domingo, 19 de julio de 2015

¿QUIEN ES EL ESPÍRITU SANTO?

   
         El Espíritu Santo es la persona más misteriosa de la trinidad, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo (Jesucristo), y Dios el Espíritu (el Espíritu Santo). A muchos les parece confusa la idea de un Dios en tres personas. Honestamente, nunca vamos a comprender este concepto por completo mientras estemos de este lado del cielo.

         Algunos, equivocadamente, han pensado en el Espíritu Santo como una “cosa” y no como una “persona”. Esto sucede, en parte, por la descripción bíblica que se hace de él cuando se refiere a que es como el viento, o como paloma al descender sobre Jesús, y otras comparaciones que la biblia menciona.


         Sin embargo, estas descripciones deben equilibrarse con la de los otros miembros de la trinidad. Por ejemplo, Jesús se refirió así mismo como «el pan de vida» y «el buen pastor». De la misma manera, Dios el Padre es mencionado como «refugio» y «fuego consumidor». ¿Esto quiere decir que Jesús es un pan o un granjero, o que Dios el Padre es una fortaleza de piedra o un horno de fuego? ¡Por supuesto que no! Estas son solo metáforas usadas en las escrituras para comunicar el carácter de Dios. De la misma manera, las singulares descripciones otorgadas al Espíritu Santo no significan que el Espíritu Santo sea sólo una «fuerza» o un «poder». Jesús dijo lo siguiente acerca del Espíritu Santo: «cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda verdad […] les contará lo que sucederá en el futuro» (Juan.16:13).

13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

 Observe el uso del pronombre él. El Espíritu Santo tiene una personalidad definida y una obra especifica que él quiere cumplir en la vida de los seguidores de Jesús. Exploremos lo que la Biblia dice acerca de él.

1.   A quienes ayuda el Espíritu Santo. El Espíritu santo da fuerza y poder a los seguidores de Cristo (Hechos.2:1-41)

1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
 Primer discurso de Pedro
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
 17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
 18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
 19 Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
 20 El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
 21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
22Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;c 24al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
 26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;
 27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
 28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
29Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
 35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
 36Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.

¿A quiénes ayuda el Espíritu Santo? El Espíritu Santo ha sido dado a todos los creyentes para que profundicen en su vida espiritual, y además capacitarlos para que hagan un impacto en el mundo en favor de Jesucristo. Este pasaje ilustra tres aspectos de la obra extraordinaria del Espíritu Santo en la vida de los creyentes.

1.    El Espíritu Santo lleno a todos los creyentes. En el antiguo Testamento, el Espíritu Santo fue dado a ciertas personas para que hicieran alguna obra específica. Este capítulo indica un cambio en el plan. El Espíritu Santo fue derramado sobre todos los creyentes que estaban ese día en la casa (v.4), y estuvo presente en cada uno de ellos desde ese día en adelante. Dios utilizo este derramamiento del Espíritu para establecer la iglesia y proclamar el mensaje del evangelio alrededor del mundo (lee el v. 39).
2.    El Espíritu Santo dirige la atención al salvador. Observemos que Pedro no hace mención del extraordinario hecho que acaba de suceder, sino que llevaba la atención a la multitud al mensaje de Jesucristo y la necesidad del arrepentimiento. Igualmente, el Espíritu Santo no llama la atención hacia sí mismo, sino sobre el salvador. Cuando él llena por completo tu vida, aumenta de forma radical tu habilidad para compartir el evangelio con otros.
3.    El Espíritu Santo inspiro el mensaje de Pedro. El sermón de Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, llevó a la gente a una decisión: «¿Qué debemos hacer?» (v.37). la gente no fue atraída a Pedro, sino a su mensaje. El Espíritu Santo trabajo poderosamente ese día, y tres mil personas respondieron al mensaje.
     El Espíritu Santo ha sido prometido a todos aquellos que se arrepienten y reciben a Jesús. Mucha gente no comprende bien quien es el Espíritu Santo ni la dimensión de poder que es posible obtener por medio de él. Será de ayuda examinar lo que pasó después que los discípulos recibieron la llenura del Espíritu que Jesús les había prometido (Hch. 1:8).

2.   El Espíritu Santo trabajo con el Padre y con el Hijo. El Espíritu Santo trabaja junto con Dios el Padre y con Jesús, el Hijo de Dios para que nuestra vida agrade a Dios (1 Pedro.1:2)

2elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

El Espíritu Santo tiene el distinguido honor de ser uno de los tres miembros de la Trinidad, siendo los otros dos miembros Dios el Padre y Jesucristo su Hijo, este versículo muestra como  el Espíritu Santo trabaja junto con el Padre y con el Hijo en la vida de un creyente.

·         El Padre nos elige y nos hace sus hijos.
·         Jesús nos redimió, muriendo por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
·         El Espíritu Santo nos lleva al Señor y continúa trabajando en nosotros para que agrademos a Dios.
Los tres miembros de la Trinidad trabajan en armonía para llevarnos a una relación con Dios. Por esta razón vemos que el Espíritu Santo es, sin duda, una parte integral de lo que llamamos la «deidad».

3.   Por qué Dios nos da el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo en nuestra vida es la marca de propiedad de Dios (Efesios. 12:13-14) 

13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Se podría decir que el Espíritu Santo es nuestra «marca de fábrica» como cristianos. En este texto vemos tres razones específicas por las cuales Dios da el Espíritu Santo.
a.    El espíritu Santo es una promesa. La escritura nos recuerda que Dios ha prometido enviar al Espíritu Santo a todos aquellos que oyen las nuevas  del evangelio y reciben a Cristo como salvador.
b.    El Espíritu Santo es un sello. El Espíritu Santo sirve como una marca de propiedad, que demuestra que perteneces a Dios.
c.    El Espíritu Santo es una garantía. El Espíritu Santo representa también la «prueba» de Dios que nos conducirá a nuestra herencia espiritual final. Esta palabra podría traducirse también como «primera cuota» o «deposito» y significa que su sello en nuestra vida  ¡es un anticipo de mucho más que está por venir!
Dios nos da el Espíritu Santo no sólo para capacitarnos para vivir la vida cristiana, sino para mostrarnos que somos valiosos para él.

4.   Cómo trabaja el Espíritu Santo en nuestra vida.  El Espíritu Santo nos acerca a Cristo, entra en nuestra vida al momento de la conversión y nos llena de poder mientras le dejamos actuar en nuestra vida (Juan. 14:15-17)

15Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:  17el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.


5.   Cuando se peca contra el Espíritu Santo. Existen seis maneras especificas en las que podemos pecar contra el Espíritu Santo (Hechos. 5:1-10)
1Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
7Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

Una de las maneras en que la Biblia sostiene el concepto de que el espíritu Santo es una persona de la Trinidad, y no solamente una fuerza, es mostrando como se puede pecar contra él. Es importante comprender que el espíritu Santo es, en realidad, Dios en acción, y que pecar contra él es pecar contra Dios. En este pasaje podemos ver en que consiste pecar contra el Espíritu Santo. Pero otros pasajes nos enseñan que hay por lo menos cinco maneras más de pecar contra el Espíritu Santo.

a.    Mentirle al Espíritu Santo. Ananías y Safira le mintieron al Espíritu Santo, pues fingían estar dedicados a Dios cuando no era así. Hoy la gente continúa haciéndolo, actuando de una manera «espiritual» pero sin sentirlo realmente en su corazón.
b.    Entristecer al Espíritu Santo. Sólo los creyentes pueden entristecer al Espíritu Santo (Efesios.4:30)

30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

Entristecemos al Espíritu Santo cuando albergamos en nuestro corazón irá, ofendemos a otros, o hacemos cosas que sabemos están en contra de la nueva naturaleza que ya está en nosotros.
c.    Apagar el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo nos convence de algo que debemos cambiar en nuestra vida y no hacemos caso de su solicitud, apagamos su poder dentro de nosotros (1 Tesalonicenses. 5:19)

19No apaguéis al Espíritu. Está todavía en nuestro interior, pero no le damos completo control.

d.   Resistir al espíritu Santo. Cuando Esteban, el primer mártir cristiano de la historia, habló a sus perseguidores, compartió el mensaje de Jesucristo y terminó con estas palabras: «¡Pueblo terco! Ustedes son paganos de corazón y sordos a la verdad. ¿Se resistirán para siempre al Espíritu Santo?» (Hechos.7:51).

51¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.

La gente que comete este pecado sabe que el Espíritu Santo está tratando de conducirlos a Jesús, pero su orgullo les impide reconocer a Cristo como Señor y salvador. El peligro con este pecado es que cada vez que una persona resiste al Espíritu Santo de Dios, se le hace cada vez más difícil conocer a cristo.
e.    Insultar al Espíritu Santo. Insultar al Espíritu Santo significa considerar «la sangre del pacto la cual nos hizo santos como si fuera algo vulgar e inmundo» (Hechos.10:29).

29por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?

Miami Quien comete este pecado desprecia el gran precio que Jesús pagó en la cruz del calvario. Esta persona ha rechazado aceptar el inmenso don de la salvación que Dios le ha ofrecido.
f.     Blasfemar contra el Espíritu Santo. Los pecados mencionados anteriormente, resistir e insultar al Espíritu Santo, puede llevar a lo que se llama «el pecado imperdonable», es decir la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo.12:31-32)

31Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

Debido a que la Biblia dice que Jesús es el único camino de salvación y que la obra inicial del Espíritu santo sobre nosotros como no creyentes es atraernos a Cristo, blasfemar contra el Espíritu Santo es rechazar a Jesús como Señor y salvador. Este es el punto sin retorno. Cada vez que una persona resiste al Espíritu Santo y lo insulta, se acerca más a cometer este pecado.


6.   Por qué los cristianos necesitan el Espíritu Santo. Es imposible vivir la vida cristiana sin la ayuda del Espíritu Santo (Gálatas.5:16-26)

16Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otro

Este texto habla de cuatro razones por las cuales necesitamos que el Espíritu Santo tome completo control de nuestra vida como creyentes:

1.    El Espíritu Santo nos ayuda a dominar nuestra naturaleza pecaminosa. El Espíritu Santo nos ayudará a tomar las decisiones correctas si escuchamos su consejo.
2.   El Espíritu Santo nos habilita para seguir las órdenes de Dios. El Espíritu Santo nos da el poder para vivir dentro de las ordenanzas de Dios. Si escuchamos y seguimos sus consejos, no tendremos que esforzarnos a obedecer al Señor, porque desearemos obedecerlo.
3.   El Espíritu Santo produce cualidades santas en nuestras vidas. Cuando vivimos por el Espíritu Santo, él desarrolla en nosotros cualidades santas. (conocidas como el fruto del Espíritu).
4.   El Espíritu Santo nos anima a buscar la aprobación de Dios por encima de la del hombre. Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo buscaremos la gloria de Dios en lugar de la nuestra.

En esencia, el Espíritu Santo capacita a los cristianos a vivir de manera agradable a Dios, algo que es imposible hacer por nosotros mismos. Él hace que el seguir a Cristo sea más que un gozo un deber.

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