Mateo 8: 14-17.
14 Al llegar Jesús a la casa de Simón, vio a la suegra de este que yacía en cama, 15 y tocándole la mano, la fiebre la dejó, y ella se levantó y los atendía. 16 Al atardecer le trajeron a muchos que tenían espíritus malignos, y con la palabra expulsó de ellos a los espíritus malignos, y sanó a todos los que tenían alguna enfermedad, 17 para que tuviera cumplimiento lo dicho por medio del profeta Isaías, que dijo: 'ÉL TOMARÁ NUESTRAS AFLICCIONES Y LLEVARÁ NUESTRAS ENFERMEDADES'
Cuando
Jesús comenzó su ministerio público, fue un ministerio de milagros (Mateo
4:23-24). Su concepción, nacimiento, vida, sabiduría y enseñanza, apariciones y
ascensión fueron todos milagros asombrosos e irrefutables.
Cuando la
iglesia inició su ministerio, también fue un ministerio de milagros (Hechos
3:1-9; 4:29-33). Una corriente de milagros fluyó de las manos de los apóstoles trastornando
los sistemas religiosos de ese tiempo al punto que incluso el imperio romano
tembló.
Esos primeros
cristianos hicieron un descubrimiento fundamental: que el Cristo a quien Dios
había levantado de entre los muertos tenía el mismo poder, y obraba los mismos
milagros cuando ellos lo ordenaban en Su nombre, que cuando fue condenado y
muerto; que Él estaba vivo de nuevo; que Él vivía en ellos y que Él no había cambiado
(hebreos 3:12-16).
Los
enfermos eran sanados (Hechos 5:12-16; 8:5-8), Los muertos resucitaban (Hechos
9:36-42; 20:7-12), los demonios eran echados fuera en su Nombre (Hechos
16:16-18).
Aquellos
años iniciales de la historia de la iglesia primitiva, registrado en el libro
de los Hechos de los apóstoles, fueron años de ejemplo en los que podemos
conocer los principales acontecimientos ocurridos a los primeros creyentes. Esto
era cristianismo autentico.
Si no
vivimos la parte sobrenatural del cristianismo, solo tenemos una religión más. El
verdadero cristianismo no es una religión. Es una forma de vida. La religión es
solo una formalidad, el cumplimiento de un ceremonial. Pero el cristianismo es
una concepción de ver la vida de acuerdo con lo que Dios dice y quiere.
El cristianismo
es el corazón y la naturaleza de Jesús manifestado en seres humanos. Es una
vida de milagros. Comenzó con milagros, esta basada en una sucesión de hechos sobrenaturales
y es propagada por milagros. Es la única vida que satisface el corazón
hambriento de la humanidad en todo el mundo. La Biblia es un libro de milagros,
un registro de sucesos divinos.
Empezando
por Abraham, muchos de los principales personajes de la historia del Antiguo
Testamento fueron obreros de milagros, o digamos mejor, Dios hizo milagros en
respuesta a la e atrevida y activa de ellos. El propósito de esos milagros era
probarle al pueblo la diferencia entre los dioses muertos de los paganos y el
Dios vivo y verdadero quien es el creador del Cielo y la Tierra, y convertir a
los incrédulos para que alaben al Dios viviente.
Apenas los
milagros terminaron, el pueblo cayó en la adoración a ídolos, y solo se volvió al
Dios viviente después de otra serie de milagros asombrosos. Dondequiera que
surge una persona cuyas oraciones son oídas y contestadas, se juntarán grandes
multitudes para oírla en vez de oír al filosofo o al hombre de estado más
famoso del mundo.
Este amor
por los milagros no es un signo de ignorancia, sino que revela el intenso deseo
de la humanidad de conocer al Dios invisible.
De hecho,
el propósito y el plan de Dios para la humanidad desde el principio, era que la
gente tuviera una capacidad y una autoridad sobrenaturales. Los seres humanos
fueron concebidos con esas aspiraciones.
Adán y
Eva fueron creados y colocados en el jardín del Edén. Hechos a imagen de Dios,
el Creador les destinó a vivir, planear y obrar junto a Él, llevando a cabo su
plan perfecto en la tierra (Génesis 1:26-31).
Diseñados
a semejanza de Dios, somos seres de naturaleza divina, por eso nunca podrán
encontrar su satisfacción total sin Él. Lo buscan instintivamente, aun cuando rehúsan
admitirlo o no estén conscientes de ello. La vida humana tiene un propósito divino
y mientras ese propósito no sea descubierto, existirá un vacío. Siendo la descendencia
del Dios de los milagros, los seres humanos tienen un ansia innata de
experimentar milagros.
Algunos
aseguran que la educación ha tomado el lugar de los milagros y que ya no
necesitamos la prueba sobrenatural de la existencia de Dios, pero la verdad es
que la preparación académica no anula el deseo del hombre por experimentar lo
milagroso.
Un milagro
poderoso hecho en el Nombre de Jesús, vale más que toda una vida de teorías teológicas.
La gente quiere ver a Dios en acción. Cada despertar espiritual verdadero que
han honrado al Cristo y a su Palabra ha estado acompañado de milagros de
sanidad física.
Es imposible honrar la Palabra de Dios correctamente y
no ser testigo de milagros. Todos los seres humanos ansían lo sobrenatural, ellos
desean ver una manifestación del poder de Dios. Incluso un profesor ateo que rechaza
la existencia de Dios, se mezclará con la multitud para presenciar un milagro.
La gente culta escuchará a un predicador sin educación
si hay evidencia autentica de fe en el Dios viviente, es decir, si el
predicador ora y recibe una respuesta.
Una religión muerta no tiene poder de resurrección,
carece de fuerza para obrar milagros detrás de ella. Este anhelo por lo
milagroso está profundamente arraigado a cada ser humano sin importar la
nacionalidad ni los antecedentes, porque somos la descendencia del Dios de los
milagros. Los hombres y las mujeres necesitan el toque milagroso de Jesús ahora
más que nunca.
Cristo es tan milagroso hoy como siempre lo ha sido. La
Biblia dice que Él es el mismo ayer, y
hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Debemos permitir a Cristo que viva en
nosotros en Su poder y en Su vida. Eso es un cristianismo verdadero. Todo lo demás
es rutina eclesiástica, ofreciendo apenas un poco más que rituales y ceremonias
simbólicas.
Nuestro lema es: “Jesús es el Cristo vivo que hace
milagros”.
Él atrajo a las multitudes con los milagros (Mateo
12:15; 14:35; Lucas 5:15; Juan 6.2), y dondequiera que se obren milagros en su
Nombre hoy en día, Él continúa atrayendo a las multitudes.
Cuando alguien pone en practica la fe bíblica, hay
resultados bíblicos. ¿Cuál es la razón de
la falta de milagros actualmente? La Biblia dice: La fe es por el oír… la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
Pero con demasiada frecuencia la fe se va por el oír
la palabra de los teólogos. La incredulidad, en lugar de la fe, se produce
cuando los líderes religiosos invalidan la Palabra de Dios con su tradición que
han transmitido al pueblo (Marcos 7:13).
Usted puede convocar a una semana de ayuno, pero esto
no hará evidente los milagros si no explica las promesas de Dios en toda su
sencillez. Usted puede consagrarse noches enteras a la oración, pero esto no servirá
de nada si su enseñanza no anima a tener fe en el Cristo.
Un despertar espiritual real comienza con el maestro,
el pastor, el ministro, el misionero. El mensaje debe ser correcto, sino, lo demás
se hace en vano.
Tanto los laicos como los sacerdotes deben estar dispuestos
s ajustar su pensamiento, enseñanza o acciones para aceptar la Palabra de Dios
literalmente y no simbólicamente. Si no lo hacen, no ocurrirá un despertar
espiritual.
La
fe es por el oír… la Palabra de Dios (Romanos 10:17) no por enseñar las tradiciones de la religión.
Jesús dijo: Invalidando así la Palabra por su tradición (Mateo
15:6) Además les dijo:
Bien rechazan el mandamiento de Dios para imponer su
tradición (Marcos 7:9) No podemos basarnos en las complejidades
de la teología moderna y obtener resultados Bíblicos. No podemos utilizar los métodos
de un eclesiasticismo obsoleto y ganar almas incrédulas para el Cristo. Si
queremos cosechar el fruto de la fe, debemos sembrar la semilla de la fe, que
es la Palabra de Dios (Lucas 8:11).
Usted no puede dejar por fuera los milagros cuando se
proclama la verdad.
Y conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Juan
8:32).
Jesús dijo: Yo soy… la verdad (Juan 14:6).
Dios
envió su Palabra, y los sanó
(Salmo 107:20) la traducción hecha al idioma ingles de Robert Young dice: y los sana. Dios lo está haciendo todo
el tiempo. Las promesas divinas son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo
(Proverbios 4:22).
Si no se experimentan milagros, es difícil que el incrédulo
se acerque a oír el evangelio, y pueda así creer en Dios y en el sacrificio y
amor de su Hijo Jesús por ellos.
Pero la solución es positiva y maravillosamente
accesible. Jesús, con su ejemplo, proclamó y efectuó milagros. Sus discípulos siguieron
este patrón para establecer una iglesia vital y viviente.
Hoy en día, la necesidad de milagros como pruebas de
la presencia real de Jesús, es, al menos, tan grande como lo era en ese
entonces. Sabiendo de antemano que nos enfrentaríamos a obstáculos, apostasía e
incredulidad, Jesús prometió lo siguiente: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también;
y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Juan 14:12).
La clave para obrar y recibir milagros es sencillamente
tener fe en Cristo, se expresó en serio cuando dijo lo que dijo. Crea que Dios
es lo que Él dice que es. Usted es lo que Él dice (en su Palabra) dice que
usted es. Dios hará lo que Él dice que hará. Usted puede hacer lo que Él dice
que usted puede hacer. Dios tiene lo que Él dice que tiene. Y usted tienen lo
que Él dice que usted tiene.
Lea las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento y
ponga en practica esos hechos. Descubra quien es usted y lo que tiene. Vea lo
que Dios hará en su vida.
Cuando quiera y donde quiera que la gente acepte las
promesas de Dios y las enseñanzas de su Cristo basadas en los hechos
anteriormente expuestos, sucederán tarde o temprano grandes despertares
espirituales acompañados de señales y prodigios y diversos milagros (Hechos
2:3-4).
Los milagros en este siglo son tan valiosos e
indispensables para el cristiano como lo fueron para cualquier otro siglo.
Yo Jehová no cambio (Malaquías 3:6).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán (Mateo
24:35).
Yo creo que hoy las personas necesitan saber que Jesús
es tan real actualmente como lo era antes de ser crucificado. Él prometió: He aquí yo estoy
con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
Él está aquí para hacer los mismos milagros hoy por
ti, que los que hacia en los tiempos Bíblicos. Sus promesas nunca han cambiado.
Su Poder y su ministerio son inmutables. Él es tan misericordioso y compasivo
como siempre lo ha sido. Él le ama a usted, allí donde usted se encuentra
leyendo estas líneas o escuchando a alguien leer, yo creo que está comenzando
un nuevo milagro en su vida ahora mismo.
Y estas señales seguirán a los que creen: en mi Nombre
expulsarán espíritus malignos, hablarán nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes,
y si bebieran algún veneno mortífero no les hará daño; impondrán sus manos
sobre los enfermos y sanarán.
(Marcos 16:17-18).
y enséñenles que guarden todo lo que les he ordenado.
He aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:20).
La
Biblia dice que los discípulos predicaban en todas partes: Y ellos salieron, y predicaban por todas
partes, y nuestro Señor los ayudaba respaldando sus palabras con las señales
que hacían. (Marcos 16:20).
Dios
quiere que pongamos su Palabra a prueba en cuanto a los milagros hoy en día
porque esta generación necesita una prueba milagrosa de que Jesús es tan real
como lo fue en cualquier otra generación. Así que actúe según sus promesas y
clame por un milagro para usted y su familia, hoy. Su Palabra no puede fallar.
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