Mateo
9:9-13.
9. Al marcharse Jesús de allí, vio a un varón llamado Mateo sentado en el lugar de los tributos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, lo siguió. 10. Y mientras ellos se encontraban sentados a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11. Entonces los fariseos, al ver esto, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come su maestro con publicanos y con pecadores? 12. Al escuchar Jesús esto, les dijo: No son los que están sanos quienes necesitan médico, sino los enfermos. 13. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: 'COMPASIÓN QUIERO, NO SACRIFICIO', porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
NOMBRE
Jesed,
«bondad; amor constante; gracia; misericordia; fidelidad; devoción».
Este
vocablo se usa 240 veces en el Antiguo Testamento, con particular frecuencia en
los salmos. El término es uno de los más importantes en el vocabulario
teológico y ético del Antiguo Testamento.
La
Septuaginta casi siempre traduce jesed con eleos («misericordia»), uso que se
refleja en el Nuevo Testamento y en la rv (y sus recientes revisiones). Las
traducciones modernas, por otro lado, generalmente prefieren acepciones más
próximas a «gracia». Las versiones católicas más recientes usan «amor» o
«clemencia».
En
general, es posible identificar tres significados fundamentales del vocablo
(que siempre interactúan): «fuerza», «constancia» y «amor». Cualquier
traducción del término que no expresa las tres acepciones inevitablemente
perderá algo de su riqueza. El «amor» de por sí se sentimentaliza o
universaliza si se desconecta del pacto. Al mismo tiempo, «fuerza» o
«constancia» solo comunican el cumplimiento de una obligación, legal o de algún
otro tipo.
El
vocablo tiene que ver sobre todo con los derechos y las responsabilidades
recíprocas entre las partes de una relación (en particular, de Yahweh e
Israel). Pero jesed no es únicamente un asunto de obligación; también tiene que
ver con generosidad. No solo entra en juego la lealtad, sino también la
misericordia. La parte más débil busca la protección y bendición de su
patrocinador o protector, pero no puede exigir derechos absolutos. La parte más
fuerte permanece comprometida con cumplir su palabra, pero mantiene su libertad,
sobre todo en relación de cómo llevará a cabo sus promesas. Jesed indica
involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los límites
de la ley.
El
amor conyugal a menudo se relaciona con jesed. Por cierto, el matrimonio es un
compromiso legal y cuando este se infringe, la ley lo sanciona. Con todo, la
relación, cuando es sana y fuerte, va mucho más allá de un asunto legal. El
profeta Oseas aplica la analogía al jesed de Yahweh para con Israel dentro del
pacto (p. ej. Oseas 2:21). No hay una sola palabra en castellano que sea capaz
de captar los matices del original. La frase que tal vez más se aproxima es «amor constante». Los escritores hebreos
a menudo subrayaban el elemento de constancia (o fuerza) ligando a jesed con
‘emet («verdad, veracidad») y ‘emûnah («fidelidad»).
La
Biblia se refiere a menudo a personas que «hacen», «demuestran» o «guardan»
jesed. En plural se entiende mejor el contenido concreto del vocablo. Las
«misericordias», «bondades» y «fidelidades» de Dios son sus hechos específicos
de redención en el cumplimiento de su promesa. Encontramos un ejemplo en Isaías
55:3:« Y haré con ustedes pacto eterno, las misericordias firmes a David».
Los
sujetos de jesed son Dios y los hombres. Cuando el hombre es sujeto de jesed,
el vocablo generalmente describe la bondad o lealtad de una persona hacia otra;
cf. 2 Samuel 9:7: «No tengas temor,
porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre».
Contadas son las veces en que el término se refiere explícitamente al afecto o
fidelidad del hombre hacia Dios; el ejemplo más claro de esto tal vez sea Jeremías
2:2 (rva): «Ve, proclama a los oídos de Jerusalén
y diles que así ha dicho Jehová: Me acuerdo de ti, de la lealtad de tu
juventud, del amor de tu noviazgo, cuando andabas en pos de mí en el desierto».
Como
seres humanos, practicamos jesed con los varios componentes de la sociedad
hacia familia y parientes, así como con amistades, huéspedes, patrones y
sirvientes. A menudo se requiere jesed hacia los humildes y necesitados. La
Biblia distingue el término jesed para resumir y caracterizar la vida de
santidad interior y en respuesta al pacto. Por eso, Oseas 6:6 declara que Dios
desea «misericordia [‹amor constante›] y no sacrificios», es decir, lo que Él quiere son vidas de
fidelidad y no solo culto. En términos parecidos, Miqueas 6:8 destaca jesed en
el resumen que el profeta hace de la ética bíblica: «Él te ha declarado lo que es bueno… solamente hacer justicia, y amar
misericordia».
Sin
embargo, por detrás de estos casos del hombre como sujeto de jesed se
encuentran todas las ocasiones cuando se habla del jesed de Dios. Es una de sus
características más destacadas. Dios ofrece «misericordia» y «amor
constante» a su pueblo tan necesitado de redención del pecado y liberación
de sus enemigos y sus tribulaciones.
Una
frase recurrente que describe la naturaleza de Dios es «abundante [grande] en
jesed» (Éxodo 34:6; Nehemías 9:17; Salmos 103:8; Jonás 4:2). La totalidad de la
historia de la relación de Dios con Israel en el pacto puede resumirse en
términos de jesed. Este es el único dato permanente en todo el flujo de la
historia del pacto. Aun la creación es el resultado del jesed divino (Salmos
136:5–9). Su amor dura hasta «mil
generaciones» (Deuteronomio 7:9; cf. Deuteronomio 5:10 y Éxodo 20:6) o «para siempre» (véase particularmente los
refranes de algunos salmos, como el 136).
Hay
palabras usadas en paralelismo sinónimo con jesed que lo ayudan a explicar. El
vocablo que con más frecuencia se asocia con jesed es ‘emet («fidelidad; confiabilidad»): «Que tu misericordia y tu verdad me guarden
siempre» (Salmos 40:11). Otro término, ‘emûnah, que tiene un significado
similar, es también común: «Se ha acordado
de su misericordia [jesed] y de su
fidelidad [‘emûnah] para con la casa
de Israel» (Salmos 98:3 rva). Este énfasis es sobre todo significativo
cuando Dios es el sujeto porque el jesed divino es más constante que el del
hombre. La investigación etimológica sugiere que el significado primitivo de
jesed puede haber sido «fuerza» o «constancia». Si es así, esto explicaría
un uso enigmático de jesed en Isaías 40:6: «Toda
carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo».
La
asociación de jesed con «pacto» evita que se confunda con una simple
providencia o amor por toda criatura; se aplica en primer término al amor
especial y compromiso (pacto) de Dios hacia su pueblo escogido. El «pacto»
también enfatiza la reciprocidad de esta relación; sin embargo, puesto que a la
larga el jesed de Dios va más allá del pacto, no se deja de lado, aun cuando el
interlocutor humano le sea infiel y tenga que disciplinarlo (Isaías 54:8; 10).
Puesto que su triunfo y cumplimiento final son escatológicos, jesed puede
expresar la meta y fin de la historia de la salvación (Salmos 85:7-10; 130:7;
Miqueas 7:20).
El
nombre propio Jasadías (1 Crónicas 3:20 bj) está relacionado con jesed. El
nombre del hijo de Zorobabel quiere decir «Yahveh es fiel/misericordioso», un
resumen apropiado del mensaje profético.
ADJETIVO
Jasîd,
«piadoso; devoto; fiel; santo».
El
adjetivo jasid, derivado de jesed, se usa a menudo para describir a un
israelita fiel. El jesed divino ofrece el patrón, modelo y fuerza que debe
orientar la vida del jasid. Encontramos una mención del hombre «santo» en Salmos
12:1 (rva): «Salva, oh Jehová, porque se
han acabado los piadosos. Han desaparecido los fieles de entre los hijos del
hombre».
Por
lo general un pronombre posesivo se prefija al vocablo para señalar la relación
especial que Él guarda con los que le tienen como patrón de sus vidas: «Amen a Jehová, todos ustedes sus santos. A
los fieles guarda Jehová, pero retribuye en abundancia al que actúa con
soberbia» (Salmos 31:23 rva).
Siguiendo
la terminología griega (hosios) y latina (sanctus), la rv a menudo traduce el
término como «santos». Esto se debe
entender en el contexto de la santificación que es de gracia y no una cualidad
innata ni una conducta moralista.
MISERICORDIA
Misericordia divina,
Génesis 18.16–33.
Misericordia en
acción, Génesis 39.21–23.
Hija de Faraón tuvo
lástima, Éxodo 2.5–6.
Súplica por
misericordia divina, Números 14.13–25.
Sin lástima,
Deuteronomio 7.16.
Saúl y David, 1
Samuel 24.10–17.
Misericordia de
Salomón para Adonías, 1 Reyes 1.43–53.
Liberación de
cautivos, 2 Reyes 24.15; 25.27–29.
Misericordia de Dios,
Salmo 23.6.
Contraste entre la
ira y el amor de Dios, Salmo 30.5.
No hay justo
desamparado, Salmo 37.25–26.
Solicitud de
misericordia, Salmo 41.4.
Castigo con
misericordia, Salmo 89.30–34.
Dios perdonador y
retribuidor, Salmo 99.8.
Misericordia
inmerecida, Salmo 103.9–10.
Misericordia innata,
Salmo 109.21.
Misericordia de Dios,
Salmo 130.3.
Hombre
misericordioso, Proverbios 11.17.
Bienaventurado los
misericordiosos, Proverbios 14.21–22, 31.
Piedad de Dios,
Isaías 30.17–18.
Misericordia para la
infiel Israel, Jeremías 3.12–13; Oseas 14.4.
Misericordia después
de juicio, Jeremías 12.14–17.
Misericordia sin
límite, Jeremías 31.37.
Misericordia para el
sufrimiento de Jeremías, Jeremías 38.6–13.
Misericordia con los
pobres, Jeremías 39.10.
Juicio sin piedad,
Lamentaciones 2.2.
Nuevas cada mañana,
Lamentaciones 3.22–24.
Aflicción y
misericordia, Lamentaciones 3.31–33.
Ninguna misericordia,
Ezequiel 7.4.
Paciencia divina con
la rebelde Israel, Ezequiel 20.1–44.
Súplica de
misericordia, Daniel 4.27.
Perdón de los impíos,
Joel 3.21.
Misericordia de
marinos, Jonás 1.11–15.
Dios pide justicia y
misericordia, Miqueas 6.8.
Gracia perdonadora,
Miqueas 7.18.
Grande en
misericordia, Nahum 1.3.
Dios de misericordia,
Zacarías 8.14–15.
Misericordia hacia
María, Mateo 1.19.
Bienaventurados los
misericordiosos, Mateo 5.7.
Perdón de Dios, Mateo
6.14.
Misericordia
sanadora, Lucas 5.12–13.
Misericordia
ejemplar, Lucas 6.36.
Misericordia sin
esperar recompensa, Lucas 7.27–36.
Dios rico en
misericordia, Efesios 2.1–5.
Salvación por gracia,
Efesios 2.6–10.
Conducta centrada en
Cristo, Colosenses 3.12–13.
Dios quiere que todos se salven, 2 Pedro 3.9.
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