viernes, 21 de agosto de 2020

¿QUÉ ES REINCIDIR?

 

Lucas 22:31-62.

Jesús anuncia la negación de Pedro

31. Después Jesús dijo a Simón: Simón, he aquí que Satanás está pidiendo zarandearlos como a trigo, 32. pero yo he rogado por ti para que no falle tu fe; para que aún tú, al tiempo, te arrepientas y fortalezcas a tus hermanos. 33. Entonces Simón le dijo: Señor mío, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y aún a la muerte. 34. Jesús le dijo: Simón, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tu hayas negado tres veces que me conoces. 35. Y les dijo: Cuando los envié sin bolsa, sin alforjas y sin calzado, ¿acaso les faltó algo? Ellos le contestaron: Nada. 36. Él les dijo: Pero ahora, el que tenga bolsa, llévela, y así también alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una espada, 37. porque les digo que es necesario que también esto que está escrito sea cumplido en mí: yo SERÉ CONTADO CON LOS INICUOS, porque todas estas cosas respecto a mí, tendrán cumplimiento. 38. Entonces ellos le dijeron: Señor nuestro, mira, hay dos espadas aquí. Él les dijo: Son suficientes.

Jesús ora en Getsemaní

39. Luego salió y se retiró como tenía por costumbre, al monte del Huerto de Los Olivos, y sus discípulos también fueron tras Él. 40. Al llegar al lugar, les dijo: Oren para que no entren en tentación. 41. Él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba 42. diciendo: Padre, si es tu voluntad, pase de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43. Entonces se le apareció un ángel del Cielo para fortalecerlo. 44. Y estando con temor oraba con mayor intensidad, de manera que su sudor era como espesas gotas de sangre. Y se postró en tierra. 45. Después se levantó de su oración, y se dirigió hacia sus discípulos, pero los halló durmiendo a causa de la tristeza. 46. Entonces Él les dijo: ¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para que no entren en tentación.

Arresto de Jesús.

47. Estaba Él hablando, cuando he aquí que llegó una multitud, y el que tenía por nombre Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos, y acercándose a Jesús, lo besó, pues esta era la señal que él les había dado: 'Al que yo bese, ese es'. 48. Y Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49. Al ver los que se encontraban con Él lo que iba a ocurrir, le dijeron: Señor nuestro, ¿heriremos a estos a espada? 50. Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. 51. Entonces, contestando Jesús, dijo: ¡Basta ya de esto! Enseguida le tocó la oreja al que estaba herido y se la restauró. 52. Luego dijo Jesús a los principales sacerdotes, a los ancianos y a los oficiales del templo que habían venido contra Él: ¿Cómo contra un ladrón han salido contra mí con espadas y garrotes para aprehenderme? 53. Habiendo estado con ustedes en el templo diariamente, no me echaron mano, pero esta es su hora y el poder de las tinieblas.

Pedro niega a Jesús.

54. Y aprehendiéndolo, lo trasladaron a la casa del sumo sacerdote, mientras Simón lo seguía a cierta distancia. 55. Luego, encendiendo ellos una hoguera en medio del patio, se sentaron en torno a ella, y Simón también se sentó entre ellos. 56. Pero una joven, al verlo sentado junto al fuego, mirándolo detenidamente, dijo: ¡Este también estaba con Él! 57. Pero él lo negó, diciendo: Mujer, yo no lo conozco. 58. Un poco después, al verlo otro, le dijo: También tú eres uno de ellos. Pero Pedro dijo: ¡No lo soy! 59. Y después de una hora, otro lo contradecía, diciendo: En realidad también este estaba con Él, porque él también es galileo. 60. Pero Pedro dijo: ¡Hombre, no sé de qué hablas! E inmediatamente, mientras todavía él estaba hablando, un gallo cantó. 61. Entonces Jesús volteó y miró fijamente a Pedro, y Simón recordó la palabra que nuestro Señor le había dicho: 'Antes de que el gallo cante, tú me negarás tres veces'. 62. Y Simón salió afuera, y lloró amargamente.

Como creyentes se nos ha dado una “nueva naturaleza”. Significa que uno tiene hambre de Dios y una inclinación sobrenatural a hacer lo que es recto. Desdichadamente, como humanos, también tenemos una “vieja naturaleza”, es decir, una inclinación natural a hacer lo malo. A veces, algunos cristianos empiezan a deslizarse hacia atrás espiritualmente o a reincidir.

Quizás el mejor modo de comprender los peligros de volver atrás es examinar el relato Bíblico de cómo un creyente cayó en esta trampa. Este fue Simón Pedro, uno de los discípulos más allegados a Jesús. En el capítulo 22 de Lucas se nos da el relato de su regresión espiritual. Su historia es una advertencia de que aun los creyentes maduros tienen la posibilidad de caer si bajan la guardia.

Confianza en sí mismo y falsa seguridad. Pedro hizo evidente no solo su infundada confianza en sí mismo (dijo: que él “moriría” por Jesús), sino que también contradijo directamente la predicación del Señor de que él caería (v. 34). Negó su propia debilidad ante el pecado. La Biblia advierte que: “si ustedes piensan que están firmes, tengan cuidado de no caer” (1 Corintios 10:12).

Falta de oración. Aun cuando Jesús instruyó específicamente a Pedro para que orara, en vez de orar, decidió dormir. En la parte correspondiente a este pasaje el evangelio de Mateo, Jesús hasta les había advertido: “Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil” (Mateo 26:41). Pero Pedro no se sintió débil ni vio la necesidad de orar, no es sólo un pecado sino la violación directa a un mandamiento, porque a través de toda la Escritura, Dios nos instruye que oremos.

Seguir a Dios de lejos. En el fondo de toda regresión espiritual hay siempre una falta de comunicación y cercanía con Jesús. Aunque Pedro todavía seguía a Jesús, no lo hacía tan cerca cómo debía. Hay cristianos que desean vivir en dos mundos. Quieren ser creyentes, pero no desean estar demasiado dedicados. Cuando vives de esta manera, te pones en peligro.

Calentarse en el fuego del enemigo. Por seguir a Jesús de lejos, Pedro se enfrió y quiso arrimarse al fuego. Él esperaba ser inadvertido en medio de tanta gente, así que se mezcló con aquellos que habían arrestado a Jesús. La Biblia nos dice: “Que alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones” (Salmos 1:1). Pedro estaba haciendo lo opuesto. Cuando la pasión espiritual de nuestro corazón empieza a morir, el fuego por Jesucristo se enfría y buscamos calor en cualquier otro lado.

Negación y separación. Pedro llegó al paso final de la regresión espiritual cuando negó conocer a Jesús o haber estado con Él. El evangelio de Mateo nos dice que comenzó a maldecir y a jurar, lo que significa que hizo un juramento diciendo: “¡Que me caiga una maldición si les miento!” (Mateo 26:74). Pedro había perdido todo sentido de la realidad y, por lo tanto, toda conciencia de Dios.

A pesar de su caída, Pedro fue restaurado. En Lucas 22:61 dice que sus ojos se encontraron con Jesús y Pedro lloró amargamente. Cuando él penaba por su pecado, Jesús vio su corazón. La Biblia dice: “Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación” (2 Corintios 7:10). Tres días más tarde, después de la resurrección de Jesús, el ángel en la tumba le dijo a las mujeres: “Ahora vallan y cuéntenle a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir” (Marcos 16:7, énfasis agregado). Jesús deseaba que Pedro supiera que Él todavía lo amaba.

Como cristianos vamos a pecar. La Escritura dice: “Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad” (1 Juan 1:8). Pero el Espíritu Santo amorosamente nos convencerá del pecado y nos llevará de vuelta a la cruz, donde podemos confesar el pecado y apartarnos de él. Cuando pequemos debemos correr hacia el Señor, no alejarnos de Él.           

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