domingo, 8 de noviembre de 2020

MÚSICA.

Salmos de suprema alabanza.

Salmos 150:1-6.

¡Alaben a Yahweh por su santidad! ¡Alábenlo por su poderoso firmamento! ¡       Alábenlo por su poderío! ¡Alábenlo por su inmensa majestad! ¡Alábenlo con sonido de trompeta! ¡Alábenlo con salterio y arpas! ¡Alábenlo con panderos y tamboriles! ¡Alábenlo con dulces instrumentos de cuerda! ¡Alábenlo con címbalos resonantes! ¡Alábenlo con voz y aplausos! ¡Con toda el alma alaben a Yahweh!

A través del Antiguo Testamento se encuentran numerosas y variadas referencias a la música y los instrumentos musicales del pueblo hebreo. El arte de la música, cantada o ejecutada, permeaba la vida nacional y personal. Lo vemos particularmente en los servicios religiosos (Levítico 23:24; 25:9; Números 10:2, 3; 1 Crónicas 23:5), en las victorias guerreras (Éxodo 15:19–21; 2 Crónicas 20:27-28) y en las ocasiones sociales (Génesis 31:27; Isaías 5:12; Amós 6:5). Abundan en las Escrituras cánticos de regocijo, de acción de gracias, de alabanza, de duelo y de victoria. El libro de los Salmos, por ejemplo, constituye una admirable variedad de poesías o piezas inspiradas para ser cantadas o recitadas, acompañadas generalmente con instrumentos.

La primera alusión a la música antes del diluvio se encuentra en Génesis 4:21, en donde se habla de Jubal, «el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta». Después de aquel cataclismo se menciona a Labán lamentando no haber podido despedir a su yerno Jacob «con alegría y con cantares, con tamboril y arpa» (Génesis 31:27). En oportunidades de gran regocijo la ejecución de instrumentos musicales solía ir acompañada de danzas. Moisés, después de haber cruzado el Mar Rojo al frente del pueblo hebreo, compuso un cántico y lo cantó con los israelitas, en tanto que las mujeres, dirigidas por su hermana María, celebraban la victoria sobre Faraón y sus jinetes «con panderos y danzas» (Éxodo 15:20). Es de suponer que la relación de los judíos con los diferentes pueblos, pero de manera especial la convivencia con los egipcios por cuatro siglos, influyera en el arte musical hebreo y en la evolución o incorporación de otros instrumentos a los suyos propios.

Los historiadores del reinado de David proporcionan datos más concretos sobre la práctica musical y la organización de los ejecutantes para las ceremonias religiosas. David poseía un gran don musical que le sirvió para calmar el conturbado espíritu de Saúl, el rey que le precedió (1 Samuel 16:16-23). A él se atribuye no solo el crear y cantar los salmos, sino también la invención de instrumentos musicales (2 Crónicas 7:6).

Cuando llevó el arca a Jerusalén, lo hizo al frente de todo el pueblo con cánticos, Arpas, Salterios, Tamboriles, (Panderos), Címbalos y Trompetas (1 Crónicas 13:8). Eligió exclusivamente levitas como músicos y cantores para el tabernáculo (1 Crónicas 15:16–24) y organizó con esmero el coro y la orquesta. No es posible determinar con certeza el uso de la música en los servicios religiosos, dado que, aparte de las citas ya mencionadas y alguna otra como 1 Crónicas 23:5 que se refiere a «cuatro mil para alabar a Jehová», las referencias al respecto son escasas e indirectas.

David y los jefes del ejército eligieron como directores de la música del tabernáculo a Asaf, Hemán y Jedutún, levitas (1 Crónicas 25.1-6), quienes después ejercieron esta misma función en el templo que Salomón construyó (2 Crónicas 5:12ss). Asaf tenía cuatro hijos, Hemán catorce y Jedutún seis. Estos veinticuatro levitas, hijos de los tres grandes directores, estaban a la cabeza de veinticuatro bandas de música que se colocaban en orden alrededor del altar de los holocaustos y servían en el templo por turno. Se dedicaban únicamente a aprender y a practicar la música, ya fuese vocal o instrumental (2 Crónicas 29:25). Cuando el rey Salomón dedicó el templo, los músicos eran prominentes (2 Crónicas 5:12ss; 7:6). Los dos mil que componían el coro del templo tenían departamentos reservados y recibían salario.

En las ceremonias del segundo templo se redujo el personal de la orquesta y el coro. La orquesta constaba de dos salterios como mínimo y de seis como máximo, nueve arpas como mínimo y su máximo sin límites, dos oboes (Flauta) como mínimo y doce como máximo, y un címbalo. El coro estaba compuesto por doce hombres como mínimo y su máximo sin límite. Los miembros, todos varones, debían tener como requisito entre treinta y cincuenta años de edad y cinco años de preparación musical.

En tiempo del Cristo el servicio musical del templo era esencialmente el mismo que se practicaba en la época de Salomón. Había dos servicios diarios: el sacrificio matinal y el vespertino. Cada día de la semana se cantaba un salmo específico. El primer día el Salmo 24, conmemorando el primer día de la creación, el segundo día el 48, el tercero el 82, el cuarto el 94, el quinto el 81, el sexto el 93 y el séptimo el 92.

No existen datos concretos que permitan conocer la naturaleza de la música hebrea. Tampoco se sabe, a ciencia cierta, si poseían algún sistema de notación. Se han realizado algunos intentos para interpretar los acentos del texto hebreo de los masoretas (Texto del Antiguo Testamento) como un sistema de signos o símbolos musicales, pero sin resultado positivo. Los acentos constituían una guía más bien para la recitación que para el canto litúrgico y, además, se originaron posteriormente. No existen datos concretos sobre la música instrumental del templo, pero, según la forma en que los Salmos se compusieron, puede deducirse que algunos debían cantarse antifonalmente por dos coros (Salmos 13; 20; 38) o por un coro y la congregación (Salmos 136; 118:1–4).

Pareciera que después del cautiverio los coros estaban constituidos por igual número de voces masculinas y femeninas (Esdras 2:65). Sin embargo, no está comprobado si cada coro era mixto, o si uno de ellos era netamente de voces masculinas y el otro de femeninas. Es muy probable que en vez de cantar se recitara, aunque no se sabe a ciencia cierta en qué forma. Seguramente era muy diferente de la recitación eclesiástica moderna.

En las Escrituras se mencionan muchos instrumentos musicales, aunque no existen datos concretos sobre su forma y construcción. Ha sido imposible clasificarlos acertadamente, pero, dado el intercambio cultural tan amplio entre los pueblos vecinos de la antigüedad, es probable que los restos arqueológicos y dibujos de los instrumentos griegos, romanos y egipcios nos den cierta aproximación a la realidad hebrea. Hubo tres clases de instrumentos: de cuerda, de viento (Cuerno; Bocina) y de percusión.

En el Nuevo Testamento hay quizás menos apreciación por la música instrumental en sí (cf. 1 Corintios 13:1), pero se nota un gran apego a los Himnos. No solo el Señor Jesús y los discípulos en el aposento alto una referencia al canto litúrgico de los Sal 113–118), sino todos los cristianos apostólicos cantaban como expresión natural de su fe, y muchos himnos se hallan intercalados en el texto del Nuevo Testamento.

Instrumentos en la Biblia.

Primeros instrumentos musicales, Génesis 4:21.

Despedida musical, Génesis 31:27.

Cántico de Moisés y María, Éxodo 15:1–18, 21.

Trompetas de plata, Números 10:2.

Música de trompetas, Números 10:10.

Canto de Israel, Números 21:17–18; Jueces 5:11.

Inspiración musical, Jueces 15:15–16.

Trompetas, 1 Samuel 13:3.

Terapia musical, 1 Samuel 16:14–23.

Espíritu antimusical, 1 Samuel 18:10; 19:9.

Profecía musical, 2 Reyes 3:15–16.

Ministerio musical, 1 Crónicas 6:32.

Música a todo pulmón, 1 Crónicas 13:8.

Maestro de música, 1 Crónicas 15:27.

Profecía con arpa, 1 Crónicas 25:3.

Pago a los músicos, Nehemías 12:47.

Músicos sin paga, Nehemías 13:10–11.

Cambio de arpa en luto, Job 30:31; Mateo 9:23–24.

Cánticos en la noche, Job 35:10.

Animado a cantar, Job 36:24.

Plegaria, Salmo 7:1.

Arpa, salterio y decacordio, Salmos 33:2–3; 43:4.

Voz de júbilo, Salmos 47:1.

Música de arpa, Salmos 49:4.

Corazón trovador, Salmos 57:7.

El encantador y la serpiente, Salmos 58:4–5.

Marcha musical, Salmos 68:24–25; Isaías 23:16.

Canción de borrachos, Salmos 69:12.

Resumen musical de la historia, Salmos 78:1–72; 106:1–48.

Música alegre, Salmos 81:2.

Arpa y salterio, Salmos 81:2.

Fuentes en el Señor, Salmos 87:6–7.

Cántico nuevo, Salmos 96:1.

Alabar con voces e instrumentos, Salmos 98:4–6.

Alba musical, Salmos 108:2.

La Escritura hecha música, Salmos 119:54.

Risa y alabanza, Salmos 126:2.

Instrumentos silenciosos, Salmos 137:2–4.

Música para el corazón afligido, Proverbios 25:20.

Coros y orquestas, Eclesiastés 2:7–8.

Canción de necios, Eclesiastés 7:5.

Canto romántico en el jardín, Cantares 5:2–8.

Variedad de instrumentos musicales, Isaías 5:12.

Música de ramera, Isaías 23:16.

Cántico de alabanza, Isaías 25:5.

Cántico nuevo, Isaías 42:10.

Músicos jóvenes, Lamentaciones 5:14.

Buen cantante a quien no escuchan, Ezequiel 33:32.

Variedad de instrumentos, Daniel 3:5.

Sordo musical, Amós 5:23.

Instrumentos musicales, Amós 6:5.

Cantores que gimen, Amós 8:3-10.

Cántico de lamentación, Miqueas 2:4.

Música del profeta, Habacuc 3:1.

Alabanzas, Habacuc 3:19.

Canto y alegría, Zacarías 2:10.

Música sin público, Mateo 11:17; Lucas 7:31–32.

Huestes celestiales, Lucas 2:13–14 (note sin embargo que la Biblia usa «decían» y no «cantaban». Algunos creen que los ángeles no cantarán hasta que la obra de la redención se haya completado. También el «cántico» de María se registra en Lucas 1:46 como «María dijo»).

Los discípulos alaban, Lucas 19:37–40.

Himnos en prisión, Hechos 16:25.

Pago por servicios espirituales, 1 Corintios 9:1–14.

Distinción de instrumentos, 1 Corintios 14:7.

Sonido de trompeta, 1 Corintios 14:8.

Cánticos, salmos e himnos, Colosenses 3:16.

Alabanza congregacional, Hebreos 2:12.

Coro de ángeles, Apocalipsis 5:11–12.

Arpistas en el cielo, Apocalipsis 14:1–3.

Arpas en el cielo, Apocalipsis 15:2–4.

Orquesta silenciada por siempre, Apocalipsis 18:22.

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