El dinero es un tema tan importante en la Biblia que se menciona en casi la mitad de todas las parábolas de Jesús. Además. Uno de cada siete versículos en el Nuevo Testamento habla sobre este tema. Para tener una idea clara de este tema, diremos que la escritura tiene unos quinientos versículos sobre la oración y un poco menos de quinientos sobre la fe, mientras que hay ¡más de dos mil sobre asuntos de dinero!
Puedes preguntar: ¿Qué tiene que ver el dinero con
nuestra fe? Ahora que el Señor ha venido a tu vida, él desea ser el Señor de
cada aspecto de ella.
Esto incluye nuestras finanzas. Martín Lutero decía acertadamente: ˂˂hay tres conversiones necesarias: la conversión del corazón, la de la mente y la de la bolsa (o la bolsa) ˃˃. Cuando experimentamos esta ˂conversión de la bolsa˃ y damos con generosidad de nuestro dinero a la obra del Señor (a nuestra iglesia, a un ministro o a un misionero), hacemos la mejor inversión de nuestro dinero; una inversión con crédito eterno. Con esto en mente, he aquí cinco preguntas para considerar acerca de las riquezas y el dar.
1.
¿Por qué debes
dar una porción de tus recursos financieros a Dios? Él desea probar tu
fidelidad por medio de tus diezmos y ofrendas.
2 Corintios 9:6-11.
6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y
el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama
al dador alegre. 8Y poderoso es
Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito:
Repartió, dio a
los pobres;
Su justicia
permanece para siempre.
10Y el que da
semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra
sementera, y aumentará los frutos de
vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual
produce por medio de nosotros acción de gracias a
Dios.
2. ¿Cuánto debes dar? Dios nos anima a dar con
sacrificio.
Marcos 12:41-44.
41Estando Jesús sentado
delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo
echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 43Entonces llamando
a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda
pobre echó más que todos los
que han echado en el arca; 44porque todos han
echado de lo que les sobra; pero ésta, de su
pobreza echó todo lo que tenía, todo su
sustento.
Cuanto debes dar.
La generosidad no se mide por el tamaño de la dadiva,
en esta historia vemos como Jesús valora más la ofrenda de la viuda pobre, que
las grandes cantidades que dan los ricos. Jesús sabía que ella había dado todo
lo que tenía. Él pudo ver que el motivo por el cual daba era el correcto.
El gran salmista David, rey de Israel, dijo que él no
le daría nada al Señor que no le costara. En otras palabras, no debemos darle ˂˂ las sobras ˃˃ al Señor, sino lo mejor que tenemos. Cuando lo piensas bien,
¿es pedir demasiado? Después de todo, él nos dio a nosotros lo mejor, cuando
envió a su amado Hijo a morir en la cruz en nuestro lugar.
Nuestra actitud al respecto, debe ser igual a la de
los generosos creyentes de Macedonia, que estaban ansiosos de ayudar a la
iglesia de Jerusalén en tiempos de necesidad: ˂˂pues puedo dar fe de que dieron
no solo lo que podían, sino aún mucho más. Y lo hicieron por voluntad propia.
Nos suplicaron una y otra vez poder tener el privilegio de participar en la
ofrenda para los creyentes de Jerusalén˃˃
2 Corintios 8:3-4.
3Pues doy
testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, 4pidiéndonos con
muchos ruegos que les concediésemos el
privilegio de participar en este servicio para los santos.
Cuando
te preguntes cuanto de tus ingresos darás para la obra del Señor, recuerda esta
promesa: ˂˂ cada uno debe decidir en su corazón cuanto dar. Y no
den de mala gana ni bajo presión, ¨porque Dios ama a la persona que da con alegría¨.
Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán
todo lo necesario y habrá bastante de sobra que compartir con otros
2 Corintios 9:7-8.
7Cada uno dé como propuso en
su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros
toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
suficiente, abundéis para toda
buena obra;
3. ¿Qué sucede cuando ofrendas? Cuando das por los
motivos correctos experimentas gozo y generosas bendiciones de Dios.
2 Corintios 9:6-14.
6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y
el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en
su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama
al dador alegre. 8Y poderoso es
Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito:
Repartió, dio a
los pobres;
Su justicia
permanece para siempre.
10Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos
en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 12Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino
que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al
evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y
para todos; 14asimismo en la
oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la
superabundante gracia de Dios en vosotros. 15¡Gracias a Dios por su don inefable!
Una de las metas del ministerio de Pablo fue corregir
la división que existía entre los creyentes judíos y los gentiles. Para hacer
esto, Pablo recaudo una ofrenda entre las iglesias gentiles para llevar a los creyentes
judíos con necesidad en Jerusalén. Aparentemente, los creyentes de Corinto eran
remisos para dar. Así que Pablo en esta porción de 2 Corintios, escribió acerca de los beneficios de dar generosamente
a Dios y a la obra de su iglesia. Estas son tres importantes verdades acerca de
nuestro ofrendar como creyentes:
a. Nuestros motivos
son importantes. El pasaje dice que ˂˂Dios ama a la persona que da con alegría (versículo 7). La palabra alegría
también podría traducirse “con hilaridad”. Debemos ofrendar con gozo, no como
una obligación o deber como lo dijo Jesús, “hay más bendición en dar que en
recibir”
Hechos.20:35.
35En todo os he
enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
b. Cuando damos,
Dios nos da a nosotros. Tú no puedes
superar a Dios (2 Corintios 9:8,10) Así
dijo Jesús: “den y recibirán. Lo que den a otros lo recibirán por completo:
apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre
el regazo. La cantidad que den determina la cantidad que recibirán a cambio” (Lucas 6:38). Volviendo a nuestros
motivos para dar, no debemos caer en la trampa de “Dar para recibir”. Debemos
dar porque Dios nos ha dado a nosotros generosamente.
c. Otros reciben
ayuda por nuestro apoyo financiero.
Siempre debemos considerar a los hermanos en Cristo que tienen necesidad. Pablo
no está hablando del diezmo, sino de una ofrenda por encima y más allá del
diezmo (2 Corintios 9:11-14). Nuestro
diezmo va a la iglesia. Las ofrendas van a otras situaciones, como ayuda para
los necesitados. Cuando esa gente recibe ayuda, ven que nuestra fe es más que
meras palabras.
Cuando tú das a la
obra del Señor, ese dinero que antes no tenía ningún efecto espiritual será
usado para tocar las vidas de otros para la gloria de Dios. Él está buscando
gente de mano generosa sobre la cual pueda derramar sus bendiciones y quienes,
a su vez, darán a otros.
4. ¿Cómo debes considerar la riqueza material? Acumular
riquezas nunca debe ser una prioridad, porque no tiene valor en la eternidad.
Mateo 6:19-34.
19No os hagáis tesoros en la
tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla
ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro,
allí estará también vuestro corazón.
22La lámpara del cuerpo
es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tú ojo
es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.
Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
24Ninguno puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
25Por tanto os
digo: No os afanéis por vuestra
vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido? 26Mirad las aves
del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién de vosotros
podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad
los lirios del campo, cómo crecen: no
trabajan ni hilan; 29pero os digo,
que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. 30Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? 31No os afanéis, pues,
diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero
vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada
día su propio mal.
Esta
sección del famoso “Sermón del monte” de Jesús trata con posiblemente el mayor
obstáculo para que le sigamos de todo corazón: las riquezas. Esta serie de
versículos nos da al menos tres advertencias acerca de las riquezas, y una
norma para sobreponernos a sus efectos esclavizantes.
a. Debemos vigilar
que y como almacenamos. El versículo 19
dice que no debemos “almacenar tesoros”. No habla simplemente de ahorrar, sino
de acumula. Jesús no está condenando el hábito de ahorrar ni el de proveer para
nuestras familias
Proverbios
6:6
6 Ve a la hormiga,
oh perezoso,
Mira sus
caminos, y sé sabio;
1
Timoteo 5:8
8porque si alguno
no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y
es peor que un incrédulo.
Él está condenando la
acumulación de posesiones para impresionar a los demás. Disfrutemos lo que Dios
nos ha dado, sin hacer de esas posesiones nuestra ambición primordial.
b. Debemos mantener nuestra visión
clara. Si bien podemos disfrutar de las cosas que Dios nos
da, necesitamos comprender que las cosas materiales de este mundo son
temporales. Las posesiones personales y las inversiones pueden devaluarse o ser
destruidas por desastres naturales; podemos perderlas o pueden ser robadas.
Este es el problema con hacer de la acumulación de “cosas” la posesión de
nuestra vida. Es algo efímero, insatisfactorio y hasta esclavizantes. Sin la
perspectiva correcta, podemos ser fácilmente entrampados. Entonces ya no
servimos más a Dios, sino al dinero, y nuestra visión se oscurece, apagando la
luz de la palabra de Dios (versículo
22-24)
c. No debemos preocuparnos por las
cosas materiales. La ansiedad es una fuerza poderosa que puede
dividirnos y distraernos. Uno puede preocuparse por el futuro, el trabajo, la
salud, y hasta por lo que otros piensan de nosotros. Pero Jesús nos dice que
debemos dejar de preocuparnos, porque Dios siempre proveerá para nuestras
necesidades (versículo 25-30). En
pocas palabras, la preocupación es una pérdida del valioso tiempo que tenemos
como sus siervos aquí en la tierra.
d.
Debemos poner a Dios primero en nuestra vida. Nuestra meta principal no debe ser adquirir posesiones materiales o
prestigio sino buscar cómo poner a Jesucristo en primer lugar en nuestra vida (versículo 31-34). Tiene mucho sentido
poner nuestras necesidades en las manos de un Dios eterno.
5. ¿Puedes disfrutar de las riquezas? Dios puede
bendecirte materialmente, pero tú eres responsable de usar con sabiduría tus
riquezas materiales.
1 Timoteo 6:17-19.
17A los ricos de
este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas,
las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos. 18Que hagan bien,
que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19atesorando para
sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
El Señor puede, y de hecho, te bendecirá con riquezas.
Estas no serán necesariamente materiales. Como lo dice el versículo 6 de este
capítulo: “la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en si misma cuando
uno está contento con lo que tiene”. Pero si Dios te bendice con riquezas
materiales, Él requiere tres cosas de ti:
a.
No seas arrogante, ni pongas tu esperanza en las
riquezas. El versículo 10 de este capítulo
dice: “pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal. Y algunas
personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera
y se han causado muchas heridas dolorosas”. La riqueza no es pecaminosa, la
riqueza no es virtuosa. Todo depende del corazón de la persona. Hay personas
piadosas que son ricas, y hay personas no piadosas que son pobres, y viceversa.
La pregunta que debes hacerte es: “¿Poseo mis riquezas o mis riquezas me poseen
a mí?”.
b. Disfruta de lo
que Dios te ha dado. Si Dios te bendice
materialmente, no te sientas culpable por eso. Sé agradecido, porque él desea
que disfrutes lo que tienes.
c. Se generoso, haz
lo bueno, y comparte tus riquezas con otros. Junto con las riquezas viene la responsabilidad. Reconoce que eres un
mayordomo de lo que Dios te ha dado, e invierte lo que tienes en su obra.
Si sigues estos tres principios, te ayudarán a ser
feliz con lo que posees. Cuando le das a Dios el completo control en esta área
de tu vida, nunca serás dominado por tus riquezas o por las riquezas que deseas
tener.
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