Apocalipsis 3:14-22.
La
Iglesia rechazada (Siglo XX d.C.)
Laodicea recibió su nombre de Laodicea,
esposa de Antíoco II, el monarca Sirio. Quedaba cerca de Colosas y los
cristianos de allí recibieron una carta de Pablo. Cuatro referencias en
Colosenses (2:1-3; 4:13, 15, 16) prueban que el apóstol Pablo estaba
familiarizado con la iglesia de Laodicea. La ciudad misma era un gran centro
bancario;
También era famosa por la
ropa de lana negra satinada que se fabricaba y tenía una gran escuela de
medicina, notable por su polvo utilizado en curas oftálmicas (vea 3:18). Sin
embargo, la fama y el esplendor de Laodicea han caído hasta el polvo, porque la
ciudad es ahora un escenario de ruinas y desolación.
El nombre
"Laodicea" es altamente sugestivo. Significa "Derecho del
pueblo", "gobierno del pueblo" o "democracia". Se dice
que la iglesia es "de ellos". No sólo es la iglesia que está en
Laodicea, sino que es propiedad de Laodicea. Era una iglesia de ellos, no del
Señor: "La iglesia de los laodicenses." La autoridad de Cristo había
sido puesta a un lado y sustituida por la decisión de una membresía no
regenerada, lo que sugiere el estado de la Iglesia profesante antes del rapto.
La parte más importante para
los cristianos en el estudio de Apocalipsis es la sección de las cartas a las
siete iglesias (capítulos 2 y 3 del Apocalipsis). Estas interesantes cartas
abarcan casi la octava parte del libro. Que Dios nos dé de su gracia para
prestarle atención reverente al mensaje de las mismas. Aunque estemos muy
ansiosos por entrar a la parte especialmente profética y más espectacular de
Apocalipsis (del capítulo 4 en adelante), no caigamos en el error de querer
dominar otras dispensaciones sin prestarle la debida atención a la dispensación
de la gracia, que es la nuestra en la era actual o era de la Iglesia. Siempre
tenemos una gran tendencia a tratar sólo superficialmente con "las cosas
que son".
Las cartas de Cristo
dictadas desde el cielo a las siete iglesias forman una sección sobre la cual
se ha escrito más que sobre cualquier otro pasaje del Apocalipsis. Debe hacerse
mención especial de la clásica obra monumental escrita por William Ramsay,
titulada The Seven Chwches (Las siete iglesias). También debemos mencionar el
libro de estudio de Thomas Cosmades, titulado Nothing Beside Remains (No queda
nada más). Entre los excelentes expositores que han estudiado específicamente
el Apocalipsis están Abraham Kuyper, Walter Scott, William Neweil, A. Rice y
Christina Rossetti. Ellicott y Matthew Henry hacen un buen estudio del
Apocalipsis en sus presentaciones bíblicas generales.
Hay varias características
comunes esenciales en las cartas a las siete iglesias. En primer lugar, los
diversos aspectos del retrato de Cristo que se nos presenta en el primer
capítulo, están parcelados y distribuidos entre las iglesias, con la adaptación
de una designación específica para cada una de las iglesias. Cristo habló de
"mi Iglesia" en Mateo 16:18, y sus siete cartas comprueban que
efectivamente, Él es la cabeza de la Iglesia y por este motivo está interesado
en su bienestar espiritual.
Otra característica notable
es el abundante uso del número siete. No sólo tenemos siete iglesias, sino que
las declaraciones y las exhortaciones dirigidas a ellas se repiten también
siete veces. Encontramos un séptuple yo sé y un séptuple el Espíritu dice.
También hay un séptuple mensaje para los vencedores, que es suficiente para
satisfacer a cualquier creyente que tenga el deseo de aplicar la verdad a su
propio corazón. Las aplicaciones generales y personales de cada carta están
indicadas con dos frases: "a la iglesia" y "el que tenga
oídos".
Estas cartas fueron enviadas
a iglesias reales de la época de Juan. Si bien ellas representan a la Iglesia
universal, cada una de estas asambleas es considerada como una entidad con sus
propias bases y suficientemente diferente como para que el Señor la visite y
examine. Estas iglesias no eran siete en una (como los atributos multiformes
del Espíritu Santo, presentados como los siete Espíritus); por el contrario,
cada iglesia era responsable independientemente ante el Señor, quien gobierna y
controla a la Iglesia como un todo. Cada iglesia estaba obligada a andar en la
luz, como Él está en la luz. Toda la revelación iba dirigida no sólo a las siete
iglesias mencionadas por nombre sino a todas las iglesias existentes en ese
tiempo (2:23) y hasta el rapto.
El alcance de las cartas.
Los lectores inmediatos del
Apocalipsis iban a ser los miembros de las siete iglesias de Asia Menor, desde
donde se había extendido el Evangelio hacia el oriente y hacia el occidente. No
es que los miembros de estas iglesias supieran algo acerca de los períodos
sucesivos de la historia de la Iglesia, como nosotros. Estas cartas fueron
dirigidas a ellos y han de haber tenido un efecto humillante.
¿Por qué fueron
seleccionadas estas siete iglesias? Sólo dos de ellas se mencionan en las
epístolas de Pablo (Efeso y Laodicea). Se excluyen del grupo las iglesias
prominentes que Pablo fundó en Roma, Galacia, Colosas, Filipos, Corinto y
Tesalónica. Puesto que el siete es el número de la perfección, quizá debamos
entender que particularmente estas siete iglesias representan a la Iglesia de
Dios durante toda la era de la Iglesia.
Las ciudades en las cuales
estaban ubicadas estas iglesias, quedaban todas junto a la gran vía
internacional del imperio Romano. Los emperadores romanos a menudo les dirigían
cartas a las ciudades del imperio y en la época de Juan, Efeso, Esmirna y
Sardis eran ciudades de importancia mundial. Por lo tanto, estas siete iglesias
no fueron escogidas porque hayan sido las más grandes o las más importantes de
aquel período, sino porque cada una de ellas era una iglesia representativa.
Geográficamente, estas siete
iglesias formaban aproximadamente un círculo, lo cual está de acuerdo con lo
que se dice de la visión de su Señor caminando en medio de ellas. Sin embargo,
la revelación en su conjunto es para toda la Iglesia (22:16). Pablo les dirigía
sus epístolas a las iglesias en particular; sin embargo, todo lo que él
escribió era para todas las iglesias de todos los tiempos. Todo lo que contiene
la Biblia fue escrito para nuestra enseñanza "a fin de que, por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Romanos
15:4).
Como candeleros (o, más correctamente,
como lámparas) su luz se estaba apagando y era incierta; de manera que el
Señor, quien es justo en sus palabras y recto en sus juicios, se dirigió a
estas iglesias para corregirlas. Siete iglesias bastaban para demostrar dichos
juicios, ya que este número indica la séptuple y perfecta expresión de la
Iglesia. Algunas de entre las siete fueron consideradas por Cristo como en
mejores condiciones que otras, pero una no era juzgada por el estado de las
otras; cada una era responsable por sí misma. Si bien algunas de estas iglesias
mantuvieron su pureza de vida y doctrina por más tiempo que las otras, el
sentido general de esta sección de la iglesia en el Apocalipsis lleva un
mensaje sobre lo que va a suceder al final.
¿Por qué fueron
seleccionadas y mencionadas estas iglesias en el orden en que un viajero las
visitaría? Una respuesta, sugerida por Walter Scott es digna de ser
considerada: "Las siete asambleas seleccionadas forman un símbolo de la
Iglesia en su universalidad en los distintos períodos sucesivos de su historia,
como también en cualquier momento hasta su rechazo final como testigo infiel de
Cristo." Las siete cartas pueden tomarse, entonces, como una especie de
bosquejo de historia de la Iglesia. Las siete iglesias en particular formaban un
círculo; y quizá esto representara el círculo completo de la historia de la
Iglesia.
Sin embargo, nunca debemos
perder de vista el significado original de estas siete cartas. Estas fueron
enviadas a verdaderas iglesias, dentro de una región específica indicada por
Juan y por lo tanto tienen una aplicación local. No obstante, el espíritu
medular de su instrucción sobrepasa un mero uso local, reducido o restringido.
Las verdades y los principios incorporados en estas cartas han sido dados para
todas las iglesias y todos los creyentes a través de los siglos.
Estas cartas también pueden
tener un significado profetice. Algunos intérpretes creen que el cumplimiento
final de las cartas tendrá lugar en las sinagogas o asambleas que existan en
Asia Menor después de que la verdadera Iglesia haya sido arrebatada al cielo.
Esta idea puede ayudar a explicar algunas referencias judías en las cartas.
Tanto los elogios como los reproches citados en ellas han tenido un valor
profetice a lo largo de esta era de la iglesia.
A continuación se da un
sumario del significado general de las siete iglesias:
•Éfeso indica pretensiones
eclesiásticas y abandono del primer amor, y caracteriza el final del período
apostólico.
•Esmirna nos hace pensar en el período
del martirio, el cual concluyó con la última persecución bajo Diocleciano.
• Pérgamo revela el empobrecimiento
espiritual y el aumento de lo mundano que tuvo lugar durante el gobierno del
emperador Constantino, resultado de su patrocinio público a favor de la
Iglesia.
• Tiatira representa la Edad Media, con
la cruel persecución de los santos de Dios por la Iglesia papal.
• Sardis fue la intervención de Dios
por medio de la Reforma, cuya luz todavía sigue ardiendo.
•Filadelfia está relacionada con el
siglo diecinueve y su vasta expansión de actividades misioneras.
• Laodicea retrata el estado general
presente de la Iglesia profesante, la cual debido a su tibieza, le produce
náuseas a Cristo.
Se ha opinado que la
historia de las primeras tres iglesias es consecutiva, mientras que las cuatro
restantes se superponen, transcurriendo paralelamente hasta el rapto. El
elemento divino (sugerido por el número tres) es dominante en el primer grupo
de iglesias; mientras que el elemento humano (sugerido por el número cuatro)
domina en el segundo grupo.
En su introducción a la
valiosa obra de Cosmades, "Las Siete Iglesias", W. Stuart Harris
señala:
Cuánto nos entristece el
saber que no hay ni un creyente cristiano en Éfeso en el día de hoy y que esto
se aplica a todas las regiones de las siete iglesias, con la excepción de la
iglesia de Esmirna, donde hay ahora unos cuantos cristianos. El candelero ha
sido quitado de su lugar, como Cristo anunció.
Una característica notable e
impresionante de estas siete cartas es la similaridad de su formato. Dirigidas
desde el cielo por Cristo a su Iglesia, estas cartas tienen todas una misma
forma, variando sólo en ciertos detalles para adaptarse a cada iglesia. Los
encabezamientos de todas las cartas son similares. La estructura de cada carta
parece tener naturaleza séptuple.
La descripción de Cristo
En la mayoría de estas
cartas existe la repetición de uno o más títulos o descripciones de Cristo
contenidos en el primer capítulo: un título adecuado al estado de la iglesia en
cuestión, que presente a Cristo con todo poder, como Juez lleno de autoridad.
La revelación del estado
de la iglesia
Las reiteradas frases
"yo conozco", "quitaré", "daré",
"vendré" y todas las expresiones con sentido de futuro implican el
conocimiento completo que tiene Cristo de la situación y su autoridad
gubernamental, así como su poder para descubrir lo íntimo del corazón de cada
iglesia. Cristo revela su conocimiento íntimo de la vida y obra de cada
asamblea. Por ser Dios omnisciente, ninguna cosa se puede esconder de Él.
La carta a Laodicea
(3:14-22)
Esta última carta es la más
triste entre las siete. Contiene la severa desaprobación de Cristo contra una
iglesia apóstata; sin embargo, nos trae una revelación del corazón del Señor
como no puede hallarse en ninguna de las otras cartas. Para describirse a sí
mismo, Cristo no utiliza aquí ningún símbolo. Se declara como "el
Amén", un título tan expresivo de su gloria como "el Verdadero".
Como testigo fiel y verdadero, se revela en perfecta armonía consigo mismo.
"El principio de la creación de Dios" indica la autoridad del mensaje
de Cristo, el cual es interpretado en Colosenses 1:15: "Él es la imagen
del Dios invisible, el primogénito (el preeminente) de toda creación."
Todo lo que va implicado en estos títulos había sido negado por los
laodicenses, quienes por lo tanto merecían el desagrado y la condenación de
parte del Señor.
El nombre de
"Laodicea" viene de dos palabras griegas que significan
"pueblo" y "juicio" o "costumbre". Este nombre
implica que la iglesia de este lugar era gobernada por las decisiones, los juicios
y las costumbres de la gente, en lugar de ser gobernada por la Palabra de Dios.
El estado de esta iglesia
era completamente desfavorable, por lo que no se elogia ninguna virtud. ¡Cuán
trágico es que no existan buenos hechos que permitan elogiar a una iglesia! Por
supuesto, los laodicen-ses poseían cantidades de cosas buenas, cosas que podían
decir de sí mismos. Tenían confianza en sí mismos y se sentían orgullosos y
satisfechos. Sin embargo, para el Señor eran tibios y le causaban náuseas. La
primera iglesia había dejado su primer amor, pero esta última era considerada
como tibia.
La iglesia laodicense no
estaba cargada de deudas, pues tenía abundancia de riqueza material; sin
embargo, Cristo la declaró miserable y en bancarrota. Aquí encontramos la
expresión "tú eres", refiriéndose a la tibieza espiritual y "tú
dices," refiriéndose a la autocomplacencia (esta iglesia carecía de pasión
y de emoción), y finalmente hallamos el "tú eres" de la terrible e
infalible denuncia del Señor. Como muchas de las iglesias modernas, Laodicea
era correcta, pero sin conciencia. El disgusto que le causaba a Cristo dicho
estado se ve en su forma drástica de tratar a la iglesia: "Te vomitaré de
mi boca." El contagio de la iglesia con el mundo es nauseabundo para
Cristo.
Aun para el que lea el
Apocalipsis superficialmente, es obvio que el tema básico de este libro es la
segunda venida de Cristo. En su valiosa obra titulada Interpreting Revelation
(Interpretación del Apocalipsis), Merrill C. Tenney hace esta iluminadora
observación:
La creciente inminencia de
la venida del Señor se refleja en sus mensajes de corrección a estas iglesias:
• Éfeso: "Pues si no,
vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar" (2:5).
•Pérgamo: "Pues si no,
vendré pronto a ti" (2:16).
• Tiatira: Retenedlo hasta
que yo venga" (2:25).
•Sardis: "Vendré sobre
ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (3:3).
• Filadelfia: "He aquí,
yo vengo pronto" (3:11).
•Laodicea: "Yo estoy a
la puerta y llamo" (3:20).
La visión de las siete
cartas gira en torno a la segunda venida de Cristo y el efecto que este suceso
tendrá sobre las iglesias. Pero la gracia también se manifiesta en el juicio,
porque el juicio es el resultado del amor de Cristo. Al mismo tiempo que
exhorta a la iglesia hacia un nuevo celo espiritual, está buscando a un hombre,
posiblemente de poca importancia para la iglesia; alguien que esté dispuesto a
recibir al Señor. Para tal persona existe la gran recompensa de participar de
la provisión de Cristo y de su trono. El huésped divino se convierte en el
divino anfitrión y prodiga sus dones gloriosos entre aquellos que
voluntariamente vienen y cenan con El (3:20).
En el oro, las vestiduras
blancas y el colirio para los ojos, los cuales la iglesia debe comprar de
Cristo según su consejo, encontramos ilustraciones o símbolos que eran
conocidos para los laodicenses, cuya ciudad tenía la fama de poseer tales
cosas. (Vea "Las siete iglesias" por Sir William Ramsey.)
Al final del capítulo 3 nos
encontramos con que los santos son arrebatados, mientras que los practicantes
son vomitados. Aunque Juan no describe el rapto, lo da por sentado, puesto que
ya no vuelve a mencionar la palabra iglesia hasta que termina la revelación en
sí y llega a las exhortaciones finales (22:16, 17). En estas cartas a las siete
iglesias, el Señor divide a los miembros en dos clases: los que vencen y los
que no vencen. En cada carta hay un llamado, una advertencia y una promesa:
Un llamado para que se
vuelvan al Señor mientras Él se presenta a sí mismo a cada iglesia.
Una advertencia si se
desatiende el llamado.
Una promesa si dicho llamado
es obedecida
Desde el 22:6 hasta el
22:21, Juan reanuda lo que ha dejado en los primeros tres capítulos del libro.
Después del capítulo 3 ya no se ve a Cristo entre los candeleros, sino como
Sacerdote-Juez sobre el trono, actuando desde el cielo hasta que regresa a la
tierra.
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