viernes, 18 de junio de 2021

EL VERBO.

 


1 Juan 1:1-5.

El Verbo hecho carne

1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2. Este existía en el principio con Dios. 3. Por medio de Él fueron hechas todas las cosas, y nada de lo que ha sido hecho se hizo sin Él. 4. La vida estaba en Él, y la vida era la luz de los hombres. 5. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.

(En griego, logos, que significa, palabra, mensaje, etc.). Como revelador y salvador divino, y habiéndose manifestado en muchas formas en el pasado, Dios el Padre ha pronunciado su Palabra final y definitiva en Jesucristo su Hijo (Hebreos 1:1s). Toda la revelación del Antiguo Testamento apuntaba hacia esta palabra (Juan 5:39) y halló en ella su cumplimiento (Colosenses 1:25ss). Sin embargo, esta palabra no comienza a oírse solamente con las obras y palabras de Jesús; Él mismo habló misteriosamente de su preexistencia (Juan 8:58; 17:5; cf. Filipenses 2:6) y de su acción en el mundo antes de nacer. Más tarde los autores del Nuevo Testamento llegan a esta convicción, tras un fiel estudio del Antiguo Testamento (Hechos 8:35; 17:2s, 11). Así que inclusive la mención de la palabra o de la Sabiduría divinas delata la acción del Verbo preexistente. Por el Hijo, resplandor de la gloria de Dios (2 Corintios 4:4; Colosenses 1:15; Hebreos 1:3), se creó el mundo (Hebreos 1:2; cf. Salmos 33:6ss) y en Él subsiste el universo (Colosenses 1:17). Aun en los detalles de la historia de Israel (1 Corintios 10:1–4) o en la visión de un profeta (Isaías 6.1–13) el Cristo estaba activo.

Cuando Juan el evangelista escribe su prólogo a fines del primer siglo, resume esta convicción al usar el título «Verbo» para describir al Hijo (Juan 1:1s, 14; cf. 1 Juan 1:1ss y Apocalipsis 19:13). Lo llama «Dios» (sin artículo en el griego), tanto en 1:1 como en 1:18 (los mejores textos rezan «el único Dios que está en el Seno del Padre»), y subraya su papel en la creación (1:3, 10). Insiste en que la paradoja de la Encarnación del Verbo, quien trajo por su entrada a nuestra condición humana la gracia y la verdad (1:14, 16s), constituye una «exégesis» del Padre (1:18). Aun frente a este gesto de gracia, los hombres se muestran hostiles y rechazan la Luz (1:4s, 9s), y en esto el pueblo mismo del Verbo es un ejemplo (1:11). Pero excepcionalmente hay personas que reciben al Verbo, creyendo en su poder regenerador (1:12). Así que el drama que comenzó cuando Dios habló por primera vez a los hombres se cristaliza en el Verbo encarnado; quienes lo rechazan ya son condenados (Juan 3:16–21).

Se discute por qué Juan escogió el término Verbo como título cristológico (Mesías). Quizás fuera porque «la palabra» describía comúnmente las buenas nuevas que predicaban los apóstoles (Hechos 8:25; Evangelio) en una extensión del ministerio de Jesús. Pero, ¿pensaba Juan también en los conceptos helenísticos del logos: el principio que establece el orden en el universo, la mente de Dios que lo controla todo o el intermediario (creado) entre Dios y sus criaturas? Más consecuente con el pensamiento juanino sería pensar que fue un ambiente semítico el que produjo el término. Verosímilmente se han sugerido una o más de las siguientes fuentes: el uso veterotestamentario de «la palabra de Yahweh», la personificación de la sabiduría (Proverbios 1:20–33; 8:1–9. 18), la especulación judía sobre la Ley y el uso en los Tárgumes de memra (en arameo, palabra).

VERBO

Logos, palabra. Se emplea como título del Hijo de Dios, traduciéndose «Verbo» (Juan 1:1, tres veces, 14; 1 Juan 1:1; Apocalipsis 19:13); en tr también en 1 Juan 5:7, en el controvertido pasaje de «los testigos celestiales». Véase PALABRA, Nº 1, etc.

«Tanto jrema como logos se traducen ‹palabra› y ‹palabras›. Jrema es el dicho, lo que se expresa (ero, eireka, ‹hablar›); es más individual que logos, siendo su relación con Él como una parte a un todo. Logos incluye los pensamientos así como lo que se expresa. Comparar el uso de los términos franceses mot y parole.

»Estos dos términos han sido distinguidos de la siguiente manera: logos es la palabra más profunda, más plena e inclusiva; es la revelación de lo que está en Dios, en su naturaleza y carácter su amor, sus caminos–en resumen, todo lo que Él comunica jrema es la comunicación misma. Logos (de lego, ‹hablar›) es aquello que es conocido en la mente y conocido por expresarlo. No se puede pensar sin tener un pensamiento, y logos se emplea para denotar aquello, y su expresión; es el tema y la forma del pensamiento y de la expresión, así como la expresión de ello. Es una palabra tan inclusiva que es muy difícil de abarcar. Jrema es la expresión proposicional mediante la que se comunica el pensamiento.

»Si esta distinción se tiene en cuenta, se comprenderán mejor los siguientes pasajes. Para logos, Mateo 13:19; (donde el original dice ‹palabra›, en singular, no ‹palabras›; cf. Mateo 26:44); Lucas 1:2; Hechos 4:31; 6:4; Romanos 9:6; Hebreos 4:12; 6:1; Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23. Y se comprenderá lo característico que es el término logos de los escritos de Juan: 1:1,14; 5:24, 38; 8:31, 37, 43; y en los vv. 51,52 y 55 (donde es lo mismo, ‹palabra›); 10:35; 14.23, 24; 15:3, 20; 17:6, 14,17; 1 Juan 1:1.

»Sin embargo, el apóstol también emplea jrema: Juan 3:34; 6:63,68; 8:47; 12:47-48; 14:10; 17:8. Cf. también Mateo 4:4; Efesios 6:17 (no el libro, meramente, sino el texto); Mateo 26:75; Lucas 5:5; Romanos 10:8,17; Hebreos 1:3; 6:5; 11:3; 1 Pedro 1:25. Ello será suficiente para ilustrar el empleo de la palabra, que tiene más el sentido de expresiones individuales, de comunicaciones divinas.

»Lalia (de lalero, ‹hablar, emitir un sonido›) es, como sustantivo, de empleo mucho más limitado, como también de significado, y de hecho solo se halla en Mateo 26:73; Juan 4:42 (cf. logos, v. 41); y 8:43. Pero el constante empleo del verbo para el hecho de la pronunciación del lenguaje humano (Mateo 9:33; Hechos 2:4; 18:9), y en expresiones como ‹habló, diciendo› (cf. Hebreos 2:2) da una suficiente definición de su sentido. Juan 8:43 yuxtapone logos y lalia de tal manera que se ilustran sus respectivos significados: logos es el tema de aquellos discursos, la palabra misma; lalia la forma y expresión externas que asume su palabra. Ellos no comprendían lo que Él decía (lalia) porque no asimilaban su pensamiento (logos); como bien se ha dicho: ‹En las cosas divinas uno no aprende las definiciones de las palabras y después las cosas; se aprenden las cosas, y luego el significado de las palabras es evidente›» (de New Concise Bible Dictionary: «Word, Words», pp. 857-858).

VERBOSIDAD

Como viento impetuoso, Job 8:2.

Jactancia mala y buena, Jeremías 9:23–24.

Lenguas astutas silenciadas, Lucas 20:20–26.

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