lunes, 3 de mayo de 2021

CIELO, CELESTE, CELESTIAL

 

Colosenses 1:16

16. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas, tanto las que están en los cielos como las que están en la Tierra, todo lo visible y todo lo invisible, ya sean tronos, o dominios, o principados, o poderes; todo fue creado por medio de Él y para Él.

NOMBRES

1. ouranos, probablemente relacionado con ornumi, levantar, alzar. Se usa en el Nuevo Testamento: (a) de los cielos aéreos (p.ej., Mateo 6:26; 8:20; Hechos 10:12; 11:6; Santiago 5:18); (b) del cielo sideral (p.ej., Mateo 24:29, 35; Hebreos 11:12; Apocalipsis 6:14; 20:11); tanto (a) como (b) fueron creados por el Hijo de Dios (Hebreos 1:10), así como también por Dios el Padre (Apocalipsis 10:6); (c) son la morada eterna de Dios (Mateo 5:16; 12:50; Apocalipsis 3:12; 11:13; 16:11; 20:9). De allí descendió el Hijo de Dios para encarnarse (Juan 3:13-31; 6:38-42). En su ascensión, el Cristo «traspasó los cielos» (Hebreos 4:14, rvr; rv: «penetró los cielos»); «subió por encima de todos los cielos» (Efesios 4:10), y fue «hecho más sublime que los cielos» (Hebreos 8:1); está «a la diestra de Dios», habiendo subido al cielo (1 Pedro 3:22). Desde su ascensión, el cielo es la esfera de su presente vida y actividad (p.ej., Romanos 8:34; Hebreos 9:24). De allí descendió el Espíritu Santo en Pentecostés (1 Pedro 1:12). Es la morada de los ángeles (p.ej., Mateo 18:10; 22:30; cf. Apocalipsis 3:5). Allí fue Pablo arrebatado, no sabiendo si era en el cuerpo o fuera del cuerpo (2 Corintios 12:2). Ha de ser la morada eterna de los santos en la gloria de la resurrección (2 Corintios 5:1). De allí descenderá el Cristo al aire para recibir a sus santos en el arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:16; Filipenses 3:20, 21), y vendrá posteriormente con sus santos y con sus santos ángeles en su Segunda Venida (Mateo 24:30; 2 Tesalonicenses 1:7).

En la presente vida, el cielo es la región de la ciudadanía espiritual de los creyentes (Filipenses 3:20). Los cielos actuales, con la tierra, han de «pasar» (2 Pedro 3:10), «encendiéndose» (v. 12; véase v. 7; Apocalipsis 20:11), y se crearán nuevos cielos y una nueva tierra (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1, con Isaías 65:17, p.ej.).

En Lucas 15:18, 21, se usa cielo para denotar a Dios, por metonimia. En Hebreos 9:23, se traduce «celestiales» (rv, rvr, rvr77, vm, lit., «de los cielos»).

2. mesouranema denota el cielo medio, o el medio de los cielos (mesos, medio, y Nº 1) (Apocalipsis 8:13; 14:6; 19:17).

ADJETIVOS

1. ouranios, significando celestial, del cielo. Se corresponde con A, Nº 1, y se usa: (a) como apelación de Dios el Padre (Mateo 6:14, 26, 32: «vuestro Padre celestial»; 15:13: «mi Padre celestial»); (b) como descripción de los santos ángeles (Lucas 2:13: «huestes celestiales»); (c) de la visión contemplada por Pablo (Hechos 26:19: «visión celestial»).

2. epouranios, celeste, celestial, lo que pertenece, o está, en el cielo (epi, en el sentido de «pertenecer a»), no aquí, sino «arriba», tiene significados que se corresponden a algunos de los significados de ouranos, A, Nº 1. Se usa: (a) de Dios el Padre (Mateo 18:35); (b) del lugar donde el Cristo fue al Padre, «sentándole a su diestra en los lugares celestiales», esto es, en una posición de autoridad divina (Efesios 1:20); y de la presente posición de los creyentes en relación con el Cristo (Efesios 2:6); donde poseen «toda bendición espiritual» (Efesios 1:3); (c) del Cristo como el «segundo hombre», y de todos los que están relacionados con Él espiritualmente (1 Corintios 15:48); (d) de aquellos cuya esfera de actividad o de existencia es arriba, o en contraste de la tierra, de «los principados y potestades» (Efesios 3:10); de las «huestes espirituales de maldad» (6:12: «en las regiones celestes»); (e) del Espíritu Santo (Hebreos 6:4); (f) de cosas «celestiales», como temas de las enseñanzas del Cristo (Juan 3:12), y de las consistentes del santuario espiritual y celestial y «verdadero tabernáculo», y de todo lo que le pertenece en relación con el Cristo y su sacrificio como anticipo del tabernáculo terrenal y sus sacrificios bajo la Ley (Hebreos 8:5; 9:23); (g) del «llamamiento» o vocación de los creyentes (Hebreos 3:1); (h) del cielo como morada de los santos, «una patria … mejor» que la de la tierra (Hebreos 11:6), y de la Jerusalén espiritual (12:22); (i) del reino del Cristo en su manifestación futura (2 Timoteo 4:18); (j) de todos los seres y cosas, animadas e inanimadas, que están «sobre la tierra» (Filipenses 2:10); (k) de los cuerpos de resurrección y glorificados de los creyentes (1 Colosenses 15:49); (l) de los cuerpos u orbes celestiales (1 Corintios 15:40: «celestiales», dos veces). Como «celeste» se traduce solo en Efesios 6:12 (rv: «en los aires»).

Nota: En relación con (a), la palabra «celestial» usada de Dios el Padre en Lucas 11:13 representa a la frase ex ouranou, «del cielo».

ADVERBIO

ouranothen, formado por A, Nº 1, y denotando «del cielo». Se usa: (a) del cielo atmosférico (Hechos 14:17); (b) del cielo, como la esfera increada de la morada de Dios (26:13).

CIELO

Término que puede referirse a las regiones atmosféricas y siderales o a la morada de Dios. Con ambos sentidos suele usarse indistintamente en plural y singular tanto en el castellano como en los idiomas originales.

«LOS CIELOS Y LA TIERRA»

Expresión que aparece en el primer versículo de la Biblia (Génesis 1:1) y en otros muchos pasajes para designar todo el universo. Los escritores bíblicos aluden metafóricamente a las puertas o ventanas del cielo, las cuales se abren o se cierran para dar paso al agua o detenerla (Deuteronomio 11:17; Salmos 78:23). Se habla del sol, la luna y los astros como si estuvieran colocados en el cielo (Génesis 1:14–17). Sería un error interpretar al pie de la letra tales metáforas escritas en una época precientífica.

LOS TRES CIELOS

En 2 Corintios 12:2 se menciona «el tercer cielo» de donde se deduce la existencia del primero y segundo cielo. Sin embargo, en la Biblia no se habla de ello. Puede ser que el primero sea la atmósfera que rodea nuestro planeta; el segundo, el espacio físico más allá de la atmósfera; y el tercero, la morada de Dios. Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo, pero se le prohibió divulgar lo que allí vio y oyó (2 Corintios 12:1–9). Según parece, Juan tuvo una experiencia similar (Apocalipsis 4:1) en la cual basó la mayor parte de Apocalipsis.

Lo fundamental en estas experiencias de Pablo y Juan no es lo que nos permiten descifrar en cuanto a la estructura del cielo, sino lo que aportan al conocimiento de Dios.

LA MORADA DE DIOS

En varios pasajes aparece el cielo como morada de Dios y los seres que con Él habitan. Por ejemplo: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Lucas 11:2). Con Dios viven «los ejércitos de los cielos» (Nehemías 9:6). Después de su resurrección, el Cristo ascendió al cielo (Hechos 1:11) y de allí volverá otra vez (1 Tesalonicenses 4:16).

A veces cielo es sinónimo de Dios. El hijo pródigo dice: «He pecado contra el cielo y contra ti» (Lucas 15:18). Ejemplo conocido es el término «reino de los cielos» en Mateo, evidentemente sinónimo de «reino de Dios».

La Biblia le promete al hombre regenerado una morada en el cielo (Juan 14:1–3). Hebreos 2:10 lo llama «la gloria». Hay una herencia incorruptible reservada en el cielo para los creyentes (1 P 1.4). El cielo es un lugar de bendición, mientras que el infierno promete tormento y miseria.

La referencia en Apocalipsis 21:1 a «un cielo nuevo y una tierra nueva» sugiere que el universo físico actual será completamente renovado.

CIELOS

shamayim, «cielos; cielo, bóveda celeste». Este vocablo semítico muy generalizado se encuentra en lenguajes tales como ugarítico, acádico, arameo y arábigo. Se halla 420 veces durante todos los períodos del hebreo bíblico.

Primero, shamayim es la palabra hebrea corriente para la «bóveda celeste» y el «ámbito celeste» donde vuelan las aves. Dios prohíbe a Israel hacer «semejanza de cualquier figura … ni en forma de cualquier animal que esté en la tierra, ni en forma de cualquier ave alada que vuele en los cielos» (Deuteronomio 4:17 rva). Cuando los cabellos de Absalón se enredaron en las ramas de un árbol, quedó suspendido entre «cielo» y tierra (2 Samuel 18:9). Este ámbito, por encima de la tierra pero debajo de los cuerpos celestes, es a menudo lugar de visiones: «David alzó sus ojos y vio al ángel de Jehová que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén» (1 Crónicas 21:16).

Segundo, el término representa un ámbito aún más alejado de la superficie terrestre. De aquí es de donde provienen fenómenos como la escarcha (Job 38:29), la nieve (Isaías 55:10), el fuego (Génesis 19:24), el polvo (Deuteronomio 28:24), el granizo (Josué 10:11) y la lluvia: «Fueron cerradas las fuentes del océano y las ventanas de los cielos, y se detuvo la lluvia de los cielos» (Génesis 8:2). Este es el depósito de Dios; Él es el que administra los recursos y es Señor de este ámbito (Deuteronomio 28:12). Este significado de shamayim aparece en Génesis 1:7–8: «E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la bóveda, de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así. Dios llamó a la bóveda Cielos» (rva).

Tercero, shamayim también representa el ámbito donde el sol, la luna y las estrellas se encuentran: «Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche» (Génesis 1:14). Estas imágenes se repiten a menudo en la narración de la creación y en los pasajes poéticos. Es así que los «cielos» se extienden como una cortina (Salmos 104:2) o se pliegan como un rollo de pergamino (Isaías 34:4 rva).

Cuarto, la frase «cielo y tierra» puede referirse a toda la creación, como en el caso de Génesis 1:1: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra».

Quinto, «el cielo» es la morada de Dios: «El que habita en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos» (Salmos 2:4; cf. Deuteronomio 4:39).

Nótelo de nuevo en Deuteronomio 26:15: «Mira desde tu santa morada, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel». Otra expresión que representa la morada de Dios es «los cielos de los cielos», lo cual indica un absoluto, es decir, la morada de Dios es un ámbito tan incomparable que no se puede identificar con la creación física: «He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay» (Deuteronomio 10:14)

 

CIELO

Firmamento, Génesis 1:6–7.

Morada santa, Deuteronomio 26:15; 1 Reyes 8:30; Juan 14:2.

Alegría en cielo y tierra, 1 Crónicas 16:31.

Morada de Dios, 2 Crónicas 6:33, 39.

Confusión acerca de futuro eterno, Job 10:19–22.

Cuestiona a Dios, Job 22:12–14.

Cielo en el norte, Job 26:7; Salmo 48:2.

Sin deseos terrenales, Salmo 73:25.

Nostalgia por el cielo, Salmo 84:2.

Dios mira desde los cielos, Salmo 102:19.

Arriba en el cielo, Eclesiastés 3:21.

Dios rompe los cielos, Isaías 64:1.

Reino de Dios, Isaías 33:17, 21.

Luz eterna, Isaías 60:19–20.

Trono de Dios, Isaías 66:1.

Ministración en el cielo, Zacarías 3:1–10.

Tesoros en el cielo, Mateo 6:19–20.

Hosanna en las alturas, Marcos 11:10.

Cielos abiertos, Hechos 7:55–56.

Cielo preparado, 1 Corintios 2:9–10; 2 Corintios 5:2.

Limpieza en el cielo, Apocalipsis 12:7–9.

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