domingo, 16 de agosto de 2020

COMPARTE TU FE

 

2 Timoteo 4:1-2.

1. Te encargo en la presencia de Dios y de nuestro Señor Jesucristo que ha de juzgar a los vivos y a los muertos en la manifestación de su reino. 2. Proclama la palabra y persiste diligentemente, a tiempo y fuera de tiempo; amonesta y reprende con toda paciencia e instrucción,

        Después de conocer personalmente al Señor Jesús,  y caminar con Él, una de las bendiciones más grandes es llevar a otros al Señor Jesucristo. La buena noticia es que Dios desea usarte a ti, no sólo a los pastores, misioneros y evangelistas, como su instrumento para hablarles del Cristo a otros.

         Jesús nos dio esta comisión cuando dice en Marcos 16:15 “Y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen mi Evangelio a toda criatura”. Este mandato maravilloso es conocido como “La Gran Comisión”. Pero por la manera en que algunos cristianos toman  esta Escritura, tú podrías pensar que es “la gran sugerencia”.

         ¡Compartir tu fe es algo que Jesús desea, y demanda, de cada uno de nosotros! ¿Cómo podemos hacerlo? La primera epístola de Pedro 3:15-16, nos dice que debemos estar listos para dar una respuesta todo el que nos pregunte acerca de la esperanza que tenemos en Jesús. Aquí hay cuatro pasajes de la Palabra de Dios que te ayudarán a compartir tu fe.

         NO NECEISTAS NINGUN ENTRENAMIENTO PARA COMPARTIR TU FE. Un corazón cambiado es lo único que necesitas para para empezar a compartir tu fe con otros (Juan 9:1-41 “Cuando Jesús pasaba, vio a un varón que era ciego desde el vientre de su madre, 2. y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Maestro nuestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego? 3. Jesús les contestó: Ni él pecó, ni sus padres, sino que es para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4. Me es necesario hacer las obras del que me envió mientras es de día. Viene la noche, cuando ninguno puede trabajar. 5. Mientras yo esté en el mundo, soy la luz del mundo. 6. Habiendo dicho estas cosas, escupió en el suelo, y haciendo lodo con su saliva, lo untó en los ojos del ciego. 7. Y le dijo: Ve al estanque de Siloé a lavarte, y el ciego fue a lavarse, y al regresar veía. 8. Y sus vecinos y los que anteriormente lo veían mendigar decían: ¿No es este aquel que se sentaba y mendigaba? 9. Unos decían: Él es. Y otros decían: No, sino que se parece mucho a él. Pero él decía: Soy yo. 10. Le preguntaron ellos: ¿Cómo es que fueron abiertos tus ojos? 11. Él contestó, diciéndoles: Un varón llamado Jesús hizo lodo, y untándolo en mis ojos, me dijo: 'Ve a lavarte en las aguas de Siloé'. Y fui y me lavé, y recibí la vista. 12. Luego le preguntaron: ¿Dónde se encuentra Él? Él les contestó: No sé. 13. Llevaron entonces ante los fariseos al que anteriormente había sido ciego, 14. porque cuando Jesús hizo lodo y abrió los ojos al ciego era día de reposo. 15. Entonces los fariseos nuevamente le preguntaron cómo había recibido la vista. Y él les respondió: Puso lodo en mis ojos; luego me lavé, y recibí la vista. 16. Y decían algunos de los fariseos: Este hombre no es de Dios, puesto que no respeta el día de reposo. Pero otros decían: ¿Cómo un hombre pecador puede hacer estas señales? Y había división entre ellos. 17. Otra vez le preguntaron al que había ciego: ¿Qué dices respecto al que te abrió los ojos? Él les contestó: Yo digo que es profeta. 18. Pero los judíos no le creían que hubiera sido ciego, y que hubiera recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19. y les preguntaron: ¿Éste es su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo ahora ve? 20. Y sus padres contestaron, y dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego, 21. pero cómo ve ahora, o quién le haya abierto sus ojos, lo ignoramos. Él ya tiene edad; pregúntenle. Él hablará por sí mismo. 22. (Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en que si alguien confesaba que Jesús era el Cristo, sería expulsado de la sinagoga. 23. Por esta causa sus padres dijeron: 'Edad tiene, pregúntenle'). 24. Por segunda vez llamaron al varón que había sido ciego, diciéndole: Da gloria a Dios, pues nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. 25. Él les contestó, y dijo: Si es pecador, no lo sé. Pero es una cosa: que yo era ciego, y he aquí que ahora veo. 26. Y de nuevo le preguntaron: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 27. Él les contestó: Ya se los he dicho y no han prestado atención. ¿Por qué lo quieren escuchar nuevamente? ¿Acaso también quieren hacerse discípulos suyos? 28. Entonces ellos, insultándolo, le dijeron: Tú eres su discípulo, pero nosotros somos discípulos de Moisés. 29. Sabemos que Dios habló a Moisés, pero en cuanto a este, ignoramos de dónde es. 30. El hombres les contestó, y dijo: Pues esto es lo sorprendente, que ustedes ignoren de dónde es y a mí me haya abierto los ojos. 31. Y sabemos que Dios no escucha la voz de pecadores, pero al que lo reverencia y hace su voluntad, a ese escucha. 32. Desde la antigüedad no se había oído que un hombre abriera los ojos a un ciego de nacimiento. 33. Si este no fuera de Dios, no hubiera podido hacer esto. 34. Ellos le contestaron, y dijeron: Tú naciste completamente en pecados, ¿y tú nos enseñas a nosotros? Y lo expulsaron. 35. Jesús se enteró de que habían expulsado al que había sido ciego, y cuando lo encontró, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36. Y el que había sido sanado contestó, y dijo: ¿Quién es, Señor mío, para que yo crea en Él? 37. Jesús le contestó: Tú lo has visto, y el que está hablando contigo Él es. 38. Entonces él dijo: Yo creo, mi Señor. Y se postró y lo adoró. 39. Luego dijo Jesús: Para juicio de este mundo he venido, para que los que no ven, vean, y los que ven, se vuelvan ciegos. 40. Y escuchando esto algunos de los fariseos que estaban con Él, le preguntaron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? 41. Jesús les contestó: Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ahora, por cuanto dicen: 'Vemos', su pecado permanece”).

         Quizás una de las principales razones por las que muchos cristianos no comparten su fe, es que no se sienten competentes. Podrías argumentar: “¡No estoy preparado para hablarles a otros de Dios!”. En realidad, una vez que invitas a Jesucristo a ser tu Salvador y Señor, puedes comenzar a hablarle acerca de tu nueva fe.

         Este pasaje cuenta la historia de un hombre ciego cuya vista fue restaurada cuando Jesús tocó sus ojos. Después de que Jesús sanó sus a este hombre, ciertos dirigentes religiosos conocidos como fariseos, lo atacaron haciéndole preguntas complicadas acerca de Jesús. La respuesta del hombre se hizo famosa: “Yo no sé si es un pecador –respondió el hombre- pero lo que sé es que antes yo era ciego ¡y ahora puedo ver!” (v. 25).

         De alguna forma, nosotros como creyentes, nos parecemos al ciego. Nosotros también, una vez estábamos ciegos por el poder y el engaño del pecado. La Biblia dice que: “satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la buena noticia” (2 Corintios 4:4 “aquellos a quienes Dios ha cegado sus mentes en este mundo para que no crean, para que no les resplandezca la luz del Evangelio de la gloria del Cristo, que es la imagen de Dios”). Pero un día, Dios amorosamente “abrió nuestros ojos” para que viéramos nuestra verdadera necesidad espiritual, y nosotros respondimos al mensaje del evangelio.

         Aunque todavía no seamos grandes eruditos Bíblicos, aun así conocemos mucho más del evangelio que otros y podemos comenzar con eso. Igual que el hombre ciego, podemos decirles a otros “Yo antes era ciego ¡pero ahora puedo ver!”. Cuando estudiamos la Biblia con regularidad, somos capaces de responder a muchas preguntas que la gente hace acerca de nuestra fe.

SÉ RECEPTIVO A LA DIRECCIÓN DE DIOS. Compartir la fe con eficacia comienza con un corazón deseoso y dispuesto (Hechos 8:4-8, 26-38 “Pero los que fueron esparcidos iban por los alrededores proclamando la palabra de Dios. 5. Entonces Felipe, descendiendo a una ciudad de Samaria les predicaba lo relativo al Cristo. 6. Y al escuchar los hombres del lugar su palabra, le prestaban atención y se convencían de todo lo que decía, porque veían las señales que realizaba, 7. porque muchos que estaban atados por espíritus inmundos, gritaban en alta voz y salían de ellos, y otros que estaban paralíticos y cojos eran sanados, 8. de modo que hubo gran regocijo en aquella ciudad y Hechos 8:26-38 “Sucedió que un ángel de Yahweh le habló a Felipe, diciéndole: Levántate y dirígete al sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza. 27. Entonces él, levantándose fue y encontró a cierto eunuco que había venido desde Cus para adorar en Jerusalén. Él era un alto funcionario de Candace, reina de los cusitas y estaba a cargo de todo su tesoro. 28. Y mientras él venía sentado en su carro leyendo al profeta Isaías, 29. el espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro, 30. y cuando se acercó, escuchó que leía al profeta Isaías, y le dijo: ¿Comprendes lo que lees? 31. Entonces él le contestó: ¿Cómo podré comprender a menos que alguien me instruya? Y suplicó a Felipe que subiera y se sentara con él. 32. Y este era el pasaje de la Escritura que iba leyendo: 'COMO CORDERO FUE LLEVADO AL MATADERO; COMO OVEJA QUE PERMANECE MUDA ANTE EL TRASQUILADOR, ASÍ ÉL NO ABRIÓ SU BOCA; 33. EN SU HUMILLACIÓN FUE CONDUCIDO A PRISIÓN Y A JUICIO, Y SU GENERACIÓN, ¿QUIÉN LA RELATARÁ?. PORQUE SU VIDA FUE QUITADA DE LA TIERRA'. 34. Entonces el eunuco dijo a Felipe: Te suplico que me digas respecto a quién dice esto el profeta. ¿Respecto a sí mismo o respecto a algún otro? 35. Y Felipe abrió la boca, y empezó desde esta Escritura a proclamarle las buenas nuevas de nuestro Señor Jesús, 36. y mientras ellos iban por el camino llegaron a cierto lugar en el cual había agua. Entonces el eunuco dijo: Aquí hay agua, ¿qué impedimento hay para que yo séa bautizado? 37. Felipe contestó: Si crees de todo corazón, puedes. Él contestó y dijo: Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38. Y ordenó detener el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe bautizó al eunuco”).

Este texto muestra dos formas de evangelización. Al principio del pasaje vemos a Felipe involucrado en “evangelismo en masa” (v. 4-8). Hacia el final del capítulo, Felipe está formando parte den “evangelismo persona a persona” con el etíope (v. 26-38). El texto nos da tres principios que debemos seguir para una evangelización efectiva.

1.   Felipe era guiado por el Espíritu Santo. Este principio (v 29) puede hacer toda la diferencia al compartir nuestra fe. Esta guía se presenta a veces en la forma de una “impresión” o una carga, tal como el impulsivo deseo de hablar con alguien acerca de tu fe (Hechos 17:16-31 “Y estando Pablo esperando en Atenas, se enardecía en su espíritu cuando veía a toda la ciudad llena de ídolos, 17. y hablaba en la sinagoga con los judíos y con los que reverenciaban a Dios, y en la plaza cada día con los que se encontraban presentes, 18. y también contendían con él los filósofos de la doctrina de Epicuro, y otros llamados estoicos, y algunos de ellos decían: ¿Qué desea este charlatán? Y otros decían: Proclama a dioses extraños, porque les anunciaba a Jesús y su resurrección. 19. Entonces lo tomaron y lo trajeron ante la corte, que era llamada Areópago, y le decían: ¿Podemos saber qué nueva doctrina es esta que tú proclamas? 20. porque difundes palabras extrañas a nuestros oídos. Por tanto, deseamos saber qué significan estas cosas. 21. (Porque todos los atenienses y los extranjeros que allí llegaban no se ocupaban en otra cosa que en decir o escuchar algo nuevo). 22. Y poniéndose Pablo de pies en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, veo que en todo son ustedes los más grandes adoradores de espíritus malignos, 23. porque mientras yo pasaba y veía el templo donde adoran, encontré un altar que tenía esta inscripción: 'AL DIOS DESCONOCIDO'. Por tanto, al que ustedes adoran aunque no lo conocen, es el mismo que yo les anuncio, 24. porque el Dios que hizo el mundo y todo cuanto hay en él, siendo el Señor de los cielos y de la Tierra, no mora en templos construidos por manos, 25. ni es ministrado por manos humanas, ni necesita de nada, porque Él es quien da la vida y el alma a toda persona persona, 26. y ha hecho todo el mundo de los hombres de una sangre, para que moren sobre la superficie de toda la Tierra, y por su mandato estableció las estaciones y puso los límites al lugar de morada de los hombres, 27. para que busquen e investiguen acerca de Dios y lo encuentren a través de sus creaciones, porque ciertamente Él no está lejos de ninguno de nosotros, 28. porque en Él vivimos y nos movemos y somos, así como también algunos de los sabios que están entre ustedes han declarado: 'Porque somos de origen suyo'. 29. Ahora pues, varones, por cuanto nuestro origen es de Dios, no debemos pensar que la Deidad se asemeja al oro o a la plata o a la piedra esculpida por la habilidad o el conocimiento humano. 30. Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de extravío, ahora ordena a todos los hombres que en todas partes todo hombre se arrepienta, 31. porque ha establecido un día en el cual con justicia habrá de juzgar a toda la Tierra, por medio del Hombre a quien Él ha designado y que hace volver a su fe a cualquiera, porque lo ha resucitado de entre los muertos”). Al igual que Felipe, siempre tenemos que estar dispuestos a hacer lo que Dios nos ordene.

2.   Felipe obedeció la dirección de Dios. Felipe hizo lo que Dios le dijo que hiciera, y sin demoras (v. 27). Jesús dice: “mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27). De modo que, cuando Dios dijo: “ven”, ¡Felipe fue! De la misma manera siempre debemos estar de servicio, listos a “predicar” la Palabra de Dios (2 Timoteo 4:2 “Proclama la palabra y persiste diligentemente, a tiempo y fuera de tiempo; amonesta y reprende con toda paciencia e instrucción”).

3.   Felipe conocía la Escritura. Utilizo la Escritura que el hombre iba leyendo como un punto de partida. Luego usó otros pasajes para hablarle al etíope acerca de Jesús (v. 35). Conocer la Palabra de Dios es esencial para toda persona que quiere guiar a otros a Jesucristo. Cuando compartimos nuestra fe con otros, los argumentos no tienen el gran impacto que tiene la Palabra de Dios.

El mismo Dios que guió a Felipe en su trabajo evangelístico desea dirigir nuestros pasos. Debes empezar cada día con una oración semejante a la del profeta Isaías: “Aquí estoy; envíame a mí” (Isaías 6:8). Recuerda, Dios no mira tanto la habilidad de una persona, sino su disponibilidad. Él no está buscando gente “fuerte” para que sean sus testigos, sino gente a través de la cual pueda mostrar su fortaleza.

COMPRENDE LA SENCILLEZ DEL EVANGELIO. El mensaje del evangelio es muy sencillo, pero poderoso (1 Corintios 2:1-5 “Así que, hermanos míos, cuando llegué a ustedes proclamándoles el misterio de Dios, no llegué con gran elocuencia o sabiduría, 2. ni juzgué por mí mismo entre ustedes de acuerdo a lo que yo sé, sino de acuerdo a Jesucristo, y a Él crucificado. 3. Y estuve entre ustedes con mucho temor y temblor. 4. Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del espíritu y de poder, 5. para que su fe no esté en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”).

Pablo nos recuerda en este texto que lo más importante del mensaje del evangelio es la historia de la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Los apóstoles enfatizaron este mensaje en su predicación a través del Nuevo Testamento, especialmente en el libro de Hechos, que es la crónica de los primeros años de la iglesia. Cuando compartes tu fe con otros, ten en mente estos dos puntos que mencionan los apóstoles en sus esfuerzos por difundir el evangelio.

1.   Recuerda la sencillez del evangelio. La gente necesita saber que son pecadores  y que su pecado los separa de Dios. Pero Jesús vino para unir a la humanidad con Dios. Cuando murió en la cruz, todos los pecados de la humanidad fueron puestos sobre Él, y pago totalmente la pena por esos pecados. Tres días después de su crucifixión, se levantó de los muertos, demostrando que era el verdadero Hijo de Dios, el único que podía pagar nuestros pecados.

2.   Reconoce el poder del evangelio. Aunque el mensaje es sencillo, es increíblemente poderoso. Pablo escribió: “Pues no me avergüenzo de la buena noticia  acerca del Cristo, porque es poder de dios en acción para salvar a todos los que creen” (Romanos 1:16 “Porque no me avergüenzo del Evangelio, pues es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree en Él, ya sea de los judíos primeramente, ya sea de los gentiles”). La Palabra que Pablo usa para describir el poder del evangelio, es la palabra griega de la cual se derivan dinamita y dinámico.

Recuerda que hay poder en el sencillo mensaje de vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. No debemos avergonzarnos de ello sino proclamarlo firmemente.  

COMPARTE TU PROPIA HISTORIA. Nunca subestimes la fuerza de tu testimonio personal (Hechos 26:1-23 “Y Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar en tu favor. Entonces Pablo, extendiendo la mano, dijo en defensa suya: 2. En cuanto a todas las cosas de las cuales me acusan los judíos, oh rey Agripa, me considero afortunado de presentar mi defensa hoy delante de ti, 3. sobre todo porque sé que eres experto en todas las controversias y costumbres de los judíos. Por eso te pido que me escuches con paciencia, 4. porque también ellos son judíos, y si desean testificar, ellos conocen mi manera de vivir desde mi juventud, la cual pasé desde el principio entre mi pueblo y en Jerusalén, 5. porque desde hace mucho ellos estaban enterados acerca de mí, y tenían conocimiento de que viví bajo la mejor enseñanza de los fariseos, 6. pero hoy estoy aquí a causa de la esperanza de la promesa que Dios hizo a nuestros padres y soy juzgado, 7. porque nuestras doce tribus esperan llegar a esta esperanza a través de diligentes oraciones de día y de noche. A causa de esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. 8. ¿Por qué consideran ustedes que no es propio creer que Dios resucite a los muertos? 9. Porque desde un principio yo me había propuesto hacer muchas cosas adversas en contra del nombre de Jesús de Nazaret, 10. y también hice esto en Jerusalén. Y debido a que recibí autoridad de los principales sacerdotes, eché en prisión a muchos santos, y cuando daban muerte a algunos de ellos, yo tomaba parte con los que los condenaban, 11. y yo los torturaba en todas las sinagogas, forzándolos a blasfemar el nombre de Jesús, y salía contra ellos persiguiéndolos con gran ira, aún a otras ciudades. 12. Y al dirigirme por esta causa hacia Damasco, con autoridad y permiso de los principales sacerdotes, 13. al mediodía, por el camino, oh rey, miré una luz del Cielo más resplandeciente que la luz del sol, la cual resplandeció sobre mí y sobre todos los que me acompañaban. 14. Enseguida caímos todos al suelo, y escuché una voz que me decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones'. 15. Entonces yo dije: '¿Quién eres, Señor Mío?' Y nuestro Señor me dijo: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'. 16. Luego me dijo: 'Ponte de pie, porque para esto me he aparecido a tí, para designarte como ministro y testigo de que me has visto y de que en el futuro me verás, 17. y yo te libraré del pueblo de los judíos y de los otros pueblos a los cuales te envío, 18. para que abras sus ojos, para que se vuelvan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, y reciban el perdón de pecados y tengan parte con los santos por medio de la fe que está en mí'. 19. A causa de esto, oh rey Agripa no puse resistencia a la visión celestial, 20. sino que primeramente prediqué a los que se encontraban en Damasco, en Jerusalén y en todas las aldeas de Judea; y prediqué a los gentiles que se arrepintieran, se volvieran a Dios, y tuvieran hechos que sean considerados dignos de arrepentimiento. 21. A causa de esto, los judíos me prendieron en el templo y procuraban darme muerte, 22. pero Dios me ha ayudado hasta este día, y he aquí, yo me presento a dar testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada ajeno a Moisés ni a los profetas, sino las mismas cosas que ellos dijeron que acontecerían: 23. que el Cristo habría de padecer y sería las primicias de la resurrección de entre los muertos, y que Él proclamaría luz al pueblo y a los gentiles”).

Otro recurso útil en tu “caja de herramientas para evangelizar”, es la historia o testimonio de cómo has llegado a conocer personalmente a Jesucristo. Pablo usó este efectivo método cuando se presentó ante el rey Agripa. Como era su estilo, comenzó la predicación del evangelio explicando como él llegó a tener una relación personal con el Cristo. Entonces continúo con la presentación del mensaje del evangelio (v. 19-23).

Cada creyente tiene un testimonio. Algunos pueden ser más conmovedores que otros. Tal era el caso de Pablo, el anteriormente famoso Saulo de Tarso, agresivo perseguidor de la iglesia. No importa cuál sea tu testimonio, la historia de tu salvación personal tendrá un punto en común con alguien que no cree. Puedes compartir como era tu vida y tus actitudes antes de conocer al Cristo, y entonces explicar los cambios que se han producido en ti. Cuando el no creyente ve que tu vida coincide con la de él, estará más dispuesto a escuchar lo que tienes para decir.

¿Por qué no tomas un momento para pensar en los cambios que se han producido en tu vida desde que eres cristiano? Tal vez desees escribir tu testimonio, para poder compartirlo mejor en la próxima oportunidad.

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