miércoles, 19 de agosto de 2020

TRABAJO.

 

Algunos de los grandes desafíos que enfrentas como cristiano pueden provenir del trabajo que realizas o del lugar donde trabajas. Quizás estas trabajando en un lugar moralmente cuestionable. O puede que se te haga difícil respetar a quienes están sobre ti. O quizás te resulte tedioso o sin significado. Hasta puedes preguntarte si tu fe está impactando a tus compañeros de trabajo. Cualquiera sea tu vocación, tu trabajo puede llegar a ser más significativo y más recompensado cuando obedeces lo que la Biblia dice acerca de tu actividad hacia el trabajo o hacia tus responsabilidades. Lleva estos consejos bíblicos en tu corazón ¡verás la diferencia!

TRABAJA COMO SI LO HICIERAS PARA EL SEÑOR. Ten en mente que al fin de cuentas tú estás trabajando para el Señor, no para la gente (Colosenses 3:22-24 “Siervos, sean obedientes en todo a sus amos en la carne, no con la intención de ser vistos como para complacer a los hombres, sino con un corazón recto y reverente al Señor. 23. Y todo lo que hagan, háganlo con toda su alma, como para nuestro Señor y no como para los hombres, 24. entendiendo que de nuestro Señor recibirán la recompensa en la herencia, porque ustedes sirven al Señor, el Cristo. 25. Pero el que obre mal, recibirá de acuerdo a lo que hizo insensatamente, porque no hay acepción de personas”).

Mientras el mundo dice que debes trabajar para tu propio beneficio, Jesús dice que debes trabajar para agradarle a Él. Mientras el mundo dice que debes trabajar duro para salir adelante, Jesús dice que hay que hacerlo a fin de mostrarle al mundo para quien estas trabajando. Cuando trabajas como si lo hicieras para el Señor, toda tu perspectiva cambia.

¿Deseas revolucionar tu actitud hacia el trabajo? Entonces guarda este versículo en tu corazón. Sí eres una madre y trabajas en el hogar: lava los platos, plancha la ropa y cocina como si lo hicieras para el Señor, no solamente para tu familia. Si estás trabajando en una oficina, cumple tus labores y trata a todos tus compañeros como si fueran el Señor mismo. Quizás tu trabajo sea poco apreciado y mal pagado, pero Dios promete darte plena recompensa en los cielos (v. 24).

CREA HAMBRE ESPIRITUAL EN AQUELLOS QUE TE RODEAN. Tu buen ejemplo puede estimular a tus compañeros de trabajo  a conocer más de Jesús  (Tito 2:9-10 “Los siervos sométanse a sus amos en todo; compórtense correctamente, y no sean voluntariosos; 10. que no roben, sino que muestren en todas las cosas su gran fidelidad, y que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”).

Aunque no somos esclavos, este versículo puede aplicarse fácilmente a los trabajadores y empleados de hoy, o a cualquiera que se le pida que haga algo para otro. Jesús dio un ejemplo único de este principio, cuando dijo a sus discípulos: “Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro, ve con él dos” (Mateo 5:41). En aquel tiempo la ley romana concedía a los soldados romanos el derecho de tener a cualquier ciudadano para llevar su carga por un kilómetro. Pero Jesús dijo a sus discípulos que hicieran aún más. Al hacerlo tendrían una audiencia cautiva para presentar el evangelio. Hoy, cuando todo el mundo reclama sus derechos, este versículo es una contradicción directa a esta manera de pensar. Pero todo vuelve al marco de referencia como cristianos: nuestra meta en la tierra no es ganar nuestros derechos, sino ganar almas para el Señor. Tu trabajo puede ser difícil. Puedes pensar que es mundano e insignificante. Pero no es así. Dios te ha puesto en un lugar donde trabajas por una razón: para que tu luz brille. Tu quehacer, dedicado y consagrado, puede lograr que tu empleador o tu jefe sean ganados para el Cristo. Así que, busca oportunidades y “camina el segundo kilómetro”.

ESFUÉRZATE POR SER RESPONSABLE. La gente te respetará a ti y a tu mensaje que eres responsable (1 Tesalonicenses 4:11-12 “esforzándose por mantenerse en tranquilidad y ocupándose en sus propios asuntos, trabajando con sus manos, tal como les hemos ordenado, 12. para que se conduzcan rectamente para con los de afuera y no sean dependientes de nadie”).

Este pasaje nos da algunas razones contundentes de por qué debemos evitar a toda costa la inmoralidad sexual. Más aún, el pecado del adulterio causa por lo menos seis consecuencias dañinas.

·         El adulterio produce grave daño al cónyuge del adúltero. Una persona adúltera viola el vínculo con el cónyuge al tener relaciones con otra persona. Este pecado es tan serio que Jesús lo considera un motivo válido para el divorcio (Mateo 19:9 “Pero yo les digo que el que se divorcie de su esposa, no habiendo ella cometido adulterio, y se case con otra, comete adulterio, y el que se case con una mujer divorciada comete adulterio”). Aunque un matrimonio puede sobrevivir al dolor del adulterio con la ayuda de Dios, la confianza nunca será la misma.

·         El adulterio daña irreparablemente al adúltero. Aunque Dios puede perdonar a las personas que cometen ese pecado, no todos la perdonarán tan fácilmente. La reputación de esa persona quedará dañada y satanás, sin duda, lo acosará con sentimientos de culpa.

·         El adulterio causa grandes heridas a los hijos del adultero. Puede suceder que la persona que comete este pecado nunca recupere completamente la confianza de sus hijos. Pero lo peor es que los hijos de la persona adúltera podrían seguir sus pasos y cometer el mismo pecado más tarde  en su vida.

·         Los creyentes que comenten adulterio traen mala reputación a la iglesia. La Escritura enseña que cuando una parte del cuerpo del Cristo sufre, todos sufren (1 Corintios 12:26 “de manera que cuando un miembro padezca, todos compartan su padecimiento, y si un miembro recibe honra, todos los miembros se sientan honrados junto con él”). Todos los cristianos son representantes de la iglesia y cuando se descubre el pecado de uno de los miembros, esa persona daña la reputación de la iglesia, especialmente si tiene una posición de liderazgo.

·         El adulterio daña la causa del Cristo. Esta conducta daña el testimonio del cristiano y daña su credibilidad. Los que dicen seguir al Cristo y cometen adulterio, no solo hieren su propia reputación, sino también la reputación del Cristo.

·         El adulterio es un pecado contra Dios. Este debe ser el motivo principal para llevar una vida santa. Como lo afirma Pablo en este texto, Dios nos ha dado su Espíritu Santo para que viva en nosotros. Cuanto más llene y controle el Espíritu Santo nuestra vida, menos probabilidades habrá de caer en la tentación del adulterio.

HONRA AL CRISTO CON TU ARDUO TRABAJO. No permitas que los no creyentes critiquen al Señor por tu testimonio deficiente (1 Tesalonicenses 4:11-12 “esforzándose por mantenerse en tranquilidad y ocupándose en sus propios asuntos, trabajando con sus manos, tal como les hemos ordenado, 12. para que se conduzcan rectamente para con los de afuera y no sean dependientes de nadie”).

NO DESATIENDAS TU SALUD ESPIRITUAL. Nunca pongas tus deseos de riqueza  material por encima de tu bienestar espiritual (Lucas 12: 15-21 “Luego dijo a sus discípulos: Tengan cuidado con toda forma de codicia, porque la vida no consiste en la abundancia de bienes. 16. Y les refirió una parábola: La tierra de cierto varón rico le había producido una abundante cosecha, 17. y pensaba para sí mismo, diciendo: '¿Qué voy a hacer? Pues no tengo dónde almacenar mis cosechas'. 18. Entonces dijo: 'Esto haré: derribaré mis graneros y construiré unos más grandes donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes, 19. y diré a mi alma: 'Alma mía, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; reposa, come, bebe, disfruta'. 20. Pero Dios le dijo: '¡Insensato! esta noche demandan tu vida, y esto que has provisto, ¿para quién será?' 21. Así es el que acumula tesoros para sí y no es rico para con Dios”).

Como lo ilustra esta parábola, es fácil dejar que otras metas nublen nuestra visión espiritual. Nos afanamos por obtener más dinero para comprar un auto nuevo o una casa, o tomar esas soñadas vacaciones. A veces nos dejamos atrapar de tal manera en la búsqueda  de dinero, que dejamos a Dios fuera  del “programa”.

La respuesta de Dios a este dilema es que busquemos primeramente  el reino de Dios y su voluntad en nuestra vida y todo será puesto en su lugar. Es muy simple, Entre más canalices tu energía, ambición y vida  en este único y santo propósito, menos obsesionado estarás con las responsabilidades y las preocupaciones de este mundo. Por el bien de tu salud espiritual, busca el reino de Dios en todo cuanto hagas. Fallar en esto sólo garantiza confusión, fracaso, vacío e insatisfacción.     

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