Hemos
visto lo que sucede cuando somos regenerados (cuando Cristo viene a nuestra
vida) y cuando somos justificados (cuando Dios perdona nuestros pecados y los
reemplaza por su justicia). Ahora veamos otra maravilla increíble que Dios ha
hecho por nosotros. ¡Él nos ha adoptado en su familia como sus hijos!
Adopción significa «tener los derechos de un hijo». En esencia, has recibido
todos los derechos de hijo de Dios como si hubieras nacido en su familia. La
historia del hijo prodigo ilustra esto (Lucas 15:11-32).
El hijo
descarriado pensó que, después de irse de su casa, ya no lo iban a considerar
como un hijo sino como un sirviente. Para su gran sorpresa, cuando hizo el
largo viaje a su casa, su padre lo recibió con gusto y lo lleno de besos.
Luego dio
órdenes para que trajeran el mejor vestido y pusieran un anillo en su dedo, lo
cual simboliza sus derechos completos como hijo. ¡Esto es exactamente lo que
Dios ha hecho por ti! Toma un tiempo ahora para examinar tres pasajes de las
Escrituras que te dan la seguridad de tu adopción en la familia de Dios.
1. Dios
disciplina a sus hijos (Hebreos 12:5-9). Reconocer que ahora eres un hijo de
Dios no es una esperanza distante sino una realidad presente. Una de las
maneras que Dios te recuerda que eres su hijo es corrigiéndote y volviéndote al
camino una vez más cuando te apartas de él, como lo hace un padre amoroso.
Antes de ser creyentes tal vez no nos sentíamos culpables por ciertas cosas que
hacíamos o no hacíamos. Pero ahora que somos cristianos, el Espíritu Santo de
Dios nos nuestra como vivir, y eso incluye corregirnos. Él no hace esto porque nos
odie, sino porque nos ama como lo que somos. Comprender esta verdad nos ayuda a
reflexionar en nuestro comportamiento.
2. Tienes un
padre accesible (Gálatas 4:6) el idioma
Arameo traduce la palabra Abba, que aparece en este pasaje, como: «querido
Padre». Es una expresión que manifiesta el afecto de un niño hacia su padre. En
nuestros días equivaldría a: «Papá» o «Papi». Dios no quiere que lo veamos como
un padre distante y desinteresado, sino como un padre amoroso y accesible a
quien puedes acudir en cualquier momento porque eres su hijo.
3. Sus promesas
no están basadas en tus sentimientos (1 Juan 5:11-13) Habrán momentos en tu
vida cristiana cuando no vas a «sentir» la presencia de Dios. Tal vez hasta
seas tentado a dudar de que él haya venido a tu vida. Pero 1 Juan 5:13 nos
dice: «les he dicho estas cosas a ustedes, que creen en el Hijo de Dios, Para
que sientan que tienen vida eterna». Dice: «… para que sepan…». ¡La vida eterna
es tuya! Afírmate en la promesa de Dios para ti. Estas perdonado,
justificado, adoptado en su familia y
seguro de tu salvación. ¡esa es una maravillosa razón para regocijarte!
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