Éxodo
28:1-4.
1Harás que se acerque a ti, de entre los hijos de Israel, tu
hermano Aarón y sus hijos con él, a fin de que Aarón , y Nadab, Abihú, Eleazar
e Itamar, los hijos de Aarón, me sirvan como sacerdotes.
2Harás vestiduras santas para tu hermano Aarón, para honra y esplendor.
3Y hablarás a todos los más diestros artífices, a los cuales he
llenado de espíritu de sabiduría para que ellos confeccionen las vestiduras
santas de Aarón, a fin de consagrarlo para que me sirva como sacerdote.
4Éstas serán las vestiduras que les confeccionarán: una
vestidura interior, un efod, un pectoral, una túnica de lino fino blanco, una
mitra y un cinturón. Harán vestidura para tu hermano Aarón y para sus hijos, a
fin de que me sirvan como sacerdotes.
SUMO SACERDOTE, SUMO
SACERDOCIO
(En hebreo, kohen nagadol; en griego,
arjiereus). Cargo hereditario que quedó en manos de los descendientes de Aarón
quien fue el primer sumo sacerdote que Dios designó como jefe espiritual de su pueblo
y que Moisés consagró (Levítico 8).
El
sumo sacerdote tenía la misión de velar por la recta administración del culto.
El acto cumbre de su oficio era la celebración anual del gran día de Expiación
en que ofrecía primero un holocausto por sí mismo y luego una ofrenda
expiatoria por el pueblo (Levítico 16). El sumo sacerdote entraba al Lugar
Santísimo, asiento de la presencia de Jehová en medio de su pueblo (Tabernáculo),
con la sangre expiatoria y rociaba la sangre sobre el Propiciatorio. Era la
única persona que tenía ese privilegio, y esto solo una vez al año y con la
sangre de la expiación.
Otra
función del sumo sacerdote era la de juez, en la que contaba con la ayuda del Urim y Tumim, aparato de uso exclusivo
del sumo sacerdote que le daba cualidades especiales para decidir cuestiones
difíciles (Números 27:20-21).
Además
de las vestiduras ordinarias del Sacerdote, el sumo sacerdote contaba con
algunas de tal gloria y hermosura que lo distinguían en sus funciones
oficiales. Incluía el Efod (Éxodo 28:5–12), prenda que se ponía sobre el Manto
del efod (Éxodo 28:31–35), el Pectoral (Éxodo 28:15–29) y la Mitra o turbante
con una placa de oro fino con la inscripción: «Santidad a Jehová» (28:36–38; cf. 29:6).
El
Señor dio instrucciones detalladas acerca de la ceremonia de investidura (Éxodo
29), las que se ejecutaron solemnemente en la consagración de Aarón (Levítico
8). Las primeras ceremonias en que Aarón como sumo sacerdote tuvo que realizar
con el profundo dolor causado por la muerte de sus hijos Nadab y Abiú por no
haberse ajustado a las instrucciones divinas. No pudo expresar su dolor ni usar
luto porque le fue prohibido expresamente (Levítico 9; 10; 16).
Como
el sumo sacerdocio era hereditario, el sucesor de Aarón fue Eleazar. También lo
ejerció Itamar, lo que dio origen a dos líneas de sumo sacerdotes (1 Crónicas
24:2-3). Durante la conquista Eleazar ejerció sus funciones en Silo, que fue la
capital religiosa de Israel hasta los días de Elí cuando los filisteos se
apoderaron del Arca del pacto (Josué 14:1; 19:51; 1 Samuel 4:11).
En
la época de los jueces solo se menciona una vez al sumo sacerdote, cuando el
sumo sacerdote Finees tuvo que decidir sobre un asunto grave ocurrido con los
benjamitas (Jueces 20:28). El sumo sacerdote Elí era de la línea de Itamar. Su
sucesor fue su nieto Ahitob, hermano de Icabod, por cuanto los hijos de Elí
murieron el mismo día que Elí. Durante el reinado de Saúl «llevaba el efod» (1
Samuel 14:3), indicio de que era el sumo sacerdote. En otros pasajes se le
llama «Ahimelec» (22:11, 20).
Los
sumos sacerdotes tuvieron una influencia vital en la religión del pueblo. Si el
sumo sacerdote era fiel y estaba consciente de su papel delante de Dios y del
pueblo, había un avivamiento en el rey y en el pueblo. De lo contrario, si el
sumo sacerdote descuidaba su deber, el rey y el pueblo decaían.
Cuando
David trasladó el arca a Jerusalén, los sumos sacerdotes que vivían en Silo se
fueron también a Jerusalén. Allí nuevamente se tiene noticias de la
reiniciación de las actividades de las dos líneas de sumo sacerdocio (2 Samuel
8:17; cf. 1 Crónicas 24:3). Debido a la deslealtad de Abiatar en la rebelión de
Adonías, Salomón lo destituyó del cargo (1 Reyes 2:26-27).
La
tabla de la página siguiente muestra la sucesión de sumos sacerdotes en ambas
líneas. Esta no puede ser completa porque, como era costumbre entre los
israelitas, hay saltos de una o más generaciones (1 Crónicas 6:3–15; Cronología
del Antiguo Testamento).
Joiada
fue sumo sacerdote durante la infancia de Joás. No aparece en las genealogías
de la línea de Eleazar, como tampoco su hijo Zacarías, que murió lapidado por
orden del mismo Joás, que tantos beneficios recibiera de Joiada (2 Reyes
12:2-7).
El
cautiverio no cortó la línea de los sumos sacerdotes. Al regreso, varios de ellos
tuvieron una actuación destacada, entre ellos Josué hijo de Josadac (Hageo 1:1,
12, 14; 2:2-4; Zacarías 3) y Eliasib. Aunque era hijo (¿o nieto?) del sumo
sacerdote Seraías, Esdras no fue sumo sacerdote, pero tuvo una autoridad muy
especial como escriba y reorganizador de la religión del Israel después del
cautiverio. Poco se sabe de los aaronitas después de Jadúa (Nehemías 12:11-12),
último sumo sacerdote mencionado en el Antiguo Testamento. Pertenecieron al
Sanedrín (Concilio) y muchas veces lo presidieron.
En
el período intertestamentario surgió el linaje de los sumos sacerdotes Asmoneos
implantado por los Macabeos. Estos fueron reyes y sumos sacerdotes a la vez,
factor que revistió el oficio de sumo sacerdote más adelante en el Nuevo
Testamento con bastante autoridad política.
Son:
Jonatán (152–142
a.C.)
Simón (143–134,
hermano de Jonatán)
Juan Hircano
(134–104, hijo de Simón)
Aristóbulo I
(104–103, hijo de Juan Hircano)
Alejandro Janeo
(103–76, hijo de J. Hircano)
Hircano II (76–67 y
63–40, nieto de A. Janeo)
Aristóbulo II (67–63,
hermano de Hircano II)
Antígono (40–37)
Aristóbulo III
(36–35)
En
el Nuevo Testamento se mencionan tres sumos sacerdotes, todos ellos contrarios
al Cristo y al cristianismo. En el año 18 d.C., Valerio Grato nombró a Caifás
como sumo sacerdote y Vitelio lo depuso en el año 36. Caifás participó en las
intrigas contra Jesús y fue uno de los primeros en proponer abiertamente su
ejecución (Juan 11:49-50). La afirmación de que era sumo sacerdote «aquel año»
sugiere que alternaba con Anás (y posiblemente con otros) la presidencia del
sanedrín y las demás funciones del sumo sacerdocio.
Anás
comenzó su pontificado el año 26 d.C., poco antes del comienzo del ministerio
de Juan el Bautista. Su nombramiento lo debió al favor de Publio Sulpicio
Quirino. Anás era suegro de Caifás. A Cristo lo juzgaron en su casa, aunque el
sanedrín lo presidía Caifás. En la persecución de los discípulos ambos actúan
juntos, pero el presidente era Anás (Hechos 4:6).
El
tercer sumo sacerdote mencionado en el Nuevo Testamento es Ananías, a quien
Agripa II designó en el año 48. Es el encargado de juzgar a Pablo (Hechos
23:2–5; 24:1). En su defensa, Pablo pone por testigo al sumo sacerdote. Esto
parece indicar que acababa de asumir el cargo y Pablo no lo sabía (Hechos 22:5;
cf. 9:1; 23:5). Es muy posible que estos sumos sacerdotes no fueran de la línea
de Aarón. Si es así, tendríamos que el linaje de los sumos sacerdotes aaronitas
había llegado a su fin, lo que demostraría la fragilidad de su institución.
El
Cristo es el Sumo Sacerdote definitivo, del cual Aarón y su linaje eran un
tipo, y se caracteriza por ser un Sumo Sacerdote misericordioso hacia su
pueblo, fiel hacia Dios y hacia los suyos al punto de expiar en su propio
cuerpo los pecados (Hebreos 2:17; 3:2). Es de mayor gloria que Moisés (Hebreos
3:3) que fue el que consagró al primer sumo sacerdote, compasivo hacia las
debilidades humanas por cuanto Él fue tentado también (Hebreos 2:18; 4:15). En
consecuencia, mantiene una invitación permanente a que el débil acuda a Él en
demanda de socorro (Hebreos 4:16; cf. 2:18).
El
contraste entre el Cristo y los sacerdotes es notable. Coinciden en que a ambos
los constituyó Dios en favor de los seres humanos, han de ofrecer sacrificios
por los pecados, y han de tener paciencia con los débiles. Pero difieren en
varios aspectos importantes.
1. Las ofrendas y
sacrificios de los sumos sacerdotes aaronitas eran muchos y continuos, mientras
el Cristo ofreció un solo sacrificio de una vez y para siempre (Hebreos 5:1;
cf. 7:27).
2. La paciencia del
sumo sacerdote estaba basada en su debilidad, mientras que la del Cristo
proviene de la misericordia como una virtud propia (Hebreos 5:2; cf. 4:15; 7:28).
3. El sumo sacerdote
debía ofrecer sacrificios por sí mismo antes de ofrecer el de los pecadores,
mientras que el Cristo no necesita sacrificio a su favor (5:3; 7:27).
4. El sumo sacerdote
aaronita ofrecía animales y entraba al santuario con sangre ajena, mientras que
el Cristo se ofreció a sí mismo y derramó su propia sangre (Hebreos 9:12; cf.
9:13-14).
5. El sumo sacerdote
entraba una vez al año a un santuario hecho con manos (Hebreos 9:7), mientras
que el Cristo entró al santuario celestial una vez y para siempre (Hebreos 9:11-24;
cf. 9:8).
6. El sumo sacerdote
tenía que salir del Lugar Santísimo, pero el Cristo entró más allá del velo y ha
permanecido en él (6:19-20; cf. 10:12) dejando abierto el camino para que los
suyos entren a la presencia de Dios (Hebreos 10:19-20; cf. 9:7-8, y Mt 27:51).
7. Los aaronitas
fueron muchos, por cuanto por la muerte no podían perdurar, pero el Cristo es
uno solo eternamente (7:23) y su sacerdocio es inmutable.
8. Su sacerdocio no
es según el orden de Aarón, sino según el orden de Melquisedec (Hebreos 9:20;
esto implica que también Melquisedec era sumo sacerdote).
9. La intercesión del
sumo sacerdote era temporal, pero la del Cristo es eterna (7:25).
10. El sumo sacerdote
era un ministerio imperfecto, porque correspondía a un pacto que caducó,
mientras que el del Cristo es un ministerio perfecto que permanece para siempre
(Hebreos 8:16–13).
En
suma, Cristo no solo fue Sumo Sacerdote, sino también ofrenda; no solo murió
por su pueblo escogido, sino que resucitó y vive eternamente para interceder
por él. Al de Sumo Sacerdote unió otros oficios, como el de Rey y Profeta, con
lo que se identifica con Melquisedec, único sumo sacerdote que al parecer
reunía los tres oficios. Por su obra, Cristo nos ha hecho reyes y sacerdotes
que debemos ofrecer sacrificios espirituales y reinar con Él (Apocalipsis 1:5s;
cf. 1 Pedro 2:9). La culminación del Sumo Sacerdote de Cristo ocurrirá cuando
aparezca la segunda vez para introducir a los suyos al santuario celestial (Hebreos
9:28; cf. 6:19-20).
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