos y temerosos de Dios (simpatizantes) constituía un campo blanco, preparado para la cosecha. Pablo predicó el evangelio allí (Hch 18:4) y el resultado fue una de las principales iglesias del primer siglo. 1 y 2 de Corintios atestiguan las relaciones posteriores de Pablo con esta congregación.    

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