domingo, 9 de julio de 2023

¿POR QUE MILAGROS?

 


Mateo 8: 14-17.

14 Al llegar Jesús a la casa de Simón, vio a la suegra de este que yacía en cama, 15 y tocándole la mano, la fiebre la dejó, y ella se levantó y los atendía. 16 Al atardecer le trajeron a muchos que tenían espíritus malignos, y con la palabra expulsó de ellos a los espíritus malignos, y sanó a todos los que tenían alguna enfermedad, 17 para que tuviera cumplimiento lo dicho por medio del profeta Isaías, que dijo: 'ÉL TOMARÁ NUESTRAS AFLICCIONES Y LLEVARÁ NUESTRAS ENFERMEDADES'

          Cuando Jesús comenzó su ministerio público, fue un ministerio de milagros (Mateo 4:23-24). Su concepción, nacimiento, vida, sabiduría y enseñanza, apariciones y ascensión fueron todos milagros asombrosos e irrefutables.

          Cuando la iglesia inició su ministerio, también fue un ministerio de milagros (Hechos 3:1-9; 4:29-33). Una corriente de milagros fluyó de las manos de los apóstoles trastornando los sistemas religiosos de ese tiempo al punto que incluso el imperio romano tembló.

          Esos primeros cristianos hicieron un descubrimiento fundamental: que el Cristo a quien Dios había levantado de entre los muertos tenía el mismo poder, y obraba los mismos milagros cuando ellos lo ordenaban en Su nombre, que cuando fue condenado y muerto; que Él estaba vivo de nuevo; que Él vivía en ellos y que Él no había cambiado (hebreos 3:12-16).

          Los enfermos eran sanados (Hechos 5:12-16; 8:5-8), Los muertos resucitaban (Hechos 9:36-42; 20:7-12), los demonios eran echados fuera en su Nombre (Hechos 16:16-18).

          Aquellos años iniciales de la historia de la iglesia primitiva, registrado en el libro de los Hechos de los apóstoles, fueron años de ejemplo en los que podemos conocer los principales acontecimientos ocurridos a los primeros creyentes. Esto era cristianismo autentico.

          Si no vivimos la parte sobrenatural del cristianismo, solo tenemos una religión más. El verdadero cristianismo no es una religión. Es una forma de vida. La religión es solo una formalidad, el cumplimiento de un ceremonial. Pero el cristianismo es una concepción de ver la vida de acuerdo con lo que Dios dice y quiere.

          El cristianismo es el corazón y la naturaleza de Jesús manifestado en seres humanos. Es una vida de milagros. Comenzó con milagros, esta basada en una sucesión de hechos sobrenaturales y es propagada por milagros. Es la única vida que satisface el corazón hambriento de la humanidad en todo el mundo. La Biblia es un libro de milagros, un registro de sucesos divinos.

          Empezando por Abraham, muchos de los principales personajes de la historia del Antiguo Testamento fueron obreros de milagros, o digamos mejor, Dios hizo milagros en respuesta a la e atrevida y activa de ellos. El propósito de esos milagros era probarle al pueblo la diferencia entre los dioses muertos de los paganos y el Dios vivo y verdadero quien es el creador del Cielo y la Tierra, y convertir a los incrédulos para que alaben al Dios viviente.

          Apenas los milagros terminaron, el pueblo cayó en la adoración a ídolos, y solo se volvió al Dios viviente después de otra serie de milagros asombrosos. Dondequiera que surge una persona cuyas oraciones son oídas y contestadas, se juntarán grandes multitudes para oírla en vez de oír al filosofo o al hombre de estado más famoso del mundo.

          Este amor por los milagros no es un signo de ignorancia, sino que revela el intenso deseo de la humanidad de conocer al Dios invisible.

          De hecho, el propósito y el plan de Dios para la humanidad desde el principio, era que la gente tuviera una capacidad y una autoridad sobrenaturales. Los seres humanos fueron concebidos con esas aspiraciones.

          Adán y Eva fueron creados y colocados en el jardín del Edén. Hechos a imagen de Dios, el Creador les destinó a vivir, planear y obrar junto a Él, llevando a cabo su plan perfecto en la tierra (Génesis 1:26-31).

          Diseñados a semejanza de Dios, somos seres de naturaleza divina, por eso nunca podrán encontrar su satisfacción total sin Él. Lo buscan instintivamente, aun cuando rehúsan admitirlo o no estén conscientes de ello. La vida humana tiene un propósito divino y mientras ese propósito no sea descubierto, existirá un vacío. Siendo la descendencia del Dios de los milagros, los seres humanos tienen un ansia innata de experimentar milagros.

          Algunos aseguran que la educación ha tomado el lugar de los milagros y que ya no necesitamos la prueba sobrenatural de la existencia de Dios, pero la verdad es que la preparación académica no anula el deseo del hombre por experimentar lo milagroso.

          Un milagro poderoso hecho en el Nombre de Jesús, vale más que toda una vida de teorías teológicas. La gente quiere ver a Dios en acción. Cada despertar espiritual verdadero que han honrado al Cristo y a su Palabra ha estado acompañado de milagros de sanidad física.

Es imposible honrar la Palabra de Dios correctamente y no ser testigo de milagros. Todos los seres humanos ansían lo sobrenatural, ellos desean ver una manifestación del poder de Dios. Incluso un profesor ateo que rechaza la existencia de Dios, se mezclará con la multitud para presenciar un milagro.

La gente culta escuchará a un predicador sin educación si hay evidencia autentica de fe en el Dios viviente, es decir, si el predicador ora y recibe una respuesta.

Una religión muerta no tiene poder de resurrección, carece de fuerza para obrar milagros detrás de ella. Este anhelo por lo milagroso está profundamente arraigado a cada ser humano sin importar la nacionalidad ni los antecedentes, porque somos la descendencia del Dios de los milagros. Los hombres y las mujeres necesitan el toque milagroso de Jesús ahora más que nunca.

Cristo es tan milagroso hoy como siempre lo ha sido. La Biblia dice que Él es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Debemos permitir a Cristo que viva en nosotros en Su poder y en Su vida. Eso es un cristianismo verdadero. Todo lo demás es rutina eclesiástica, ofreciendo apenas un poco más que rituales y ceremonias simbólicas.

Nuestro lema es: “Jesús es el Cristo vivo que hace milagros”.

Él atrajo a las multitudes con los milagros (Mateo 12:15; 14:35; Lucas 5:15; Juan 6.2), y dondequiera que se obren milagros en su Nombre hoy en día, Él continúa atrayendo a las multitudes.

Cuando alguien pone en practica la fe bíblica, hay resultados bíblicos. ¿Cuál es la razón de la falta de milagros actualmente? La Biblia dice: La fe es por el oír… la Palabra de Dios (Romanos 10:17).

Pero con demasiada frecuencia la fe se va por el oír la palabra de los teólogos. La incredulidad, en lugar de la fe, se produce cuando los líderes religiosos invalidan la Palabra de Dios con su tradición que han transmitido al pueblo (Marcos 7:13).

Usted puede convocar a una semana de ayuno, pero esto no hará evidente los milagros si no explica las promesas de Dios en toda su sencillez. Usted puede consagrarse noches enteras a la oración, pero esto no servirá de nada si su enseñanza no anima a tener fe en el Cristo.

Un despertar espiritual real comienza con el maestro, el pastor, el ministro, el misionero. El mensaje debe ser correcto, sino, lo demás se hace en vano.

Tanto los laicos como los sacerdotes deben estar dispuestos s ajustar su pensamiento, enseñanza o acciones para aceptar la Palabra de Dios literalmente y no simbólicamente. Si no lo hacen, no ocurrirá un despertar espiritual.

La fe es por el oír… la Palabra de Dios (Romanos 10:17) no por enseñar las tradiciones de la religión.

Jesús dijo: Invalidando así la Palabra por su tradición (Mateo 15:6) Además les dijo: Bien rechazan el mandamiento de Dios para imponer su tradición (Marcos 7:9) No podemos basarnos en las complejidades de la teología moderna y obtener resultados Bíblicos. No podemos utilizar los métodos de un eclesiasticismo obsoleto y ganar almas incrédulas para el Cristo. Si queremos cosechar el fruto de la fe, debemos sembrar la semilla de la fe, que es la Palabra de Dios (Lucas 8:11).

Usted no puede dejar por fuera los milagros cuando se proclama la verdad.

Y conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Juan 8:32).

Jesús dijo: Yo soy… la verdad (Juan 14:6).

Dios envió su Palabra, y los sanó (Salmo 107:20) la traducción hecha al idioma ingles de Robert Young dice: y los sana. Dios lo está haciendo todo el tiempo. Las promesas divinas son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo (Proverbios 4:22).

Si no se experimentan milagros, es difícil que el incrédulo se acerque a oír el evangelio, y pueda así creer en Dios y en el sacrificio y amor de su Hijo Jesús por ellos.

Pero la solución es positiva y maravillosamente accesible. Jesús, con su ejemplo, proclamó y efectuó milagros. Sus discípulos siguieron este patrón para establecer una iglesia vital y viviente.

Hoy en día, la necesidad de milagros como pruebas de la presencia real de Jesús, es, al menos, tan grande como lo era en ese entonces. Sabiendo de antemano que nos enfrentaríamos a obstáculos, apostasía e incredulidad, Jesús prometió lo siguiente: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Juan 14:12).

La clave para obrar y recibir milagros es sencillamente tener fe en Cristo, se expresó en serio cuando dijo lo que dijo. Crea que Dios es lo que Él dice que es. Usted es lo que Él dice (en su Palabra) dice que usted es. Dios hará lo que Él dice que hará. Usted puede hacer lo que Él dice que usted puede hacer. Dios tiene lo que Él dice que tiene. Y usted tienen lo que Él dice que usted tiene.

Lea las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento y ponga en practica esos hechos. Descubra quien es usted y lo que tiene. Vea lo que Dios hará en su vida.

Cuando quiera y donde quiera que la gente acepte las promesas de Dios y las enseñanzas de su Cristo basadas en los hechos anteriormente expuestos, sucederán tarde o temprano grandes despertares espirituales acompañados de señales y prodigios y diversos milagros (Hechos 2:3-4).

Los milagros en este siglo son tan valiosos e indispensables para el cristiano como lo fueron para cualquier otro siglo.

Yo Jehová no cambio (Malaquías 3:6).

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mateo 24:35).

Yo creo que hoy las personas necesitan saber que Jesús es tan real actualmente como lo era antes de ser crucificado. Él prometió: He aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).

Él está aquí para hacer los mismos milagros hoy por ti, que los que hacia en los tiempos Bíblicos. Sus promesas nunca han cambiado. Su Poder y su ministerio son inmutables. Él es tan misericordioso y compasivo como siempre lo ha sido. Él le ama a usted, allí donde usted se encuentra leyendo estas líneas o escuchando a alguien leer, yo creo que está comenzando un nuevo milagro en su vida ahora mismo.

Y estas señales seguirán a los que creen: en mi Nombre expulsarán espíritus malignos, hablarán nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes, y si bebieran algún veneno mortífero no les hará daño; impondrán sus manos sobre los enfermos y sanarán. (Marcos 16:17-18).

y enséñenles que guarden todo lo que les he ordenado. He aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:20).

          La Biblia dice que los discípulos predicaban en todas partes: Y ellos salieron, y predicaban por todas partes, y nuestro Señor los ayudaba respaldando sus palabras con las señales que hacían. (Marcos 16:20).

          Dios quiere que pongamos su Palabra a prueba en cuanto a los milagros hoy en día porque esta generación necesita una prueba milagrosa de que Jesús es tan real como lo fue en cualquier otra generación. Así que actúe según sus promesas y clame por un milagro para usted y su familia, hoy. Su Palabra no puede fallar.

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