Colosenses 1:16
16. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas, tanto las que están en los cielos como las que están en la Tierra, todo lo visible y todo lo invisible, ya sean tronos, o dominios, o principados, o poderes; todo fue creado por medio de Él y para Él.
NOMBRES
1.
ouranos, probablemente relacionado con ornumi, levantar, alzar. Se usa en el Nuevo
Testamento: (a) de los cielos aéreos (p.ej., Mateo 6:26; 8:20; Hechos 10:12;
11:6; Santiago 5:18); (b) del cielo sideral (p.ej., Mateo 24:29, 35; Hebreos
11:12; Apocalipsis 6:14; 20:11); tanto (a) como (b) fueron creados por el Hijo
de Dios (Hebreos 1:10), así como también por Dios el Padre (Apocalipsis 10:6);
(c) son la morada eterna de Dios (Mateo 5:16; 12:50; Apocalipsis 3:12; 11:13;
16:11; 20:9). De allí descendió el Hijo de Dios para encarnarse (Juan 3:13-31;
6:38-42). En su ascensión, el Cristo «traspasó
los cielos» (Hebreos 4:14, rvr; rv: «penetró
los cielos»); «subió por encima de
todos los cielos» (Efesios 4:10), y fue «hecho más sublime que los cielos» (Hebreos 8:1); está «a la diestra de Dios», habiendo subido
al cielo (1 Pedro 3:22). Desde su ascensión, el cielo es la esfera de su
presente vida y actividad (p.ej., Romanos 8:34; Hebreos 9:24). De allí
descendió el Espíritu Santo en Pentecostés (1 Pedro 1:12). Es la morada de los
ángeles (p.ej., Mateo 18:10; 22:30; cf. Apocalipsis 3:5). Allí fue Pablo
arrebatado, no sabiendo si era en el cuerpo o fuera del cuerpo (2 Corintios 12:2).
Ha de ser la morada eterna de los santos en la gloria de la resurrección (2 Corintios
5:1). De allí descenderá el Cristo al aire para recibir a sus santos en el
arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:16; Filipenses 3:20, 21), y vendrá
posteriormente con sus santos y con sus santos ángeles en su Segunda Venida (Mateo
24:30; 2 Tesalonicenses 1:7).
En
la presente vida, el cielo es la región de la ciudadanía espiritual de los
creyentes (Filipenses 3:20). Los cielos actuales, con la tierra, han de «pasar» (2 Pedro 3:10), «encendiéndose» (v. 12; véase v. 7; Apocalipsis
20:11), y se crearán nuevos cielos y una nueva tierra (2 Pedro 3:13; Apocalipsis
21:1, con Isaías 65:17, p.ej.).
En
Lucas 15:18, 21, se usa cielo para denotar a Dios, por metonimia. En Hebreos 9:23,
se traduce «celestiales» (rv, rvr,
rvr77, vm, lit., «de los cielos»).
2.
mesouranema denota el cielo medio, o el medio de los cielos (mesos, medio, y Nº
1) (Apocalipsis 8:13; 14:6; 19:17).
ADJETIVOS
1.
ouranios, significando celestial, del cielo. Se corresponde con A, Nº 1, y se
usa: (a) como apelación de Dios el Padre (Mateo 6:14, 26, 32: «vuestro Padre celestial»; 15:13: «mi Padre celestial»); (b) como
descripción de los santos ángeles (Lucas 2:13: «huestes celestiales»); (c) de la visión contemplada por Pablo (Hechos
26:19: «visión celestial»).
2.
epouranios, celeste, celestial, lo que pertenece, o está, en el cielo (epi, en
el sentido de «pertenecer a»), no
aquí, sino «arriba», tiene
significados que se corresponden a algunos de los significados de ouranos, A,
Nº 1. Se usa: (a) de Dios el Padre (Mateo 18:35); (b) del lugar donde el Cristo
fue al Padre, «sentándole a su diestra en
los lugares celestiales», esto es, en una posición de autoridad divina (Efesios
1:20); y de la presente posición de los creyentes en relación con el Cristo (Efesios
2:6); donde poseen «toda bendición
espiritual» (Efesios 1:3); (c) del Cristo como el «segundo hombre», y de todos los que están relacionados con Él
espiritualmente (1 Corintios 15:48); (d) de aquellos cuya esfera de actividad o
de existencia es arriba, o en contraste de la tierra, de «los principados y potestades» (Efesios 3:10); de las «huestes espirituales de maldad» (6:12: «en las regiones celestes»); (e) del
Espíritu Santo (Hebreos 6:4); (f) de cosas «celestiales»,
como temas de las enseñanzas del Cristo (Juan 3:12), y de las consistentes del
santuario espiritual y celestial y «verdadero
tabernáculo», y de todo lo que le pertenece en relación con el Cristo y su
sacrificio como anticipo del tabernáculo terrenal y sus sacrificios bajo la Ley
(Hebreos 8:5; 9:23); (g) del «llamamiento»
o vocación de los creyentes (Hebreos 3:1); (h) del cielo como morada de los
santos, «una patria … mejor» que la
de la tierra (Hebreos 11:6), y de la Jerusalén espiritual (12:22); (i) del
reino del Cristo en su manifestación futura (2 Timoteo 4:18); (j) de todos los
seres y cosas, animadas e inanimadas, que están «sobre la tierra» (Filipenses 2:10); (k) de los cuerpos de
resurrección y glorificados de los creyentes (1 Colosenses 15:49); (l) de los
cuerpos u orbes celestiales (1 Corintios 15:40: «celestiales», dos veces). Como «celeste»
se traduce solo en Efesios 6:12 (rv: «en
los aires»).
Nota: En relación con (a), la palabra «celestial» usada de Dios el Padre en Lucas
11:13 representa a la frase ex ouranou, «del
cielo».
ADVERBIO
ouranothen,
formado por A, Nº 1, y denotando «del
cielo». Se usa: (a) del cielo atmosférico (Hechos 14:17); (b) del cielo,
como la esfera increada de la morada de Dios (26:13).
CIELO
Término
que puede referirse a las regiones atmosféricas y siderales o a la morada de
Dios. Con ambos sentidos suele usarse indistintamente en plural y singular
tanto en el castellano como en los idiomas originales.
«LOS
CIELOS Y LA TIERRA»
Expresión
que aparece en el primer versículo de la Biblia (Génesis 1:1) y en otros muchos
pasajes para designar todo el universo. Los escritores bíblicos aluden
metafóricamente a las puertas o ventanas del cielo, las cuales se abren o se
cierran para dar paso al agua o detenerla (Deuteronomio 11:17; Salmos 78:23).
Se habla del sol, la luna y los astros como si estuvieran colocados en el cielo
(Génesis 1:14–17). Sería un error interpretar al pie de la letra tales
metáforas escritas en una época precientífica.
LOS
TRES CIELOS
En
2 Corintios 12:2 se menciona «el tercer
cielo» de donde se deduce la existencia del primero y segundo cielo. Sin
embargo, en la Biblia no se habla de ello. Puede ser que el primero sea la
atmósfera que rodea nuestro planeta; el segundo, el espacio físico más allá de
la atmósfera; y el tercero, la morada de Dios. Pablo fue arrebatado hasta el
tercer cielo, pero se le prohibió divulgar lo que allí vio y oyó (2 Corintios
12:1–9). Según parece, Juan tuvo una experiencia similar (Apocalipsis 4:1) en
la cual basó la mayor parte de Apocalipsis.
Lo
fundamental en estas experiencias de Pablo y Juan no es lo que nos permiten
descifrar en cuanto a la estructura del cielo, sino lo que aportan al
conocimiento de Dios.
LA
MORADA DE DIOS
En
varios pasajes aparece el cielo como morada de Dios y los seres que con Él
habitan. Por ejemplo: «Padre nuestro que
estás en los cielos» (Lucas 11:2). Con Dios viven «los ejércitos de los cielos» (Nehemías 9:6). Después de su
resurrección, el Cristo ascendió al cielo (Hechos 1:11) y de allí volverá otra
vez (1 Tesalonicenses 4:16).
A
veces cielo es sinónimo de Dios. El hijo pródigo dice: «He pecado contra el cielo y contra ti» (Lucas 15:18). Ejemplo
conocido es el término «reino de los
cielos» en Mateo, evidentemente sinónimo de «reino de Dios».
La
Biblia le promete al hombre regenerado una morada en el cielo (Juan 14:1–3).
Hebreos 2:10 lo llama «la gloria».
Hay una herencia incorruptible reservada en el cielo para los creyentes (1 P
1.4). El cielo es un lugar de bendición, mientras que el infierno promete
tormento y miseria.
La
referencia en Apocalipsis 21:1 a «un
cielo nuevo y una tierra nueva» sugiere que el universo físico actual será
completamente renovado.
CIELOS
shamayim,
«cielos; cielo, bóveda celeste». Este
vocablo semítico muy generalizado se encuentra en lenguajes tales como
ugarítico, acádico, arameo y arábigo. Se halla 420 veces durante todos los
períodos del hebreo bíblico.
Primero,
shamayim es la palabra hebrea corriente para la «bóveda celeste» y el «ámbito
celeste» donde vuelan las aves. Dios prohíbe a Israel hacer «semejanza de cualquier figura … ni en forma
de cualquier animal que esté en la tierra, ni en forma de cualquier ave alada
que vuele en los cielos» (Deuteronomio 4:17 rva). Cuando los cabellos de
Absalón se enredaron en las ramas de un árbol, quedó suspendido entre «cielo» y tierra (2 Samuel 18:9). Este
ámbito, por encima de la tierra pero debajo de los cuerpos celestes, es a
menudo lugar de visiones: «David alzó sus
ojos y vio al ángel de Jehová que estaba entre el cielo y la tierra, con una
espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén» (1 Crónicas 21:16).
Segundo,
el término representa un ámbito aún más alejado de la superficie terrestre. De
aquí es de donde provienen fenómenos como la escarcha (Job 38:29), la nieve (Isaías
55:10), el fuego (Génesis 19:24), el polvo (Deuteronomio 28:24), el granizo
(Josué 10:11) y la lluvia: «Fueron
cerradas las fuentes del océano y las ventanas de los cielos, y se detuvo la
lluvia de los cielos» (Génesis 8:2). Este es el depósito de Dios; Él es el
que administra los recursos y es Señor de este ámbito (Deuteronomio 28:12).
Este significado de shamayim aparece en Génesis 1:7–8: «E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la
bóveda, de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así. Dios llamó a la
bóveda Cielos» (rva).
Tercero,
shamayim también representa el ámbito donde el sol, la luna y las estrellas se
encuentran: «Entonces dijo Dios: Haya
lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche» (Génesis
1:14). Estas imágenes se repiten a menudo en la narración de la creación y en
los pasajes poéticos. Es así que los «cielos»
se extienden como una cortina (Salmos 104:2) o se pliegan como un rollo de pergamino
(Isaías 34:4 rva).
Cuarto,
la frase «cielo y tierra» puede
referirse a toda la creación, como en el caso de Génesis 1:1: «En el principio creó Dios los cielos y la
tierra».
Quinto,
«el cielo» es la morada de Dios: «El que habita en los cielos se reirá, el Señor
se burlará de ellos» (Salmos 2:4; cf. Deuteronomio 4:39).
Nótelo
de nuevo en Deuteronomio 26:15: «Mira desde tu santa morada, desde el cielo, y bendice a
tu pueblo Israel». Otra expresión que representa la morada de Dios
es «los cielos de los cielos», lo
cual indica un absoluto, es decir, la morada de Dios es un ámbito tan
incomparable que no se puede identificar con la creación física: «He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y
los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay» (Deuteronomio
10:14)
CIELO
Firmamento, Génesis
1:6–7.
Morada santa,
Deuteronomio 26:15; 1 Reyes 8:30; Juan 14:2.
Alegría en cielo y
tierra, 1 Crónicas 16:31.
Morada de Dios, 2
Crónicas 6:33, 39.
Confusión acerca de
futuro eterno, Job 10:19–22.
Cuestiona a Dios, Job
22:12–14.
Cielo en el norte, Job
26:7; Salmo 48:2.
Sin deseos
terrenales, Salmo 73:25.
Nostalgia por el
cielo, Salmo 84:2.
Dios mira desde los
cielos, Salmo 102:19.
Arriba en el cielo,
Eclesiastés 3:21.
Dios rompe los
cielos, Isaías 64:1.
Reino de Dios, Isaías
33:17, 21.
Luz eterna, Isaías
60:19–20.
Trono de Dios, Isaías
66:1.
Ministración en el
cielo, Zacarías 3:1–10.
Tesoros en el cielo,
Mateo 6:19–20.
Hosanna en las
alturas, Marcos 11:10.
Cielos abiertos,
Hechos 7:55–56.
Cielo preparado, 1
Corintios 2:9–10; 2 Corintios 5:2.
Limpieza en el cielo, Apocalipsis 12:7–9.
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