(1483–1546)
Padre de la reforma
alemana
Unos
pocos años atrás, cuando se confeccionaban listas de las personas más
importantes del segundo milenio, Martin Lutero estaba, en la mayoría de ellas,
en la cima o cerca de ella. ¿La razón? Cambió el mundo desafiando la corrupción
de la Iglesia Romana y lanzando una Reforma espiritual, política y social.
Nacido
en Eisleben, Turingia, Sajonia, estudió en la escuela en Mansfeld, Magdeburgo,
bajo los Hermanos de la Vida Común, en Eisleben y luego en la Universidad de
Erfurt (1511) donde recibió la influencia nominalista y aprendió griego graduándose
en 1502 (B.A.) y en 1505 (M.A.). Había intentado estudiar leyes pero debido al
peligro de muerte en que estuvo a raíz de un rayo, cambió de opinión pese a las
objeciones de su padre y en 1506 se hizo monje agustino.
En
el monasterio de Erfurt profundizó sus estudios de teología, fue hecho
sacerdote (1507) y después de ser transferido a Wittenberg en 1508 obtuvo su
doctorado en teología en 1512. En una visita a Roma (1510-1511) vio la
corrupción prevaleciente en el alto clero. A su regreso a Wittenberg fue
nombrado jefe de estudios bíblicos, cargo que ocupó por el resto de su vida.
También fue sub-pior de la casa Wittenberg.
Exteriormente,
Lutero estaba levantando una exitosa carrera académica y monástica pero
interiormente se sentía abrumado por una convicción de pecado que sus esfuerzos
en la vida del monasterio no podían aliviar.
En
1517, la venta de indulgencias por parte de John Tetzel llevó a Lutero a
redactar sus noventa y cinco tesis las que clavó en la puerta de la iglesia de
Wittenberg el 31 de octubre de 1517. Al ser traducidas y divulgadas
ampliamente, se produjo una explosión de sentimiento contra la iglesia. A
partir de allí se inició una serie de debates en los que Lutero participó
esgrimiendo en su defensa la verdad de la Palabra. En 1518 publicó sus
Explicaciones que son una defensa de sus tesis. Ese mismo año publicó sus Dos
clases de justicia (1518) en las que muestra cómo la justicia de los pecadores
descansa en la justicia del Cristo. Los escritos en este periodo también
incluyen sus Tratados sobre las buenas obras que muestra cómo la fe halla su
expresión en las obras, y su Sermón sobre la misa, en la que enseña el
sacerdocio de todos los creyentes.
A
mediados de 1520 la paciencia papal llegó a su fin ordenando a Lutero mediante
una bula que se retractara y se quemaran sus obras. Protegido por el elector
Frederick denunció la bula y, solemnemente, la facultad de teología quemó una
copia en una ceremonia el 10 de diciembre de 1520. A principios de 1521 se
preparó una bula de excomunión que, de haberse aplicado, habría privado a
Lutero de sus derechos civiles y protección. Antes de su ejecución Carlos V
quiso dar a Lutero la oportunidad de retractarse. Fue aquí donde Lutero hizo su
valiente declaración ante el emperador, los príncipes y otros gobernantes: «Mi
conciencia está cautiva de la Palabra de Dios... Aquí estoy. No puedo hacer
otra cosa».
Lutero
hizo un trabajo que probablemente nadie más en esa época de gente tan
especialmente dotada pudo haber hecho. Lo hizo porque tenía la combinación
requerida de conocimiento, perspicacia, carácter y fe. Cuando bajo Dios la hora
llegó en 1517, el hombre para esa hora estaba allí. La Reforma tan largamente
esperada no podía seguir posponiéndose.
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