domingo, 31 de agosto de 2014

Conozcamos la Biblia Oseas

LIBRO DE OSEAS

Aram., Ketava d′Josha Nebya. Se traduce libro del profeta Oseas. Josha significa salvado. Su autoría se atribuye al profeta Oseas, y su fecha de redacción se sitúa en el siglo VIII a. C.

EL PECADO DE LA NACIÓN

Al igual que la esposa de Oseas, Gomer, le fue infiel, la nación de Israel le fue infiel a Dios. La idolatría de Israel era como el adulterio. Buscaba relaciones «ilícitas» con Asiria y Egipto para que le dieran poder militar y mezclaba la adoración a Baal con la adoración a Dios.
Al igual que Gomer, podemos ir en pos de otros amores: amor al poder, al placer, al dinero o al reconocimiento. Las tentaciones de este mundo pueden ser muy seductoras. ¿Somos completamente fieles a Dios o tenemos otros amores que han tomado su lugar?


RESTAURACIÓN

EXPLICACIÓN: Si bien Dios disciplinará a su pueblo por su pecado, alienta y restaura a aquellos que se han arrepentido. El verdadero arrepentimiento abre paso a un nuevo comienzo. Dios perdona y restaura.
IMPORTANCIA: Todavía hay esperanza para los que regresan a Dios. Ni la lealtad, ni los logros ni el honor se pueden comparar con amarlo a Él. Vuélvase al Señor mientras la oferta sigue en pie. No importa lo lejos que se haya apartado, Dios anhela que usted regrese a Él.

CASTIGO DE DIOS

Oseas advirtió solemnemente a Judá que no siguiera el ejemplo de Israel. Debido a que Judá rompió el pacto, se apartó de Dios y se olvidó de su Creador, experimentó una invasión devastadora y cautiverio. El pecado tiene terribles consecuencias.
El desastre es seguro cuando hay ingratitud y rebelión contra Dios. El Señor es nuestro único refugio verdadero. Si endurecemos nuestros corazones en su contra, no hallaremos seguridad en ninguna otra parte. No podemos escapar del castigo de Dios.

AMOR DE DIOS

De la misma manera que Oseas fue detrás de su esposa infiel para hacerla volver, así el Señor nos busca en su amor. Su amor es tierno, leal, inalterable y eterno. Dios nos sigue amando de todos modos.
¿Se ha olvidado de Dios y le ha sido desleal? No permita que la prosperidad disminuya su amor por Él ni permita que el éxito lo ciegue para no ver que usted necesita su amor.

OSEAS

         Oseas (“que Dios socorra”). Profeta cuyo ministerio se sitúa en el periodo entre el final del reinado de Jeroboam II (752 a.C.) y la caída de Samaria (725 a.C.), tiempo de marcada corrupción religiosa (“baalización”) y descomposición política de Israel (sucesión de varios golpes de estado y reyes; 2R.15), a la vez que de desarrollo del periodo de Asiria (Os. 5:13; 7:11; 8:9; etc.). Muy poco se sabe del profeta mismo aparte de la historia de su tragedia conyugal, narrada en los caps. 1-3. Sin embargo, es posible deducir que era del Reino del Norte (ca. 750 a.C.) y, por su lenguaje y conocimiento histórico, que se trataba de una persona culta.

         La historia de su matrimonio con Gomer (caps. 1-3) ha constituido siempre un problema de interpretación. Escandalizados por la crudeza de los relatos, algunos comentaristas Judíos y cristianos ha explicado el matrimonio como una alegoría, como una visión del profeta o como un símbolo, negándole con ello carácter histórico. Sin embargo, el relato es demasiado vivido para entenderlo así. Es necesario reconocer (con NBD) que se trata de un relato autobiográfico, aunque no sea posible reconstruir los detalles, particularmente con respecto a la relación entre el cap.1 (1:2 ¿es ya Gomer prostituta cuando O. se casa con ella o llega a serlo después?), y el 3 (¿se trata de otro relato del mismo hecho del cap. 1 o de una separación y nuevo casamiento posterior?). El hecho de que el texto de O. nos haya llegado con bastantes variantes y dificultades complica la interpretación, aunque el mensaje es claro e inconfundible.

         El estilo literario de O. contrasta con el de Amós. “Sus oráculos son breves y agudos”, “exposiciones de un alma torturada con una pasión evangélica que a veces se asemeja al Isaías posterior” (IDB). Frecuentemente habla de un supuesto juicio o litigio de Dios con su pueblo (2:2ss.; 4:1,4; 7:10; 12:2), de clamor (8:2) o de sentencia (2:6,9,10-16), recursos literarios que señalan el quebrantamiento del pacto. Pero a menudo el profeta – cuya conciencia de hablar en nombre de Dios es muy clara, como se deduce de su estilo – introduce quejas en las que se expresa la piedad de Dios y del profeta por el pueblo (7:13ss.: 8:8ss.) y en que O. introduce por Israel (9:14).

         El libro de O. tiene dos partes. Los caps. 1 – 3, se centran en la experiencia personal del profeta, y de ellos, 1 y 3 contienen la narración y 2 constituyen un sermón que se basa en los hechos, y los aplica a la relación de Yahveh con Israel. Los caps. 4-14 contienen principalmente reproches y anuncios de juicio por la entrega de Israel a los dioses y cultos paganos, y por la traición de los príncipes y sacerdotes. Mencionan algunas referencias históricas no identificadas. Buena parte está dedicada a la condenación del sensualismo del culto cananeo (CANAÁN) adoptado por Israel, e introducido por la ambición de los reyes (9:10ss.; cp. Nm. 25:1-3; 1S. 11:14s.: 13:7ss.). Es por eso que O. (y toda una línea profética) mira la severidad del desierto como una disciplina a la que Israel debe retornar (2:14ss.; cp. Jer. 2:1ss.).

         El centro del mensaje de O. es la relación de Dios con Israel. O. ve los mismos males morales y religiosos que su contemporáneo Amós, pero haya la raíz de los mismos en la infidelidad de Israel al pacto. La nación ha abandonado a su esposo y se ha entregado a los dioses cananeos (baales), confiando en ellos, o en su propio poder militar y en alianzas extranjeras (4:11). Israel no tiene conocimiento de Dios, ha quebrantado la relación con él y no discierne ni sigue su voluntad.

         La historia del pacto de Dios y la infidelidad del pueblo, desde la salida de Egipto, es presentada en O. con la figura del matrimonio (2:2ss.; 11:1). Dios no puede pasar por alto la infidelidad, cuyo fruto es desorden y caos (4:4-6; 8:7; 10:13). La caída de Israel será el resultado final de ese proceso, pero en medio de esta situación, O. afirma lo que es el corazón mismo de su mensaje: la gracia (khesed) de Dios disciplina peo no abandona a su pueblo (11:3,4,8). En esa fidelidad inquebrantable descansa la esperanza  de la restauración (11:9-11). Sólo el amor de Dios puede inducir al arrepentimiento y a la conversión (2:14-23; 6:1-3). El reconocimiento de la misericordia divina hará posible un nuevo trato entre los israelitas (6:6).

         La imagen utilizada con gran profundidad por O. la usan otros profetas (Is. 50:1; 62:4ss.; Jer. 2:2,3; 3:1ss; 13:21ss.) y es empleada en el NT para hablar de la relación de Cristo (El Ungido) con la Iglesia (2Co11:2; Ef. 5:25; Ap. 9:7; 22:17).


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