Salmos de suprema alabanza.
Salmos 150:1-6.
¡Alaben a Yahweh por su santidad! ¡Alábenlo por su poderoso firmamento! ¡ Alábenlo por su poderío! ¡Alábenlo por su inmensa majestad! ¡Alábenlo con sonido de trompeta! ¡Alábenlo con salterio y arpas! ¡Alábenlo con panderos y tamboriles! ¡Alábenlo con dulces instrumentos de cuerda! ¡Alábenlo con címbalos resonantes! ¡Alábenlo con voz y aplausos! ¡Con toda el alma alaben a Yahweh!
A
través del Antiguo Testamento se encuentran numerosas y variadas referencias a
la música y los instrumentos musicales del pueblo hebreo. El arte de la música,
cantada o ejecutada, permeaba la vida nacional y personal. Lo vemos
particularmente en los servicios religiosos (Levítico 23:24; 25:9; Números 10:2,
3; 1 Crónicas 23:5), en las victorias guerreras (Éxodo 15:19–21; 2 Crónicas
20:27-28) y en las ocasiones sociales (Génesis 31:27; Isaías 5:12; Amós 6:5).
Abundan en las Escrituras cánticos de regocijo, de acción de gracias, de alabanza,
de duelo y de victoria. El libro de los Salmos, por ejemplo, constituye una
admirable variedad de poesías o piezas inspiradas para ser cantadas o
recitadas, acompañadas generalmente con instrumentos.
La
primera alusión a la música antes del diluvio se encuentra en Génesis 4:21, en
donde se habla de Jubal, «el cual fue
padre de todos los que tocan arpa y flauta». Después de aquel cataclismo se
menciona a Labán lamentando no haber podido despedir a su yerno Jacob «con alegría y con cantares, con tamboril y
arpa» (Génesis 31:27). En oportunidades de gran regocijo la ejecución de
instrumentos musicales solía ir acompañada de danzas. Moisés, después de haber
cruzado el Mar Rojo al frente del pueblo hebreo, compuso un cántico y lo cantó
con los israelitas, en tanto que las mujeres, dirigidas por su hermana María,
celebraban la victoria sobre Faraón y sus jinetes «con panderos y danzas» (Éxodo 15:20). Es de suponer que la relación
de los judíos con los diferentes pueblos, pero de manera especial la
convivencia con los egipcios por cuatro siglos, influyera en el arte musical
hebreo y en la evolución o incorporación de otros instrumentos a los suyos
propios.
Los
historiadores del reinado de David proporcionan datos más concretos sobre la
práctica musical y la organización de los ejecutantes para las ceremonias
religiosas. David poseía un gran don musical que le sirvió para calmar el
conturbado espíritu de Saúl, el rey que le precedió (1 Samuel 16:16-23). A él
se atribuye no solo el crear y cantar los salmos, sino también la invención de
instrumentos musicales (2 Crónicas 7:6).
Cuando
llevó el arca a Jerusalén, lo hizo al frente de todo el pueblo con cánticos, Arpas,
Salterios, Tamboriles, (Panderos), Címbalos y Trompetas (1 Crónicas 13:8).
Eligió exclusivamente levitas como músicos y cantores para el tabernáculo (1 Crónicas
15:16–24) y organizó con esmero el coro y la orquesta. No es posible determinar
con certeza el uso de la música en los servicios religiosos, dado que, aparte
de las citas ya mencionadas y alguna otra como 1 Crónicas 23:5 que se refiere a
«cuatro mil para alabar a Jehová», las referencias al respecto son escasas e
indirectas.
David
y los jefes del ejército eligieron como directores de la música del tabernáculo
a Asaf, Hemán y Jedutún, levitas (1 Crónicas 25.1-6), quienes después
ejercieron esta misma función en el templo que Salomón construyó (2 Crónicas 5:12ss).
Asaf tenía cuatro hijos, Hemán catorce y Jedutún seis. Estos veinticuatro
levitas, hijos de los tres grandes directores, estaban a la cabeza de
veinticuatro bandas de música que se colocaban en orden alrededor del altar de
los holocaustos y servían en el templo por turno. Se dedicaban únicamente a
aprender y a practicar la música, ya fuese vocal o instrumental (2 Crónicas 29:25).
Cuando el rey Salomón dedicó el templo, los músicos eran prominentes (2 Crónicas
5:12ss; 7:6). Los dos mil que componían el coro del templo tenían departamentos
reservados y recibían salario.
En
las ceremonias del segundo templo se redujo el personal de la orquesta y el
coro. La orquesta constaba de dos salterios como mínimo y de seis como máximo,
nueve arpas como mínimo y su máximo sin límites, dos oboes (Flauta) como mínimo
y doce como máximo, y un címbalo. El coro estaba compuesto por doce hombres
como mínimo y su máximo sin límite. Los miembros, todos varones, debían tener
como requisito entre treinta y cincuenta años de edad y cinco años de
preparación musical.
En
tiempo del Cristo el servicio musical del templo era esencialmente el mismo que
se practicaba en la época de Salomón. Había dos servicios diarios: el
sacrificio matinal y el vespertino. Cada día de la semana se cantaba un salmo
específico. El primer día el Salmo 24, conmemorando el primer día de la
creación, el segundo día el 48, el tercero el 82, el cuarto el 94, el quinto el
81, el sexto el 93 y el séptimo el 92.
No
existen datos concretos que permitan conocer la naturaleza de la música hebrea.
Tampoco se sabe, a ciencia cierta, si poseían algún sistema de notación. Se han
realizado algunos intentos para interpretar los acentos del texto hebreo de los
masoretas (Texto del Antiguo Testamento) como un sistema de signos o símbolos
musicales, pero sin resultado positivo. Los acentos constituían una guía más
bien para la recitación que para el canto litúrgico y, además, se originaron
posteriormente. No existen datos concretos sobre la música instrumental del
templo, pero, según la forma en que los Salmos se compusieron, puede deducirse
que algunos debían cantarse antifonalmente por dos coros (Salmos 13; 20; 38) o
por un coro y la congregación (Salmos 136; 118:1–4).
Pareciera
que después del cautiverio los coros estaban constituidos por igual número de
voces masculinas y femeninas (Esdras 2:65). Sin embargo, no está comprobado si
cada coro era mixto, o si uno de ellos era netamente de voces masculinas y el
otro de femeninas. Es muy probable que en vez de cantar se recitara, aunque no
se sabe a ciencia cierta en qué forma. Seguramente era muy diferente de la recitación
eclesiástica moderna.
En
las Escrituras se mencionan muchos instrumentos musicales, aunque no existen
datos concretos sobre su forma y construcción. Ha sido imposible clasificarlos
acertadamente, pero, dado el intercambio cultural tan amplio entre los pueblos
vecinos de la antigüedad, es probable que los restos arqueológicos y dibujos de
los instrumentos griegos, romanos y egipcios nos den cierta aproximación a la
realidad hebrea. Hubo tres clases de instrumentos: de cuerda, de viento (Cuerno;
Bocina) y de percusión.
En
el Nuevo Testamento hay quizás menos apreciación por la música instrumental en
sí (cf. 1 Corintios 13:1), pero se nota un gran apego a los Himnos. No solo el
Señor Jesús y los discípulos en el aposento alto una referencia al canto
litúrgico de los Sal 113–118), sino todos los cristianos apostólicos cantaban
como expresión natural de su fe, y muchos himnos se hallan intercalados en el
texto del Nuevo Testamento.
Instrumentos
en la Biblia.
Primeros instrumentos
musicales, Génesis 4:21.
Despedida musical,
Génesis 31:27.
Cántico de Moisés y
María, Éxodo 15:1–18, 21.
Trompetas de plata,
Números 10:2.
Música de trompetas,
Números 10:10.
Canto de Israel,
Números 21:17–18; Jueces 5:11.
Inspiración musical,
Jueces 15:15–16.
Trompetas, 1 Samuel
13:3.
Terapia musical, 1
Samuel 16:14–23.
Espíritu antimusical,
1 Samuel 18:10; 19:9.
Profecía musical, 2
Reyes 3:15–16.
Ministerio musical, 1
Crónicas 6:32.
Música a todo pulmón,
1 Crónicas 13:8.
Maestro de música, 1
Crónicas 15:27.
Profecía con arpa, 1
Crónicas 25:3.
Pago a los músicos,
Nehemías 12:47.
Músicos sin paga,
Nehemías 13:10–11.
Cambio de arpa en
luto, Job 30:31; Mateo 9:23–24.
Cánticos en la noche,
Job 35:10.
Animado a cantar, Job
36:24.
Plegaria, Salmo 7:1.
Arpa, salterio y
decacordio, Salmos 33:2–3; 43:4.
Voz de júbilo, Salmos
47:1.
Música de arpa, Salmos
49:4.
Corazón trovador,
Salmos 57:7.
El encantador y la
serpiente, Salmos 58:4–5.
Marcha musical, Salmos
68:24–25; Isaías 23:16.
Canción de borrachos,
Salmos 69:12.
Resumen musical de la
historia, Salmos 78:1–72; 106:1–48.
Música alegre, Salmos
81:2.
Arpa y salterio,
Salmos 81:2.
Fuentes en el Señor,
Salmos 87:6–7.
Cántico nuevo, Salmos
96:1.
Alabar con voces e
instrumentos, Salmos 98:4–6.
Alba musical, Salmos
108:2.
La Escritura hecha
música, Salmos 119:54.
Risa y alabanza,
Salmos 126:2.
Instrumentos
silenciosos, Salmos 137:2–4.
Música para el corazón
afligido, Proverbios 25:20.
Coros y orquestas,
Eclesiastés 2:7–8.
Canción de necios,
Eclesiastés 7:5.
Canto romántico en el
jardín, Cantares 5:2–8.
Variedad de instrumentos
musicales, Isaías 5:12.
Música de ramera,
Isaías 23:16.
Cántico de alabanza,
Isaías 25:5.
Cántico nuevo, Isaías
42:10.
Músicos jóvenes,
Lamentaciones 5:14.
Buen cantante a quien
no escuchan, Ezequiel 33:32.
Variedad de
instrumentos, Daniel 3:5.
Sordo musical, Amós
5:23.
Instrumentos
musicales, Amós 6:5.
Cantores que gimen,
Amós 8:3-10.
Cántico de
lamentación, Miqueas 2:4.
Música del profeta,
Habacuc 3:1.
Alabanzas, Habacuc 3:19.
Canto y alegría,
Zacarías 2:10.
Música sin público,
Mateo 11:17; Lucas 7:31–32.
Huestes celestiales,
Lucas 2:13–14 (note sin embargo que la Biblia usa «decían» y no «cantaban».
Algunos creen que los ángeles no cantarán hasta que la obra de la redención se
haya completado. También el «cántico» de María se registra en Lucas 1:46 como
«María dijo»).
Los discípulos
alaban, Lucas 19:37–40.
Himnos en prisión,
Hechos 16:25.
Pago por servicios
espirituales, 1 Corintios 9:1–14.
Distinción de
instrumentos, 1 Corintios 14:7.
Sonido de trompeta, 1
Corintios 14:8.
Cánticos, salmos e
himnos, Colosenses 3:16.
Alabanza
congregacional, Hebreos 2:12.
Coro de ángeles,
Apocalipsis 5:11–12.
Arpistas en el cielo,
Apocalipsis 14:1–3.
Arpas en el cielo,
Apocalipsis 15:2–4.
Orquesta silenciada
por siempre, Apocalipsis 18:22.
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