El Espíritu Santo es la persona más
misteriosa de la trinidad, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo
(Jesucristo), y Dios el Espíritu (el Espíritu Santo). A muchos les parece
confusa la idea de un Dios en tres personas. Honestamente, nunca vamos a
comprender este concepto por completo mientras estemos de este lado del cielo.
Algunos, equivocadamente, han pensado
en el Espíritu Santo como una “cosa” y no como una “persona”. Esto sucede, en
parte, por la descripción bíblica que se hace de él cuando se refiere a que es
como el viento, o como paloma al descender sobre Jesús, y otras comparaciones
que la biblia menciona.
Sin embargo, estas descripciones deben
equilibrarse con la de los otros miembros de la trinidad. Por ejemplo, Jesús se
refirió así mismo como «el pan de vida» y
«el buen pastor». De la misma manera, Dios el Padre es mencionado como «refugio» y «fuego consumidor». ¿Esto
quiere decir que Jesús es un pan o un granjero, o que Dios el Padre es una
fortaleza de piedra o un horno de fuego? ¡Por supuesto que no! Estas son solo
metáforas usadas en las escrituras para comunicar el carácter de Dios. De la
misma manera, las singulares descripciones otorgadas al Espíritu Santo no
significan que el Espíritu Santo sea sólo una «fuerza» o un «poder». Jesús dijo lo siguiente acerca del Espíritu
Santo: «cuando venga el Espíritu de
verdad, él los guiará a toda verdad […] les contará lo que sucederá en el
futuro» (Juan.16:13).
13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir.
Observe el uso del pronombre él. El Espíritu Santo tiene una
personalidad definida y una obra especifica que él quiere cumplir en la vida de
los seguidores de Jesús. Exploremos lo que la Biblia dice acerca de él.
1.
A
quienes ayuda el Espíritu Santo.
El Espíritu santo da fuerza y poder a los seguidores de Cristo (Hechos.2:1-41)
1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del
cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados;
3y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos
del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en
Jerusalén judíos, varones piadosos,
de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y
estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados,
diciendo: Mirad, ¿no
son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar
cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos,
elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el
Ponto y en Asia,
10en Frigia y Panfilia,
en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto
judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en
nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos,
diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Primer discurso de Pedro
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los
once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones
judíos, y todos los que
habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd
mis palabras.
15Porque éstos no están ebrios, como
vosotros suponéis,
puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta
Joel:
17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda
carne,
Y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros
jóvenes verán visiones,
Y
vuestros ancianos soñarán sueños;
18 Y de cierto sobre mis
siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
19 Y daré prodigios arriba en
el cielo,
Y
señales abajo en la
tierra,
Sangre
y fuego y vapor de humo;
20 El sol se convertirá en tinieblas,
Y
la luna en sangre,
Antes
que venga el día
del Señor,
Grande
y manifiesto;
21 Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor,
será salvo.
22Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios
entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por
medio de él, como vosotros
mismos sabéis; 23a éste, entregado por el
determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis
por manos de inicuos, crucificándole;c 24al cual Dios levantó, sueltos los dolores
de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de
mí;
Porque
está a mi diestra, no seré conmovido.
26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,
Y
aun mi carne descansará
en esperanza;
27 Porque no dejarás mi alma en el
Hades,
Ni
permitirás que tu Santo vea
corrupción.
28 Me hiciste conocer
los caminos de la vida;
Me
llenarás de gozo con tu
presencia.
29Varones hermanos, se
os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y
su sepulcro está
con nosotros hasta el día
de hoy. 30Pero siendo profeta,
y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en
cuanto a la carne, levantaría
al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su
alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual
todos nosotros somos testigos.
33Así que, exaltado por la
diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha
derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo
el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
35 Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies.
36Sepa, pues, ciertísimamente toda la
casa de Israel, que a este Jesús
a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
37Al oír esto, se
compungieron de corazón,
y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros
es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos
el Señor nuestro Dios
llamare. 40Y con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa
generación. 41Así que, los que
recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas.
¿A quiénes ayuda el Espíritu
Santo? El Espíritu Santo ha sido dado a todos los creyentes para que
profundicen en su vida espiritual, y además capacitarlos para que hagan un
impacto en el mundo en favor de Jesucristo. Este pasaje ilustra tres aspectos
de la obra extraordinaria del Espíritu Santo en la vida de los creyentes.
1. El
Espíritu Santo lleno a todos los creyentes. En el antiguo Testamento, el Espíritu Santo fue
dado a ciertas personas para que hicieran alguna obra específica. Este capítulo
indica un cambio en el plan. El Espíritu Santo fue derramado sobre todos los
creyentes que estaban ese día en la casa (v.4), y estuvo presente en cada uno
de ellos desde ese día en adelante. Dios utilizo este derramamiento del
Espíritu para establecer la iglesia y proclamar el mensaje del evangelio
alrededor del mundo (lee el v. 39).
2. El
Espíritu Santo dirige la atención al salvador. Observemos que Pedro no hace
mención del extraordinario hecho que acaba de suceder, sino que llevaba la
atención a la multitud al mensaje de Jesucristo y la necesidad del arrepentimiento.
Igualmente, el Espíritu Santo no llama la atención hacia sí mismo, sino sobre
el salvador. Cuando él llena por completo tu vida, aumenta de forma radical tu
habilidad para compartir el evangelio con otros.
3. El
Espíritu Santo inspiro el mensaje de Pedro. El sermón de Pedro, inspirado por el Espíritu
Santo, llevó a la gente a una decisión: «¿Qué debemos hacer?» (v.37). la gente
no fue atraída a Pedro, sino a su mensaje. El Espíritu Santo trabajo
poderosamente ese día, y tres mil personas respondieron al mensaje.
El Espíritu Santo ha sido prometido a todos
aquellos que se arrepienten y reciben a Jesús. Mucha gente no comprende bien
quien es el Espíritu Santo ni la dimensión de poder que es posible obtener por
medio de él. Será de ayuda examinar lo que pasó después que los discípulos
recibieron la llenura del Espíritu que Jesús les había prometido (Hch. 1:8).
2.
El
Espíritu Santo trabajo con el Padre y con el Hijo.
El Espíritu
Santo trabaja junto con Dios el Padre y con Jesús, el Hijo de Dios para que
nuestra vida agrade a Dios (1 Pedro.1:2)
2elegidos según la presciencia de Dios Padre en
santificación
del Espíritu,
para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean
multiplicadas.
El Espíritu Santo
tiene el distinguido honor de ser uno de los tres miembros de la Trinidad, siendo
los otros dos miembros Dios el Padre y Jesucristo su Hijo, este versículo muestra
como el Espíritu Santo trabaja junto con
el Padre y con el Hijo en la vida de un creyente.
·
El
Padre nos elige y nos hace sus hijos.
·
Jesús
nos redimió, muriendo por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
·
El
Espíritu Santo nos lleva al Señor y continúa trabajando en nosotros para que
agrademos a Dios.
Los tres miembros de la
Trinidad trabajan en armonía para llevarnos a una relación con Dios. Por esta razón
vemos que el Espíritu Santo es, sin duda, una parte integral de lo que llamamos
la «deidad».
3.
Por
qué Dios nos da el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo en
nuestra vida es la marca de propiedad de Dios (Efesios. 12:13-14)
13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación,
y habiendo creído
en él,
fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa,
14que
es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.
Se podría decir que el Espíritu
Santo es nuestra «marca de fábrica»
como cristianos. En este texto vemos tres razones específicas por las cuales
Dios da el Espíritu Santo.
a.
El
espíritu Santo es una promesa. La
escritura nos recuerda que Dios ha prometido enviar al Espíritu Santo a todos
aquellos que oyen las nuevas del
evangelio y reciben a Cristo como salvador.
b.
El
Espíritu Santo es un sello.
El Espíritu Santo sirve como una marca de propiedad, que demuestra que
perteneces a Dios.
c.
El
Espíritu Santo es una garantía. El
Espíritu Santo representa también la «prueba» de Dios que nos
conducirá a nuestra herencia espiritual final. Esta palabra podría traducirse
también como «primera cuota» o «deposito» y significa que su sello en nuestra
vida ¡es un anticipo de mucho más que está
por venir!
Dios nos da el Espíritu Santo
no sólo para capacitarnos para vivir la vida cristiana, sino para mostrarnos
que somos valiosos para él.
4.
Cómo
trabaja el Espíritu Santo en nuestra vida. El
Espíritu Santo nos acerca a Cristo, entra en nuestra vida al momento de la
conversión y nos llena de poder mientras le dejamos actuar en nuestra vida (Juan.
14:15-17)
15Si
me amáis,
guardad mis mandamientos.
16Y yo rogaré al Padre, y os dará
otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el mundo
no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará
en vosotros.
5.
Cuando
se peca contra el Espíritu Santo. Existen
seis maneras especificas en las que podemos pecar contra el Espíritu Santo (Hechos.
5:1-10)
1Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió
una heredad,
2y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies
de los apóstoles. 3Y
dijo Pedro: Ananías,
¿por
qué
llenó
Satanás
tu corazón
para que mintieses al Espíritu
Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida,
¿no
estaba en tu poder? ¿Por
qué
pusiste esto en tu corazón?
No has mentido a los hombres, sino a Dios.
5Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre
todos los que lo oyeron.
6Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
7Pasado
un lapso como de tres horas, sucedió
que entró
su mujer, no sabiendo lo que había
acontecido.
8Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y
ella dijo: Sí, en tanto.
9Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que
han sepultado a tu marido, y te sacarán
a ti.
10Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes,
la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.
Una
de las maneras en que la Biblia sostiene el concepto de que el espíritu Santo
es una persona de la Trinidad, y no solamente una fuerza, es mostrando como se
puede pecar contra él. Es importante comprender que el espíritu Santo es, en
realidad, Dios en acción, y que pecar
contra él es pecar contra Dios. En este pasaje podemos ver en que consiste
pecar contra el Espíritu Santo. Pero otros pasajes nos enseñan que hay por lo
menos cinco maneras más de pecar contra el Espíritu Santo.
a. Mentirle
al Espíritu Santo. Ananías y Safira le mintieron al Espíritu
Santo, pues fingían estar dedicados a Dios cuando no era así. Hoy la gente
continúa haciéndolo, actuando de una manera «espiritual» pero sin sentirlo
realmente en su corazón.
b.
Entristecer al Espíritu Santo. Sólo
los creyentes pueden entristecer al Espíritu Santo (Efesios.4:30)
30Y
no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
Entristecemos al Espíritu Santo
cuando albergamos en nuestro corazón irá, ofendemos a otros, o hacemos cosas
que sabemos están en contra de la nueva naturaleza que ya está en nosotros.
c.
Apagar el Espíritu Santo. Cuando
el Espíritu Santo nos convence de algo que debemos cambiar en nuestra vida y no
hacemos caso de su solicitud, apagamos su poder dentro de nosotros (1 Tesalonicenses.
5:19)
19No
apaguéis al Espíritu. Está
todavía en nuestro interior, pero no le damos completo control.
d.
Resistir al espíritu Santo. Cuando Esteban,
el primer mártir cristiano de la historia, habló a sus perseguidores, compartió
el mensaje de Jesucristo y terminó con estas palabras: «¡Pueblo terco! Ustedes son
paganos de corazón y sordos a la verdad. ¿Se resistirán para siempre al Espíritu
Santo?» (Hechos.7:51).
51¡Duros
de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
La gente que comete este pecado sabe
que el Espíritu Santo está tratando de conducirlos a Jesús, pero su orgullo les
impide reconocer a Cristo como Señor y salvador. El peligro con este pecado es
que cada vez que una persona resiste al Espíritu Santo de Dios, se le hace cada
vez más difícil conocer a cristo.
e. Insultar
al Espíritu Santo.
Insultar
al Espíritu Santo significa considerar «la
sangre del pacto la cual nos hizo santos como si fuera algo vulgar e inmundo»
(Hechos.10:29).
29por lo cual, al ser llamado, vine
sin replicar. Así
que pregunto: ¿Por
qué
causa me habéis
hecho venir?
Miami
Quien comete este pecado desprecia el gran precio que Jesús pagó en la cruz del
calvario. Esta persona ha rechazado aceptar el inmenso don de la salvación que
Dios le ha ofrecido.
f.
Blasfemar contra el Espíritu Santo. Los pecados mencionados
anteriormente, resistir e insultar al Espíritu Santo, puede llevar a lo que se
llama «el pecado imperdonable», es
decir la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo.12:31-32)
31Por tanto os digo: Todo pecado y
blasfemia será
perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32A cualquiera que dijere alguna
palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni
en este siglo ni en el venidero.
Debido a que la Biblia dice que Jesús
es el único camino de salvación y que la obra inicial del Espíritu santo sobre
nosotros como no creyentes es atraernos a Cristo, blasfemar contra el Espíritu
Santo es rechazar a Jesús como Señor y salvador. Este es el punto sin retorno. Cada
vez que una persona resiste al Espíritu Santo y lo insulta, se acerca más a
cometer este pecado.
6.
Por
qué los cristianos necesitan el Espíritu Santo. Es imposible vivir la vida
cristiana sin la ayuda del Espíritu Santo (Gálatas.5:16-26)
16Digo,
pues: Andad en el Espíritu,
y no satisfagáis
los deseos de la carne.
17Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu,
y el del Espíritu
es contra la carne; y éstos
se oponen entre sí,
para que no hagáis
lo que quisiereis.
18Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley.
19Y
manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.
22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe,
23mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.
24Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25Si
vivimos por el Espíritu,
andemos también
por el Espíritu. 26No
nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otro
Este texto habla de cuatro
razones por las cuales necesitamos que el Espíritu Santo tome completo control
de nuestra vida como creyentes:
1.
El
Espíritu Santo nos ayuda a dominar nuestra naturaleza pecaminosa. El Espíritu Santo nos ayudará a
tomar las decisiones correctas si escuchamos su consejo.
2. El Espíritu Santo nos habilita
para seguir las órdenes de Dios. El
Espíritu Santo nos da el poder para vivir dentro de las ordenanzas de Dios. Si escuchamos
y seguimos sus consejos, no tendremos que esforzarnos a obedecer al Señor,
porque desearemos obedecerlo.
3. El Espíritu Santo produce
cualidades santas en nuestras vidas. Cuando vivimos por el Espíritu Santo, él
desarrolla en nosotros cualidades santas. (conocidas como el fruto del Espíritu).
4. El Espíritu Santo nos anima a
buscar la aprobación de Dios por encima de la del hombre. Cuando nos dejamos guiar por el
Espíritu Santo buscaremos la gloria de Dios en lugar de la nuestra.
En esencia, el Espíritu Santo
capacita a los cristianos a vivir de manera agradable a Dios, algo que es
imposible hacer por nosotros mismos. Él hace que el seguir a Cristo sea más que
un gozo un deber.
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