jueves, 13 de julio de 2023

SANIDAD PARA HOY.

 

Lucas 8:26-39.

26 Habiendo navegado, llegaron a la región de los gadarenos, que está a la orilla opuesta, frente a Galilea, 27 y al bajar a tierra le salió al encuentro un varón de la ciudad que estaba poseído por un espíritu maligno desde hacía mucho tiempo. Este no se ponía ropa alguna, ni vivía en una casa, sino en los sepulcros. 28 Y cuando vio a Jesús, gritó y cayó delante de Él, y dijo en alta voz: ¿Qué hay entre tú y nosotros, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te suplico que no me atormentes! 29 Porque Jesús ordenaba al espíritu inmundo que saliera del hombre, porque lo había poseído desde hacía mucho tiempo, y para protegerlo lo ataban con cadenas y con grilletes, pero rompiendo sus cadenas, el espíritu maligno lo impulsaba al desierto. 30 Y Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo: Legión (porque muchos espíritus malignos se habían metido en él). 31 Y ellos le suplicaban que no les mandara que se fueran al abismo profundo. 32 Y había allí una gran piara de cerdos paciendo en el monte, y le suplicaban que los dejara entrar en los cerdos, y Él les dio permiso. 

33 Al salir los espíritus malignos del varón, se metieron en los cerdos, y la piara completa fue y se precipitó al lago por un acantilado, y se ahogaron. 34 Al ver lo que había acontecido, los que los apacentaban huyeron y lo contaron en las ciudades y por las aldeas. 35 Algunas personas salieron a ver lo que había acontecido, y llegando ante Jesús, encontraron al varón de quien habían salido los espíritus malignos, vestido y en su cabal juicio, sentado a los pies de Jesús. Y tuvieron miedo, 36 y los que habían visto les contaron cómo había sido restaurado el varón que había estado poseído. 37 Entonces toda la multitud de gadarenos le pedía que se alejara de ellos, porque se había apoderado de ellos mucho miedo. Entonces Jesús abordó la barca y se alejó de ellos. 38 Pero el varón de quien habían salido los espíritus malignos le suplicaba que le permitiera acompañarlo, pero Jesús lo despidió, diciéndole: 39 Vuelve a tu casa y cuenta las cosas que ha hecho Dios por tí; y se fue proclamando por toda ciudad las cosas que Jesús había hecho por él.

          En los tiempos de la Biblia, los enfermos eran sanados, los ciegos recibían la vista, los sordos recobraban su oído, los paralíticos caminaban, los leprosos eran limpiados y toda clase de gente enferma era curada por el poder de Dios. Estos milagros son para hoy como lo han sido para cualquier época.

Hay cinco razones que fundamentan esto:

1.   Dios es sanador, (Éxodo 15:26) y nunca ha cambiado. Yo Jehová no he cambiado (Malaquías 3:6).

2.   Jesús el Cristo sanó a los enfermos, (Mateo 9:36; Marcos 6:55-56; Hechos 10:38) y nunca ha cambiado, Jesús es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8).

3.   Jesús mandó a sus discípulos a sanar a los enfermos (Mateo 10:1-8; Lucas 10:1-9) y un verdadero discípulo del Cristo es igual hoy que en ese entonces. Si ustedes permanecen en mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos (Juan 8:31).

4.   En el ministerio de la iglesia primitiva (Hechos 3:6-7; 4:29-30; 5:12; 6:18; 8:5-7; 14:3-10; 19:11-12; Hebreos 2:3-4) se manifestaban milagros de sanidad, y la iglesia verdadera nunca ha cambiado. La obra y el ministerio de los primeros apóstoles es el ejemplo y el patrón para la auténtica iglesia hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).

5.   Jesús comisionó a todos los creyentes, entre todas las naciones, hasta el fin del mundo, a imponer las manos sobre los enfermos, prometiendo que sanarán (Marcos 16:15-16), y ciertamente los verdaderos cristianos nunca han cambiado. Jesús dijo: El cree en mí, las obras que Yo hago, él las hará también (Juan 14:12).

 

La sanidad milagrosa fue administrada primero por medio de la Palabra hablada de Dios; luego, a través del ministerio del señor Jesús; después, mediante sus discípulos quienes obraron según su Palabra y siguieron su ejemplo; más tarde, por el poder del Cristo resucitado y del Espíritu Santo que se manifestó a través de la iglesia primitiva; y finalmente, por el mismo Cristo resucitado y el poder del Espíritu Santo trabajando en las vidas de todos los creyentes del mundo.

Por lo tanto, la era de los milagros no ha pasado y la sanidad física es tan parte del ministerio del Cristo hoy en día como siempre lo fue. Y lo que Él ha hecho por tantas personas, es su voluntad hacerlo también hoy por usted.

Muchos creen que Dios sana algunas veces a los enfermos, pero no tienen conocimiento personal de Jesús como el ser sanador siempre presente en sus corazones. No saben nada de la gran cantidad de hechos que prueban que la sanidad física forma parte de la salvación de cada ser humano que recibe al Cristo.

Ellos ven como otros son sanados, pero se preguntan si la sanidad es la voluntad de Dios para sus vidas. Están esperando una revelación especial para su caso. Mientras tanto hacen todo lo posible dentro de los limites de la capacidad humana para curarse, a través de medios naturales, bien sea que piensen que es el propósito de Dios que ellos se sanen o no.

Si no fuera la voluntad divina el hecho que usted se sanara, sería equivocado buscar sanidad incluso por medios naturales.

Permítame decirle que es la perfecta voluntad de Dios que usted sea sano. Por lo tanto, es lógico pensar que la mejor manera de curarse es por medios divinos.

La Biblia revela la voluntad de Dios en relación ala sanidad del cuerpo de manera tan clara como la revela respecto de la regeneración del espíritu. Dios no necesita darle ninguna revelación especial de su voluntad cuando ya ha explicado en su Palabra qué es lo que quiere para sus hijos (es decir, cuando ha prometido hacer algo).

Un estudio cuidadoso de las Escrituras realizado por una persona sin prejuicios mostrará claramente que Dios es tanto salvador como sanador de su pueblo; que siempre es su voluntad salvar y sanar a rodos aquellos que están dispuestos a servirle.

Fíjese en estos hechos:

1.   La enfermedad no es algo natural como tampoco lo es el pecado. Dios hizo todas las cosas buenas en gran manera (Génesis 1:31) Por lo tanto, no debemos buscar el remedio para nuestro pecado o nuestras enfermedades en lo natural, sino en Dios que nos creó felices, fuertes, sanos y en comunión con Él.

2.   Tanto el pecado como la enfermedad entraron al mundo a través de la caída de la raza humana. Por lo tanto, debemos buscar la sanidad de ambos en Jesús, el Salvador.

3.   Cuando Dios sacó a sus hijos de Egipto, Él hizo un pacto de sanidad con ellos (Éxodo 15:26; 23:25). A través de su historia, los vemos pasar por enfermedades y pestilencias volviéndose a Dios en arrepentimiento y confesión de sus pecados; notemos que cuando eran perdonados de sus pecados, siempre recibían sanidad de sus enfermedades.

4.   Dios sanó a los que fueron mordidos por serpientes cuando miraron la serpiente de bronce que estaba en la vara, la cual era un tipo del calvario del Cristo (Números 21:8; Juan 3:14-15) Si todos los que miraron a la serpiente de bronce fueron sanados entonces, es lógico creer que todos los que miren a Jesús puedan ser sanados hoy.

5.   Jesús dijo: Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así (con el mismo propósito) es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (Juan 3:14; Números 21:4-9).

6.   La gente había pecado contra Dios en ese entonces; hoy en día la gente a pecado contra Dios.

7.   La mordida de la serpiente venenosa les causaba la muerte en esa ocasión; la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23).

8.   La gente clamó a Dios en ese momento; Él oyó su clamor y proporcionó el remedio: la serpiente levantada. Los que claman a Dios ahora descubren que Dios ha oído su oración y les ha proporcionado un remedio: Cristo levantado.

9.   El remedio era para cualquiera que fuere mordido entonces. El remedio es para todo el que cree hoy.

10.  En el remedio ellos recibieron el perdón de sus pecados y la sanidad de sus cuerpos. En el Cristo, también recibimos el perdón de nuestros pecados y la sanidad de nuestros cuerpos enfermos.

11.  No hubo excepción entonces; el remedio era para cualquiera que fuere mordido. Tampoco hay excepción hoy, el remedio es para todo el que cree.

12.  A cada uno se le mandó a mirar el remedio en esa ocasión. Hoy, se le manda a cada uno que crea en el Cristo.

13.  Asa murió de su enfermedad porque NO busco a Jehová, sino a los médicos, (2 Crónicas16:12), mientras que Ezequías vivió porque NO buscó a los médicos, sino al Señor (Isaías 38:1-5) la lección de esto no es que los médicos están equivocados, sino que debemos reconocer que la fuente de nuestra salud es Dios nuestro Señor.

14.   Satanás es un asesino; sus enfermedades son los destructores de la vida; sus males son los ladrones de la felicidad, de la salud, del dinero, del tiempo y del esfuerzo. El Cristo vino a dar vida abundante a nuestro espíritu y a nuestros cuerpos.

15.  Solo se menciona a una persona en toda la Biblia que pidió su sanidad diciendo: Si quieres, puedes limpiarme. Ese fue el pobre leproso a quién Jesús inmediatamente respondió: Quiero, se límpio (Marcos 1:40-41).

16.  Si la sanidad no es para todos, Jesús debió restringir su promesa adecuadamente, y decir: todo lo que pidas (excepto sanidad) orando, cree que lo recibirás, y vendrá a ti (Marcos 11:24) pero Él no lo hizo. Por lo tanto, la sanidad está incluida en la palabra Todo. Esta promesa fue hecha para usted.

17.  La biblia dice: Y si ALGUNO se encuentra enfermo, que llame a los que ministran en la congregación, y que oren por él ungiéndole con aceite en el Nombre de nuestro Señor, y la oración de fe sanará al enfermo y nuestro Señor lo restaurará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados (Santiago 5:14-15).

18.  Todo el que dice que la era de los milagros ya pasó niega la necesidad, los privilegios y los beneficios de la oración. El que Dios escuche y conteste la oración, sea la petición una estampilla postal o la sanidad de un paralitico, es un milagro. Si la oración tiene respuesta, esa respuesta es un milagro.

19.  La era de los milagros no ha pasado, porque Jesús, el hacedor de milagros, nunca ha cambiado. Jesús es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos13:8).

 

Cuando nosotros predicamos que la voluntad de Dios es sanar, inmediatamente surge la pregunta: ¿Cómo entonces es qué morimos?

La Palabra de Dios dice: escondes tu rostro, y se inquietan; les quitas el aliento y mueren, y vuelven a su polvo (Salmo 104:29).

Plácidamente entrarás a la sepultura, cual gavilla de trigo levantada a su tiempo (Job 5:26).

Cuando nosotros predicamos que la voluntad de Dios es sanar, inmediatamente surge la pregunta: ¿Cómo entonces es que morimos?

La Palabra de Dios dice: escondes tu rostro, y se inquietan; les quitas el aliento y mueren, y vuelven a su polvo. (Salmo 104:29) Plácidamente entrarás a la sepultura, cual gavilla de trigo levantada a su tiempo. (Job 5:26).

Para que nosotros lleguemos a nuestra vejez y para que Dios nos quite el hálito, no se necesita la ayuda de una enfermedad. La voluntad de Dios en relación a la muerte de usted como su hijo es que, después de vivir una vida de fruto, al cumplir el numero de sus días, simplemente deje de respirar y duerma en Cristo, para luego despertar en el otro lado y vivir con Él para siempre. (1 Tesalonicenses 4:17). Ciertamente, esta es la esperanza bienaventurada de los justos. (1 Tesalonicenses 4:13; Tito 2:13; 1 Pedro1:3).

Puesto que me has buscado, yo lo libraré y lo fortaleceré, por cuanto ha conocido mi Nombre. Él me invocará, y yo le responderé; con él estaré en la angustia; lo fortaleceré y lo honraré; lo saciaré con larga vida y le haré ver mi salvación. (Salmo 91:14-16).  

No hay comentarios:

Publicar un comentario