LIBRO DE NAHÚM
Aram., Ketava d′Nakhom Nebya. Se
traduce Libro del Profeta Nahúm. Nakhom significa confort o consuelo. Su autor
es el profeta Nahúm, y su fecha de redacción se sitúa en el siglo VII a.C.
DIOS JUZGA
EXPLICACIÓN:
Dios juzgaría a la ciudad de Nínive por su idolatría, arrogancia y opresión. A
pesar de que Asiria era la potencia militar dominante en el mundo, Dios
destruiría completamente esta nación «invencible». Dios no permite que ninguna
persona o poder asuma o se burle de su autoridad.
IMPORTANCIA:
Cualquiera que permanezca arrogante y se resista a la autoridad de Dios se
enfrentará a su ira. Ningún gobernante o nación podrá escapar si rechaza a
Dios. Ningún individuo podrá esconderse de su juicio. Aquellos que sigan
confiando en Dios permanecerán a salvo para siempre.
DIOS GOBIERNA
EXPLICACIÓN:
Dios gobierna sobre toda la tierra, incluso, sobre aquellos que no lo
reconocen. Dios es todopoderoso y nadie puede impedir sus planes. Él vencerá a
cualquiera que intente desafiarlo. El poder humano es fútil en contra de Dios.
IMPORTANCIA:
Si a usted le impresionan o le dan miedo las armas, los ejércitos o la gente
poderosa, recuerde que únicamente Dios puede rescatarlo verdaderamente del
temor o de la opresión. Debemos depositar nuestra confianza en Dios porque sólo
Él gobierna toda la historia, toda la tierra y nuestras vidas.
NAHÚM
(Probablemente forma abreviada de la
voz heb. Nahumyah = “Yahvéh ha
consolado”). El séptimo de los profetas menores. De él sólo sabemos que era
oriundo de la localidad de Elocs (1:1), al S de Judá.
No es fácil fechar sus profecías, pero
podemos ubicarlas entre la caída de Tabes (663 a.C., Nah. 3:8) y la de Nínive (612
a.C.). En este lapso el rey Nabopolasar funda en 625 a.C. el imperio neobabilónico
(BABILONIA), que domina la escena por tres cuartos de siglo. El último enemigo que
somete es la decadente Asiria, a la que Egipto se había aliado. La caída de
Nínive sella la derrota final del imperio asirio, que había ejercido su brutal dominación
en toda la región, y es por ello celebrada en todo el Medio Oriente como una liberación.
El libro de N. describe y celebra esa caída, interpretándola para el pueblo de
Judá.
El libro comienza con un poema acróstico
(1:2-10), tal vez un himno (lo que ha hecho a algunos estudios suponer que es
una unidad independiente, que quizás se utilizaba como himno de alabanza por la
caída del opresor), en que se celebra la venida de Yahvéh con potencia para
castigar a sus enemigos y salvar a su pueblo, 1:11-15 contiene un mensaje de
promesa para Judá, pero desde 1:10,11 se anuncia el juicio y la amenaza contra
Nínive que continúan en 2:4-13. La descripción de la derrota de Asiria es
particularmente vivida (2:3-7). El juicio de Dios se presenta por las fuerzas
desatadas de la naturaleza, que cumple su propósito (1:3-5; 2:6). Dios ha
utilizado a Asiria para disciplinar a su pueblo, pero ahora el castigo se ha cumplido
y Dios castiga la soberanía de Asiria (Nínive es su capital) (1:12-14) y
quiebra su yugo de sobre su pueblo (v. 13). Ahora Judá puede celebrar sus
festivales y cumplir sus votos (1:15b). El anuncio de la liberación se
introduce con el hermoso pasaje de 1:15, que haya un eco en Is. 52:7 (cp. Ro.
10:15; Ef. 6:15).
Jenofonte narra que Nínive fue
destruida en una inundación del Tigris. N. en 2:6,8 lo indica vívidamente, y en
2:9-13 describe a los vencedores arrojándose sobre los despojos. El que fue
gran imperio es ahora una ruina (3:7). N. rememora la caída del otro poderoso
imperio, el de Egipto (3:8-15). Inútilmente trataran de reconstruirlo (3:14,15).
El juicio es definitivo (3:19).
No inspira a N., como algunos críticos han
pretendido, un simple celo nacionalista, sino la convicción de que Dios
gobierna la historia de todos los pueblos, y que es un Dios justo, cuya justicia
no pueden desviar ni retardar con su poder los imperios (1:3). El pueblo
creyente puede reposar confiado en esa justicia (1:7,13). Su mensaje no se
opone al de su contemporáneo Jeremías y otros; éstos anuncian el juicio de Dios
sobre su propio pueblo, N, asegura que este juicio es universal (3:1). El mismo
mensaje resuena en Habacuc y en secciones de la profecía de Amós. En medio de
la opresión o la persecución, la iglesia ha recordado muchas veces este mensaje
y ha sido sostenida. El libro de Apocalipsis es un antiguo testigo de ello.
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