jueves, 15 de octubre de 2020

(EVANGELIZACIÓN) LO QUE DIOS HA HECHO POR TI. Quinta parte.

Hebreos 12:1-2.

1. Por tanto, también nosotros que tenemos todos estos testigos alrededor nuestro como una nube, despojémonos de todas nuestras cargas, y del pecado que nos asedia en todo tiempo, y corramos con perseverancia en esta prueba de destreza que está puesta delante de nosotros, 2. puestos los ojos en Jesús, porque Él fue el Autor y Consumador de nuestra fe, quien por el gozo que había para Él soportó la cruz, despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

¿Qué sucede en el momento en que Jesucristo viene a tu vida? En primer lugar, Él te salva de tus pecados y del castigo eterno en el infierno que merecías por ellos. Eso se llama salvación o regeneración, y tiene que ver con lo que sucede en tu corazón: Dios te da una vida nueva.

En segundo lugar, Él te justifica. La justificación significa que puedes estar ante la presencia de Dios, porque Él ha quitado todos tus pecados y te ha otorgado su perdón. ¿No es asombroso? Cuando recibes a Jesucristo en tu vida, estás completamente perdonado. La Palabra de Dios nos dice: (Hechos 13:38-39. 38. Por tanto, sepan hermanos, que por medio de Este mismo les es proclamado a ustedes el perdón de los pecados, 39. y que de todo lo que no pudieron ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Este todo el que cree es justificado). Hablando de nuestros pecados, Dios dice: (Hebreos 10:17. Y NO RECORDARÉ SUS INIQUIDADES NI SUS PECADOS). ¡Que maravillosa promesa!

Sin embargo, la justificación es más que el perdón, la eliminación de la culpa de la condenación que acompañan al pecado. Aunque Dios ha quitado tus pecados y te ha perdonado, Él también ha puesto la justificación perfecta de Jesucristo a tu favor. No tienes que merecerla o tratar de alcanzarla. Es tuya como un regalo de gracia del Dios que te ama. Para entender la justificación completamente, lee las siguientes notas y pasajes.

DIOS NOS PROMETE SU PERDÓN POR GRACIA. (pero si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda nuestra iniquidad. 1 Juan 1:9) La palabra confesar significa: “decir lo mismo que otro” o “estar de acuerdo”. Confesar quiere decir que estamos de acuerdo con Dios acerca de nuestro pecado. Vemos las cosas como Él las ve. Sabemos que Dios odia el pecado, por lo tanto, si realmente confesamos nuestro pecado, en esencia sentimos lo mismo que Dios siente con respecto a lo que hemos hecho. Después de haber cometido ese pecado estaremos decididos a echarlo fuera de nuestra vida y nunca más volver a hacerlo. Esa es una confesión verdadera en el sentido Bíblico. La razón por la que muchos creyentes no experimentan el perdón y el gozo que desean es porque “¡no han confesado realmente su pecado!” Una vez que cumplimos con los requisitos de Dios, estamos en condiciones de conocer su perdón por gracia. Tal vez no nos sintamos “perdonados”, pero lo estamos. Su Palabra lo dice.

DIOS NOS HA HECHO PERFECTOS. MORAL Y ESPIRITUALMENTE. (Romanos 5:1-2 1. Así pues, por cuanto somos justificados por medio de la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, 2. por quien fuimos acercados por medio de la fe a esta gracia en la que estamos, y nos deleitamos en la esperanza de la gloria de Dios…). Cuando Dios nos hace justos ante sus ojos, lo hace poniendo toda la justificación del Cristo a nuestro favor. Esto nos hace perfectos ante Él, moral y espiritualmente. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y abundante. Hasta este punto, la salvación ha sido responsabilidad de Dios. De aquí en adelante continúa siendo su responsabilidad, con la excepción de que nosotros ahora somos responsables de la sabia inversión de nuestra salvación, o sea, que estamos comprometidos a vivir como Dios quiere que vivamos. Es como si tu cuenta bancaria estuviera vacía y alguien te hiciera un depósito millonario. Tú decides lo que harás con ese dinero.

DIOS NOS LLAMA SUS HIJOS. (Parábola del hijo pródigo: Lucas 15:11-32 11. Y otra vez Jesús les dijo: Un hombre tenía dos hijos, 12. y su hijo menor le dijo: 'Padre mío, entrégame la parte de tu hacienda que me corresponde'. Y él dividió sus bienes entre ellos. 13. Unos cuantos días después, su hijo menor juntó todo lo que le corresponde y partió para un lugar lejano, y allí despilfarró sus bienes llevando una vida disipada. 14. Cuando gastó todo lo que tenía, hubo hambre en aquel lugar, y empezó a padecer necesidad. 15. Entonces fue y se apegó a uno de los ciudadanos de aquella región, quien lo mandó a una granja a dar de comer a los cerdos, 16. y deseaba llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17. Entonces, recapacitando, dijo: '¡Cuántos trabajadores hay ahora en la casa de mi padre que tienen abundante alimento, pero yo aquí estoy pereciendo de hambre! 18. 'Me levantaré, acudiré a mi padre, y le diré: 'Padre mío, he pecado contra el Cielo y ante ti. 19. 'Ya no merezco ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus trabajadores' '. 20. Y se levantó y acudió a su padre, y cuando todavía estaba distante, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se arrojó a su cuello y lo besó. 21. Y su hijo le dijo: 'Padre mío, he pecado contra el Cielo y ante ti; no merezco ser llamado tu hijo'. 22. Pero su padre dijo a sus siervos: 'Traigan la mejor ropa y póngansela; coloquen un anillo en su mano y cálcenlo con sandalias; 23. traigan el buey engordado y mátenlo; comamos y regocijémonos, 24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba extraviado y ha sido encontrado'. Luego empezaron a regocijarse. 25. Mientras, su hijo mayor se encontraba en el campo. Y cuando regresó, al acercarse a la casa escuchó el sonido de cánticos de muchos, 26. y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello, 27. y él contestó: 'Tu hermano llegó y tu padre mató el buey engordado, porque lo ha recibido sano y salvo'. 28. Entonces él, enojado, se negaba a entrar. Y salió su padre, y le suplicaba que entrara. 29. Pero él dijo a su padre: 'He aquí, por tantos años he trabajado a tu servicio y jamás he pasado por alto una orden tuya, pero a mí nunca me has concedido un cabrito para regocijarme con mis amigos. 30. 'Sin embargo, para este hijo tuyo, aunque despilfarró tus bienes con prostitutas, al llegar mandas matar el buey engordado en su honor'. 31. Su padre le dijo: 'Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío te pertenece, 32. pero debíamos regocijarnos y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir, estaba extraviado y ha sido encontrado).

Esta historia increíble nos ilustra lo que sucede cuando una persona se aparta de sus pecados y se vuelve a Dios. Primero, observa que el padre de la historia no le dio a su hijo prodigo lo que se merecía: el castigo por su pecado. Segundo, el joven recibió lo que no merecía: el derecho y el privilegio de ser hijo. De la misma manera, aunque no somos dignos de ser llamados hijos de Dios, Él nos llama sus hijos. En resumen, Él no nos da lo que merecemos (juicio). Él nos da lo que no merecemos (perdón y justificación).

Hablando de hijos, sigue leyendo para ver cómo te ha adoptado Dios en su familia.

 

 

Quinta parte. Continuara

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