Una vez que recibes a
Jesucristo en tu vida como tu Señor y salvador personal, no sólo obtienes el
privilegio del don de vida eterna, sino que también adquieres una gran responsabilidad.
A ti se te ha confiado el mensaje del evangelio y eres responsable por todo lo
que haces con él
en tu vida. Sabemos que cuando lleguemos ante la presencia de Dios Todopoderoso
y expuestos ante el resto del mundo. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Lo que estoy haciendo por Cristo y su reino
resistirá la prueba del tiempo? Los que hayan hecho mucho con lo que Dios
les ha dado serán grandemente recompensados. Toma algún tiempo para ver lo que
la Palabra de Dios dice al respecto.
1.
CUANTO
MÁS SABEMOS, MAYOR SERÁ NUESTRA RESPONSABILIDAD.
El
Señor demanda más de aquellos que ocupan posiciones de liderazgo espiritual, a
quienes se les ha confiado mayor responsabilidad (Lucas.12:48)
48pero al que no supo cuál era y hace algo digno de azotes,
recibirá pocos azotes. Porque a todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho
se le exigirá, y a quien se le haya confiado mucho, más se exigirá de su parte.
De
acuerdo con este versículo, tú tendrás que rendir cuentas por todo lo que
sabes.se refiere a tu conducta personal, así como a la obra que harás para el
reino de Dios. Por ejemplo, ahora sabes que no debe mentir, estafar, robar o
vivir una vida inmoral. Si pasas por alto los mandatos de Dios, sabes que vas a
pagar las consecuencias. Por otro lado, también debes compartir tu conocimiento
del Señor con otros, especialmente aquellos que están en camino a pasar el
resto de la eternidad en el infierno. Nuestra actitud debe ser como la de
Pablo. Él escribió:
«Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios a
quienes se confió la buena noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios, no a
las personas. Solamente él examina las intenciones de nuestros corazones» (1 Tesalonicenses.2:4).
¿Qué
estás haciendo con el conocimiento espiritual y la visión que Dios te ha dado?
¿Los estás usando para su gloria?
1.
SOMOS
RESPONSABLES DE NUESTROS PECADOS Y ERRORES.
No
podemos culpar a otros por nuestros errores (Romanos.3:23)
23por cuanto todos han pecado, y se encuentran privados de la gloria
de Dios,
1.
NECESITAMOS
INVERTIR NUESTRAS HABILIDADESY RECURSOS EN EL REINO DE DIOS.
Por su gracia, Dios nos ha dado habilidades y recursos para que los invirtamos
en la expansión de su reino (Lucas.19:11-26)
11habiendo escuchado ellos estas cosas, les refirió nuevamente una
parábola, pues Él estaba cerca de Jerusalén y ellos creían que el reino de Dios
iba a manifestarse en cualquier momento. 12entonces dijo: Cierto varón de noble
estirpe, partió para un país distante a recibir un reino para sí y después
volver. 13Llamando, pues, a diez siervos suyos, les hizo entrega de
diez minas y les dijo: “Hagan negocio en lo que vuelvo”. 14Pero los que
habitaban en la ciudad lo odiaban, y mandaron tras él unos mensajeros,
diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros”. 15Y aconteció
que al volver él, después de que recibió el reino, mandó a llamar a sus
siervos, a quienes les había entregado el dinero, para saber cuánto había
ganado cada uno de ellos. 16Y se presentó el primero, diciendo: “Señor
mío, tu mina ha producido diez minas más”. 17Él le dijo: “Muy bien,
buen siervo; por cuanto en lo poco has sido hallado fiel, tendrás autoridad
sobre diez ciudades fortificadas”. 18Luego se presentó el segundo, y
dijo: “Señor mío, tu mina ha producido otras cinco minas”. 19Y dijo:
“Tú también tendrás autoridad sobre cinco ciudades fortificadas”. 20Después
vino el otro, diciendo: “Señor mío, aquí está tu mina, la cual he tenido
conmigo guardado en un pañuelo, 21porque tuve miedo, ya que eres
varón estricto, que recoges lo que no depositas y cosechas lo que no siembras” 22Él
le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te voy a juzgar. Te habías dado cuenta
que soy un hombre estricto; que recojo lo que no deposito y cosecho lo que no
siembro. 23“Entonces, ¿por qué no pusiste mí dinero en una mesa de
cambistas, para que cuando yo regresara pudiera reclamarlo con sus intereses?” 24Y
dijo a los que se encontraban presentes: “Quítenle la mina y entréguensela al
que tiene las diez minas”. 25Ellos dijeron: “Señor nuestro, él ya
tiene diez minas”. 26Él les respondió: “Les digo que a cualquiera
que tenga le será dado, pero al que no tenga, aun lo que tenga se le quitará”.
Esta parábola explica
lo que Jesús desea que hagamos mientras esperamos su regreso a la tierra. El hombre
de la nobleza en esta historia representa a Cristo. Los siervos somos nosotros,
sus seguidores. En esencia, el corazón de la parábola es que debemos trabajar
diligentemente hasta que él regrese.
En esta parábola, cada hombre recibe
cinco kilos de plata. Del mismo modo, cada creyente recibe igual oportunidad de
invertir su vida en el reino de Dios. Es la sencilla comisión de proclamar el
evangelio al mundo y hacer discípulos. Aquí vemos tres niveles de inversión.
A-
El
siervo con enormes ganancias. Este ambicioso siervo
le dio al Rey diez veces la cantidad que había recibido. Este tipo de persona
es un verdadero discípulo. Comparte activamente su fe y luego toma a los nuevos
creyentes bajo su cuidado para ayudarlos a madurar en su fe.
B- El siervo con espléndidas
ganancias. El segundo siervo fue un poco menos
ambicioso que el primero, pero obtuvo algunas ganancias. Este tipo de personas
es alguien más o menos satisfecha con
lo que hace. Comparte el evangelio lento pero seguro, aunque no tiene el
resultado de la primera persona. Fala al aprovechar todos los recursos que Dios
nos ha dado, así que con frecuencia se queda corto en su potencial.
C- El siervo que no gano nada.
El tercer siervo deseaba «ir a lo seguro» por lo que enterró el dinero. Tenía una
falsa percepción de su amo. Decía que su amo era duro e injusto. Este tipo de
persona, a menudo, encuentra su motivación más por el temor a Dios que por el
amor a Dios. Ve el testificar más como un deber que como un privilegio. Por esto
Pablo nos dice que el amor de Cristo necesita ser la fuerza motivadora en todo
lo que hacemos (2Corintios5:14). Podemos dar sólo lo que hemos recibido. Y este
tipo de persona conoce poco del salvador que dice servir.
En
el reino de Dios, él espera ver inversiones y resultados. No tomes esta sagrada
confianza que Dios ha puesto en ti para sepultarla. Úsala. Multiplícala.
Recuerda, Dios no te está pidiendo que trabajes para él. Él está pidiendo
trabajar a través de ti. Ríndete al poder del Espíritu Santo y pídele dirección
a Dios sobre cómo puedes ser usado por él. Entonces veras los resultados.
1.
EL
VALOR DE NUESTRA OBRA EN LA TIERRA SERÁ PUESTO A PRUEBA. En
el día del juicio, la calidad de nuestra fe y obras por Cristo será manifestada
y recompensada (1Corintios.3:10-15).
10Según la gracia de Dios que me fue dada, yo, como experto
constructor, coloqué el fundamento, pero otro edifica sobre él. Por lo cual, cada
uno considere cómo va a sobreedificar, 11porque nadie puede colocar otro fundamento además del que está
colocado, el cual es Jesucristo. 12Si alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno
o paja encima de este fundamento, 13la obra de cada uno será evidente, porque el día la manifestará,
porque será revelada por el fuego, y la obra de cada uno, tal como es, el fuego
la definirá, 14y aquel que edifique, cuya obra permanezca, recibirá su recompensa,
15pero aquel
cuya obra se queme, sufrirá perdida. No obstante, él será librado, aunque así
como el fuego.
El
predicador Ingles Alan Redpath dijo
una vez: «Es posible tener un alma salvada y una vida perdida». En otras
palabras, se puede ser salvo y perdonado del pecado pero también desperdiciarla
vida por no servir al Señor.
De
esto está advirtiendo Pablo a los corintios en este pasaje. Pablo describe aquí
otro juicio específicamente para creyentes (aparte del Juicio del Gran Trono Blanco). Podríamos llamarlo la ceremonia de
entrega de las recompensas del cristiano. Pero no será como las ceremonias de
entrega de premios en la tierra. En ese día se probará la calidad de nuestra
obra para el Señor, tanto como los motivos que tuvimos para hacerla. Nuestra recompensa
reflejará lo que hemos hecho o no, con
los talentos y las habilidades que el Señor nos dio.
Un
día tú estarás ante Jesús. Cuando ese
día llegue, te gustará ser bienvenido a los brazos del Señor y oírle decir «Bien
hecho, mi buen siervo fiel» (Mateo. 25:21).
Sé
un «constructor experto». Toma os dones y las habilidades que Dios te dio,
aunque te parezcan insignificantes, y úsalos para su gloria. Entonces tendrás
un alma salvada y una vida abundante.
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