viernes, 28 de marzo de 2014

Da a Dios


El dinero es un tema tan importante en la Biblia que se menciona en casi  la mitad de todas las parábolas de Jesús. Además. Uno de cada siete versículos en el Nuevo Testamento habla sobre este tema. Para tener una idea clara de este tema, diremos que la escritura tiene unos quinientos versículos sobre la oración  y un poco menos de quinientos sobre la fe, mientras que hay ¡más de dos mil sobre asuntos de dinero!

Puedes preguntar: ¿Qué tiene que ver el dinero con nuestra fe? Ahora que el Señor ha venido a tu vida, él desea ser el Señor de cada aspecto de ella.

Esto incluye nuestras finanzas. Martín Lutero decía acertadamente: ˂˂hay tres conversiones necesarias: la conversión del corazón, la de la mente y la de la bolsa (o la bolsa) ˃˃. Cuando experimentamos esta ˂conversión de la bolsa˃ y damos con generosidad de nuestro dinero a la obra del Señor (a nuestra iglesia, a un ministro o a un misionero), hacemos la mejor inversión de nuestro dinero; una inversión con crédito eterno. Con esto en mente, he aquí cinco preguntas para considerar acerca de las riquezas y el dar.

1.   ¿Por qué debes dar una porción de tus recursos financieros a Dios? Él desea probar tu fidelidad por medio de tus diezmos y ofrendas.

2 Corintios 9:6-11.

6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito:

Repartió, dio a los pobres;
Su justicia permanece para siempre.
 10Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

2.  ¿Cuánto debes dar? Dios nos anima a dar con sacrificio.

Marcos 12:41-44.

41Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 43Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; 44porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.


Cuanto debes dar.
La generosidad no se mide por el tamaño de la dadiva, en esta historia vemos como Jesús valora más la ofrenda de la viuda pobre, que las grandes cantidades que dan los ricos. Jesús sabía que ella había dado todo lo que tenía. Él pudo ver que el motivo por el cual daba era el correcto.

El gran salmista David, rey de Israel, dijo que él no le daría nada al Señor que no le costara. En otras palabras, no debemos darle ˂˂ las sobras ˃˃ al Señor, sino lo mejor que tenemos. Cuando lo piensas bien, ¿es pedir demasiado? Después de todo, él nos dio a nosotros lo mejor, cuando envió a su amado Hijo a morir en la cruz en nuestro lugar.

Nuestra actitud al respecto, debe ser igual a la de los generosos creyentes de Macedonia, que estaban ansiosos de ayudar a la iglesia de Jerusalén en tiempos de necesidad: ˂˂pues puedo dar fe de que dieron no solo lo que podían, sino aún mucho más. Y lo hicieron por voluntad propia. Nos suplicaron una y otra vez poder tener el privilegio de participar en la ofrenda para los creyentes de Jerusalén˃˃

2 Corintios 8:3-4.

3Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, 4pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

Cuando te preguntes cuanto de tus ingresos darás para la obra del Señor, recuerda esta promesa: ˂˂ cada uno debe decidir en su corazón cuanto dar. Y no den de mala gana ni bajo presión, ¨porque Dios ama a la persona que da con alegría¨. Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra que compartir con otros


2 Corintios 9:7-8.

7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

3.  ¿Qué sucede cuando ofrendas? Cuando das por los motivos correctos experimentas gozo y generosas bendiciones de Dios.

2 Corintios 9:6-14.

6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito:
Repartió, dio a los pobres;
Su justicia permanece para siempre.
 10Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 12Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 13pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; 14asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. 15¡Gracias a Dios por su don inefable!

Una de las metas del ministerio de Pablo fue corregir la división que existía entre los creyentes judíos y los gentiles. Para hacer esto, Pablo recaudo una ofrenda entre las iglesias gentiles para llevar a los creyentes judíos con necesidad en Jerusalén. Aparentemente, los creyentes de Corinto eran remisos para dar. Así que Pablo en esta porción de 2 Corintios, escribió acerca de los beneficios de dar generosamente a Dios y a la obra de su iglesia. Estas son tres importantes verdades acerca de nuestro ofrendar como creyentes:

a.  Nuestros motivos son importantes. El pasaje dice que ˂˂Dios ama a la persona que da con alegría (versículo 7). La palabra alegría también podría traducirse “con hilaridad”. Debemos ofrendar con gozo, no como una obligación o deber como lo dijo Jesús, “hay más bendición en dar que en recibir”

 Hechos.20:35.

35En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.

b.  Cuando damos, Dios nos da a nosotros. Tú no puedes superar a Dios (2 Corintios 9:8,10) Así dijo Jesús: “den y recibirán. Lo que den a otros lo recibirán por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determina la cantidad que recibirán a cambio” (Lucas 6:38). Volviendo a nuestros motivos para dar, no debemos caer en la trampa de “Dar para recibir”. Debemos dar porque Dios nos ha dado a nosotros generosamente.

c.  Otros reciben ayuda por nuestro apoyo financiero. Siempre debemos considerar a los hermanos en Cristo que tienen necesidad. Pablo no está hablando del diezmo, sino de una ofrenda por encima y más allá del diezmo (2 Corintios 9:11-14). Nuestro diezmo va a la iglesia. Las ofrendas van a otras situaciones, como ayuda para los necesitados. Cuando esa gente recibe ayuda, ven que nuestra fe es más que meras palabras.


Cuando tú das a la obra del Señor, ese dinero que antes no tenía ningún efecto espiritual será usado para tocar las vidas de otros para la gloria de Dios. Él está buscando gente de mano generosa sobre la cual pueda derramar sus bendiciones y quienes, a su vez, darán a otros.     

4.  ¿Cómo debes considerar la riqueza material? Acumular riquezas nunca debe ser una prioridad, porque no tiene valor en la eternidad.

Mateo 6:19-34.

19No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
22La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tú ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
25Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Esta sección del famoso “Sermón del monte” de Jesús trata con posiblemente el mayor obstáculo para que le sigamos de todo corazón: las riquezas. Esta serie de versículos nos da al menos tres advertencias acerca de las riquezas, y una norma para sobreponernos a sus efectos esclavizantes.

a.  Debemos vigilar que y como almacenamos. El versículo 19 dice que no debemos “almacenar tesoros”. No habla simplemente de ahorrar, sino de acumula. Jesús no está condenando el hábito de ahorrar ni el de proveer para nuestras familias

Proverbios 6:6 

6 Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos, y sé sabio;

1 Timoteo 5:8

8porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.

Él está condenando la acumulación de posesiones para impresionar a los demás. Disfrutemos lo que Dios nos ha dado, sin hacer de esas posesiones nuestra ambición primordial.

b. Debemos mantener nuestra visión clara. Si bien podemos disfrutar de las cosas que Dios nos da, necesitamos comprender que las cosas materiales de este mundo son temporales. Las posesiones personales y las inversiones pueden devaluarse o ser destruidas por desastres naturales; podemos perderlas o pueden ser robadas. Este es el problema con hacer de la acumulación de “cosas” la posesión de nuestra vida. Es algo efímero, insatisfactorio y hasta esclavizantes. Sin la perspectiva correcta, podemos ser fácilmente entrampados. Entonces ya no servimos más a Dios, sino al dinero, y nuestra visión se oscurece, apagando la luz de la palabra de Dios (versículo 22-24)

c. No debemos preocuparnos por las cosas materiales. La ansiedad es una fuerza poderosa que puede dividirnos y distraernos. Uno puede preocuparse por el futuro, el trabajo, la salud, y hasta por lo que otros piensan de nosotros. Pero Jesús nos dice que debemos dejar de preocuparnos, porque Dios siempre proveerá para nuestras necesidades (versículo 25-30). En pocas palabras, la preocupación es una pérdida del valioso tiempo que tenemos como sus siervos aquí en la tierra.

d.            Debemos poner a Dios primero en nuestra vida. Nuestra meta principal no debe ser adquirir posesiones materiales o prestigio sino buscar cómo poner a Jesucristo en primer lugar en nuestra vida (versículo 31-34). Tiene mucho sentido poner nuestras necesidades en las manos de un Dios eterno.
                              
                                                                 
5.  ¿Puedes disfrutar de las riquezas? Dios puede bendecirte materialmente, pero tú eres responsable de usar con sabiduría tus riquezas materiales.

1 Timoteo 6:17-19.

17A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.

El Señor puede, y de hecho, te bendecirá con riquezas. Estas no serán necesariamente materiales. Como lo dice el versículo 6 de este capítulo: “la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en si misma cuando uno está contento con lo que tiene”. Pero si Dios te bendice con riquezas materiales, Él requiere tres cosas de ti:


a.            No seas arrogante, ni pongas tu esperanza en las riquezas. El versículo 10 de este capítulo dice: “pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal. Y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas”. La riqueza no es pecaminosa, la riqueza no es virtuosa. Todo depende del corazón de la persona. Hay personas piadosas que son ricas, y hay personas no piadosas que son pobres, y viceversa. La pregunta que debes hacerte es: “¿Poseo mis riquezas o mis riquezas me poseen a mí?”.

b. Disfruta de lo que Dios te ha dado. Si Dios te bendice materialmente, no te sientas culpable por eso. Sé agradecido, porque él desea que disfrutes lo que tienes.  

c. Se generoso, haz lo bueno, y comparte tus riquezas con otros. Junto con las riquezas viene la responsabilidad. Reconoce que eres un mayordomo de lo que Dios te ha dado, e invierte lo que tienes en su obra.

Si sigues estos tres principios, te ayudarán a ser feliz con lo que posees. Cuando le das a Dios el completo control en esta área de tu vida, nunca serás dominado por tus riquezas o por las riquezas que deseas tener.

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