Hebreos 12:1-2.
1. Por tanto, también nosotros que tenemos todos estos testigos alrededor nuestro como una nube, despojémonos de todas nuestras cargas, y del pecado que nos asedia en todo tiempo, y corramos con perseverancia en esta prueba de destreza que está puesta delante de nosotros, 2. puestos los ojos en Jesús, porque Él fue el Autor y Consumador de nuestra fe, quien por el gozo que había para Él soportó la cruz, despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
¿Qué sucede en el momento en que Jesucristo viene a tu
vida? En primer lugar, Él te salva de tus pecados y del castigo eterno en el
infierno que merecías por ellos. Eso se llama salvación o regeneración, y tiene
que ver con lo que sucede en tu corazón: Dios te da una vida nueva.
En segundo lugar, Él te justifica. La justificación significa
que puedes estar ante la presencia de Dios, porque Él ha quitado todos tus
pecados y te ha otorgado su perdón. ¿No es asombroso? Cuando recibes a
Jesucristo en tu vida, estás completamente perdonado. La Palabra de Dios nos
dice: (Hechos 13:38-39. 38. Por tanto, sepan hermanos, que por medio de Este mismo
les es proclamado a ustedes el perdón de los pecados, 39. y que de todo lo que
no pudieron ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Este todo el
que cree es justificado). Hablando de nuestros pecados, Dios dice: (Hebreos
10:17. Y NO
RECORDARÉ SUS INIQUIDADES NI SUS PECADOS). ¡Que maravillosa promesa!
Sin embargo, la justificación es más que el perdón, la eliminación
de la culpa de la condenación que acompañan al pecado. Aunque Dios ha quitado
tus pecados y te ha perdonado, Él también ha puesto la justificación perfecta
de Jesucristo a tu favor. No tienes que merecerla o tratar de alcanzarla. Es tuya
como un regalo de gracia del Dios que te ama. Para entender la justificación
completamente, lee las siguientes notas y pasajes.
DIOS NOS PROMETE SU PERDÓN POR GRACIA. (pero si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda nuestra iniquidad.
1 Juan 1:9) La palabra confesar
significa: “decir lo mismo que otro”
o “estar de acuerdo”. Confesar quiere
decir que estamos de acuerdo con Dios acerca de nuestro pecado. Vemos las cosas
como Él las ve. Sabemos que Dios odia el pecado, por lo tanto, si realmente
confesamos nuestro pecado, en esencia sentimos lo mismo que Dios siente con respecto
a lo que hemos hecho. Después de haber cometido ese pecado estaremos decididos
a echarlo fuera de nuestra vida y nunca más volver a hacerlo. Esa es una confesión
verdadera en el sentido Bíblico. La razón por la que muchos creyentes no
experimentan el perdón y el gozo que desean es porque “¡no han confesado realmente su pecado!” Una vez que cumplimos con los
requisitos de Dios, estamos en condiciones de conocer su perdón por gracia. Tal
vez no nos sintamos “perdonados”, pero
lo estamos. Su Palabra lo dice.
DIOS NOS HA HECHO PERFECTOS. MORAL Y ESPIRITUALMENTE. (Romanos 5:1-2 1. Así pues, por cuanto somos justificados por medio de
la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, 2. por
quien fuimos acercados por medio de la fe a esta gracia en la que estamos, y
nos deleitamos en la esperanza de la gloria de Dios…). Cuando Dios
nos hace justos ante sus ojos, lo hace poniendo toda la justificación del
Cristo a nuestro favor. Esto nos hace perfectos ante Él, moral y
espiritualmente. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y
abundante. Hasta este punto, la salvación ha sido responsabilidad de Dios. De aquí
en adelante continúa siendo su responsabilidad, con la excepción de que
nosotros ahora somos responsables de la sabia inversión de nuestra salvación, o
sea, que estamos comprometidos a vivir como Dios quiere que vivamos. Es como si
tu cuenta bancaria estuviera vacía y alguien te hiciera un depósito millonario.
Tú decides lo que harás con ese dinero.
DIOS NOS LLAMA SUS HIJOS. (Parábola del hijo pródigo: Lucas 15:11-32 11. Y otra vez Jesús les dijo: Un hombre
tenía dos hijos, 12. y su hijo menor le dijo: 'Padre mío, entrégame la parte de
tu hacienda que me corresponde'. Y él dividió sus bienes entre ellos. 13. Unos
cuantos días después, su hijo menor juntó todo lo que le corresponde y partió
para un lugar lejano, y allí despilfarró sus bienes llevando una vida disipada.
14. Cuando gastó todo lo que tenía, hubo hambre en aquel lugar, y empezó a
padecer necesidad. 15. Entonces fue y se apegó a uno de los ciudadanos de
aquella región, quien lo mandó a una granja a dar de comer a los cerdos, 16. y
deseaba llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba. 17. Entonces, recapacitando, dijo: '¡Cuántos trabajadores hay ahora en
la casa de mi padre que tienen abundante alimento, pero yo aquí estoy pereciendo
de hambre! 18. 'Me levantaré, acudiré a mi padre, y le diré: 'Padre mío, he pecado
contra el Cielo y ante ti. 19. 'Ya no merezco ser llamado tu hijo; hazme como
uno de tus trabajadores' '. 20. Y se levantó y acudió a su padre, y cuando
todavía estaba distante, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se
arrojó a su cuello y lo besó. 21. Y su hijo le dijo: 'Padre mío, he pecado
contra el Cielo y ante ti; no merezco ser llamado tu hijo'. 22. Pero su padre
dijo a sus siervos: 'Traigan la mejor ropa y póngansela; coloquen un anillo en
su mano y cálcenlo con sandalias; 23. traigan el buey engordado y mátenlo;
comamos y regocijémonos, 24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a
vivir; estaba extraviado y ha sido encontrado'. Luego empezaron a regocijarse. 25.
Mientras, su hijo mayor se encontraba en el campo. Y cuando regresó, al
acercarse a la casa escuchó el sonido de cánticos de muchos, 26. y llamando a
uno de los criados, le preguntó qué era aquello, 27. y él contestó: 'Tu hermano
llegó y tu padre mató el buey engordado, porque lo ha recibido sano y salvo'. 28.
Entonces él, enojado, se negaba a entrar. Y salió su padre, y le suplicaba que
entrara. 29. Pero él dijo a su padre: 'He aquí, por tantos años he trabajado a
tu servicio y jamás he pasado por alto una orden tuya, pero a mí nunca me has
concedido un cabrito para regocijarme con mis amigos. 30. 'Sin embargo, para
este hijo tuyo, aunque despilfarró tus bienes con prostitutas, al llegar mandas
matar el buey engordado en su honor'. 31. Su padre le dijo: 'Hijo mío, tú
siempre has estado conmigo, y todo lo mío te pertenece, 32. pero debíamos
regocijarnos y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a
vivir, estaba extraviado y ha sido encontrado).
Esta historia increíble nos ilustra lo que sucede cuando
una persona se aparta de sus pecados y se vuelve a Dios. Primero, observa que
el padre de la historia no le dio a su hijo prodigo lo que se merecía: el
castigo por su pecado. Segundo, el joven recibió lo que no merecía: el derecho
y el privilegio de ser hijo. De la misma manera, aunque no somos dignos de ser
llamados hijos de Dios, Él nos llama sus hijos. En resumen, Él no nos da lo que
merecemos (juicio). Él nos da lo que no merecemos (perdón y justificación).
Hablando de hijos, sigue leyendo para ver cómo te ha
adoptado Dios en su familia.
Quinta parte. Continuara…
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