domingo, 25 de octubre de 2020

EL VELO DE SEPARACIÓN.

Éxodo 26:31-37.

31Confeccionarás también un velo con tela teñida de azul, de púrpura y de escarlata, y de lino fino torcido; se le bordarán querubines, obra de diestro artífice.

32Luego lo colocarás sobre cuatro columnas de madera de acacia recubierta de oro; también sus ganchos serán de oro y estarán sobre cuatro bases de plata.

33En la parte inferior de las tablas colocarás el velo, e introducirás allí, detrás del velo, el arca del testimonio. Luego extenderás el velo entre el Lugar Santo y el Santo de los Santos.

34Después colocarás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el Santo de los Santos.

35La mesa la colocarás fuera del velo, y el candelabro enfrente de la mesa, en el lugar sur del tabernáculo; en el lado norte colocarás la mesa.

36Además confeccionarás para la puerta del tabernáculo, una cortina de tela teñida de azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido, obra de tejedor.

37Harás también cinco columnas de madera de acacia para la cortina, y la recubrirás de oro, y sus capiteles serán también de oro, luego harás cinco bases de bronce para las columnas.  

VELO DEL TEMPLO

El tabernáculo tenía dos velos o cortinas: uno grueso y hermoso entre el Lugar Santo y el Santísimo (Éxodo 40:33) y otro a la entrada del atrio (Éxodo 40:33). Aunque con frecuencia se usa la misma palabra para designar a ambos (en hebreo, masak; en griego, katapétasma), solo el primero tiene valor litúrgico porque demarcaba el lugar más sagrado del Santuario y se rociaba con sangre en algunas ceremonias. El templo de Salomón y los dos templos posteriores retuvieron estos velos. Los Evangelios cuentan que, a la muerte de Jesús, el velo del templo se rasgó. Unos suponen que se trata del velo interior (cf. Hebreos 6:19; 9:3; 10:20 donde su ruptura es símbolo del acceso del cristiano directamente a Dios mediante el sacrificio del Cristo). Otros aducen que se refiere al velo exterior, ya que el interior no era visible al pueblo.

SANTUARIO

Lugar en la tierra donde mora la presencia de Dios, aunque el verdadero santuario según la Biblia es el cielo mismo (2 Crónicas 30:27; Hebreos 9:24). Dios lo estableció en la época del Antiguo Testamento, pues tanto el Tabernáculo (Éxodo 25:8; cf. 40:34) como el Templo (1 Reyes 8:10) albergaban la manifestación visible de la presencia de Dios. El Lugar Santísimo era el santuario estrictamente hablando (Levíticos 16:16), pero la palabra se aplicaba en sentido general a todo el edificio.

En sentido figurado, se le llama santuario al pueblo de Dios (Salmos 114:2), ya que Él mora entre ellos. Pero santuario puede significar también refugio (cf. 1 Reyes 2:28, Ciudades de refugio). En este sentido, Dios es el santuario de su pueblo (Isaías 8:14; Ezequiel 11:16).

Las religiones paganas también tenían santuario para sus dioses. La participación del pueblo escogido en los ritos de aquellas (Amós 7:9-13) fue una de las causas de su caída.

Generalmente las versiones bíblicas usan «santuario» para traducir el griego, naós, que también se traduce «templo». Otro término afín es háguia (Lugar Santo o Santísimo) que se halla en la Epístola a los Hebreos. Sin embargo, según el Nuevo Testamento, el santuario terrenal de Dios ya no es un edificio, sino su pueblo. Dios mora en la iglesia universal (Efesios 2:021), en la iglesia local (1 Corintios 3:16) y en el creyente (1 Corintios 6:19). Así como los judíos debían guardar la santidad del tabernáculo, evitando que se profanara (Levíticos 21:23), el creyente tiene la responsabilidad de guardar la integridad y santidad de la iglesia (1 Corintios 3:17) y de su propio cuerpo (1 Corintios 6:18ss).

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