viernes, 19 de septiembre de 2014

Conozcamos la Biblia Nahúm

LIBRO DE NAHÚM

Aram., Ketava d′Nakhom Nebya. Se traduce Libro del Profeta Nahúm. Nakhom significa confort o consuelo. Su autor es el profeta Nahúm, y su fecha de redacción se sitúa en el siglo VII a.C.

DIOS JUZGA

EXPLICACIÓN: Dios juzgaría a la ciudad de Nínive por su idolatría, arrogancia y opresión. A pesar de que Asiria era la potencia militar dominante en el mundo, Dios destruiría completamente esta nación «invencible». Dios no permite que ninguna persona o poder asuma o se burle de su autoridad.
IMPORTANCIA: Cualquiera que permanezca arrogante y se resista a la autoridad de Dios se enfrentará a su ira. Ningún gobernante o nación podrá escapar si rechaza a Dios. Ningún individuo podrá esconderse de su juicio. Aquellos que sigan confiando en Dios permanecerán a salvo para siempre.


DIOS GOBIERNA

EXPLICACIÓN: Dios gobierna sobre toda la tierra, incluso, sobre aquellos que no lo reconocen. Dios es todopoderoso y nadie puede impedir sus planes. Él vencerá a cualquiera que intente desafiarlo. El poder humano es fútil en contra de Dios.
IMPORTANCIA: Si a usted le impresionan o le dan miedo las armas, los ejércitos o la gente poderosa, recuerde que únicamente Dios puede rescatarlo verdaderamente del temor o de la opresión. Debemos depositar nuestra confianza en Dios porque sólo Él gobierna toda la historia, toda la tierra y nuestras vidas.


NAHÚM

         (Probablemente forma abreviada de la voz heb. Nahumyah = “Yahvéh ha consolado”). El séptimo de los profetas menores. De él sólo sabemos que era oriundo de la localidad de Elocs (1:1), al S de Judá.

         No es fácil fechar sus profecías, pero podemos ubicarlas entre la caída de Tabes (663 a.C., Nah. 3:8) y la de Nínive (612 a.C.). En este lapso el rey Nabopolasar funda en 625 a.C. el imperio neobabilónico (BABILONIA), que domina la escena por tres cuartos de siglo. El último enemigo que somete es la decadente Asiria, a la que Egipto se había aliado. La caída de Nínive sella la derrota final del imperio asirio, que había ejercido su brutal dominación en toda la región, y es por ello celebrada en todo el Medio Oriente como una liberación. El libro de N. describe y celebra esa caída, interpretándola para el pueblo de Judá.

         El libro comienza con un poema acróstico (1:2-10), tal vez un himno (lo que ha hecho a algunos estudios suponer que es una unidad independiente, que quizás se utilizaba como himno de alabanza por la caída del opresor), en que se celebra la venida de Yahvéh con potencia para castigar a sus enemigos y salvar a su pueblo, 1:11-15 contiene un mensaje de promesa para Judá, pero desde 1:10,11 se anuncia el juicio y la amenaza contra Nínive que continúan en 2:4-13. La descripción de la derrota de Asiria es particularmente vivida (2:3-7). El juicio de Dios se presenta por las fuerzas desatadas de la naturaleza, que cumple su propósito (1:3-5; 2:6). Dios ha utilizado a Asiria para disciplinar a su pueblo, pero ahora el castigo se ha cumplido y Dios castiga la soberanía de Asiria (Nínive es su capital) (1:12-14) y quiebra su yugo de sobre su pueblo (v. 13). Ahora Judá puede celebrar sus festivales y cumplir sus votos (1:15b). El anuncio de la liberación se introduce con el hermoso pasaje de 1:15, que haya un eco en Is. 52:7 (cp. Ro. 10:15; Ef. 6:15).

         Jenofonte narra que Nínive fue destruida en una inundación del Tigris. N. en 2:6,8 lo indica vívidamente, y en 2:9-13 describe a los vencedores arrojándose sobre los despojos. El que fue gran imperio es ahora una ruina (3:7). N. rememora la caída del otro poderoso imperio, el de Egipto (3:8-15). Inútilmente trataran de reconstruirlo (3:14,15). El juicio es definitivo (3:19).

         No inspira a N., como algunos críticos han pretendido, un simple celo nacionalista, sino la convicción de que Dios gobierna la historia de todos los pueblos, y que es un Dios justo, cuya justicia no pueden desviar ni retardar con su poder los imperios (1:3). El pueblo creyente puede reposar confiado en esa justicia (1:7,13). Su mensaje no se opone al de su contemporáneo Jeremías y otros; éstos anuncian el juicio de Dios sobre su propio pueblo, N, asegura que este juicio es universal (3:1). El mismo mensaje resuena en Habacuc y en secciones de la profecía de Amós. En medio de la opresión o la persecución, la iglesia ha recordado muchas veces este mensaje y ha sido sostenida. El libro de Apocalipsis es un antiguo testigo de ello. 

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