domingo, 6 de septiembre de 2020

DIOS, YAHWEH, YHWH, JEHOVÁ.


Nombre de Dios.

Éxodo 3: 14-15.

Dijo Dios a Moisés: AJYAH ASHAR JEYAH. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: “AJYAH me envió a ustedes”. Otra vez dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “Yahweh, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob me envió a ustedes”. Este es mi nombre eterno por todas las generaciones.

La Biblia no trata de probar la existencia de Dios ni especular sobre su naturaleza. Da por sentado que Yahweh es el Dios verdadero; es el Dios vivo y Rey eterno (Jeremías 10:10). El insensato que se niega a Dios (Salmos 14:1; 53:2) no es un ateo; si negación es de orden ético: vive como si Dios no existiera ni juzgase a los hombres. Los milagros y actos poderosos de Dios no se aducen para demostrar su existencia, sino para afirmar la confianza o estimular la alabanza (Salmos 8:19; 19:1-7; Isaías 40:25-31). Dios se da a conocer en la creación y en la historia: es por ello el Dios Vivo (Josué 3:10; Salmos 19:1; Oseas 1:10; Romanos 1:19; 1 Timoteo 3:15; Hebreos 9:14; 10:31). Consiguientemente, el hombre se allega a Dios prestando oído a su Palabra y obedeciendo a su voluntad, y no mediante la especulación (Jeremías 22:15; Juan 7:17).

LOS NOMBRES DE YAHWEH.

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO. Diferentes nombres subrayan el carácter personal de Dios. Ello no significa, sin embargo, que se considere el nombre verdadero, simplemente como a un hombre poderoso, como los dioses paganos (1 Samuel 15:29; Isaías 40:28). Se subraya la diferencia entre Dios y el hombre (Números 23:19; Ezequiel 28:2; Oseas 11:9) aunque la Biblia no rehúye hablar de Dios con términos antropomórficos, Dios ha creado al hombre a su imagen y es lógico que los términos tomados de la expresión humana sean los más adaptados para hablar de Él, reconociendo sin embargo la distancia que los separa.

El nombre Él, Eloim (traducido en nuestras versiones a veces por “Dios” y a veces por “Señor) vienen de la raíz que significa “poder” y se refiere a todo lo divino. A veces se combina con otras palabras (Génesis 28:18; 33:20). Se usa la palabra “Elohim” para referirse al Dios de Israel, no por sabios politeístas, como pretenden algunos, ni en directa referencia a la trinidad, como dicen otros, sino para intensificar o reforzar la idea expresada: La plenitud de Dios.

Jehová (Yahweh) representa el nombre propio de Dios tal como se le ha revelado a Israel en los actos poderosos d liberación (YAHWEH). Adonaí, traducido en nuestra versión habitualmente por “Señor” es también un plural, que da la idea de soberanía, poder pleno, y se combina a veces en expresiones como “Señor de señores” o “Señor de toda la tierra”. Otros términos (“Jehová (Yahweh) de los ejércitos” usado 279 veces en el Antiguo Testamento; “Jehová (Yahweh) Dios eterno”, (Génesis 21:33; “el Altísimo” Jueces 6:24; Jeremías 23:6) representan combinaciones de las designaciones mencionadas, que conmemoran manifestaciones o señales particulares del Dios de Israel.

EN EL NUEVO TESTAMENTO. Al eliminarse en el judaísmo el uso ordinario de Jehová, aparecen muchas designaciones abstractas o indirectas: “El Nombre”, “el Eterno”, “el Inmortal”, “el Todopoderoso”, “el Altísimo”. El Nuevo Testamento toma las traducciones griegas de estos nombres, que frecuentemente son referidos también al Señor Jesucristo. Dios y Señor (Kyrios) son, sin embargo, los más utilizados y hemos de ver en ellos la traducción de “Jehová Dios” y de “el Señor Dios” del Antiguo Testamento. La paternidad de Dios se enseña en el Antiguo Testamento con respecto al pueblo de Israel y algunos de sus líderes. En el Nuevo Testamento se caracteriza a Dios como Padre de nuestro Señor Jesucristo y a los creyentes, que han recibido el Espíritu de adopción, como hijos de Dios.

LAS CARACTERISTICAS DE DIOS. Dios es poderoso y ejerce su dominio  como Señor (Adonai) de su pueblo y del universo entero (Éxodo 15:3; Salmos 24:8; Jeremías 32:18), a diferencia de los dioses falsos (Jeremías 10:11). Su poder se ha manifestado eminentemente en la resurrección de Jesucristo (1 Corintios 6:14; Efesios 1:20). Dios es santo (Isaías 6:3; 40:25; Habacuc 3:3; 1 Pedro 1:16; Apocalipsis 4:8), lo que significa que está separado y por encima de todo lo que es ordinario, creado y débil, tanto física como moralmente (Génesis 18:27; Job 42:6; Salmos 8:5); su santidad es muestra de su justicia (Isaías 5:6; Ezequiel 28:22), pero también en la fidelidad de su amor (Oseas 11:9) y en la liberación de su pueblo (Isaías 41:14; 43:3).

El amor de Dios está presente en el Antiguo Testamento referido principalmente a Israel (Isaías 43:4; 54:5-8; Jeremías 31:3; Oseas 3:1; 11:1), pero en el Nuevo Testamento es elevado a una afirmación universal (Juan 3:16) y centrado en la obra de Jesucristo (Romanos 5:8; 8:32; 1 Juan 4:9). A tal punto se revela el amor de Dios por todos los hombres (Tito 3:4), que es posible describir a Dios mismo en función del amor (1 Juan 4:8); un amor, sin embargo, que debe entenderse a la luz de la revelación divina y no como la divinidad de cualquier forma de amor.

No han faltado quienes hayan creído ver en la Biblia una variedad de concepciones de Dios, desde un politeísmo primitivo hasta una concepción espiritual y ética. Aunque la compresión de Dios gana en claridad de una sección a otra, hay una notable unidad a través de toda la Escritura en la afirmación de un Dios único, espiritual, todopoderoso, santo, personal y ético en sus relaciones con los hombres; un Dios juez y redentor. La doctrina de la trinidad no se afirma explícitamente en la Biblia, pero desde el comienzo ésta afirma la plenitud y riqueza del ser de Dios, y el Nuevo Testamento amplía las declaraciones sobre la eternidad del Verbo, la preexistencia del Hijo y la divinidad y eternidad del Espíritu.  

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