martes, 10 de diciembre de 2019

TIEMPO DE ORACION



Antes de ser cristiano, tal vez oraste antes de comer o en fiestas religiosas o durante tiempos de crisis. Sin embargo, como creyente, la oración debe ser parte de tu vida. La oración ya no es más una opción sino parte integral de todo lo que haces.

Cuando integres la oración a cada aspecto de tu vida, no siempre veras tus oraciones contestadas de la manera que deseas. Cuando esto sucede, es fácil desanimarse y dejar de orar. Pero Jesús nos ordena orar y nunca abandonar la oración Lucas 18:1. También Pablo instruye a los creyentes que “nunca dejen de orar” 1Tesalonicenses 5:17. Cuando fallamos en orar, perdemos una de las mayores bendiciones de la vida cristiana, la comunión con Dios, la fuente de poder de nuestra vida. Además, estamos en contra de lo que Dios nos ha instruido hacer.

La Biblia da algunas perspectivas de cómo experimentar el poder de la oración en nuestra vida. La siguiente es una lista parcial de lo que debería caracterizar nuestras oraciones como creyentes.

1.      Orar con regularidad. Dios desea escuchar nuestras oraciones durante todo el día, no sólo antes de las comidas o en momentos de dificultad; Hechos 10:2. “varón recto que reverencia a Dios con toda su familia, ya que hacía muchas buenas obras al pueblo y siempre buscaba de Dios”…

2.      Orar sin impedimentos. Los pecados y otras distracciones pueden afectar negativamente tu vida de oración; Lucas 22:39-46. “39Luego salió y se retiró como tenía la costumbre, al monte del Huerto de Los Olivos, y sus discípulos también fueron tras Él. 40Al llegar al lugar, les dijo: Oren para que no entren en tentación. 41Él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba 42diciendo: Padre, si es tu voluntad, pase de mí esta copa. Pero no se haga mí voluntad, sino la tuya. 43Entonces se le apareció un ángel de Cielo para fortalecerlo. 44Y estando con temor oraba con más intensidad, de manera que su sudor era como espesas gotas de sangre. Y se postró en tierra. 45después se levantó de su oración, y se dirigió a sus discípulos, pero los hallo durmiendo a causa de su tristeza. 46Entonces Él les dijo: ¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para que no entren en tentación”.

3.      Ora confiando tener respuesta. La Biblia nos enseña como orar de modo que tengamos la respuesta 1Juan 5:14-15. “14Ésta es la confianza que tenemos en Él: que en todo lo que le pedimos de acuerdo a su voluntad, Él nos escucha. 15Y si estamos convencidos de que Él nos escucha acerca de lo que le pedimos, confiamos en que ya hemos recibido de Él lo que le pedimos”… Orar no es imponer al cielo tu voluntad o deseo. Orar es obtener la voluntad de Dios en la tierra. Orar no es una discusión con Dios donde tratas de persuadirlo para que haga las cosas a tu manera. Orar es una práctica en que el Espíritu de Dios te capacite para vivir a su manera. Orar no es vencer la resistencia de Dios, y obtener su buena voluntad. A veces, nos gusta quedarnos en la parte final de estos versículos. Pero no olvides la primera parte. Primero tienes que “estar en el Cristo” y tener una relación saludable con Él, y marchar siempre hacia adelante. Cuando esto sucede, sabrás que tu voluntad  se pone en línea con la de Él y que tus peticiones serán el reflejo de lo que el Cristo quiere hacer en tu vida y en la de quienes te rodean. Cuando cumplas estos requisitos, puedes estar seguro de que Dios te está escuchando y contestará todas tus oraciones.

4.      Ora con eficacia. La oración puede obrar poderosamente en medio de una crisis, cuando el pueblo de Dios se une y clama a Él; Hechos 12:1-17. 1En ese tiempo el rey Herodes, que tenía por sobrenombre Agripa, aprehendió a algunos de los de la iglesia para maltratarlos, 2matando a espada a Jacobo, hermano de Juan. 3Al ver que esto había agradado a los judíos, también procedió a aprehender a Simón Pedro. Esto sucedió en los días de los panes sin levadura. 4Lo aprehendió y lo puso en prisión entregándolo a dieciséis soldados para que lo custodiaran, para entregarlo al pueblo judío después de la Pascua. 5Y mientras Simón era custodiado en la prisión, la congregación intercedía permanentemente por él ante Dios. 6Y sucedió esa misma noche, casi al amanecer, cuando iban a entregarlo, mientras Simón dormía en medio de dos soldados sujeto con dos cadenas y otros custodiando las puertas de la prisión, 7que se presentó por encima de él un ángel de Yahweh, y resplandeció una luz en todo el edificio, y el ángel tocó a Simón en el costado, y lo despertó, diciéndole: ¡Levántate pronto! Entonces las cadenas cayeron de sus manos. 8luego el ángel le dijo: Ciñe tus lomos y ponte las sandalias. Así lo hiso, y él le dijo nuevamente: Ponte tu manto y sígueme; 9y saliendo él lo seguía, sin saber que lo que sucedía mediante el ángel era verdad, pues él suponía que estaba teniendo una visión. 10Cuando pasó la primera y segunda guardia, llegaron hasta la puerta de hierro, la cual se abrió por sí misma, y cuando salieron, habiendo pasado una calle, el ángel se apartó de él. 11Entonces Simón, comprendiendo, dijo: Ahora sé que Yahweh ha enviado a su ángel y me ha librado de la mano del rey Herodes y de lo que los judíos maquinaban en mi contra. 12Y habiendo entendido esto, fue a casa de Mariam, la madre de Juan, que tenía por sobrenombre Marcos, pues allí estaban reunidos muchos hermanos orando, 13y tocó la puerta del patio, y una criada que cuyo nombre era Rode salió a responderle. 14Y reconociendo la voz de Simón, a causa del gozo no abrió la puerta, sino que se regresó rápidamente, y les dijo: ¡Miren! ¡Simón está a la puerta del patio! 15Ellos le dijeron: Estas muy conmocionada; pero ella afirmaba que así era. Entonces ellos le dijeron: Tal vez es su ángel. 16Pero Simón tocaba la puerta, y cuando ellos salieron y lo vieron, se asombraron. 17Entonces él les hizo señas con la mano para que guardarán silencio, y entró y les narró como el Señor lo había sacado de la prisión, y les dijo: Cuenten a Jacobo y a los hermanos estas cosas. Entonces él salió y se marchó a otro lugar”.

Esta historia ilustra vívidamente como Dios actúa en respuesta a las oraciones de su pueblo. Aunque parecía que no había ninguna esperanza para Pedro, el cuerpo de creyentes hizo todo lo que estaba a su alcance para ayudarlo: clamaron a Dios. ¿Por qué fueron tan efectivas sus oraciones? El secreto se encuentra en el versículo 5. Allí vemos tres pasos básicos que esos cristianos siguieron, en respuesta a lo que parecía ser una situación desesperada.

1.      Dirigieron sus oraciones a Dios. Es irónico, pero nuestras oraciones a menudo contienen poco contenido acerca de Dios mismo. Llenamos nuestra mente con pensamientos acerca de nuestras necesidades en vez de concentrarnos en el Padre celestial. Cuando nos dio la oración del Padrenuestro, Jesús nos animó a considerar con respeto a quien le estamos orando Mateo 6:9-13. Esta actitud te permitirá quitar tus ojos de tu dilema para ponerlos en Jesús y te ayudará a adaptar tu voluntad a la de Él.
2.      Oraron con fervor. Estos creyentes elevaron constantes y fervientes oraciones por Pedro. Otra traducción de este versículo es: “Orar con agonía. Es la misma frase que se usa para describir la oración de Jesús en el jardín de Getsemaní. Sus oraciones tenían intensidad. Muchas de nuestras oraciones carecen de poder porque no ponemos todo el corazón en ellas. Si ponemos poca intensidad en nuestras oraciones, no podemos esperar que Dios ponga mucha intensidad en contestarlas.
3.      Oraron como un cuerpo. Hay poder en la oración unida. Jesús dice en Mateo 18:19 “Les digo otra vez: Si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la Tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, lo tendrán de parte de mí Padre que está en el Cielo”… Lo que Jesús quería decir es, si dos o más personas que comparten la misma carga dada por Dios están seguros de la voluntad de Dios y están de acuerdo con el Espíritu Santo y unos con otros cuando oran, verán resultados extraordinarios.

Alguien dijo una vez: “Satanás tiembla cuando ve al más débil de los santos sobre sus rodillas”. Si tu estas en una mala situación hoy, considera cómo Dios obró a través de las oraciones de aquellos primeros cristianos. No te des por vencido. Si sigues estos principios, veras los resultados a la manera de Dios y en el tiempo de Dios.

5. Ora con persistencia. Dios honra la persistencia; Lucas 18:1-8. 1Les dijo también una parábola para que oraran siempre y no desmayaran, diciendo: 2Había en cierta ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. 3Habíendo también en esa ciudad una viuda que acudía a él, diciendo: (Hazme justicia de mi adversario). 4Y él se estuvo negando por algún tiempo, pero después dijo para sí: (Aunque no temo a Dios ni respeto a hombre alguno, 5no obstante, puesto que esta viuda no deja de importunarme, le haré justicia para que no esté viniendo constantemente a causarme molestias). 6Y nuestro Señor dijo: Presten atención a lo que dijo el juez inicuo. 7¿Y Dios no hará justicia en especial a sus escogidos que lo invocan día y noche, siendo paciente con ellos? 8Les digo que les hará justicia rápidamente. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la Tierra?”. Esta parábola ilustra la necesidad de persistir en la oración. Jesús eligió dos personajes diferentes para esta parábola: una viuda pobre, y un juez corrupto. Estos dos personajes no parecen los apropiados para describir nuestra relación con Dios, pero Jesús desea que observemos varios contrastes interesantes en esta historia.

·         La viuda tenía que ir a un juez corrupto… nosotros podemos ir a nuestro Padre celestial. Efesios 3:14.
·         La viuda era una extranjera… nosotros somos hijos de Dios Juan 1:12.
·         La viuda no tenía acceso al juez… nosotros tenemos acceso constante a Dios Hebreos 10:19.
·         La viuda acudía a la corte legal… nosotros acudimos al trono de la gracia 1Juan 2:1.
·         La viuda tuvo que agotar la paciencia del juez antes de ser escuchada… nosotros sabemos que Dios oye nuestras peticiones Mateo 7:7-11.

            Si esta pobre mujer recibió lo que merecía, ¡Cuánto más recibiremos nosotros de nuestro amado Padre celestial! Como lo ilustra Jesús, la persistencia recompensa. ¡Sigue orando!

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