martes, 22 de junio de 2021

REDENTOR, REDENCIÓN

 


Lucas 2:25-38.

25. Y había cierto varón en Jerusalén que tenía por nombre Simeón. Este era un varón recto y justo que esperaba la consolación de Israel, y el espíritu santo estaba sobre él. 26. A él le había sido dicho por el espíritu santo que no vería la muerte hasta que viera al Cristo de Yahweh. 27. Este, movido por el espíritu, llegó al templo, y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con Él según lo ordenado por la ley, 28. él lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo: 29. Ahora, Señor mío, permite que tu siervo se vaya en paz, según tu palabra, 30. porque he aquí que han visto mis ojos tu misericordia, 31. la cual preparaste en presencia de todos los pueblos: 32. LUZ PARA REVELACIÓN A LOS GENTILES, y gloria para tu pueblo Israel. 33. Y José y Mariam estaban asombrados por las cosas que se decían de Él. 34. Habiéndolos bendecido Simeón, dijo a su madre Mariam: He aquí que Este ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para señal de controversia, 35. a fin de que sean revelados los pensamientos de los corazones de muchos; y una lanza traspasará tu misma alma. 36. Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad avanzada y había vivido siete años con su marido desde que se casó. 37. Era una viuda como de ochenta y cuatro años, y no se apartaba del templo y servía estando en ayuno y en oración día y noche. 38. Y también en ese preciso momento ella se encontraba presente dando gracias a Yahweh, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

 

Los israelitas llamaban «redención» al acto de vengar la sangre de un pariente; al que lo hacía llamaban «redentor» (Números 35:12, 19, 21, 27; Deuteronomio 19:6, 12, 13). Pagar para que dejaran en libertad a uno que estaba vendido era también redimir o rescatar (Levítico 25:48). Redentor era asimismo el que compraba las tierras de un pariente difunto, para que no se perdieran (Ruth 4:1–7). Entre los israelitas se podía redimir la vida de una persona o de un animal, como en el caso de los primogénitos (que a Dios había que entregar). Para ello era necesario pagar un precio, el cual se debía entregar al sacerdote (Éxodo 13:13, 15; Levítico 27:27; Números 18:15, 16).

En su obra a favor de los hombres, Dios es redentor por excelencia. La liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto es un acto de redención (Éxodo 6:6) de parte de Jehová Dios. La idea principal en la redención es soltar o liberar. El Pecado mantiene al hombre en servidumbre y, por tanto, la salvación incluye el librarlo de esa esclavitud.

En Cristo Jesús, Dios pagó el precio completo de la redención del género humano (Colosenses 1:13). Redención es liberación del poder de las tinieblas, a fin de vivir bajo la soberanía o el reino del amor de Dios. En el Antiguo Testamento, la esperanza de Job está puesta en Dios su redentor (Salmos 19:25). Asimismo, David considera a Dios su redentor (Salmos 19:14), y el profeta Isaías destaca este concepto; trece veces aparece el término en ese libro profético (por ejemplo, 41:14; 43:14; 44:6).

En el Nuevo Testamento la doctrina de la redención es cardinal. Todos las personas están esclavizadas por el pecado, y son «hijos de ira» (Efesios 2:013; 2 Ti 2:26); necesitan, por tanto, ser redimidos. Entre los del pueblo de Dios eran muchos los que esperaban la redención divina. Ana, la viuda profetisa, confió y declaró que el niño Jesús, a quien logró conocer en el templo, era quien satisfaría esa esperanza (Lucas 2:36–38).

Jesucristo realiza esta redención (Romanos 324; Gálatas 3:13) por medio de su Sangre vertida en la cruz (Efesios 1:7; Colosenses 1:14). El mismo habló de «dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28); y Pablo dice que el Cristo «se dio a sí mismo en rescate por todos» (1 Tito 2:6) para una redención que es eterna (Hebreos 9:12). Él, pues, tomó nuestro lugar, y recibió el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados. Por tanto, un efecto justo y lógico de esta obra redentora en nosotros debe ser glorificar a Dios mediante una vida pura y fructífera, tanto en lo personal como en lo espiritual. La redención abarca al hombre como un todo y como tal lo transforma (1 Corintios 6:20). La redención culminará gloriosamente en la Resurrección (Hechos 26:18; Romanos 8:15–23; 1 Corintios 15:55–57).

1. Agorazo, comprar (véase COMPRAR, Nº 1). Se traduce con el verbo redimir en Apocalipsis 5:9: «con tu sangre nos has redimido» (rv, rvr; rvr77 traduce: «nos compraste»; vm: «has adquirido»; lba coincide con rvr77).

2. Exagorazo, forma intensificada del Nº 1, denota redimir, lit. «comprar afuera» (ex, o ek, afuera), especialmente de comprar un esclavo con vistas a otorgarle la libertad. Se utiliza metafóricamente: (a) en Gálatas 3:13 y 4:5, de la liberación dada por el Cristo a los judíos cristianos con respecto a la ley y su maldición; con respecto a su significado (b) en Efesios 5:16 y Colosenses 4:5, y consideraciones adicionales véase APROVECHAR, A, Nº 1.

3. Lutroo, liberar contra recepción de un rescate (relacionado con lutron, rescate). Se utiliza en la voz media, significando liberar mediante el pago de un precio de rescate, redimir: (a) en el sentido natural de liberar (Lucas 24:21: «había de redimir a Israel»), de dar a Israel la libertad sacándolo del yugo de Roma; (b) en un sentido espiritual (Tito 2:14), de la obra del Cristo al redimir a los hombres «de toda iniquidad» (anomia, sin legalidad, la esclavitud de la voluntariosidad que rechaza la voluntad de Dios); 1 Pedro 1:18: «fueron rescatados», de una vana manera de vivir, esto es, de la esclavitud de la tradición. En ambos casos se afirma que el medio de la redención es la muerte del Cristo.

Nota: En tanto que los Nº 2 y 3 se traducen redimir, exagorazo no significa la redención propia, sino el precio pagado con vistas a la redención; lutroo significa la liberación misma, el acto de poner en libertad.

1. Lutrosis, redención (relacionado con A, Nº 3). Se utiliza: (a) en el sentido general de liberación, de la nación de Israel (Lucas 1:68: «ha … redimido a su pueblo», lit. «hecho redención», como lo traduce la rv; 2:38: «la redención»); (b) de la obra redentora del Cristo (Hebreos 9:12), efectuando la liberación por medio de su muerte, de la culpa y del poder del pecado. En la lxx, Levítico 25:29,48; Números 18:16; Jueces 1:15; Salmos 49:8; 111:9; 130:7; Isaías 63:4.

2. Apolutrosis, forma intensificada del Nº 1, lit. Liberación, a cambio de (esto es, contra el pago de) un rescate. Se utiliza: (a) de liberación de un tormento físico (Hebreos 11:35: «rescate»); (b) de la liberación del pueblo de Dios en la venida del Cristo con sus santos glorificados, «en una nube con poder y gran gloria» (Lucas 21:28), redención que se consumará en el «resplandor de su parusía» (2 Tesalonicenses 2:8), esto es, en su Segunda Venida; (c) perdón y justificación, redención como resultado de la expiación, liberación de la culpa de los pecados (Romanos 3:24: «mediante la redención que es en Cristo Jesús»); Efesios 1:7, definida como «el perdón de pecados», indicándose con ello tanto la liberación de la culpa y de la condenación contra el pecado como la entrada en una vida de libertad, «novedad de vida» (Romanos 6:4, rv); Hebreos 9:15: «para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto», donde «remisión de» es equivalente a «redención de», usándose el caso genitivo del objeto del cual se consigue ser liberado, no de la consecuencia de las transgresiones, sino de las transgresiones mismas; (d) la liberación del creyente de la presencia y poder del pecado, y de su cuerpo de la esclavitud de corrupción, a la venida (la parusia en su fase inicial) del Señor Jesús (Romanos 8:23: «la redención de nuestro cuerpo»; 1 Corintios 1:30: «Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención»; Efesios 1:14: «hasta la redención de la posesión adquirida»; 4:30: «sellados para el día de la redención»).

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