Jesús principia su ministerio
Mateo 4:12-16.
12. Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido encarcelado, se
fue a Galilea, 13. y dejando Nazaret vino y se estableció en Capernaúm, la cual
está a la orilla del mar, en los límites de Zabulón y Neftalí, 14. para que
tuviera cumplimiento lo dicho por el profeta Isaías, que dijo: 15. 'TIERRA DE
ZABULÓN Y TIERRA DE NEFTALÍ, CAMINO DEL MAR, AL OTRO LADO DEL JORDÁN, GALILEA
DE LOS GENTILES. 16. 'EL PUEBLO ASENTADO EN TINIEBLAS VIO GRAN LUZ; Y LOS QUE
MORAN EN REGIÓN Y SOMBRAS DE MUERTE, LA LUZ LES RESPLANDECIÓ'.
Un
propósito, un sentido y una razón por la cual vivir, es lo que deseamos y
buscamos en la vid, y a pesar de los pasos que tomamos no podemos lograrlos;
nos sentimos insatisfechos porque hay un vacío espiritual en nuestra vida. La
ausencia de Dios crea ese vacío en el corazón y en el alma. Ni las posesiones
ni el éxito podrán llenarlo. Las relaciones interpersonales
tampoco, y la moral, por si sola, es insuficiente para ocupar ese espacio. Ni
siquiera la religión puede llenar el vacío de nuestro corazón. Sólo hay una
manera efectiva para llenar este vacío. Ésta no solo nos ayudará a tener una
vida plena y abundante sino, más importante aún, nos dará la esperanza absoluta
de pasar la eternidad en la presencia de Dios. Sin embargo, antes de que
podamos apreciar esta buena noticia, necesitamos entender el lado sombrío del
serio problema que tenemos todos.
NUESTRO PROBLEMA, EL PECADO.
La
Biblia identifica al pecado como nuestro serio problema. El pecado no es sólo
una acción, sino la misma naturaleza de nuestro ser. En otras palabras, no
somos pecadores porque pecamos. Al contrario, pecamos porque ¡somos pecadores!
Nacemos con la naturaleza para hacer el mal. E rey David, gobernante israelita
del Antiguo testamento, escribió: “Pues
soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento que me concibió mi madre”
(Salmos 51:5). Porque nacemos pecadores se nos hace natural pecar. Por esta
razón es inútil pensar que la solución a todos nuestros problemas viene de “adentro”. De acuerdo con la Biblia, ¡el problema está precisamente adentro, en
nuestro interior! Las Escrituras nos dicen:” El corazón humano es lo más engañoso que hay, y
extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe que tan malo es?”
(Jeremías 17:9).
No somos buenos por naturaleza; somos
pecadores por naturaleza. Nuestro estado pecaminoso se manifiesta en todo lo
que hacemos. Cada problema que experimentamos en la sociedad de hoy apuntan a
que hemos rechazado vivir como Dios quiere que lo hagamos. Volviendo al huerto
del Edén, Adán eligió, y por ello sufrió las consecuencias, marcando un patrón
que el resto de la humanidad seguiría. La Biblia explica: “Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán
introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos
pecaron… Así es, un solo pecado de Adán trae condenación para todos”
(Romanos 5:12-18).
Puedes
protestar: “¡Eso no es justo! ¿Por qué tenemos que sufrir por lo que otro
hizo?”. Sin embargo, en la misma situación, cada uno de nosotros haría lo mismo
que Adán. En realidad, no pasa un solo día sin que enfrentemos las mismas
pruebas que se le propuso a Adán. Dios nos ha dado la libertad de escoger entre
dos caminos: el camino que te lleva a la vida y el camino que te lleva a la
muerte. La Biblia dice: “¡Hoy pongo por testigo contra ustedes a los Cielos y a la
Tierra de que he puesto delante de ustedes la vida y la muerte, las bendiciones
y las maldiciones. Por tanto, escoge la vida para que vivan tú y tu
descendencia!” (Deuteronomio 30:19).
SIN UN PIE PARA PARARNOS
Alguien puede decir:
“Pero yo vivo una vida buena. Trato de ser amable y considerado con todos.
Cumplo los Diez Mandamientos” Pero la verdad es que los Diez Mandamientos, o “la ley” como los llaman en la Biblia, no
fueron dados para hacernos buenos, sino para demostrarnos que somos malos. La
Biblia nos dice: “Pues nadie jamás llegará a ser justo ante Dios por hacer lo que la ley
manda. La ley sencillamente nos muestra lo pecadores que somos”
(Romanos 3:20). El propósito de la ley es hacernos saber cuan pecaminosos
somos. Se podría decir que la ley de Dios fue dada para “cerrarnos la boca” y
demostrarnos que necesitamos desesperadamente su ayuda y perdón por nuestro
estado terminal como pecadores.
Mira los pasajes siguientes para tener
un mejor entendimiento de la naturaleza y seriedad del pecado.
Todos hemos errado el blanco: Romanos
3:23dice que todos hemos pecado. Para
aquellas personas que piensan ser la excepción de esta verdad eterna, el
versículo diez de este capítulo dice claramente: “No hay ni un solo justo, ni siquiera uno” (Romanos 3:10). Otra
palabra para justo es bueno. La palabra justo quiere decir: “uno que es como debe ser”. Cuando la
Biblia dice que nadie es justo, o bueno, no se refiere tanto a su
comportamiento como al carácter. ¿Cuál es la “meta gloriosa de Dios” que Romanos 3:23 dice que no hemos cumplido?
La “meta gloriosa” es la perfección
absoluta. Jesús dijo: “pero tú debes ser
perfecto, así como tu Padre en el Cielo es perfecto” (Mateo 5:48). En otras
palabras, cualquiera que no es tan bueno como Dios, no es aceptable para Él.
La definición de pecado se deriva de la
palabra griega hamartia, y es
“errarle al blanco”. Cuando se trata de acertarle al blanco de la perfección,
erramos por un kilómetro. Aunque es imposible vivir de acuerdo con la norma de
Dios, por nuestra naturaleza pecaminosa, no podemos echarle toda la culpa a esa
naturaleza por nuestro pecado. El pecado es una acción voluntaria.
El pecado es una acción voluntaria: otra
palabra para pecado en Efesios 2:1 es transgresión.
Esta palabra habla de un descarrío o de una desviación de la verdad. En contraste
con simplemente “errarle al blanco”
esta es una acción voluntaria. Ya que el pecado es una acción voluntaria, no
podemos culpar a la sociedad y a nuestro ambiente o a nuestro estado mental o
físico por nuestro pecado. Cada persona ha escogido hacer lo equivocado. Si lo
negamos, “lo único que hacemos es
engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad” (1 Juan 1:8).
El
pago del pecado es la muerte: De acuerdo con la
Biblia, hemos ofendido al Dios Santo. No lo hemos hecho una o dos veces, sino
tantas veces que hemos perdido la cuenta. Romanos 6:23 Dice: Porque la paga del
pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna por medio de nuestro
Señor Jesucristo… La paga es algo que recibes por el trabajo
cumplido. En otras palabras, tú ganas tu pago. Debido a que todos hemos pecado
repetidas veces, hemos ganado la pena de muerte, que es el castigo eterno en un
lugar llamado infierno.
En
medio de toda esta explicación acerca del pecado y la muerte, hay buenas
noticias. Dios nos ha dado una manera de escapar del castigo por nuestros
pecados. Nos ha dado la posibilidad de tener una relación con Él, y gozar de la
esperanza de una vida eterna sin castigo…
Primera parte. Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario