Como cristiano, es muy importante recordar que eres un representante de Cristo. Una de las formas más visibles en que lo representas es con tu manera de hablar o con tus conversaciones. Se ha dicho que cada persona habla unas treinta mil palabras en un día promedio. Esto es un tiempo considerable, cuando se sabe el poder que tiene la palabra hablada. Con nuestra lengua podemos edificar o destruir. Esto debe motivarnos a pensar las palabras antes de decirlas.
La Biblia comparte
algunos consejos prácticos cuando se trata de controlar la lengua. Veamos
algunos pasajes Bíblicos de la escritura para guiarnos en este asunto.
1. PIENSA
ANTES DE HABLAR.
Cuando mides tus palabras demuestras que eres una persona sabia y cuidadosa (1
Timoteo 4:12)
Que
nadie subestime tu juventud, sino sé ejemplo para los creyentes en palabra, en
comportamiento, en amor, en fe y en pureza.
2. CONTROLA
TU LENGUA.
Cuando aprendas a controlar tu lengua aprenderás a controlar otros aspectos de
tu vida (Santiago. 3: 1-12)
1
No haya muchos maestros entre ustedes, hermanos míos, sino sepan que seremos
acreedores de mayor juicio.
2
Porque todos nosotros ofendemos en muchas formas, y todo el que no ofende con
lo que habla, este es hombre maduro, que puede sujetar también todo su cuerpo.
3
Porque he aquí, nosotros ponemos freno en el hocico de los caballos para que
nos obedezcan y de este modo dirigimos todo su cuerpo.
4
También las grandes naves, aunque son impulsadas por vientos impetuosos, son
guiados mediante un timón muy pequeño por donde quiere el piloto.
5
De igual forma, también la lengua, siendo un pequeño miembro, se jacta de sí
misma. Así también un poco de fuego incendia grandes bosques.
6
Así pues, la lengua es un fuego, y el mundo de pecado es como un bosque, y el mundo de pecado es como un
bosque, y la lengua, al estar entre nuestros miembros, contamina todo nuestro
cuerpo e inflama nuestra descendencia, la cual avanza como ruedas, y al igual
que el fuego, quema.
7
Porque todo género de bestia, de aves y de reptiles, marinos y terrestres, está
sometido a la naturaleza del género humano,
8
Pero ningún hombrees capaz de dominar la lengua. Este es un mal que cuando no
se refrena, está lleno de veneno mortífero.
9
Con ella bendecimos al Señor y Padre, y también con ella maldecimos a los
hombres, hechos a la semejanza de Dios.
10
De una misma boca proceden maldiciones y bendiciones. Esto no debe ser así,
hermanos míos.
11
¿O puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y amarga?
12
Hermanos míos, ¿acaso puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Del
mismo modo, tampoco de una fuente de agua salada puede brotar agua dulce.
Tal vez no necesitabas cambiar tu
estilo de vida antes de recibir a Cristo, pero ahora que lo has recibido, tu
vida debe mostrar cambios. Si esto no ocurre, se podría dudar si Cristo ha
llegado realmente a tu vida. El modo en que vives refleja lo que crees. Como
dijo Juan el Bautista: “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido
de sus pecados y han vuelto a Dios” (Lucas.3:8).
Santiago, en los
versículos 15 y 16 nos da otra razón importante para respaldar nuestra fe con
acciones: se nos hará más fácil compartir nuestra fe con otros. Cuando la gente
ve que tenemos genuino interés en ellos como personas, están mucho más
dispuestos a escucharnos. ¿Puede la gente ver a Jesús en la forma en que vives?
Si no es así, ha llegado el momento de que pongas a Jesús como el “Piloto” de
tu vida.
3. EVITA
TODA PALABRA INÚTIL. Somos
responsables de cada palabra vana que hablamos (Mateo.12:35-37).
El
hombre bueno, saca buenas cosas de los buenos tesoros, pero el hombre malo,
saca cosas malas delos malos tesoros.
Y
yo les digo que los hombres darán cuenta en el día del juicio de cualquier
palabra vana que hablen,
Porque
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
El versículo 34 dice: “¡Camada de víboras! ¿Cómo pueden
hablar cosas buenas siendo malos? Porque de lo que abunde en el corazón hablará
la boca.” Tu hablar refleja la condición de tu corazón. Tu corazón
representa tus pensamientos más íntimos, tus deseos y tus emociones, si tu
corazón está lleno de amargura, tu modo de hablar expresará lo que hay en él.
Si está lleno del amor de Dios, tus palabras mostrarán ese amor. Si tomamos
seriamente la advertencia de Jesús acerca de ser responsables de nuestras
palabras inútiles, no sólo debemos pensar nuestras palabras sino también
examinar a fondo nuestro corazón, que es la fuente de nuestro hablar. Aquí hay
una buena regla para aplicar antes de hablar.
1.
¿Es
verdad?
2.
¿Puede
ayudar?
3.
¿Inspira?
4.
¿Es
necesario?
5.
¿Es
amable?
Si el contenido de
lo que vas a decir no pasa esta prueba de cinco preguntas, realmente no
necesitas decirlo. De otra manera tendrás que responder por tus palabras cuando
estés delante del Señor.
4.
HAZ UN HÁBITO HABLAR
DEL SEÑOR. Cuando
hablamos con alguien acerca del Señor y sus bendiciones, Dios se agrada (Hechos.11:20)
No obstante, había
algunos entre ellos de Chipre y de Cirene que entraron en Antioquía y hablaron
a los griegos y les anunciaron las buenas nuevas de nuestro Señor Jesús.
5.
MANTÉN TU
CONVERSACIÓN AFABLE. Cuando
compartimos nuestra fe con otros, debemos hablar con gentileza y sensibilidad
(Colosenses.4:6)
y
su forma de expresarse sea siempre con gracia, como si estuviera sazonada con
sal, y sepan de qué modo deben contestar a cada uno.
Testificar
a otros acerca del Señor al principio puede resultar incómodo. Nunca sabemos
qué clase de respuesta vamos a recibir. Pero si sigues los tres pasos dados en
este pasaje, serás mucho más efectivo al compartir tu fe:
1.
Da la buena noticia.
Concentra
tu conversación en el sencillo mensaje del evangelio: 1) La humanidad está
separada de Dios a causa del pecado; 2) Dios envió a su Hijo, Jesucristo, a
morir en la cruz y pagar el precio por nuestros pecados; y 3) debemos
apartarnos del pecado, recibir a Cristo como nuestro salvador y Señor, y
seguirlo. Así seremos perdonados y
podremos tener una buena relación con Dios.
2.
Sé sabio cuando
compartas tu fe. Usa
discernimiento. No hables de Cristo si te das cuenta de que la otra persona no
tiene interés, pero no cortes la conversación si ves que esta sinceramente
interesada. Recuerda que es Dios quien suaviza el corazón de una persona. Tú
sólo presentas el mensaje.
3.
Procura que tu
conversación sea agradable y sensible. No confíes en argumentos
rebuscados para demostrar lo que dices. Deja que el amor de Cristo brille en ti
cuando hablas. Una traducción de este versículo dice que tu hablar “sea
sazonado con sal”. En otras palabras, has que la otra persona sienta sed de
saber más acerca de Jesucristo.
Jesús
comunicó su mensaje de una manera única a cada individuo. Nosotros debemos
hacer lo mismo. Cuanto más compartimos nuestra fe, más fácil nos resulta
hacerlo.
6.
NUNCA
USES UN LENGUAJE VULGAR. Nuestras conversaciones necesitan reflejar la
santidad de Dios, no las groserías del mundo (1Pedro.3:10)
…Por
tanto, EL QUE ANHELE VIDA Y QUIERA VER DÍAS BUENOS, REFRENE SU LENGUA DEL MAL,
Y SUS LABIOS DE HABLAR ENGAÑO…
Una de las cosas que definitivamente
debe cambiar cuando venimos a Cristo es nuestro modo de hablar. Si continuamos
usando en vano el nombre de Dios o seguimos repitiendo chistes vulgares, algo
no anda bien. Efesios.4:29 dice: “ninguna
palabra obscena salga de su boca, sino la que sea útil para edificación, para
que impartan gracia a los oyentes” Eso incluye el lenguaje vulgar. Cuando
somos diferentes en la forma en que hablamos o al vocabulario de la gente que
está a nuestro alrededor, dejamos una mala imagen respecto al Señor y
permitimos que el pecado continúe su obra destructiva.
Si sabes que esto es un problema
difícil para ti, entrégalo a Dios y el empezará a limpiar tus pensamientos.
Entonces reemplaza intencionalmente el lenguaje grosero con alabanzas y
agradecimiento a Dios por su bondad. Cuando te enfoques en la bondad de Dios,
tu mente tendrá menos pensamientos perversos y obscenos de este mundo.
7.
PIENSA EN CÓMO
ALENTAR, ELOGIAR Y EDIFICAR A OTROS. Como cristiano, debes hablar de
manera constructiva (1Tesalonicenses.5:11)
Por
esta razón, anímense unos a otros, y edifíquense unos a otros tal como lo están
haciendo.
Las palabras que diriges a otros,
¿benefician y dejan una impresión positiva en aquellos a quienes hablas? En
este pasaje, Pablo insiste en la importancia de hablar con integridad. Las
siguientes son tres ideas de este pasaje que te ayudarán a hacer tu
conversación más significativa:
1.
No digas malas
palabras. Como
cristianos, tu hablar debe ser positivo y edificante, no vulgar y obsceno. Esta
manera de hablar aleja la atención de Cristo y no edifica a otros.
2.
Escucha antes de
hablar.
No simules estar interesado, escucha realmente. No sabrás que decirle a una
persona menos que entiendas bien sus necesidades, sus preguntas y sentimientos.
Santiago nos instruye a ser rápidos para escuchar y lentos para hablar
(Santiago.1:19)
…Por
tanto, cada uno de ustedes, amados hermanos míos, sea presto para escuchar,
tardo para hablar y tardo para la ira,…
3. Esfuérzate
en honrar a Cristo en todo lo que digas. La mejor manera de bendecir o
alentar a otros con nuestra conversación es dirigirlos a nuestro salvador. Este
versículo se ha traducido como “usar las palabras apropiadas para cada ocasión
y que puedan ser instrumentos para que Dios traiga bendición a otros”. Por
ejemplo, cuando alguien te comparte alguna preocupación que está enfrentando,
aprovecha la oportunidad para darle, de alguna manera, la esperanza que
Jesucristo le ofrece.
Desgraciadamente,
debido a nuestra vida ocupada y agitada, la calidad de la conversación se ve afectada. Nuestras conversaciones giran
sobre temas “superficiales”, tales como el tiempo, las actividades deportivas,
los asuntos del trabajo o las noticias del día. Pero como cristianos tenemos
que hacer un esfuerzo adicional para que sean más significativas, de modo que
aquellos que nos oyen sean alentados y edificados por lo que decimos. Los que
sigan este consejo de Pablo, no sólo desarrollan amistades más profundas, sino
que también serán testigos eficaces para el Señor.
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