1 Pedro 1:16
Llamamiento a una
vida santa
13
A causa de esto, fortalézcanse en su entendimiento; sean completamente sobrios,
y depositen la esperanza en el gozo que les vendrá en la revelación de
Jesucristo nuestro Señor.
14
como hijos obedientes, no participen de nuevo en las bajas pasiones que tenían
anteriormente, las cuales deseaban en su ignorancia,
15 sino que así como Aquel que los llamó es santo, sean santos en toda su manera de vivir,
16
porque está escrito: 'SEAN SANTOS COMO TAMBIÉN YO SOY SANTO'.
17
Y si invocan por Padre a Aquél en cuya presencia no hay acepción de personas y
que juzga a todos de acuerdo a sus obras, condúzcanse reverentemente durante
este tiempo de su peregrinación,
18
sabiendo que no con plata ni con oro, que se deterioran, fueron redimidos de
sus vanas acciones, las cuales recibieron de sus padres,
19
sino con la preciosa sangre del Cordero sin mancha y sin contaminación, que es
el Cristo,
20
quien para esto estaba designado previamente desde antes de que el mundo fuera
establecido, y fue revelado al final de los tiempos por causa de ustedes,
21
los que por medio de Él le han creído a Dios, que lo resucitó de entre los
muertos y le ha dado gloria, para que su fe y esperanza estén puestas en Dios.
22
Habiendo sido santificadas sus almas por la obediencia a la verdad, sean llenos
de un amor sin hipocresía, para que se amen unos a otros de corazón puro e
íntegro,
23
como hombres nacidos de nuevo, no de simiente corruptible sino de una
incorruptible, mediante la palabra viva de Dios que permanece para siempre.
24
Porque TODA CARNE ES COMO HIERBA Y TODA SU HERMOSURA COMO FLOR DEL CAMPO. LA
HIERBA SE SECA, LA FLOR SE MARCHITA,
25
PERO LA PALABRA DE NUESTRO DIOS PERMANECE PARA SIEMPRE. Y ésta es la palabra
que les ha sido proclamada.
Qadôsh,
«santo». Las lenguas semíticas tienen
dos formas originales de la raíz que son distintas. Una significa «puro» y «consagrado» como en el acádico qadistu y el hebreo qadesh («santo»). La palabra describe algo o
alguien. La otra quiere decir «santidad»
como una circunstancia o como un abstracto, de la misma manera que en arábigo
al-qaddus («lo más santo o puro»). En
hebreo el verbo qadash y la palabra qadesh combinan ambos elementos:
descriptivo y estático. La comprensión tradicional de «separado» es solo un significado derivado y no el principal.
Qadôsh
es importante en el Pentateuco, en los escritos poéticos y proféticos, y se
encuentra poco en la literatura histórica. El primero de 116 casos se encuentra
en Éxodo 19:6 (Psht): «Y ustedes serán para
mi un reino, sacerdotes y un pueblo santo. Estas son las palabras que tú dirás a
los de la casa de Israel».
En
el Antiguo Testamento qadôsh tiene una fuerte connotación religiosa. En uno de
sus sentidos el vocablo describe un objeto, lugar o día como «santo», en el sentido de «dedicado» a un propósito especial: «enseguida el sacerdote echará agua santa en
un vaso de barro; tomará también un poco de polvo al pie del altar y lo verterá
en el agua» (Números 5.17).
En
particular, el sábado se ha «dedicado»
como un día de descanso: «Si a causa del
día de reposo apartas tu pie para no hacer lo que te place en mí día santo, y
llamas al día de reposo delicia, consagrado a Yahweh, glorioso, y lo honras, no
procediendo según tus caminos, ni haciendo en él lo que te complace, ni
hablando por hablar, entonces pondrás tu confianza en Yahweh, y yo te haré
cabalgar sobre la fortaleza de la tierra, y te daré de comer de la heredad de
tu padre Jacob. Porque la boca de Yahweh ha hablado» (Isaías 58:13–14). Esta
prescripción se basa en Génesis 2:3, donde el Señor «santificó» o «dedicó» el
sábado.
Dios
dedicó a Israel para que fuera su pueblo. Son «santos» por su relación con el Dios «santo».
En
cierto sentido, todo el pueblo es «santo»
por ser miembros de la comunidad del pacto, pero en algunos de ellos todavía reinaba
la maldad: «Ellos conspiraron en contra
Moisés y en contra Aarón, y les dijeron: ¿No les basta con que toda la congregación
sea santa y que Yahweh esté con ellos, sino que se enaltecen sobre toda la
congregación de Yahweh» (Números 16:3). Dios se propuso que esta nación «santa» fuera un sacerdocio real «santo» entre las naciones (Éxodo 19:6).
Sobre la base de una íntima relación, Dios esperaba que su pueblo cumpliera con
sus elevadas expectativas para ellos, demostrando que era una nación «santa»: «Me serán santos, porque yo, Yahweh soy santo; los aparté de entre las
naciones para que sean míos» (Levítico 20:26 Psht).
Los
sacerdotes fueron escogidos para servir en el Lugar Santo del tabernáculo o
templo. Por su función de mediadores entre Dios e Israel y por su cercanía al
templo, Dios los dedicó al oficio sacerdotal: «sino que serán santos para su Dios, y no profanarán el Nombre de su
Dios, porque ellos presentan las ofrendas a Yahweh, es decir, el pan de su
Dios; serán, pues, santos. No tomarán por esposa a una mujer prostituta y
contaminada, ni tomarán por esposa a una mujer que haya sido repudiada por su
marido, porque el sacerdote es santo para Dios. Lo consagrarás, porque él
ofrece el pan de tu Dios; será santo para ti, porque santo soy yo Yahweh que
los santificó» (Levítico 21:6–8). Aarón, el sumo sacerdote, era «el santo
del Señor» (Salmos 106:16).
El
Antiguo Testamento clara y enfáticamente enseña que Dios es «santo» moralmente (Levítico 11:44) y en
poder (1 Samuel 6:20). Es el «santo de
Israel» (Isaías 1:4), «Dios santo»
(Isaías 5:16) y «el Santo» (Isaías
40:25). Su nombre es «Santo»: «Porque así dice el Altísimo y Sublime, el
que mora en la eternidad, cuyo nombre es Santo, y cuya morada es alta y santa, a
los humildes y afligidos de espíritu, para avivar el espíritu de los humildes y
vivificar el corazón de los que sufren» (Isaías 57:15). La declaración
negativa: «No hay quien sea santo como
Yahweh, porque no hay otro fuera de ti. No hay otro tan poderoso como nuestro
Dios» (1 Samuel 2:2), señala que Él es «santísimo»
y que nadie es tan «santo» como Él.
Los
ángeles del séquito celestial son «santos»:
«Y escaparán hacia el valle de los
montes, pues el valle de los montes llegará hasta un lugar estrecho; escaparán
como cuando escaparon ante el terremoto que hubo en los días de Uzías, rey de
Judá» (Zacarías 14:5). Los serafines proclamaban el uno al otro la «santidad» de Dios: «Y proclamaban el uno al otro diciendo: Santo, Santo, Santo, es Yahweh
de los ejércitos, porque toda la tierra está llena de su gloria» (Isaías 6:3).
Alabanzas en el cielo
1
Después de esto, escuché la potente exclamación de una numerosa multitud en el
Cielo, que decía: ¡Alaben a Yah! La redención, el poder, la gloria y la honra
pertenecen a nuestro Dios,
2
PORQUE SUS JUICIOS SON VERDADEROS Y JUSTOS, porque ha juzgado a la gran
prostituta que corrompió a la Tierra con su prostitución, y ha hecho venganza
de la sangre de sus siervos de la mano de ella.
3
Entonces dijeron por segunda ocasión: ¡Alaben a Yah! Y EL HUMO DE ELLA
ASCENDERÁ POR ETERNIDADES DE ETERNIDADES.
4
Y los veinticuatro ancianos y las cuatro criaturas vivientes se postraron y
adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y dijeron: ¡Amén! ¡Alaben a Yah!
5
Y surgió una voz del trono que dijo: ¡Alaben a nuestro Dios todos sus siervos,
los que lo reverencian, los pequeños y los grandes!
6
Enseguida escuché como la voz de una numerosa multitud, como el ruido de muchas
aguas, semejante al estruendo de poderosos truenos, que decían: ¡Alaben a Yah!
Porque Yahweh nuestro Dios Todopoderoso reina.
7
Regocijémonos con mucho júbilo y démosle a Él la gloria, porque la fiesta de
boda del Cordero ha llegado, y su esposa se ha preparado,
8
y se le ha concedido que se atavíe de lino fino blanco, resplandeciente y puro,
porque las obras justas de los santos es el lino fino blanco.
Apocalipsis
19:1-8.
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